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viernes, junio 30, 2006

Aurora Bosh: bailarina coraje

Por José Luis Estrada Betancourt (Juventud Rebelde)

La «culpa» fue toda de su abuela, porque en su familia apenas había antecedentes artísticos. Pero ella era otra cosa: «muy luchadora», como la ve en el tiempo la primera bailarina Aurora Bosch, una de las admiradas Cuatro Joyas del Ballet Nacional de Cuba (BNC), que en este 2006 también llega a los 50 años de su estreno profesional.

«Ella leyó en el periódico que otorgaban 30 becas a niños de la escuela pública. Y no sé de dónde sacó unas zapatillas de punta de piel negra, con las que me sorprendió. Renée Méndez Capote nos recibió en la Academia, y ya mi abuela le aseguraba que yo podía pararme en puntas, cuando Renée le dijo: “No, no, no, que eso lleva un proceso”. O sea, que me presenté al examen porque ella me llevó. Cuando llegué y vi tantas, pero tantas niñas (solo había un varoncito), supe que sería muy difícil. ¿Qué hice? No sé. Pero quedé entre las escogidas».

—Su debut tuvo lugar en Matanzas, en una de las funciones de protesta contra el gobierno de Batista...

—Tenía entonces corta edad, pero deseaba con todas mis fuerzas bailar. Estaba triste, porque no había podido hacer la gira de desagravio por todo el país como mis compañeras. Me sentía excluida. Me costó mucho entenderlo, pues no tenía la estatura requerida para formar parte del cuerpo de baile. Pero sucedió que en la última función de Las sílfides falló una bailarina, y como me sabía los pasos, y con las ganas que tenía, me atreví. Pude al menos decir: participé, aunque fuera en la última función.

—Por esa etapa es que va a Estados Unidos...

—A Alicia la contrató un empresario para que durante el verano hiciera una puesta para el Teatro Griego de Los Ángeles. Ella le pidió que algunas bailarinas cubanas pudieran presentarse a la audición. El hombre aceptó, pero teníamos que pagarnos el pasaje. Alicia nos entregó un cuadro pintado por ella y unas zapatillas, a las que le dimos un baño dorado y las colocamos en un pie. En la imprenta mandamos a hacer unas papeletas que luego vendimos para la rifa. Yo estuve a punto de quedarme, porque mi familia no podía asumir mis gastos. Entonces, se decidió que cubriera con ese dinero mi billete completo de avión, mientras que el resto de las muchachas lo pagaba a plazo.

«Una maestra, la encargada de poner los ejercicios, como me veía tan joven y con tan poca experiencia, decía: “Again for Aurora, again for Aurora”. Y cada vez que escuchaba “Otra vez por Aurora”, me moría. Estaba haciendo lo que ella pedía, pero, evidentemente, trataba de quitar a una de nosotras para que una norteamericana ocupara ese lugar. Pero no lo consiguieron.

«Al mismo tiempo, estaba el Ballet Celeste, de San Francisco, que nos ofreció la oportunidad, para que no estuviéramos ociosas, de bailar varias piezas hasta que Coppelia se presentara en el Teatro Griego. Pudimos bailar más repertorio, ir a campamentos militares... Incluso, sacamos hasta un cantico: Seis locas cubanas que van/ alegrando el mundo a su paso/ San Francisco, Chicago y L.A./ nunca podrán olvidarnos... Así nos entreteníamos. Fue una experiencia muy linda. Se nos anunciaba como Six beatiful cubans girls (las seis bellas cubanas)».

—Hablar de Aurora es también hablar del papel desempeñado por los bailarines cubanos en importantes concursos como el de Varna, Bulgaria...

—Mira, el Concurso Internacional de Ballet de Varna comenzó en 1964. Ese año fueron Mirta Plá y Josefina Méndez, así como Rodolfo Rodríguez y Azari Plisetski. En el 65 se repitió la convocatoria, y entonces fuimos Loipa (me parece que repitió Josefina) y yo. Participaron bailarines de muchísimo prestigio de la Unión Soviética, Francia, Alemania, Italia, Inglaterra... El concurso tenía como regla que si algún bailarín ganaba el oro no podía regresar. Ese fue el caso de Loipa, pero yo había obtenido plata. Al año siguiente, hubo otra vez competencia y Fernando me consultó. Me esclareció que, si estaba de acuerdo, corría un riesgo, que todo dependía de mí.

«Llevé en la primera vuelta el pas de deux del tercer acto de Coppelia; en la segunda, Apolo, junto a Mirta y Azari (se hizo un arreglo especial); y en la tercera, Cisne negro, que fue terrible.

«En el sorteo resulté la última, lo cual implicó que tuviera que ir de madrugada a ensayar, solo que no pude, pues el escenario estaba mojado por el rocío. Cuando me tocó el turno, estaba más nerviosa que de costumbre.

«Como si fuera poco, tras el entrée (entrada) del Cisne negro, se equivocaron y no encendieron todas las luces, así que para poder hacer la variación, que tiene una frase con dos piruetas, tomé como referencia a alguien vestido de blanco. Después supe que era Galina Ulánova.

«Para nosotros fue como un fuego artificial, porque, además del oro, todos reconocieron —y lo escribió el importante crítico inglés Arnold Haskell—, que había aparecido una nueva escuela y unos bailarines con una forma de bailar muy particular: los cubanos».

—En 1966, un año antes de ser nombrada primera bailarina, usted recibió en Francia el Premio Anna Pavlova, mientras que los críticos de danza le otorgaron una distinción especial por la Reina de las willis, de Giselle.

—Lo crearon para mí.

—Se dice que hay un antes y después de esa Myrtha. ¿Qué tiene de especial ese rol?

—Hay un elemento que funcionó, independientemente de lo preparados que estábamos para participar en ese festival. Se dio una situación política. La noche del debut, en la que asistiría el entonces Ministro de Defensa, la alcaldesa de París ofrecía antes de la función un coctel. Nosotros teníamos que salir del hotel, ir al coctel y luego al teatro. Pero cuando salíamos notamos que faltaban como diez bailarines. Había que interpretar Giselle, así como Espacio y movimiento, de Alberto Alonso.

«Alicia nos llamó al camerino para decirnos que teníamos que echar el resto, que la función no se iba a suspender. Todos cerramos filas, incluso, estuvimos dispuestos a tomar el lugar de los hombres. Con muy escaso tiempo, subimos a un salón y se arregló Espacio y movimiento —se compuso más o menos con un personal extra que nos acompañaba—.

«Tengo que decir, que cuando salí a defender la Reina de las willis, la representé no solo con toda la carga artística y dramática del personaje, sino consciente del compromiso que tenía de bailar bien. Me daba más fuerza pensar que, si en algún momento nos provocaron para que se suspendiera la función, se habían equivocado. Sabía que tenía que saltar tan alto como un cohete a la hora de hacer los grand jetés. Y bueno, salté tan alto que me dieron un premio que no existía. Tuve muy buenas críticas, incluso, de los reaccionarios que fueron para poner reparo a nuestra actuación, y no pudieron. No pudieron».

—La categoría de primera bailarina llegó 11 años después de su debut. ¿Muy tarde o a tiempo?

—Bueno, fue tardío el nombramiento, sin embargo, ya estaba haciendo roles importantes, que me fueron preparando. Por tanto, puedo decir que cuando la categoría llegó no me pesó sobre los hombros. Eso me enorgullece. Yo aproveché mi tiempo.

—¿Hubo algún momento en que pensó abandonar su carrera?

—Lo hubo. A principios del año 1969 me lesioné y me sometí a una intervención quirúrgica. Un buen día llegó una invitación de la Compañía Nacional de Danza de México para que se les diera asesoramiento técnico-artístico. La única persona que estaba libre era yo. Acepté, porque de alguna manera me entristecía no poder bailar. Impartía la clase y la tomaba al mismo tiempo, pues tenía el compromiso de regresar recuperada.

«Me ocupé mucho de los bailarines y me olvidé de mí. Durante una clase al realizar un paso me lesioné el menisco. Nuevamente me operé, me fue bien, pero la pierna estaba muy, muy débil. Cuando me decidí a bailar, apareció un cuerpo extraño que se insertaba y salía de la articulación. Fui a ver a otro especialista, quien me explicó que tenía que operarme. Tan sencillo me lo dijo que me negué. Pensé que como me gustaba enseñar, podía dedicarme al magisterio, como mi compañera Ramona de Saá.

«Pero el médico para que entrara al salón, me aseguró que en muy poco tiempo estaría con un bastón. Por tanto, me operé nuevamente y conseguí bailar otra vez. Ese fue el único momento en que dudé, pero no porque me desencantara del baile, sino porque pasé mucho, mucho... No te imaginas lo que significa estar tres años bailando con unas limitaciones tremendas, pidiendo permiso para cambiar algunos movimientos. Sufría, sufría mucho. No pocas veces, cuando se cerraba la cortina, el maquillaje estaba corrido, pues no podía aguantar... No disfrutaba nada. Mas me llenaba de coraje y bailaba, porque esa era mi vida».

—¿En qué piensa Aurora, la maitre y ensayadora, después que termina una función que ha preparado?

—Uno se entrega completamente cuando tiene delante a un joven, porque nuestros profesores lo hicieron también. Al trabajar con ellos no solo pienso en las cuestiones del ballet: la técnica, la interpretación, los brazos, la cabeza..., sino también en el aspecto formativo, imprescindible para convertirse en verdaderos artistas. Les explico que si se tiene éxito no es únicamente por sus desempeños, sino gracias al trabajo de todos.

«Uno tiene que tener mucho cuidado, y no querer que los jóvenes copien milimétricamente lo anterior, sino incentivar su creatividad. Claro, solo se puede aportar y crear cuando se ha partido de una base. Por tanto, los maitres y ensayadores tenemos que sentir respeto y una confianza extrema en esos bailarines.

«El joven de hoy tiene dificultades que enfrentar, lesiones, circunstancias... Eso siempre ha existido. Pero esas cosas no deben servir para volverse un rebelde sin causa. No obstante, es fundamental el respeto hacia quienes les quieren dejar algo, porque es una entrega abierta, desinteresada, llena de amor.

«Y algo muy importante, el tiempo de pensar no es cuando se está en la escena, sino en el salón. Es imprescindible tener una persona delante, para que nos diga: “te podrá gustar hacer tal cosa, pero no te queda bien. Escoge otra”. Hay que darles un abanico de posibilidades como lo hicieron con nosotros Alicia y Fernando.

«Esa comunicación es esencial, porque posibilita que el amplio repertorio del BNC se represente con fidelidad, y, al mismo tiempo, con la individualidad que debe caracterizar a cada bailarín. Pero hay que tener la voluntad de no querer ir tan, tan rápido que no haya un apoyo en la experiencia».

—Le mencionaré cinco nombres y quisiera que me dijera, qué han significado para usted: Alicia, Fernando, Josefina, Loipa y Mirtha.

—(Sin poderlo evitar, se asoman dos gruesas lágrimas en sus expresivos ojos. Se toma un pequeño tiempo para responder). La vida... También incluiría a Ramona. Pienso en ellos y rememoro muchos momentos de alegrías y de tristezas. Como jóvenes que éramos tuvimos nuestros disgustos, pero siempre estuvimos (y estamos) muy unidos. Me gustaría mucho —creo que ese es el sentir de los Maestros, que tienen más años que nosotros—, que la gente joven no se vuelva egoísta, y que continúe el camino correcto, para que la Escuela Cubana de Ballet permanezca más allá de nuestra existencia como seres humanos en la Tierra.

jueves, junio 29, 2006

Obtiene Federación Filatélica Cubana premio mundial

La Habana.- El más grande galardón para un coleccionista de sellos de correo lo obtuvo el cubano Daniel Montes en la Exposición Mundial de Filatelia, celebrada en Estados Unidos, se conoció hoy.

El Premio Juvenil y Medalla de Vermeil Grande le fue adjudicado al filatelista de 18 años de edad por su colección Cuba colonial, informa el periódico oficial Granma.

El certamen contó con la participación de tres mil coleccionistas procedentes de diversas partes del mundo.

La representación cubana alcanzó también la Medalla de Vermeil por las colecciones Marcas Postales Prefilatélicas y Primeros Vuelos, de los jóvenes Adrián Fernández y Carlos Galguera, respectivamente.

También Damián y Adrián Santana merecieron individualmente las medallas de Plata Grande por su colección Mamíferos y Ferrocarriles.

