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lunes, enero 07, 2013

SOBREVIVIR EN HONG KONG: "CON PURA MAGIA SATISFECHO"


Por Isidro Estrada (en Beijing)

(Con permiso póstumo de Rapi Diego, por usar su título)


Un mago cubano y sus amigos me demuestran que la bondad anida en cualquier sitio. Y no es truco.


¡Advertencia!: Primero pasará un camello por el ojo de una aguja, que permitir a un cubano entrar en la RAE de Hong Kong (frase que debería estar escrita en letras doradas en alguna pared de la Oficina de Inmigración de Hong Kong en Pekín)


Bruce Lee, el eterno héroe de Hong Kong
Hong Kong es un sitio vedado a los cubanos, off-limits, como se dice en inglés. No somos bienvenidos en modo alguno, pues sus autoridades viven convencidas de que cada cubiche suelto por el mundo está empeñado en solicitar asilo en ese pedacito de tierra. Quien intente viajar a esa región con pasaporte cubano, debe estar sicológicamente preparado para someterse a desgastantes sesiones de interrogatorios, en las cuales le pedirán hasta el documento del día en que se hizo pionero, además de hacer constar el compromiso de salir de allí con la premura de un corredor de fondo, demostrar que se tiene una buena suma en el banco y que uno se hospedará todo el tiempo en un hotel. Estuve a punto de desistir del viaje y optar por Mongolia o Malasia, que no nos piden visa. Pero mis empleadores chinos insistieron en HK para conseguir mi visa de trabajo, con los argumentos de que HK es “parte de China (¡ja,ja,ja, el mejor chiste chino!)” y de que “mei banfa”. En consecuencia, haciendo de tripas corazón, planté cara a mis “verdugos” de Inmigración, quienes al final – parece que por puro cansancio, después de seis viajes a su oficina - dieron su brazo a torcer y me permitieron la entrada al Reino de los Cielos.

El Chala y Jose
Como contraparte, empero, puedo alegar que las horas amargas de lucha con la oficinita de marras, se borraron en cuanto aterricé en la ex colonia británica y me acogieron cuatro compatriotas. La sorpresiva bienvenida de José Antonio, Eduardo, Duliet y David, y sus respectivas familias, fue bálsamo mágico que curó heridas, haciéndome olvidar al instante la sesión de tormentos en Pekín. Tengo deuda muy especial con José Antonio Almenares, su esposa e hija. El Jose, el único mago cubano que conozco en China y sus alrededores, obró el truco honesto de hacerme sentir en casa estando en tierra lejana. Con un pase de varita mágica desenredó los nudos de mi cansancio, frustración e impaciencia. Y terminó por sacar de su sombrero de copa, halándola de las orejas, una amistad sincera que espero dure mucho más que las actuales impedimentas para que los cubanos visitemos el peñasco del sur.

HAY UN OLORCITO...

La primera señal de que estaba en Hong Kong me la dio un bebedero. Aún sin haber salido del aeropuerto me sorprendí al ver gente bebiendo directamente de un aparato empotrado en la pared, algo impensable en Pekín, donde el agua del grifo puede contener cualquier cosa, desde amebas que bailan aserejé hasta residuos de la central nuclear de Chernóbil, vaya usted a saber...

Luego comprobé que la cuenta en mi tarjeta de banco había crecido, pues con la actual tasa de cambio entre dólar de HK y el RMB, el segundo se impone por KO, y lo que uno trae de Pekín se multiplica con ganas y de manera automática. Claro, esta alegría en casa de pobre dura poco, pues en cuanto uno se monta en el Metro de HK, viaja en taxi o en una modesta guagua interurbana, se percata de que eso de darle la vuelta a la ciudad por dos modestos yuanes sólo se consigue en la parte continental. Mi mujer suele decir a modo de consuelo, que el 20 por ciento que el Estado chino me retira cada mes de mi sueldo oficial (y de cualquier colaboración que haga con entidades estatales), va a parar a las arcas de nuestro cada día más eficiente sistema de transporte público en Pekín. (Pero ojo, que a juzgar por los precios, parece que el guagüero hongkonés me cobra el impuesto directamente).