Entre los adultos obtuvieron otras medallas de plata los cubanos René Rodríguez con Cuidad los mamíferos, Joaquín Mestre con La mujer, y Leonardo Palencia con Cuba: marcas certificadas del Siglo XIX.

Informática: el Cuarto Elemento

Por Ricardo Potts (Prensa Latina)

Este mes de junio, al concluir el actual curso lectivo, la carrera informática cubana ha quedado signada por un logro significativo para cualquier país del tercer mundo.

Con miles de nuevos graduados de cursos en la materia en los politécnicos y universidades, a los que se agregarán egresados de los Jóvenes Club (JC), que este año llegaron a 600 en todo el país, de manera que cada uno de los 169 municipios tiene varios de ellos.

Dichas instalaciones, surgidas en 1987 para colocar la informática al alcance de los jóvenes y la población en general, alcanzaron hasta los más remotos rincones de la Isla.

Cuando concluya en junio el actual curso lectivo, sumarán un millón los ciudadanos egresados del programa, lo cual confirma que la informática se está convirtiendo en una gran fuerza económica y técnica.

El presidente Fidel Castro destacó los adelantos del programa desde su creación, con el incremento de instalaciones dotadas de tecnologías modernas hasta la cifra actual de 600 JC, con unas seis mil 400 computadoras.

Ello permitirá que otros cientos de miles de jóvenes puedan introducirse en este campo por los 50 cursos que en ellos se imparten, e incluso algunos especiales para personas de la tercera edad y discapacitados.

Según el subdirector nacional de los JC, Ernesto Rodríguez, el 54,6 por ciento de los matriculados actualmente vienen por primera vez, lo cual multiplica este año la cantidad de personas que inician su acceso al mundo de la informática.

A los JC se agrega hoy la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI), que según la doctora Alina Ruiz, vicerrectora de ese centro docente, tiene una matrícula de ocho mil alumnos bajo un sistema de estudio-trabajo, produciendo programas de aplicación para las mas diversas necesidades nacionales y la exportación.

A esto se unen 26 escuelas técnicas de computación donde 40 mil jóvenes estudian cursos de nivel medio.

Según la doctora Kenelma Carvajal, viceministra de Educación, actualmente el sistema educativo cubano cuenta con 67 mil computadoras en todos los niveles de enseñanza, incluso en 472 comunidades aisladas con sólo uno o dos alumnos, que operan mediante paneles solares.

Esto indica que a la vuelta de pocos años, Cuba dispondrá de unos 50 mil nuevos especialistas de nivel medio y universitario que inyectarán bríos renovados a la joven ciencia informática.

El objetivo no es un secreto: alcanzar la independencia del país en las Tecnologías de Información y Comunicaciones (TIC), superar las limitaciones del bloqueo que impide la adquisición de software de origen estadounidense o sus sucursales y convertirlo en un rubro exportable.

CARRERA CONTRA RELOJ

Es una carrera contra reloj, en la cual los países del Tercer Mundo se han retrasado al punto que a la brecha económica Norte-Sur se une la denominada "brecha digital", que Cuba quiere salvar para cumplir el sueño de convertir a la Isla en una potencia en esa especialidad, imprescindible para el mundo de hoy y del futuro.

Con ese objetivo, seis años atrás se unificaron todas las entidades económicas en el Ministerio de Informática y TeleComunicaciones (MIC).

A finales del 2005, el titular del ramo, Ignacio González Planas, expresó que los resultados generales del año son significativos, aunque aún existen deficiencias por subsanar. Lo más importante es el crecimiento del capital humano -aseveró- y el desempeño de la UCI.

A ello se suma la disponibilidad de computadoras, el tener puntos de acceso de datos en todos los municipios para los servicios sociales que respaldan a la salud, la cultura, las ciencia, las actividades gubernamentales y la prensa.

Se cuenta asimismo el haber aglutinado recursos y especialistas alrededor de la informatización, trabajando sistemáticamente e implementando nuevas variantes alternativas, todo constituye una manifestación de avance.

DIGITALIZACION Y CONECTIVIDAD

En el 2005 se amplió la telefonía digital en un 4.5 por ciento, llevando la digitalización del país al 89,81 por ciento, se ejecutaron otros 525 kilómetros de fibra óptica y se elevó la conectividad de redes a un punto o más en cada uno de los 169 municipios, que antes no eran más de 70.

Se duplicaron las puertas de transmisión de datos de seis mil 548 a más de 14 mil. Además se desarrollaron inversiones en redes estratégicas como Infomed, el Polo Científico del Oeste de la Habana, el MINED y el MES.

Se han extendido los servicios de red de acceso satelital del sistema VSAT para voz y datos, con 102 estaciones mayormente en zonas apartadas, que demostró su gran capacidad de resistencia ante desastres naturales.

A esto se suma la conectividad total de la red de centros y radares meteorológicos del país y la puesta en marcha de la primera plataforma de televisión directa vía satélite -operada por Radiocuba- donde ETECSA sube la señal, llevándola al exterior.

También se destaca la ampliación del móvil GSM al 60 por ciento del territorio nacional, con 126 radiobases y un cambio de números que permitió desplegar la TFA y mayor capacidad para el servicio por 25 años, así como el aseguramiento de las comunicaciones para la Batalla de Ideas.

En el 2006 se prevé instalar unos 70 mil teléfonos de red fija y cien mil TFA, lo cual elevará la densidad a 10,6.

En Ciudad de la Habana se digitalizará el total de las líneas y en el resto del país se elevará el índice de digitalización al 93.5 por ciento.

Continuará llevándose la señal de televisión a los lugares más intrincados y zonas de silencio, y se mejorará e incrementará la conectividad en las redes internas y conexiones con el exterior.

UN MUNDO NUEVO Y CAMBIANTE

Uno de los mayores retos del siglo para los países del Sur es la brecha tecnológica que los separa del norte industrial.

Pero si la fuerza y la riqueza son propiedad de los fuertes y ricos, el conocimiento es algo que también pueden obtener los pobres si dedican el esfuerzo necesario, lo cual lo convierte en la más democrática fuente de poder.

Esto significa que en la denominada "Sociedad de la Información", a los medios de producción, las finanzas y los armamentos, se suma un cuarto elemento en la ecuación de la historia: el poder de la información.

Por ende, es preciso prepararse y capacitar a los ciudadanos en las tecnologías y ciencias informáticas.

Cuba persigue un uso masivo de la informática con todos los medios a su alcance, aplicarla para ofrecer nuevos servicios y posibilidades a la economía y al ciudadano, contribuir a difundir la verdad del país en el mundo y obtener ingresos por la exportación de productos y servicios.

En la citada celebración de los JC, el presidente Fidel Castro afirmó que Cuba llegará a ser fortísima en la informática, como ya lo está siendo en medicina, e invitó al auditorio a ampliar el campo de los sueños, para lo cual hay que trabajar en diplomados, maestrías y científicos de la computación.

"Ya veremos qué ocurre cuando todos esos talentos se desplieguen y se consagren a la creación -afirmó-, tenemos que acostumbrarnos a un mundo nuevo que va cambiando alrededor nuestro".

miércoles, junio 28, 2006

Autor cubano planea gran libro sobre los habanos

Por Roberto F. Campos (Opciones)

El autor cubano Adriano Martínez aseguró hoy que planea escribir un gran libro sobre los habanos con la inclusión de todos los elementos para un conocimiento completo sobre el considerado mejor tabaco del mundo, informó la agencia Prensa Latina.

Martínez, quien laborara como experto en el Ministerio de Comercio Exterior de Cuba y asesor en la empresa Cubatabaco, ya tiene publicados importantes volúmenes sobre este producto de alta calidad.

En 2000 se difundió su libro "Habano el Rey" con una explicación pormenorizada sobre el tabaco cubano en una doble edición (español e inglés) de 10 mil ejemplares, que inmediatamente se agotó. Ese texto explica, de manera didáctica, desde el cultivo hasta la exportación, y elementos históricos de mucho interés para los lectores.

Para 2002 deparó a los estudiosos "La Enciclopedia Ilustrada de Habanos posteriores a la Revolución", en asociación con el coleccionista chino Min Ron Nee.

Ese volumen abarca sobre todo el desarrollo de la industria tabacalera en esta Isla a partir de 1959, cuando triunfó la Revolución Cubana, aunque también hace profundas referencias sobre todas las marcas y los antecedentes de este producto.

El año pasado publicó, en una versión hasta ahora solo en inglés, "Las grandes fábricas de habanos", donde se apoya en una meticulosa investigación en el Archivo Nacional de este país y en innumerables entrevistas.

Martínez concede gran espacio a las ilustraciones, pues lo que hace es explicar lo ocurrido en cada momento mediante imágenes, para demostrarlo fehacientemente. Recuerda que la primera marca de tabaco cubano resultó "Cabañas" en 1810 e hizo énfasis en que la mayoría comenzaron con pequeños talleres conocidos por "chinchales", luego transformados en impetuosas industrias.

Como interesantes puntos de partida menciona cinco nombres del siglo XIX: La Eminencia, El Aguila de Oro, La Meridiana, Calixto López y Co., y La Excepción, pequeños talleres. Y recuerda que siempre menciona "la industria tabacalera en Cuba" y no "la industria tabacalera cubana", pues este sector fue desarrollado por españoles o hijos de españoles nacidos aquí.

Propiamente, considera, la industria tabacalera cubana se desarrolla luego de 1959, y en la actualidad posee una enorme fuerza en el mercado mundial. Por demás, señala que antes de ese año las factorías y la exportación estaban en manos de estadounidenses y británicos que ajustaban su sistema a intereses lucrativos.

El nuevo libro, adelanta Martínez, puede le tome más de dos años prepararlo, pero aspira a incluir una información lo mas pormenorizada y exacta posible sobre este producto.

Señaló que luego de jubilarse como asesor en la corporación internacional Habanos S.A, que vende el tabaco cubano tipo Premium en el mundo, decidió aprovechar su información y conocimientos para mostrar detalles poco conocidos del tabaco. Cuba exporta habanos a más de 100 naciones y los expertos consideran este producto de la mayor calidad posible.

Esther Borja: una obra para siempre

José Luis Estrada Betancourt (Juventud Rebelde)

Nació para ser artista. No importaba de lo que fuera. De cualquier cosa. Solo sabía que soñaba con escenarios y luces. Allá, en su Santiago de las Vegas de la niñez, en casa de su abuela, la pequeña Esther Borja le “raptaba” el caballo al lechero, porque se veía protagonista de las películas de cowboy. Y su mamá se preocupaba cada vez que el papá la llevaba al circo. Se va a descoyuntar, decía. Porque la niña se transformaba en equilibrista.

Ahora, con el paso de los años nos percatamos de que no podía ser de otra forma. Si hoy es de las reinas de la música y la cultura cubana, fue gracias a su persistencia. “Cuando era adolescente recitaba. Y en la escuela yo era quien organizaba las veladas. En las tardes, me sentaba en un sillón a mecerme y a cantaba sin parar.

“Hubo un período en mi existencia, en que se mudó frente a mi casa un sastre. Él también se sentaba con su guitarra a tocar y a cantar bajito”, recuerda, a sus 90 años, Esther. “Tantas veces interpretó aquella melodía, que un día me puse a tararearla mientras él la tocaba. Entonces le preguntó a mi mamá, quién me la había enseñado, porque era suya. La canción resultó ser En el sendero de mi vida triste; y él, Oscar Hernández. Quién me iba a decir que después yo cantaría y grabaría su música, porque En el sendero... está en uno de mis long play y, además, en Esther Borja canta a dos, tres y cuatro voces”.

Pues sí, Oscar Hernández no tenía ni idea de que aquella niña recibiría aplausos en escenarios de diversos países del mundo, pero la Damisela encantadora estaba convencida, junto al Maestro Luis Carbonell que Esther Borja canta a dos, tres y cuatro voces pasaría a la posteridad, del mismo modo que este año ha recibido un Premio Especial en el Cubadisco.

—Esther, ¿cómo se grabó esa placa?

—Estando en España, en el año 1953 —ya había hecho mi primer disco de larga duración—, íbamos caminando por la Gran Vía, Luis Carbonell, Mantilla, con quien había grabado mi Rapsodia de Cuba, y yo, y este último le dijo a Carbonell que cualquier idea que tuviese para una grabación que se la hiciera saber. Luis quería que un intérprete cantara a dos, tres y cuatro voces.

“Entonces, Mantilla le comentó que esa era una empresa imposible en Cuba, porque tecnológicamente no estábamos listos. Se necesitaban pistas. Así que a nuestro regreso Carbonell se lo cuenta a Medardo Montero, grabador que trabajaba en ocasiones con nosotros, quien después de analizarlo un poco, aseguró que sí era posible. Y comenzó la gran aventura.

“El montaje de Esther... nos llevó siete meses. Luis no deseaba que se grabara hasta que todas las voces no estuvieran montadas. El aprendizaje de las distintas voces me hizo madurar inmensamente. No me parece que hayamos tenido que repetir muchas cosas, solo algunos detalles. Como yo no grababa por pistas, sino que primero registraba la primera voz, y luego Montero me ponía los auriculares para que la escuchara y sobre ella hiciera la segunda, y así sucesivamente, éramos en extremo cuidadosos, pues cualquier fallo conllevaba a tener que comenzar de cero.

“Lo que más nerviosa me puso fue el número Ojos brujos, para el cual Luis había creado una cadencia a capella para tres voces, y yo temía quedar por encima o por debajo, es decir, no estar en la afinación perfecta. Pero el trabajo previo fue tan concienzudo, tan serio y era tanto el cariño y el interés de hacer una obra para siempre, que lo logramos. A mí y a Luis nos otorgaron una distinción especial por esta nueva grabación de la EGREM, porque aunque estaba en concurso, a decir verdad, no podía competir con ninguno, pues es un proyecto que en todos estos años —estuvo listo en 1955—, no ha sido igualado, ni en Cuba, ni en otra parte del mundo. No es vanidad, sino un halago a nuestra labor. Me siento orgullosa, porque en 56 años de carrera artística pude dejar algo para el mañana”.

—Según dicen, usted fue la predilecta de Lecuona...

—No es que fuera la predilecta... Te voy a contar. No me gusta hacerme la más importante. Existían en aquel momento muy buenas cantantes, con voces muy lindas; personas que habían estudiado música y eran excelentes artistas. Lo que sucedía era que yo le resultaba “cómoda” a Lecuona. Soy muy disciplinada y cuidadosa. Lo mismo para no lastimar un libro —y señala Eva Perón. La biografía, cuyas páginas se aprecian separadas por un hermoso marcador confeccionado por ella—, que para montar mis números o cumplir con las citas.

“Siempre tenía mi vestuario listo. Cuando me aprendía una canción era para toda la vida, la respetaba, conservaba su melodía, sin cambiar lo que el autor había concebido. Y eso llamó la atención de Lecuona, quien hizo para mí unas composiciones con versos de Martí, después de yo haber participado en la gala que se organizó para despedirlo cuando viajaba hacia México. Sin percatarme, me había estudiado. Pero eso no significaba que era la mejor, simplemente interpretaba bien su música, porque me gusta mucho, como también ocurría con las creaciones de Ernestina Lecuona, las de Tania Castellanos, las de Rodrigo Pratts...

—Usted tuvo una carrera discográfica importante, mas muchos artistas no corren igual suerte...

—Desgraciadamente se han producido olvidos. La canción cubana tiene tantas variaciones y el repertorio es tan amplio, que es un dolor que eso se pueda perder. Hace dos años estuve en la American University, de Washington, donde me invitaron a impartir una conferencia sobre la canción cubana en el siglo XX. Yo la inicié en el XIX con El azra, de Lico Jiménez. Fui ilustrando la charla con grabaciones mías. Y es curioso, porque aunque los dejé escuchar hasta El mayor, de Silvio Rodríguez, la ovacionada fue la más antigua. Contamos con magníficos intérpretes: Bárbara Yánez, Maureen Iznaga, Raquel Hernández, Miriam Ramos, Argelia Fragoso... Entonces, ¿por qué no se utilizan? ¿Por qué no se les da vigor? No sé.

—A pesar de que conocía de su éxito en Estados Unidos, usted decidió quedarse en Cuba...

—Es que yo luché contra Machado. Fui la primera mujer que firmó un manifiesto antiimperialista —aparezco con el número 29 en el libro de González Carvajal. Recuerdo que ese fin de año del 58, había comprado las uvas y mi mamá, quien era más revolucionaria que yo, me dijo: “¡qué uvas, ni qué uvas! Esas uvas me van a saber amargas”. Y yo le pedí que se las comiera para ver si teníamos más suerte, y así fue. Al tiempo, mi esposo se fue, y yo me quedé aquí. Fíjate, no marché ahora con Fidel, porque a los 90 años ya no lo puedo hacer. Pero soy una eterna enamorada de la Revolución.

—¿Cuál ha sido el momento más hermoso de su vida?

—El nacimiento de mi hija. Debo confesarte, con entera sinceridad, que siempre quise a mi madre, pero, a pesar de todo lo buena que había sido conmigo, la empecé a amar con locura después que tuve a mi hija. Luego, hay muchos otros momentos, porque como te he expresado, he vivido la Revolución. La he disfrutado mucho.

—¿Algún consejo para los que llegan?

—Estudiar mucho. Eso es lo más importante. Leer, cultivarse. Si no logramos ser el país más culto, por lo menos estar seguros de haber hecho lo suficiente. No se puede ser un buen artista sin ser culto. Aunque tengas excelentes condiciones, hay que pulirlo, darle la técnica. Ir con el tiempo, pero con estudio, con conocimientos. No por intuición, no por pálpito, sino por conciencia.

—¿Cómo se ve a los 90 años?

—Estupendamente bien. Dice el médico que nunca había visto en una persona de 90 años un cerebro de una muchacha de 15. Y eso me llena de entusiasmo para seguir adelante.

martes, junio 27, 2006

El milagro de la vista en la salud cubana

El sentido de la visión, uno de los más importantes en la evolución del ser humano, recibe especial atención en el sistema cubano de salud, con los procedimientos más avanzados para el enfrentamiento a diversas dolencias.

En el caso de la oftalmología, destaca el tratamiento para la retinosis pigmentaria, enfermedad de la retina causada por anomalías hereditarias y que produce disminución de la capacidad visual y podría llegar incluso a provocar la ceguera.

Al respecto, Cuba es el único país que atiende a esos pacientes mediante un sólido y exitoso programa que cuenta con más de una década de experiencia, en cual consiste en una técnica quirúrgica intra y extraocular con la cual se aumenta la capacidad de generar nuevos vasos sanguíneos.

Como complemento se emplean procedimientos de ozonoterapia, electroestimulación y la magnetoterapia, unido a medicamentos que oxigenan las células, todos ellos considerados pilares del tratamiento cubano.

Los servicios cubanos de salud ofrecen la posibilidad de acceder a tratamientos para los más diversos trastornos de la visión, entre los cuales se incluyen las cataratas, glaucoma y trasplantes de córnea.

Las correcciones de anomalías oftalmológicas en Cuba superan las expectativas de atención médica de América Latina, gracias a la aplicación de alta tecnología en varias instituciones hospitalarias especializadas.

Entre las novedades tecnológicas está la utilización del equipo conocido como láser excimer, el cual permite rectificar en el 80 por ciento de los casos los astigmatismos residuales que quedan como secuela del trasplante de córnea.

De ahí se infieren los resultados satisfactorios en la totalidad de los pacientes al no necesitar corrección óptica y son poco usuales las complicaciones que influyen en el resultado visual final.

Para los interesados, los servicios cubanos de salud asumen los exámenes generales oftalmológicos, con procedimientos que verifican la agudeza visual, fondo de ojo, tonometría de aplanación y estudios biomicroscópicos.

En los casos de afectaciones en la córnea y cataratas, existe el acceso a los estudios de queratometría, topografía corneal computarizada y ecografía diagnóstico, entre otras técnicas de pesquisaje y tratamiento.

En esa materia, Cuba y Venezuela promueven la iniciativa de salud conocida como Operación Milagro, la cual está dirigida a ofrecer alternativas de cura a miles de personas en América Latina aquejadas de los más diversos males de la vista, todo ello con el empleo de la más moderna tecnología.

Como mecanismo para intercambiar experiencias y elevar la calificación de los especialistas en la isla desde hace varios años se promueve la colaboración con el proyecto internacional ORBIS, con un programa que contempla la realización de intervenciones quirúrgicas conjuntas y la participación de profesionales cubanos.

Los negros curros

Por Jesús Risquet (Trabajadores)

Los negros curros es el título de una de las obras del sabio cubano Don Fernando Ortiz, publicada en la ciudad de La Habana. Pero muchos se dirán, ¿quiénes eran aquellos negros curros que a principios del siglo XIX, se pavoneaban libres por las calles de La Habana, con una indumentaria estrafalaria, su jerga, en un alarde de mala vida, delincuencia y marginalidad?

Se sabe que procedían de Andalucía, en España; de ahí el apelativo de "curros" o chulos. Desde su llegada a Cuba se asentaron en el barrio de Jesús María, en la antigua Habana Colonial, en un lugar conocido como El Manglar, en las inmediaciones de la bahía habanera.

Los famosos negros curros tuvieron una existencia muy notoria debido a sus fechorías, a su modo de andar, de vestir, en fin, por su fama de buscavidas y bravucones.

Llevaban largas trenzas sobre su frente y hombros generalmente, vestían pantalones de campana estrechos hacia abajo y camisa muy ancha, en especial en las mangas; un colorido pañuelo de algodón en ángulo en la espalda y atado por delante sobre el pecho.

Apenas cubrían sus pies con unas zapatillas, chancletas o unas sandalias, y en sus orejas pendían argollas de oro. Llevaban siempre un sombrero de paja, varias cadenas, brazaletes, y los dedos de las manos llenos de sortijas de oro.

Bajo la manga de la camisa cargaban siempre el afilado puñal para cualquier circunstancia. Estos negros caminaban contoneándose y meneando los brazos hacia delante y hacia atrás; afectados al hablar y su vocabulario recordaba a los hampones sevillanos.

Los negros curros eran hombres libres en su totalidad y se dice que no tenían oficio ni beneficio, que eran pendencieros y que muchos vivían del hurto, el robo, la matonería y el proxenetismo.

Estos negros y algunos mulatos, todos oriundos del puerto de Sevilla en Andalucía, decíamos que adquirieron, por su relación con la prostitución en Cuba, el nombre de curros o chulos.

La población los vinculaba al hampa habanera, a los arrabales de la ciudad y pueblos suburbanos de barrios orilleros del litoral de la bahía, donde abundaban los manglares, de ahí el nombre del lugar y donde se aglomeraba la pesadilla de los habitantes de la villa de San Cristóbal de La Habana.

Esta figura popular, vivía en un ambiente exclusivo y extravagante. Al curro se le podía ver corriendo y gritando por la calles, casi siempre en un malediciente alarde de su yo.

Decían ellos que eran carpinteros, aguadores, artesanos, pero lo cierto es que pasaban gran parte de su tiempo de tienda en tienda, en la casa de la comadre o del compadre bebiendo vino, o de aquí para allá, conversando con el zapatero de la esquina, echando piropos a la tabaquera o a la dulcera del frente, mientras que la curra generalmente trabajaba duro para mantener a los dos.

La diversión favorita de estos personajes fueron los toros. Eran muy propensos a las riñas callejeras. En una riña, un curro podía recibir una herida cuya cicatriz fuese desde el cuello hasta la mandíbula inferior. Y ahí este curro se ganaba su etiqueta de varonil, su aval de guapo, como se decía.

Las excentricidades de los negros curros eran diversas, tanto que jugaban a los bolos como nadie, según hacían creer a quien no los conociera bien; eran campeones en las cartas, tramposos, manejaban el cuchillo como ases, mataban una res en un abrir y cerrar de ojos. Así de alardosos eran.

Si en la casa de la curra sonaba una guitarra o un tambor y se cantaba al compás de una sambumbia, el curro era el centro del festín con la jarra de vino en mano y haciendo sus pasillos en el baile.

También resultaba muy fácil encontrarlos encerrados tras la reja por haber sido pescados en el teatro de sus grandes hazañas, de sus fechorías. Así eran los curros.

Aunque algunas personas se empeñaron durante mucho tiempo en desconocer la notable existencia de estas gentes, hay entre nosotros, descendientes de aquellos curros, por supuesto que nada tienen que ver con sus deformaciones sociales producto de una época pasada.

Nuestro pueblo rescata ese personaje de la singular historia de la sociedad habanera como parte del folclor, para recrearlo en el carnaval de la ciudad, formando parte de las comparsas tradicionales.