Hasta palmitas para la nostalgia tropical tiene Hong Kong
La tercera señal de que uno está en China, pero no está en China, deriva de la necesidad inmediata de sacarse todo lo que uno traiga de abrigo. HK es subtropical, en teoría, pero puede gastarse una canícula similar a La Habana, incluso en noviembre, y para subrayar la similitud geográfica hasta dispone de repetidas hileras de palmitas reales en sus calles atestadas.

Por último, cuando uno ya sale de la terminal aérea, un aroma muy diferente al de Pekín le estalla en pleno rostro. ¿Cómo describirlo? Vaya, es algo así como el olorcito ese que desprenden los establecimientos gastronómicos concentrados en el “Mall” de Carlos III, en La Habana. ¿Lo recuerdan? Pues más o menos así huele el enclave. Al menos a primera nariz.

Como dije ya, Hong Kong es China, sí, pero a la misma vez no lo es. Y si a la Inmigración hongkonesa le aterran los cubanos, al hongkonés de a pie le causan más temor sus propios compatriotas al otro lado de la frontera, según me explica Henry Cheng, un ex periodista devenido prestidigitador (¡sí, otro mago!), quien pronostica que una eventual arribazón de “continentales” arruinaría la boyante economía del enclave, que “hoy goza de un ritmo de crecimiento incomparable”. Debe ser por eso que se ha limitado la cifra de mujeres de la parte continental que pueden parir en hospitales de HK, lo que a la larga les facilitaría entrar a la RAE como Pedro por su casa, por ser madres de un chino nacido allí.

Balcones
Henry pasa por alto, sin embargo, que en más de una ocasión China ha dispuesto una especie de tubería de dinero y otros recursos que han fluido incontenibles hacia HK, como ocurrió ya en 1997, cuando la crisis financiera asiática, y luego, a partir de 2008, cuando estalló la crisis mundial. Pekín es el primer interesado en que su vitrina capitalista del sur se mantenga como joyero inmarcesible, ajeno en todo lo posible a los avatares que marcan la vida china al norte del diminuto territorio.

No en balde los hongkoneses se dan lujos que no tienen sus compatriotas. Y no me refiero al mundo de la pacotilla, sino a ciertas prerrogativas más trascendentales. Como montar tinglados de la secta Falun Gong (prohibida en China continental) por todas las esquinas y echar pestes del Partido Comunista, lo cual hacen a cualquier hora y sin que nadie los perturbe. Un tanto a favor de China. Una lección de flexibilidad y pragmatismo, que habrá que agradecerle siempre a las grandes ideas del pequeño Deng Xiaoping, quien se lo dejó claro a Margaret Thatcher en los años 80, cuando le aseguró que “por largo tiempo” en HK se mantendrían vivas hasta las carreras de caballos. Bueno, cuando aquello no había Falun todavía.

Otra característica que me mantuvo consciente de que me había alejado de Dongbei (noreste de China) fue la masiva presencia de edificios del estilo arquitectónico Lingnan, o más conocidos en el sur de China como Tong Lau.

Si de algo salí convencido es de que las raíces chinas que aún anidan en nuestra isla nada le deben a la cultura pequinesa, o del norte de China en general. Nuestra “chinada” hay que buscarla de Cantón hacia abajo, en el arco de ciudades que forman HK, Macao, Guangzhou y Hainan. Ese es el estilo arquitectónico y de vida que promovieron en Cuba los cientos de miles de chinos que estuvieron llegando por más de un siglo.

QUIMBOMBÓ EN LA CHISTERA

Cena cubana
Llegar por primera vez a un sitio desconocido y encontrar que un grupo de compatriotas lo aguarda a uno con una cena cubana, es más de lo que se puede esperar en cualquier viaje.

Y allí estaban: El mago Jose, con su esposa Jennifer, su preciosa hija, Sofía, y su ayi filipina; su asistente en el mundo de la magia, la camagüeyana Duliet, con su esposo chino Alvin y sus dos pequeños hijos; y el filósofo e investigador Eduardo Freyre Roach, toda una cátedra del saber. (A David Chala, un músico de armas tomar, lo conocí al día siguiente) Y sobre la mesa, la pierna del machito asada, el congrí, la ensalada y el mejor truco del mago: ¡quimbombó que resbala! Como salido del sombrero del ilusionista, por pura magia. Como ya dije, este recibimiento fue un Alka Seltzer de efecto inmediato contra el dolor de cabeza que me dejaron los de Inmigración. ¿Qué más podía desear?


El mago José Antonio entrena a la pequeña Sofía. De casta le viene al galgo.