Músicos, pintores, literatos e investigadores han reflejado la vida de los negros curros en sus obras.

lunes, junio 26, 2006

Obtiene Cuba el primer planticuerpo para la purificación de una vacuna

Por Julieta García Ríos (Juventud Rebelde)

El Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) obtuvo el primer anticuerpo que se produce en plantas para ser utilizado en la fabricación de una vacuna, específicamente en la purificación de la vacuna contra la hepatitis B.

Este planticuerpo (anticuerpo producido en plantas) es el primero de su tipo en el mundo para la purificación de una vacuna de uso biomédico. Antes solo se había logrado uno para el combate de caries.

Así trascendió en conferencia de prensa realizada en esta institución, que el próximo 1ro. de julio cumplirá los 20 años de creada.

Recientemente el Centro para el Control Estatal de la Calidad de los Medicamentos (CECMED) —órgano regulatorio del Ministerio de Salud Pública cubano, reconocido internacionalmente— otorgó el certificado que autoriza el uso del antígeno de superficie del virus de la hepatitis B empleando el anticuerpo CB-Hep.1 producido en planta.

Carlos Borroto, vicedirector del CIGB, destacó que el mencionado producto fue logrado en plantas del género nicotiano, el mismo al que pertenece el tabaco. «Todo el proceso de producción se hizo en condiciones de confinamiento y asepsia, donde en lugar de tierra se emplea sustrato inerte».

Puntualizó que estas plantas hospederos de anticuerpo fueron sometidas a un proceso de purificación, similar al que se hace a cualquier molécula de interés farmacéutico producido en fermentadores u otras vías.

Al igual que Cuba cientos de grupos y compañías farmacéuticas internacionales trabajan en la obtención de anticuerpos en plantas, pues lo común es que se logre a partir de células de mamíferos. En la década del 90 del siglo pasado la revista Nature difundió a nivel internacional un trabajo que demostraba la factibilidad de la expresión de anticuerpos en plantas.

Precisamente el mayor logro de Cuba fue lograr la tecnología que permitió obtener el mismo y luego purificarlo.

La introducción de este planticuerpo permitirá producir mayor número de dosis de la vacuna recombinante contra la hepatitis B, HEBERBIOVAC HB®, producto líder de la institución, y su registro, recientemente otorgado, posibilitará su inserción en el mercado del Primer Mundo.
La obtención de este primer anticuerpo producido en plantas augura que tendrá un peso importante en el combate de devastadoras enfermedades.

En La Habana: Gaita con tumbao

Por Nora Sosa* (Prensa Latina)

La Habana.- ¿Quién ha visto un negro gaitero? La frase la hizo famosa el documental Los Ultimos Gaiteros de La Habana, que dirigido por Natasha Vázquez y Ernesto Daranas, resultó galardonado con el Gran Premio en el Primer Festival de la Televisión Cubana y el Premio de Periodismo Rey de España. Y a fuerza de pensar en quien la pronuncia, he llegado a creer que se trata de un buen chiste.

Nacido en Holguín, hace 30 años, Wilber queda fascinado por el timbre y la forma de la gaita, cuando la conoce por primera vez a través de un filme francés. Pero sólo llega a saber su denominación en el momento en que lee la historieta para niños “El gaitero y la gruta encantada”, en la revista soviética que llevaba el nombre del osito Misha.

“La gaita es un instrumento único”, me asevera en una entrevista este músico de ascendencia jamaiquina que cuando se asienta a vivir en El Cerro habanero, hace 13 años, encuentra nuevas posibilidades para sus intereses musicales.

“En 1996 Angel García, el otro negro cubano que tocó gaita antes que yo, me lleva al Centro Gallego para incorporarme al grupo Follas Novas, donde comienzo a aprender la percusión de esa región española. Pero dos años después el colectivo se desintegra”.

Como Wilber sigue “encasquillado” en querer aprender a tocar la gaita, Angel García le da la dirección particular de quien constituye una leyenda en la enseñanza de ese instrumento musical en Cuba, Eduardo Lorenzo Durán, conocido como “El último gaitero” (de una generación).

Sobre su encuentro con esta personalidad, en Virtudes 205, en el barrio capitalino de Centro Habana, me cuenta Wilber:

Eduardo no me conocía. Cuando abre la puerta, le digo que iba a verlo porque quería aprender a tocar gaita. Entonces caminó hacia atrás, se sentó y se quedó mirándome hasta que se empezó a reír diciéndome: “¿Quién ha visto un negro gaitero?”.

“Enseguida empecé a dar clases con él en la Agrupación Artística Gallega. Pero sólo por dos meses pues, como era ya muy mayor, y tenía la vista muy mala, se cayó andando por la calle, y tuvo que retirarse”.

No obstante, antes de dejar de enseñar en la asociación a la que pertenecía desde 1948, le advirtió que si realmente le gustaba la gaita, con lo que había aprendido podía continuar solo.

Y de entonces a acá, solo, Wilber se ha creado sus estrategias para seguir adelante, entre éstas una estrecha relación con el movimiento que a nivel internacional se ha instituido alrededor del instrumento cuya tradición también se enraíza en las regiones españolas de Asturias, Aragón, y las Islas Baleares, así como en numerosos países europeos: Irlanda, Portugal, Francia, Escocia, Bélgica, e incluso en Asia: la India, Paquistán y Turquía.

Sin olvidar naciones de América Latina como Argentina y Venezuela donde –al igual que en Cuba— la gaita se hizo sentir particularmente con las masivas inmigraciones procedentes de distintas partes de la península ibérica.

Fue en 1999 cuando, según la iniciativa de Wilber, surge el colectivo Afrocuban Celtas, que hace sonar la tradicional muñeira gallega con un aire diferente, a partir de la unión de la gaita con los tambores batá. Pero, al no tener condiciones materiales para mantener el grupo, sus integrantes sólo se unen en contadas ocasiones.

¿Aplatanar la gaita?

Aplatanar es un localismo cubano que significa adaptarse.

A ello nos referimos cuando en el Cerro, Wilber se une al conjunto Babalú Ayé, que dirige su vecino, el afamado especialista en música folclórica afrocubana Raúl González Brito (Lali). Y allí la gaita suena con tambores batá, cajones, tumbadoras, chequerés, claves, bongoes y cencerros, -todos ellos procedentes de la rica y variada música de origen afro y criolla- a la vez que sus ejecutantes entonan un pegajoso estribillo: aunque no lo creas tú, aunque no lo crea yo, una gaita y guaguancó.

Otro aspecto de la labor de Wilber que muestra una mentalidad abierta y desprejuiciada, es su inserción en conjuntos que tocan la música más del momento como Aceituna sin hueso y Tierra Verde, donde lo oímos hacer sonar la gaita en medio de la cadencia del ritmo reggae. Lo que tampoco le ha impedido insertarse en otros contextos como el colectivo danzario Habana Flamenca y el de música antigua El Gremio.

“Lo que estoy tratando -explica Wilber- es de aplatanar la gaita. Que el instrumento se relacione a una sonoridad muy especial dentro de la música cubana, como mismo la gente asocia el tres con el son montuno, por ejemplo. Sé que va a ser muy difícil. Actualmente concebí el tema Aquí sí hay, a partir de la fusión de una melodía tradicional irlandesa con rumba, con son. Comencé a buscar el engranaje a todos estos ritmos, hasta lograr una pieza donde está presente lo cubano más tradicional, y también lo moderno”.

Hacer llorar la gaita

No obstante las relaciones que ha creado, intuyo en Wilber un músico solitario, idea que me confirma cuando explica: “Me paso la mayor cantidad de horas del día con la gaita a cuestas, unas veces practicando muy cerca de El Morro, en la roca, y, de noche, en la Plaza de Armas. El gaitero es un personaje de pueblo, que toca la gaita donde se le ocurre.”

Sus últimas palabras me confirman las experiencias de un nieto de gallegos quien me testificó que durante las décadas del siglo XX cuando fue más numerosa la emigración española hacia Cuba, disfrutaba de sesiones de gaita con tumbadora, en reuniones de vecinos de su barrio viejo habanero.

Oyendo a Wilber, no sólo recordé la anterior anécdota, sino que -después del asombro- llegué a deducir la parte que no me contó este nieto de gallegos: tocar música en un ambiente relajado, de vecindad, implica también el baile. Por eso la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana no hacía más que revivir la tradición cuando, en uno de los Festivales Internacionales de Danza de la Calle, bailarines vestidos con trajes tradicionales gallegos danzaban muñeira y son.

“En mi proyecto, con la misma música se puede bailar gallego, afro y lo popular cubano”, afirma Wilber. Y esta vez, más que asombrarme, admiro la sensibilidad y el empeño de El Gaitero de Ebano para renovar una tradición que viene de lo más popular. Cuando, en el Callejón de Hamel, Wilber improvisa junto al grupo de rumba Iroso Obba, toma fuerza el bailoteo, ese que seguramente también se armaba en los barrios viejo habaneros.

Quien vivió –desde que llegó a Cuba- en Virtudes 205, no sólo conocía esta historia, sino también la habría disfrutado. ¿Qué le podría impresionar entonces a Eduardo Lorenzo un negro gaitero?

Evidentemente su expresión era un sabroso chiste que Wilber supo captar, tan bien como el consejo que le dio antes de morir: “Eduardo explicaba que no encajaba el virtuosismo sin sentido y sin alma. También decía que los gaiteros de hoy tocaban con tremenda digitación, pero que se había perdido lo que él había conocido como hacer llorar la gaita”.

Hacer llorar la gaita: la expresión me trae a la mente la morriña del emigrante, esa huella de angustia ante el recuerdo de la aldea lloviendo, la tristeza de las canciones gallegas. Y también la saudade que, según me dijo cierto hijo de aquellos inmigrantes, es un sentimiento “más noble, más elevado, potestad exclusiva del gallego, que es muy sentimental”.

Por eso, y por los orígenes mismos de nuestra nacionalidad, aunque sea en manos de un negro efervescente, en la jacarandosa Gran Antilla la gaita también llora.

* La autora es periodista cubana.

sábado, junio 24, 2006

Cubano de tres siglos

Por Ortelio González Martínez —especial para Granma Internacional

ABOGAN, con su alma de peregrino solitario, respiró profundo, bostezó y decidió emprender su primer y último viaje.

Somín, su mamá, y Negritá, su papá, estuvieron de acuerdo y le ayudaron a hacerse a la mar en busca de la buenaventura, sin saber que su hijo lo hacía para no regresar.

Recuerda ahora que “aquel balco” salió de Haití y llegó a un lugar, impreciso para él, de la antigua provincia de Oriente, a finales de la década del 10: “e posible sea e año 1919”, dice, mientras posa el dedo índice cerca del ojo derecho.

Mala suerte la de Abogán (su apellido), quien desde que llegó a Cuba cambió el nombre por otro, como era costumbre en los emigrados de la época: “Aquí cuban pone pa’ mí Benito Maltine”.

Ni Somín, ni Negritá, imaginaron que desde el otro país a su vástago le sería casi imposible contribuir a la economía familiar, la principal razón por la que emprendió el viaje. La Cuba de aquellos tiempos era la de una época difunta.

“Mala suelte”, repite una y otra vez. Y no le falta razón. Entre 1917 y 1921 gobernó, por segunda ocasión, el General Mario García-Menocal y Deop. Su mandato, al igual que el primero, se caracterizó por la corrupción, el fraude, la violencia y las coacciones.

Pasó poco tiempo y el cambio de gobierno esperanzó al joven, pequeño y fuerte como un roble, listo para abrir sus manos y poner los brazos en función del sustento añorado. Pero nada de la riqueza imaginada. El doctor Alfredo Zayas y Alfonso, en el poder, desde el 20 de mayo de 1921 hasta el año 1925, tampoco dio oportunidades, en tanto durante su gobierno ocurre un conjunto de hechos que tuvieron que ver con la crisis económica mundial, de efectos destructores en la postguerra. El crack bancario de octubre de 1920, y la crisis del tesoro del ’21 y el ’22 derivan, a su vez, en crisis de la soberanía y la nacionalidad.

Como era de esperar, Benito, pobre y negro, no recibió ningún beneficio. Vivió y sufrió los desmanes de todos los presidentes de la Cuba prerrevolucionaria, hasta que llegó el Primero de Enero de 1959, cuando unos barbudos, al mando de Fidel Castro, trajeron la esperanza.