La nueva generación de chino-cubanos

¡Vaya, ¡tu guarapito aquí!


jueves, noviembre 18, 2010

HUTONGS DE BEIJING: TODO ES CUESTION DE MEDIDA(S)

Beijing, la capital china, se transforma por días en una urbe con todas las modernidades actuales, pero se requiere de mesura para no destruir la historia constructiva de uno de los pilares de la cultura mundial.

Por Isidro Estrada (CubAhora)

Recorrer los laberínticos callejones que una vez tipificaron la arquitectura de la vieja Beijing, denominados en chino hutong, es una de las experiencias más atractivas y edificantes que se pueden experimentar en la capital china.

Existe la opción de pasear por ellos en triciclo tripulado, con un buen guía y la ayuda de un mapa si se anda con prisa atolondrada de turista; o montando una bicicleta, o a pie.

Una vuelta por estos vericuetos plenos de historia y otros encantos, apuesto que cambiará vuestra perspectiva sobre esta urbe nacida hace casi dos mil años.

Las casas más atractivas de los hutong, los siheyuan, se revelan al visitante como prototipos de viviendas asociadas al fengshui, hoy tan de moda en tantas latitudes alejadas de China. Toda su disposición obedece a principios profundamente arraigados en la ancestral mentalidad y filosofía chinas, por lo que penetrar en estos recintos es una manera de calar un tanto en la formación y sustento de la idiosincrasia local.

Esto y mucho más ofrecen los callejones beijineses. Mas si no bastara con estas ofertas para refrendar su atractivo, me decantaría por enfatizar que los hutong constituyen, además, una especie de campo de batalla a escala reducida, donde se dirime el destino de buena parte del patrimonio histórico capitalino.

Me explico. En una China que trata al crecimiento económico con cifras sorprendentes aun en tiempos de crisis económica global, se tensa la pugna entre quienes buscan convertir a Beijing, incluido lo que queda de su casco histórico, en una metrópolis de primera línea, que se codee sin rubor con Nueva York, París, Tokio o Sydney, y los que pugnan por preservar este territorio sagrado, con el argumento de que con cada metro de muro que cae ante el martillo hidráulico, se esfuma un trozo de lo más genuino del espíritu beijinés.

Quienes en este duelo enarbolan el banderín de la modernidad sueñan con una ciudad pletórica de los más avanzados artilugios de la tecnología de punta, llena de luces de neón y rascacielos vidriados, con líneas de metro a cada esquina, gigantescos centros comerciales y oficinas a la altura de las nubes.

¿Y qué hay de malo en eso?, se preguntará más de uno, aludiendo a la necesidad de que el progreso material se siga abriendo paso dondequiera que haya posibilidades. “Nada en esencia,” podría responderles. Pero hay matices. A eso voy.

En una reciente visita con algunos de mis colegas de oficina, experimenté una vez más el deleite de recorrer la parte vieja de la ciudad, en concreto el Parque de Beihai, construido alrededor de dos lagos en medio de la ciudad, sus callejones circundantes y la Torre del Tambor, la cual, junto a la Torre de la Campana, integran un complejo esencial para estudiar la historia de Beijing.

Desde la Torre del Tambor se cantaba la hora y algunos de los acontecimientos más importantes del Beijing de hace la friolera de 600 años. Construida en 1272, este monumento nacional fue reconstruido en 1420, en un lugar aledaño a su ubicación original. Con 47 metros de altura, el peculiar edificio se destaca entre el caserío de siheyuan que le rodea, teniendo como única competencia cercana en tamaño a su hermana la Torre de la Campana. En sus primeros tiempos, la primera contaba con un gigantesco tambor y 24 más pequeños, de los que hoy quedan réplicas, que se tocan cada 35 minutos, en una ceremonia coreografiada para turistas.

¿EL ÚLTIMO TAMBORAZO?

Pero volviendo el tema, lo que me sorprendió sobremanera al escalar el casi centenar de empinados escalones hasta la atalaya de la torre, fue comprobar que buena parte del barrio circundante está marcado con el temible carácter chino de “chai”, lo que traducido al castellano significa listo para demolición.
Luego supe que existe un plan del gobierno de la ciudad, por un monto de 5.000 mil millones de yuanes, para transformar 125 metros cuadrados en las inmediaciones de ambos templos en La Ciudad Cultural de Beijing.