LA LARGA VIDA DE UN HOMBRE

Benito Martínez Abogán, más conocido por Avión, desde el año 1925 se sentía a sus anchas en la humilde vivienda, muy cercana a la carretera central, en la provincia de Ciego de Avila, a unos 420 kilómetros al Este de Ciudad de La Habana.

A la vera de la comunidad de Vila, permanecía en silencio, hasta que el refugio de Avión (bautizado así por los vecinos del lugar por lo rápido que desempeñaba sus labores en el campo) fue invadido en 1999 por los periodistas Moisés González Yero, del semanario Invasor, y por este redactor, para acabar con la paz del emprendedor hombre, nacido, según aparece en el carné de extranjero residente en Cuba, el 19 de junio de 1880.

Aquel día guataqueaba un yucal con la energía de sus años mozos. “Yo sel Benito Maltinez. ¿Utede quelel mango? Adéntlesen”, dijo, y nos mandó a sentar a la sombra de un árbol de ese fruto.

Hace unas horas, en el nuevo hogar construido por la Revolución, en sustitución del bohío de tablas y guano, Benito recordó haber llegado a Cuba siendo adulto: “Yo viene homble, homble”.

Y habla de su largo peregrinar por los campos cañeros del Oriente del país. Tiene celosamente bien guardada en la memoria su estancia en las propiedades de Angel Castro, padre de Fidel.

Aprovecha y se refiere al cariño que le tiene al máximo líder de la Revolución Cubana: “Cada vez que yo encendé alguna vela, pide pa’él lo mejol del mundo”.

Porque, según afirma, sus ojos vieron muchas injusticias antes de saber de Fidel. El mismo fue víctima de ellas, cuando sudó por unos centavos en el corte o cuando trabajó en la construcción de la Carretera Central, abriendo zanjas de un metro de profundidad, a pico y pala. De la obra, memoriza con clara transparencia el tramo desde el aeropuerto Cloroberto Echemendía hasta los elevados de la ciudad.

Pese a tanto trabajo forzoso, los ojos de Benito han visto muchas veces aparecer el sol. Es, presumiblemente, el hombre más viejo del mundo. Ha vivido en tres siglos y sus 125 años llenan de curiosidad a personas y a especialistas de la Medicina.

Sin embargo, para Avión el sencillo secreto de vivir está en comer boniato asado, viandas y tomar mucha sopa de pollo; dormir poco, levantarse temprano, tener muchos amigos, ver las peleas de gallo y hacer el bien a todo el mundo.

Ni ojos mustios, ni rostro cuarteado para su edad, sólo algunos dolores en la cintura y, cuando aparecen, es como si el diablo se apoderara de su cuerpo: “Yo no querel tené doló. Benito está fuelte to’avía”.

Se pone de pie y mueve el bastón sobre su cabeza, como para demostrar que vivir y andar en tres siglos, más que una suerte, es un privilegio, sólo de él y de nadie más.

Poco después de aquel día en que reporteros atrevidos lo “descubrieron”, el nonagenario Francisco Cabrera Domínguez, Montoro, residente en la cercana comunidad de Vila, declaró a la prensa: “Me mudé para acá cuando tenía unos 10 ó 12 años y Avión llegó al poco tiempo, siendo una persona adulta, que cortaba caña con otros haitianos. De aquella generación de inmigrantes quedaba uno en la zona. Le llamaban Míster Man y no sé si todavía respira.

Maribel del Castillo García, directora del Centro Gerontológico Camilo Cienfuegos, de Ciego de Avila, afirma que en los últimos años el superlongevo ha estado la mayor parte del tiempo en el reposado ambiente del Centro.

“De su cumpleaños anterior al actual, permaneció dos veces allí para recibir tratamiento médico, debido a la aparición de un padecimiento de insuficiencia cardíaca, al que respondió enseguida, pero después prefirió permanecer en la institución. El tiene su cama aquí, aun cuando en su casa dispone de refrigerador, televisor, radio, y de una asistente social, quien lo atiende en las tareas domésticas, Benito se viste y come sin el auxilio de otra persona, conserva su agudeza auditiva, buena vista (jamás ha usado espejuelos), es ágil de mente y desde hace un año camina apoyado en un bastón.

“Su avanzada edad y la excelente calidad de vida —precisa Maribel— le propician una existencia cada vez más placentera. En lo que va del presente año participó en el Congreso Internacional de Centenarios, efectuado en Ciudad de La Habana y recibió la visita de importantes medios de prensa, como la BBC, de Londres; los norteamericanos CNN y Chicago Tribune, Televisión Alemana, entre otros, y como si fuera poco bailó en las recién terminadas fiestas carnavalescas”.

Aun cuando la provincia de Ciego de Avila no está entre las cinco más envejecidas, el territorio cuenta con 77 personas mayores de 100 años, según testifica el doctor Antonio Reboredo Rodríguez, jefe del departamento de Atención al Programa del Adulto Mayor y Asistencia Social, en el sectorial de salud.

El aumento de la longevidad, como en el resto del país, también obedece a la preocupación constante del Gobierno y el Estado por las personas mayores. Los expertos se asombran de que, en los hospitales cubanos, por ejemplo, los esfuerzos no sean para encontrarle un acompañante a los enfermos, sino para evitar la cantidad de gente que quiere estar allí todo el tiempo, al cuidado de los suyos.

A la vez, gana mayor solidez la atención a las personas mayores con la creación de los círculos de abuelos, el movimiento de jubilados y pensionados de la Central de Trabajadores de Cuba, y la creación de la Universidad de la Tercera Edad.

Si las personas envejecen según viven, Avión va a durar muchos años más. Por ahora se ríe de ese concepto, místico en su pensamiento. Si bien pasó mucho trabajo y nunca fumó ni ingirió bebidas alcohólicas, se burla de la llamada carga alostática, consistente en los daños acumulados por el organismo; aquellos que lo van deteriorando: desgaste físico, malnutrición, traumas, golpes…

Sin haber asistido jamás a una escuela, en la puerta de la casa, cada tarde, luce su fabulosa imagen, tranquilo y sin remordimientos, con dignidad apacible. Allí vivirá, quién sabe por cuánto tiempo, Benito Martínez Abogán, el cubano de tres siglos.

viernes, junio 23, 2006

INFOMED: Red a muchas manos

Por Orfilio Peláez (Granma)

Para beneplácito de sus trabajadores, INFOMED es hoy el portal electrónico más visitado de Cuba, al sumar 11 770 448 el total de accesos registrados a su Página Web hasta el cierre de mayo del 2006.

Nacida en 1992 como un proyecto de Red Telemática especializada en Salud, que permitiera atenuar el impacto negativo del periodo especial en la adquisición de literatura médica, 14 años después INFOMED pone a disposición de los profesionales, técnicos y estudiantes del sector, la más actualizada información nacional e internacional disponible en este campo.

La doctora Mirta Nuñez Gudás, editora principal de la página Web de INFOMED, explicó a Granma que el sitio se puede consultar desde cualquier lugar de Cuba y del mundo, aun por personas con pocos conocimientos de computación, y el soporte técnico utilizado garantiza más dinamismo en la actualización diaria del portal y facilita que los propios médicos tributen información a la red.

Así por ejemplo un médico de la familia ubicado en un consultorio de montaña de Guantánamo o en la Ciénaga de Zapata, puede a través de la Red tomar parte en una discusión diagnóstica con sus colegas de los hospitales o institutos de investigación de la capital; tal posibilidad también está al alcance de los que cumplen misión en el exterior, e incluso, hasta una alumna de un lugar apartado tiene la oportunidad de comunicarse con un renombrado profesor para aclarar dudas antes de un examen.

Según los datos expuestos por la doctora Núñez, INFOMED dispone en estos momentos de 28 sitios de especialidades médicas, cada uno de los cuales tiene un editor y un comité asesor, mientras se prevé la próxima incorporación de los de Neurología, Nefrología, Lucha Antitabáquica, y Embriología.

Facilita, además, la superación profesional a distancia mediante la Universidad Virtual de Salud, la comunicación y la gestión de las instituciones del sector entre sí y las demás del país y del exterior, y pone a disposición de los visitantes una selección de las mejores noticias de Salud recopiladas por Prensa Latina; artículos de periódicos e informaciones relacionadas con efemérides, congresos y otros eventos de carácter científico y académico.

Otro de los sitios más atractivos de esta Red Telemática es el de la Biblioteca Virtual de Salud, que permite el acceso de los galenos a importantes bases de datos especializadas de diversa procedencia, así como al texto completo de libros, revistas médicas cubanas, boletines y manuales de procedimiento de diferentes disciplinas.

También ofrece valiosa información meteorológica, con enlaces a reconocidos centros de la región dedicados a esa disciplina, y pone a disposición de los aficionados una página dedicada a la temporada ciclónica.

Más allá de su enorme utilidad práctica y teórica, INFOMED es la ventana electrónica que difunde al mundo los logros de la Medicina cubana.

"INFOMED es un modelo de integración de la información para la salud en los campos de la asistencia, la investigación, la educación y los servicios", reconoce la revista Journal of Medical Internet Research.

Al valorar el significado de ese reconocimiento, la doctora Mirta Núñez dijo que para ella INFOMED es una obra de voluntades y sueños, una gran familia unida que cada día se multiplica con el talento y las manos de un gran número de personas, las cuales muchas veces ni siquiera conocemos. Un ejemplo de cómo la Revolución socializa el uso de las nuevas tecnologías de la información en beneficio de la salud del pueblo, aseveró.

Museo Bacardí

Tomado del sitio web del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural

El 12 de febrero de 1899 se inaugura en Santiago de Cuba el Museo Biblioteca Municipal, desde su inauguración hasta el 11 de diciembre de 1900 estuvo ubicado en la calle Santo Tomás (hoy Félix Pena #25 bajos, posteriormente se trasladó para San Francisco #13, luego el 16 de diciembre de 1903 se traslada nuevamente para la calle Enramadas #26 bajos, al lado del Teatro Oriente. Ninguno de estos locales reunía las condiciones adecuadas para la preservación de las colecciones del Museo, las cuales ya para esa fecha eran de incalculable valor.

El alcalde Don Emilio Bacardí mantuvo su preocupación por el mismo, durante su mandato en la alcaldía se destinó un presupuesto para las necesidades del museo referentes a la conservación de sus colecciones. La muerte de Bacardí el 28 de agosto de 1922 le impide la realización de su gran anhelo, la construcción de un inmueble apropiado para el Museo. Por lo que cuando el ayuntamiento acuerda llevar a cabo la obra, no se trataba sólo de preservar las colecciones del museo sino también de expresar la gratitud a su fundador.

Con la creación del Comité Pro Museo el 15 de septiembre de 1922 se constituye la comisión que materializará el sueño de dotar al museo de una instalación adecuada. Se destacan como integrantes de esta organización, Federico Henríquez y Carvajal, Elvira Cape Lombart, Federico Pérez Carbó, José Bofill Cayol.

El comité propició la venta del libro del museo, de Armando Leyva para engrosar los fondos destinados a la construcción del nuevo edificio. Este libro fue enviado a diferentes localidades y personalidades, entre ellos a Fernando Ortiz quien recibió cien volúmenes para promover su venta.

El proyecto arquitectónico del nuevo edificio lo realizó Carlos Segrera, quien hizo del diseño de Boffil una realidad arquitectónica. José Boffil expuso que él había tratado de plasmar la idea de Emilio Bacardí , que al entrar al museo la primera impresión debía ser una imagen general de la historia y la cultura de la ciudad.

El 5 de octubre de 1922 fue adjudicada en pública subasta a Elvira Cape Lombart la casa en que estaba ubicado el museo, por la suma de 1500 pesos, cantidad que fue destinada para los fondos de la construcción del nuevo edificio.

La primera piedra del nuevo edifico se colocó el día 28 de octubre de 1922 a dos meses del fallecimiento de Bacardí, y el día siguiente se inició la suscripción pública para obtener recursos que permitieran terminar la obra. Aproximadamente cinco años demoró la ejecución de la obra hasta que el 28 de agosto de 1927 se hizo entrega de la obra al Ayuntamiento y se inauguró la biblioteca. La bandera izada en el acto fue donada por el Dr. Carlos Manuel de Céspedes y Quezada, hijo del Padre de la patria, el discurso de entrega lo pronunció el Licenciado Antonio Bravo Correoso.

Para José Boffil, director del Museo, la ubicación de las colecciones en el nuevo edificio resultó de gran complejidad, a pesar de lo cual manejó un criterio museográfico que imprimió al museo un sello peculiar. Se crearon conjuntos temáticos en los que se utilizaron objetos de naturalezas diversas relacionadas con una misma figura y hecho histórico.

Hacia diciembre de 1944 se nombró a Fernando Boytel Jambú director del Museo, quien realizó una extraordinaria labor sobre todo en la proyección de la institución como centro de educación permanente, organizó exposiciones transitorias, publicó catálogos, vinculó a alumnos y profesores al museo, impartió numerosos cursos, conferencias y seminarios sobre reproducciones fotostáticas, además de lograr la organización del Museo Escolar. Después del triunfo de la Revolución se mantiene Boytel a cargo de la dirección de la institución.

Para junio de 1963 el Consejo Nacional de Cultura y la Dirección Nacional de Museos y Monumentos decidieron cerrar el centro, luego de la remodelación del inmueble y restauración de los exponentes, reabrió el 28 de agosto de 1968, en el 46 aniversario de la muerte de Emilo Bacardí.

Posteriormente en 1989 se cierra el museo para su remodelación, con la aprobación de la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural, tras un largo período de restauración reabrió sus puertas el 25 de julio 1995 con un nuevo montaje y que es el que actualmente exhibe en sus salas. Es interesante destacar el valor de las colecciones que atesora el museo, fondos que datan del siglo XIX, a partir de la labor personal de Emilio Bacardí. Una de las primeras piezas que guardó en su casa fue la escultura de Santiago Apóstol, que resume en si mismo a través de la representación de un rey, un santo y un mambí, la historia de nuestra ciudad.

La adquisición de la momia egipcia y otros objetos de esta cultura realzan la relevancia de las colecciones que atesora este centro cultural, así como objetos pertenecientes a José Martí, Antonio Maceo y otros generales de la guerra de independencia. Merecen ser destacados los exponentes donados por el Dr. Manuel Sánchez Silveira, padre de Celia Sánchez, quien donó objetos de la conquista y colonización española, de indios americanos y aborígenes cubanos y de Carlos Manuel de Céspedes.

Fidel Castro Ruz siendo estudiante de los Colegios La Salle y Dolores le confesó al director del museo Fernado Boytel Jambu, en conversación sostenidad años después: “Yo me acuerdo de ese museo, cuando yo salía de La Salle, me huía para meterme en el museo, cuando llegaba me sentía en un ambiente cubano”.

Alicia Alonso jamás ha dejado de bailar

Por José Luis Estrada Betancourt (Juventud Rebelde)

Ya estaba en su espaciosa y hermosamente decorada oficina, en la sede del Ballet Nacional de Cuba (BNC), y aún no creía que la espléndida bailarina, a quien tanto había admirado, y admiro, me recibiera para esta entrevista. Sentada en un sillón de estilo, regia como una reina, me esperaba la Prima Ballerina Assoluta.

Lejos quedaba en el tiempo aquel 28 de noviembre de 1995, cuando decidió, en el Teatro Massini de la ciudad de Faenza, descender para siempre de las zapatillas de puntas; esas que la acompañaron durante siete décadas y que la convirtieron en una de las divas indiscutibles de la danza mundial. Y sin embargo, Alicia Alonso jamás ha dejado de bailar.

Lo comprobé una vez más cuando la tuve frente a mí, vestida con el refinamiento acostumbrado. Como una Farfalla (mariposa), como tituló su última e inolvidable presentación en Italia. Alicia mueve con suavidad y elegancia sus manos, delicadamente femeniles; cruza sus piernas como si fuera a tomar alguna imprescindible posición danzaria, y te envuelve en su arte, del que no escapa la palabra.

—Algunos críticos sitúan a Shakespeare y sus máscaras como su mejor coreografía, ¿está de acuerdo?

—No sabría decirle. Otros opinan que son mis versiones de los grandes clásicos. No obstante, estoy muy satisfecha con el trabajo realizado en Shakespeare... Como su creadora, me place que la gente hable de esa obra, que les guste. ¡Ojalá sea por mucho tiempo! Esta coreografía se ha presentado en diversas partes del mundo, y hasta ahora no ha dejado de sorprender, porque se trata de una idea completamente diferente, que utiliza una composición musical también diferente. Sucede que el auditorio se ha acostumbrado a ver Romeo y Julieta en un mismo estilo, con la misma música. Entonces, cuando tienen frente a sí esta versión tan diferente, la reciben con mucho beneplácito.

—¿No fue muy riesgoso darle un tratamiento contemporáneo a una obra demasiado conocida?

—Yo he bailado muchas versiones de Romeo y Julieta. Muchísimas. Por lo menos, cuatro de grandes coreógrafos, ya sea el ballet completo, el más corto, un pas de deux... Igualmente he visto prácticamente todas las versiones de esa pieza, pero tenía acumulada tanta riqueza, y tantas ideas bullían dentro de mí, que deseaba, necesitaba, hacer mi Romeo y Julieta. Y eso fue lo que hice: mostrar en danza mi visión de ese clásico de la literatura universal.

—En las últimas temporadas del BNC, el público ha podido apreciar a jóvenes figuras interpretando papeles protagónicos, algunos de ellos, incluso, miembros del cuerpo de baile. Shakespeare... no ha sido una excepción. ¿No teme poner en “peligro” su obra?

—Bueno, puede que el público no logre identificar todavía a algunos de esos jóvenes bailarines, mas yo los conozco desde pequeños. Entran a estudiar ballet con nueve años. Es mucho el tiempo que permanecen a mi lado. Por otra parte, la carrera de un bailarín se hace rápido. En estos momentos terminan más preparados técnicamente que en épocas anteriores. Desde que son unos niños comienzan a dedicarse a este arte como si fueran profesionales. Luego, cuando salen de la escuela, ya han recorrido un importante trecho. Después, dentro de la compañía, se entregan en cuerpo y alma a su profesión. Eso explica que estén listos para asumir grandes desafíos.

“Tendría que agregar que esa práctica no es nueva. La hemos aplicado siempre. Constantemente estamos pendientes del desarrollo de los bailarines, cuánto han avanzado, en qué son formidables y dónde hay que apuntarlos un poquito. No todo el mundo crece igual, ni técnica ni artísticamente. Lo errado sería darles esa gran responsabilidad antes de tiempo. Sería como las frutas a las que maduras artificialmente con productos químicos, pero no están listas para comer. Al artista hay que dejarlo que crezca, observarlo bien, seguirlo paso a paso. Y un buen día, ese diamante que has ido puliendo poco a poco se descubre como una piedra preciosa de valor incalculable. Cuando en el BNC los artistas salen a bailar como primeras figuras, es porque ya están entrenados para ello. Y el público lo sabe. La evidencia está en lo que ha estado ocurriendo desde el pasado jueves en la escena del Gran Teatro de La Habana”.

De los amplios salones ubicados en la planta alta y baja de la casona colonial del Vedado, proviene la inconfundible melodía de la composición de Charles Gounod, que Alicia tomó para montar el Shakespeare y sus máscaras, lo que hubiera sido un bálsamo, si no hubiese albergado el escondido temor de que la Alonso no pudiera contestarme todas las preguntas. Su tiempo es tan apretado, son tantos los ensayos, montajes, clases... Pero permaneció a mi lado, solícita y conversadora.

—Para mí fue una sorpresa descubrir que comenzó en Estados Unidos por Broadway...

—Es que entonces no existían compañías de ballet clásico. La única que se presentaba por los escenarios estadounidenses era el Ballet Ruso de Montecarlo. Había escuelas, y no muchas. Broadway, con sus comedias musicales, era la única posibilidad para alguien que soñaba con bailar, además del Ballet Caravan (hoy New York City Ballet). Una de las primeras compañías que se creó en Norteamérica fue el Ballet Theatre. En Broadway, donde comencé mi carrera profesional en 1938, debuté en obras como Great Lady y Stars in your eyes.

—Ya usted había estudiado en la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical de La Habana, sin embargo algunos piensan que la presentación de Alicia Márkova y Antón Dolin en Giselle fue lo que la determinó a unirse de por vida a este arte. ¿Cuánto hay de cierto en ello?

—Nada. El ballet me atrapó desde que aprendí el primer paso. Le cuento: cuando era pequeña, viajé con mis padres a España, y mi abuelo me pidió que cuando regresara trajera conmigo todos los bailes de la Península. Así que mi hermana y yo aprendimos la jota, la malagueña, la sevillana, el fandanguillo… todo; también a bailar con las castañuelas. Me las ponía el día entero, tiquitiquitiqui..., y mi madre me decía: Niña ven acá, y yo: tatatatatá..., le contestaba con ellas. Me encantaba. Sin embargo, me encerraba en mi cuarto con mi música a bailar una cosa rara que ni yo misma sabía qué era, con diversos movimientos, me ponía una toalla como si fuera pelo largo... Nunca había visto ballet, pero necesitaba de aquella música y aquellas creaciones. Era, sencillamente, una apasionada del movimiento, de la danza en general.

“Eso sí, cuando recibí mi primera clase de ballet en Pro-Arte Musical con el profesor Yavorsky, que me aferré a la barra para hacer el ejercicio, sentí que algo supremo se apoderaba de mí. No quería detenerme por miedo a que aquella energía se me escapara. Para mí fue la vida misma. La peor penitencia que me podían poner en casa era: ‘No vas a la clase de ballet’. El mundo se me venía encima.

“Dentro del Ballet Theatre interpreté obras de Eugene Loring, de Lew Christensen, Anthony Tudor... Luego, con la presencia de Márkova, empezamos algunos clásicos. Claro, después de verla interpretar a Giselle —ya era solista—, me dije: Ay, este es el ballet que más me gusta, cómo lo quisiera bailar”.

—Con dos operaciones realizadas en EE.UU., cualquier persona hubiera decidido abandonar el escenario, pero usted no cedió...

—Mire, yo estaba subiendo en esos momentos con una rapidez tremenda; hacía ya papeles principales. Cuando me fallaron los ojos, y me operé la primera vez, estuve un mes en la cama. Como el médico me había dicho que podía empezar a bailar, lo hice, mas todavía notaba alguna molestia. Volví a atenderme, pero esta vez el médico me dijo que tenía la impresión de que había ido demasiado rápido. Entonces tuve que intervenirme por segunda ocasión, solo que esta vez me ordenó que viniera para Cuba a descansar.

“Cuando llegué aquí, después de estar un tiempo en reposo, tuve un accidente automovilístico, con el cual se me desprendió de nuevo la retina, así que entré al salón por tercera vez. Entonces el médico me sentó y me dijo: ‘Ahora tienes que estar muchos, pero muchos meses acostada sin moverte’. Y yo le pregunté: ¿Con un año será suficiente? Bueno, doctor, estaré un año sin moverme, pero después me levantaré y bailaré. ‘¿Crees que lo puedas hacer?’, me dijo. Y yo, segura, afirmé que sí. Y cumplí con mi palabra. Movía las piernas, pero la cabeza la mantenía fija, porque no podía hacer fuerza. Fue duro, pero aprendí a bailar con el cerebro.

“Me ubicaba en Giselle e iba paso por paso en la coreografía, desde que se abría el telón y ella salía bailando, hasta el final. Me lo representaba todo clarito, clarito. Me entrené a ver los ballets en mi mente como si fuera el público. Estudiaba los pasos del cuerpo de baile, de los solistas: ‘Ella adelanta hasta allí, él la toma del brazo, después la coge, la levanta, hace un grand jete..., no, no, entonces es la vuelta’. (Mueve las manos suavemente dibujando con ellas cada uno de los movimientos que va explicando). Un año estuve en esas condiciones. Por fin me pude levantar, pero en mi casa era: ‘No hagas esto… No hagas lo otro… Ve con cuidado’. Ellos no sabían que yo, escondida en el baño, donde estaban bien resguardadas mis zapatillas de punta, hacía ejercicios, trataba de volver a poner en forma mis pies, que estaban terribles.

“Coincidió que cuando ya pude caminar se apareció un ciclón en La Habana. Esto parece una película, ¿no es verdad? (se interrumpe brevemente). Y yo tenía una perra danesa que acababa de tener 13 cachorros. Cerca de donde se encontraban las crías había una media puerta de cristal que se movía dando bandazos. Entonces, fui donde estaban los animalitos para protegerlos, en el momento en que sentí que la puerta se me venía encima. El instinto me hizo cubrirlos con el cuerpo para salvarlos, lo peor que se podía hacer después de una operación de retina. Terminé con la cabeza herida. Corrieron conmigo para que me viera al doctor que me estaba atendiendo. Era un temblor. Él comenzó a mirarme y a reconocerme y después de enterarse de mi imprudencia, me dijo: ‘La próxima vez tendrá que ser una puerta más grande y pesada, porque en verdad tienes una cabeza demasiado dura. Estás bien. Ya puedes empezar a bailar’. Y yo, entre el rubor y la risa, le susurré: ‘Doctor, yo estoy bailando desde hace un tiempo’. Creo que por poco lo desmayo”.

—¿Y qué ocurrió después?

—Por aquellos días, había una función en Pro-Arte, y uno de los ballets escogidos para el espectáculo era Las Sílfides, lo primero que bailé tras mi convalecencia. Y fue como si hubiese vuelto a nacer justo en aquel salón donde aprendí a bailar.

—Una fecha importante para la danza mundial: el 2 de noviembre de 1943. Ese día usted se estrenó en el rol estelar de Giselle, en el Metropolitan Opera House. ¿La pasión por ese ballet radica en la cálida acogida de crítica y público, en que fue su primer gran clásico o simplemente amor a primera vista?

—En todo caso, me quedaría con la última variante, porque lo otro sería una ligereza de mi parte con un ballet tan profundo. Cuando uno está delante de una obra maestra, se apabulla. Y yo tuve el privilegio de poder percatarme desde el principio de que era un gran ballet blanc. Fíjese si es así, que desde su estreno hasta la fecha sigue siendo una de las grandes obras del romanticismo.

—Una primera bailarina de Ballet Theatre, rodeada de fama, con una carrera ascendente, y sin embargo regresa a una isla pequeña para fundar, junto a Alberto y Fernando, el Ballet Alicia Alonso, ¿por qué?

—A decir verdad, yo nunca me alejé de mi país. En cuanto tenía vacaciones veía para acá. Siempre. Era mi descanso, mi vida... Por favor, es mi Patria, pero uno dice mi Patria y a veces suena como una simple palabra. Patria es toda la vida, la vida en sí, la madre, los hermanos, la casa, la tierra... el mar... ¿Sabes? Cuando estoy fuera de Cuba extraño terriblemente al mar, mi cabeza se alza tratando de encontrar el olor a salitre. Cada país tiene su personalidad, su aroma, su aire. Y esas cosas se vuelven indispensables, porque han ido llenando todos tus poros.

“Mi mayor sueño era tener una compañía de ballet aquí, pero no pensaba solo en los artistas, en los bailarines, sino en una cultura para el pueblo, en el derecho de todo ser humano a disfrutar de un arte bello, que tenía que dejar de ser para una élite. No podía hacer mucho por el mundo, si no partía de mi tierra. El artista es como un árbol, que necesita nutrirse de la tierra, absorber de ella todos sus nutrientes para crecer y robustecerse. Solo así podrán nacer de él frutos saludables. Esos frutos son el arte con que debemos alimentar la espiritualidad de los otros pueblos; y la tierra, la Patria”.

—Ya en Cuba, en la década del 50 el BRAC (Buró de Represión de Actividades Comunistas) y el SIM (Servicio de Inteligencia Militar) le abrieron un expediente. ¿Tuvo temor?

—Tuve varios momentos difíciles, pero el más tenso fue cuando visité por primera vez la Unión Soviética, donde nos habíamos tomado muchas fotos de las actuaciones en Moscú, Leningrado... Yo traía conmigo esos retratos en el avión. En un momento determinado, la aeromoza se me acerca y me dice: ‘Ay, Alicia Alonso, yo sabía que usted venía. Estaba ansiosa por verla’. ¿Y cómo lo supo?, la interrumpí, y ella me contestó: ‘Mi tío, que es del BRAC, me dijo que usted venía en este avión’. ¡Ah, qué bien! ¡Jah!, con eso me dio la noticia de que nos estaban esperando.

“Cuando aterrizamos, las alumnas de la Escuela de Ballet Alicia Alonso, todo el mundo estaba allí. Abracé a mi madre y le dije en el oído: mamá, agarra. Ella deslizó la mano por dentro de mi abrigo, y escondió el sobre. Alguien más me dio un abrazo y me aconsejó: ‘Por nada del mundo se separen de nosotros, ni tú ni Fernando’. Nos enganchamos en sus brazos y estuvimos todo el tiempo escoltados por las muchachas de la academia. Así fue como me enteré de que yo estaba muy bien chequeada por el BRAC y el SIM, lo que corroboré cuando triunfó la Revolución, cuando me preguntaron si quería guardar esos documentos como souvenir”.

—Los expertos reconocen su marca en las versiones de los grandes clásicos de muchas compañías. ¿Intentó alguna vez tomar la idea original para hacer su propia creación?

—Perdóneme. ¿Usted me está diciendo que coja a la Mona Lisa y le pinte bigotes? Si yo no tengo la capacidad de poder hacer algo nuevo, diferente, mejor que me retire como coreógrafa, en lugar de ponerme a desbaratar los grandes clásicos. Para mí es un orgullo traerlos a este tiempo, poder mantenerlos vivos y frescos, como si estuvieran recién estrenados, como aseguran los críticos.

—¿Qué representó que maestros como Balanchine crearan especialmente para usted?

—Un dolor de cabeza, aunque era maravilloso —nunca alzó su voz para explicar las cosas—. Con ese tic nervioso que lo caracterizaba (lo imita levantando con periodicidad la comisura de sus labios, y transformando un poco la voz), me recomendaba: “Desplázate un poco más la derecha, ponme más piruetas, agrega uno más...”. De ese modo me estaba exigiendo más y más a cada instante. Se distanciaba de mí y me sugería: “Da una vuelta más... bien, bien... ahora en lugar de hacerlo en cuatro compases, hazlo en cinco...”. ¿Entonces me voy atrasando un tiempo cada vez?... “Sí”, me respondía. Pero maestro, eso es difícil... “¿No lo puedes hacer?”, me retaba. Y eso es lo peor que me podían hacer. Claro que sí, voy a tratar. Y no hay nada más complejo que dar vueltas de esa manera a contratiempo. Pero él era así: increíble, un genio. Fue un honor trabajar con él. Me enseñó a apreciar la música de una forma diferente.

—No pocos consideran que la época de oro del BNC tuvo lugar cuando junto a usted estaban las Cuatro Joyas, las Tres Gracias, Lieng Chang, Jorge Vega..., ¿coincide con esas personas?

—¿Usted sabe? Dentro de unos cuantos años, porque yo voy a vivir 200, voy a tener que decir: esa pregunta me la hicieron hace medio siglo y, sin embargo, tengo que repetir que todas las épocas producen sus grandes figuras. Puede que en mayor o menor cantidad, pero están. Cuba puede sentirse orgullosa de los tantos bailarines y bailarinas de renombre que ha dado al mundo de la danza. Y este tiempo no es una excepción. ¿Qué me dice de estos jóvenes de ahora, que cuentan con la mejor escuela del mundo? Y como si fuera poco, tenemos la capacidad y la fuerza para desarrollar todos los talentos que aparezcan.

—Usted llegó a hacer en una semana ocho y diez funciones, pero hay bailarines que aseguran que ese exceso de trabajo podría acortar sus carreras. ¿Alicia fue una bailarina superdotada?

—Bueno, si yo no bailaba los empresarios no permitían que se abriera la cortina. Ellos venían y preguntaban cuánto tiempo duraba la obra, y si era corta me decían: “Por favor, madame Alonso, por lo menos dos números...”. Así fueron los comienzos, cuando el BNC se presentaba en otros escenarios. Solo de ese modo podíamos colocar la Compañía en los diferentes lugares. A pesar de ello, me sentía muy feliz, porque me encantaba bailar. Y podía hacerlo todos los días, como también se puede hacer ahora. Lo que sucede es que hay que vivir completamente para la profesión, ser esclavo de ella, cuidarse, descansar, dormir, no acostarse tarde ni ponerse zapatos que lastimen los pies, ni ropa incómoda, velar por la comida... Es una carrera de muchos sacrificios. Eso yo lo hacía todo el tiempo.

—¿Cómo logró no tener ninguna lesión, algo tan frecuente hoy?

—La causa está en que no saben cómo cuidarse físicamente, y no calientan su cuerpo antes de bailar. Antes de levantarse de la cama hay que darles movimiento a los pies. Es un peligro bajarse de una manera brusca antes de preparar los músculos, porque son órganos muy fuertes y desarrollados, pero que están sobretrabajados. Actualmente hay una tendencia a llegar de la calle, ponerse la ropa, salir corriendo e ir a ensayar. Eso es fatal.

—¿Qué siente Alicia cuando algunos bailarines que formó de repente se marchan de la Compañía?

—(Calla por un breve momento que parece una eternidad. Respira profundo y exclama con voz firme, no exenta de melancolía). Tristeza... y una gran preocupación. Me entristece que no sepan apreciar lo que tienen, lo que les han dado. Y preocupación por cómo se van a desarrollar. A veces son talentos extraordinarios, que se pueden echar a perder. Siempre pienso en el papalote, que empieza a remontar altura, deseando llegar hasta el Sol. Pero pueden quemarse o en su camino encontrarse con un “coronel” y su afilada cuchilla. Y el papalote se va a bolina. Ojalá sepan mantenerse a flote entre tantos vientos huracanados.

—En comparación con otros tiempos, hoy los bailarines acceden a categorías superiores con mayor rapidez. ¿Es un cambio de política o son las circunstancias?

—Siempre hemos hecho eso en dependencia del talento y los resultados. Los bailarines poco a poco van creciendo técnica y artísticamente; van aprendiendo las diferentes coreografías, demostrando cuánto son capaces de alcanzar. La labor que realicen es la que determinará la categoría. Al bailarín uno lo enseña, lo aconseja, le dice, pero él es quien se hace, si sabe asimilar sabiamente la enseñanza. Hoy estos muchachos están más preparados, porque llevan mucho tiempo dentro de este mundo, y se desarrollan en un ambiente más propicio. Eso, por supuesto, ayuda.

—¿Cuál ha sido su momento más difícil?

—Cuando decidí que esta sería mi última función. Nadie tenía conocimientos sobre eso, nadie. Fue una sensación de un vacío tremendo, como si se me hubiese escapado el alma.

—¿Qué significó Ernestina del Hoyo, su mamá, para su carrera?

—Mi ejemplo. Una persona muy alegre. Siempre me daba ánimo, fuerzas y me decía: “Pa’lante”. Ella me ayudó en todo. Fue una mujer muy valiente y dispuesta. Llegó hasta aprender a coser trajes de ballet. De sus manos salió mi primer tutú. Tenerla cerca era como estar rodeada de cascabeles.

—¿Y Fidel?

—Fidel ha hecho posible mi sueño dorado: que en Cuba tengamos una de las mejores compañías de ballet del mundo, y una escuela muy prestigiosa. Seguramente muy poco de eso hubiera sido posible sin su apoyo incondicional, sin su reconocimiento de la significación de la cultura para los cubanos.

—Si no hubiera sido bailarina, ¿qué hubiera sido Alicia?

—¡Bailarina!

jueves, junio 22, 2006

Una momia egipcia en Santiago

Por Odalis Riquenes Cutiño (Juventud Rebelde)

SANTIAGO DE CUBA.— Tal vez entre el ambiente tebano de 1912, en las cercanías de una pirámide, Emilio Bacardí se rascó la cabeza e inquirió a su esposa, Doña Elvira Cape, cómo llevar a casa el “souvenir” que acababan de comprar en aquella tienda de antigüedades.

Más de 90 años después, el licenciado en Historia del Arte José Antonio Arocha Rodríguez, restaurador del museo Emilio Bacardí, encargado de la conservación de la reliquia por 35 años, sonríe al relatar la historia.

Como carne salada, y después de “vivir” un verdadero vía crucis, que incluyó las más inimaginadas peripecias dentro de la ciudad egipcia y escalas en otros países, llegó a esta oriental ciudad lo que es hoy la mayor atracción del más longevo de los museos cubanos: la única momia egipcia de que se tiene referencia en el país y en el área del Caribe.

Según evidencian cartas y documentos del mismo Bacardí, fue comprada en tan lejana fecha por la pareja, en viaje de vacaciones en Luxor, antigua Tebas, como parte de una colección de objetos relacionados con la cultura egipcia que incluyen estatuillas de la antigüedad, ídolos, piezas arqueológicas y vasijas domésticas disímiles, algunas de ellas originales, según se ha podido comprobar.

Se trata de la figura momificada de una mujer de unos 40 años; su sarcófago, en el que pueden verse figuras del dios Ra y del dios Siri en diferentes posiciones; una mano momificada, que se presume pertenezca a la misma fémina y cinco animales igualmente momificados: un sapo, un gato, un ibis, un halcón y un cocodrilo, de gran significado para los antiguos, por lo que acostumbraban a “acompañar” a los difuntos en su tránsito hacia el más allá.

SEÑORA DE LOS SECRETOS

A pesar de que hace ya bastante tiempo fundió su aroma con el calor santiaguero, la embalsamada figura sigue ofreciendo más secretos que certezas a los especialistas que la custodian y a los miles de visitantes, tanto nacionales como extranjeros, que llegan cada día, atraídos por su leyenda, a la sala de Arqueología de la institución cultural.

Lo modesto del decorado y la técnica empleada en la confección del sarcófago que la acompaña, parecen dejar claro que no se trataba de una reina ni un personaje de la alta aristocracia, sino de una mujer de clase media, perteneciente, se estima, a la dinastía XVIII de los Ptolomeos.

Cálculos realizados por Fernando Boytel, segundo director del Bacardí, arrojaron que en 1946 tenía aproximadamente 4 000 años, 2 000 antes de Cristo y 2 000 después de Cristo, por lo que hoy se le atribuyen 4 060 años.

Sobre la falta de estudios científicos empleando técnicas de avanzada, y de suficiente información sobre la práctica de la momificación en esa antigua cultura, coinciden especialistas como las licenciadas Jeny Chang, Yusmara Saborit y el mismo Arocha Rodríguez, quienes explican que por eso se ha limitado la aclaración de muchos enigmas en torno al objeto y hasta su propia conservación.

Afectada a finales del pasado año por algunos microorganismos patógenos, la momia egipcia del Bacardí es sometida a un proceso de conservación preventiva que incluye la fumigación periódica del recinto que ocupa y la estricta vigilancia de su entorno, amenazado por el polvo, el calor ambiental y el inexorable paso del tiempo.

DE MOMIAS Y OTROS TESOROS

Desde su majestad antigua, la momia egipcia comparte espacio en el museo santiaguero con otras dos momias peruanas, las llamadas Paracas, verdaderas representantes de las culturas mesoamericanas introducidas en la Isla por un comerciante español, y otra muestra de los grandes tesoros que el Bacardí pone a disposición de sus visitantes.

Con aproximadamente 25 000 piezas, agrupadas en 15 secciones y tres salas (Arqueología, Historia y Arte), la prestigiosa institución, fundada el 12 de febrero de 1899, suma a sus atractivos una amplia colección de objetos originales de patriotas de las guerras de independencia de 1868 y 1895, entre los que descuella el traje con el que José Martí pronunciaba sus discursos en Tampa y Cayo Hueso.

Una colección de obras de arte del Museo del Prado, pinturas de autores cubanos de varias etapas, la copiosa documentación del mecenas santiaguero Emilio Bacardí y rarezas como una cabeza reducida, trofeo de caza entre los jíbaros del Amazonas ecuatoriano, ilustran igualmente los valores de la institución, que recibió el pasado año a unos 43 000 visitantes.

Estrellas mundiales de la danza en octubre en Cuba

La Habana.- Unas 20 figuras mundiales de la danza, entre ellas la italiana Carla Fracci y la estrella de la Opera de París, Agnés Letestu, confirmaron su participación en el XX Festival de Ballet de La Habana, del 28 de octubre al 6 de noviembre.

Fuentes de la compañía que dirige Alicia Alonso detallaron a Prensa Latina que, hasta la fecha, la lista incluye a los argentinos Julio Bocca y Maximiliano Guerra; Alicia Amatriani, del Ballet Stuttgart; la rumana Simona Noja; los italianos Angel Corella y Leticia Giuliani.

Se suman a ellos el coreógrafo sueco Mats Ek y la bailarina española Ana Laguna, así como los cubanos José Manuel Carreño y Carlos Acosta, quienes cumplen contratos en el American Ballet Theatre y el Royal Ballet London, respectivamente.

Fundado por Alicia Alonso en 1960, y con caracter bienal, el festival de La Habana es uno de los más antiguos de su tipo en el mundo y suele convocar a la flor y nata de la danza, en sus variantes clásica y contemporánea.

Por aquí han desfilado personalidades como la inglesa Maina Gielgud, los norteamericanos Ted Kivit y Cynthia Gregory, los rusos Andrei Liepa y Vasili Vasiliev, la francesa Ivette Chauviree, el italiano Paolo Bertolucci, el argentino Jorge Donn, del Ballet del Siglo XX, para citar algunos.

En su vigésima edición, el festival habanero será el ámbito propicio para que Bocca -a quien la crítica internacional equipara con figuras legendarias como Mijail Baryshnikov y Rudolf Nureyev- se despida, en su gira de adios al mundo, de su interpretación del duque Albrecht y, con él, de El lago de los cisnes.

Fue en la capital cubana, y en el transcurso de otro festival, en 1986, cuando debutó en este personaje y aquí lo bailará, según declaró, por última vez.

Coppelia: La Catedral del Helado

Por Rafael Lam (CubAhora)

Los antecedentes de los terrenos de Coppelia, antes de 1958, se remontan al hospital Reina Mercedes. Se decidió demolerlo para construir otro hospital, pues los terrenos eran muy codiciados por su ubicación.

Después pretendieron edificar un rascacielos de 50 pisos, pero vino el cambio social de 1959 y se detuvieron aquellos planes; entonces la heroína de la Sierra Celia Sánchez tuvo la encomienda de organizar un Pabellón de Turismo, y pidieron prestado el terreno para reproducir las montañas, lagos artificiales, escenario flotante, bar, cafetería y restaurante para 500 usuarios.

El Pabellón se mantuvo por un año y después se aprovecharon algunas de las instalaciones para el centro recreativo llamado Nocturnal.

En 1966 se celebraba en el Hotel Habana Libre un evento internacional y Celia Sánchez decidió convertir la zona recreativa en un espacio más silencioso y familiar, por lo cual se ideó la creación de una gigantesca heladería.

El arquitecto Mario Girona ya había trabajado en el proyecto Guama, de la Ciénaga de Zapata, también bajo la atención de Celia Sánchez: "Celia me llamó -expone Girona- para que me hiciera cargo como arquitecto principal y único. Yo estaba un poco confundido y anonadado, pues no existían referencias de una heladería tan inmensa, eso eran cosas de los nuevos tiempos y había que asumirlas. Concebí el croquis en una semana, posiblemente influido formalmente con mi anterior obra de Guama.

"Para dar cierta intimidad, se diseñaron cinco espacios pequeños, una amplia cancha dividida en tres, y un piso en los altos, también separada por secciones. Tuve la intención de propiciar que el usuario no se sintiera aplastado, y se encontrara con cierta intimidad a escala humana. Se situó un amplio parqueo y una frondosa vegetación natural, que no importunara y se integrara en alguna medida con el exterior.

Existen opiniones divididas: unos arquitectos plantean que Coppelia rompe con un área de rascacielos, otros piensan que es como un oasis de refugio ante el tráfico de personas y vehículos por la zona. La Torre Eiffel también rompe con la armonía de París y finalmente se convirtió en el símbolo de la Ciudad Luz.

"La presión de la edificación fue muy grande - recuerda Girona-, se trabajó durante 24 horas en esos seis meses. Se prepararon por el sistema prefabricado, buscando la repetición de elementos estructurales como vigas y elementos de cubierta. Finalmente se concluyó la ciclópea obra en tiempo. Y por esas cosas de la vida, ni siquiera tuvo ceremonia de inauguración. Un buen día se abrió, justo en junio de 1966, se empezó a vender, la gente curiosa entró y a saborear helados. La concepción tuvo tan buena aceptación que se llenó y nunca más se ha dejado de llenar".

El primer administrador de la heladería fue Jorge Jorge, procedente del Hotel Nacional de Cuba: "El destinado a dirigir Coppelia no era yo -explica Jorge Jorge-, sino Raúl Guzmán, quien administraba el Carmelo de Calzada, pero él enfermó y apurados me llamaron a mí; Celia Sánchez lo supervisaba todo. No se abrieron todas las áreas de pronto, se fueron habilitando espacios, mesas y sillas. Preparamos algunas muchachas, le cortamos el pelo y uniformamos para un turno de 9 AM a 5 PM. Se fue presionando para llevar el turno hasta las 9 de la noche; las muchachas no aguantaban y entonces preparamos dos brigadas. Por cierto que en ese 1966 vino un ciclón y bajo ciclón y todo servimos helados".

Con relación a la cantidad de sabores hay muchos criterios, unos hablan de 51, pero Jorge Jorge asegura que fueron 43. "La historia fue de la siguiente manera: En Estados Unidos existía una firma con 35 sabores, y nosotros contábamos con un especialista que podía subir la parada, pero él quería marchar al extranjero; entonces hizo el compromiso de multiplicar los sabores y después se liberaría. Se echó mano a las frutas cubanas: mamey, anón, mango, coco y muchas variedades con dulces y flanes, suero, serpentinas, y la Copa Lolita, algo fenomenal".

Mario Girona significa que Coppelia se hizo para competir con la famosa heladería estadounidense Howard Johnson, que casualmente se presentaría en la Exposición Mundial de Canadá en 1967. "Nosotros llevamos un diseño de casita de madera de majagua muy bonito todo, con nuestros 43 sabores a todo dar. La Howard Johnson se presentó con una casita de diseño tradicional con techo americano, a cuatro aguas y un helado bien cremoso. Coppelia gustó en la Expo de Canadá y los extranjeros que vienen a Cuba quieren probar nuestro helado, que tiene algo especial".

Los helados en Estados Unidos son poco dulces, y los cubanos empleamos nuestra sabrosa azúcar. Por otra parte, Cuba es muy bondadosa en frutas de exquisito sabor, como son los mangos biscochuelos del Caney, en la región de Santiago de Cuba, por solo mencionar un ejemplo.

En Coppelia se gestó, en cierta medida, la Nueva Trova con la presencia de Silvio Rodríguez y sus amigos poetas. Silvio lo cuenta así: "casi todas las noches nos dábamos cita en la heladería Coppelia un grupo de amigos. La hora del encuentro era aproximadamente la medianoche. Allí en las mesitas al aire libre, las más cercanas a la calle 23, bajo los árboles y las luces ocasionales de los murales lumínicos del Habana Libre, saboreábamos interminables granizados de chocolate bizcochado e intercambiábamos poemas, relatos y canciones… Casi siempre eran las mismas caras; Victoriano de las Casas (Víctor Casaus.), la gacela oriental (Guillermo Rodríguez Rivera), Wichy el Rojo (Luis Rogelio Nogueras), Alí Fuent. (Jorge Fuentes) y yo. No omito a los demás, solo que esta historia concierne directamente a los que nos había picado el bicho de la poesía. Era una época de descubrimiento. El mayor de nosotros no tenía más de 23 años de edad y éramos una suerte de ciclones, descubriendo mediterráneos y echándole el ojo y la garra a cuanto había en el mundo… Un día -realmente no recuerdo quién-, dijo como en broma: Caballeros: el primero de nosotros que vaya a Paris tiene que llegarse a la tumba de Vallejo. De Coppelia yo pasaba al club Cóctel a cantar con Teresita Fernández. Del Cóctel pasaba a La Zorra y el Cuervo a escuchar son con Neneíto. Y cuando estaba bien vestido visitaba el Monseigneur, para ver al Bola de Nieve. Fue una etapa muy bonita, una época de bohemia, de cuando tenía 20 años y muchísimas ganas de cantar. Y Coppelia estaba en la otra esquina. Yo en esa época lo único que bebía era helado y leche fría. Quizás algún día escriba todo esto".

Esta es la historia de Coppelia, de la Gran Manzana de ocho mil metros cuadrados. Ya La Habana no sería la misma sin Coppelia, allí se gestó la trova moderna, algunos espectáculos de los cabaret de hoteles, el ritmo Pa’cá, la película nominada al Oscar Fresa y Chocolate, que le dio a Coppelia el sobrenombre de "La Catedral del Helado". Allí se desarrolló el Boom de la Salsa Cubana, porque Coppelia es -como dicen los salseros- "La especulación de La Habana". O como expresarían los seguidores de la primerísimo bailarina absoluta Alicia Alonso: Coppelia es un clásico del ballet, capaz de hacerle la boca agua a cualquiera…