Como parte de dicho plan, se colocaría un museo y un supercentro comercial en el área aledaña a las torres, transformación que a los ojos de los miembros del Centro para la Protección del Patrimonio Cultural (CPPC), una organización no gubernamental, nada aportaría al entorno histórico.

La CPPC exhortó a utilizar ese dinero en un programa de preservación comunal, de modo que no se cambie la fisonomía tradicional de lo que califica de “uno de los últimos barrios en estado original que quedan del Viejo Beijing,” según una nota aparecida en fecha reciente en el diario en inglés China Daily.

“Sabemos, añadió el pliego, que el Gobierno desea invertir el dinero para mejorar la imagen del área y el nivel de vida de los ciudadanos de la localidad, pero un gran plan de inversiones que involucra extensas reubicaciones y demoliciones no es el enfoque adecuado para proteger o preservar nuestro patrimonio cultural,”

Como se puede apreciar, hay muchos matices en esta batalla. No se puede perder de vista, como bien señalaron hace poco las autoridades patrimoniales beijinesas que “La identidad de Beijing es la de una ciudad histórica, pero también es una ciudad con millones de residentes, por eso es muy importante equilibrar las relaciones entre protección y desarrollo”

Y aquí está el quid de la cuestión. Queda claro que al común de los habitantes de los hutongs les seducirá vivir con mayor confort, con baños propios y otras amenidades de la vida moderna. Y que una economía con el impulso de la china, debe contar con una infraestructura en correspondencia. Pero en encontrar el necesario balance tendrá que residir la clave del éxito.

A propósito, me gustaría citar al poeta español Antonio Machado, cuando en uno de sus versos expresó: Es el mejor de los buenos quien sabe que esta vida todo es cuestión de medida un poco más, algo menos.

“Desarrollistas” y “conservacionistas” de Beijing – por nombrar de algún modo a ambos grupos- bien podrían tratar de aplicar esta prédica machadista, lo cual no es nada descabellado, pues para empezar, coincide casi al calco con el pensamiento confuciano, el tao y el budismo prevalecientes en China, los cuales procuran en todo momento la armonía y el equilibrio de factores. Y, dicho sea de paso, no les será difícil leerlo, pues el bardo sevillano es uno de los poetas españoles favoritos de los traductores e hispanistas chinos, que ya han asentado en ideogramas buena parte de su obra.

A este tenor corresponde a las autoridades sentar pautas. O para decirlo más claro, adoptar medidas y que se cumplan. Sobre todo aquellas que restrinjan el afán demoledor con que frecuentemente contratistas deciden hacer borrón y cuenta nueva de una herencia que por días se reduce o se desfigura. Aún hay tiempo. Y sobran recursos. Llegue entonces la voluntad.

martes, octubre 12, 2010

¡ME DEBES UNA, CHINO MA!

Por Isidro Estrada (para Desde Cuba)

Se nos acaba de ir el chino Ma. Angel Ma Argudín se ha plegado a esa mala costumbre humana de morirse, en su caso con el agravante de hacerlo a destiempo, cuando le quedaba tanto por decir. En Pekín, la capital de la China que tanto amó, enciendo un palillo de incienso y pido por su memoria. Por que su recuerdo no se desvanezca como este sahumerio.

Para muchos cubanos, el nombre del chino Ma será por siempre sinónimo de Prismas, aquel espacio televisivo que en los años 80, una vez por semana y a punto de cerrar el día, recolocaba al género documental en el pedestal que siempre mereció, tanto la producción cubana, como mucho de lo que por entonces se hacía en otras latitudes. El chino se anotó un tanto, proponiéndonos aquella bocanada de aire fresco en medio de los espasmos de anquilosamiento tan frecuentes en nuestra pequeña pantalla.

Muchas veces agradecí irme a la cama llevando como últimas imágenes en la pupila las de aquellos cortos con los que Ma nos ayudaba a descubrir el mundo. Y a ser mejores. Así comencé a admirarlo.

Quizás por eso, cuando por accidente nos conocimos personalmente, compartiendo un sofá en la oficina cultural de la Embajada de China en La Habana, me costó aceptar que era él. Pero como buenos cubanos, a los pocos minutos ya estábamos atados a la conversación, con aires de vecinos de toda la vida.

Desde aquel encuentro comencé a entender que Angel Ma, además de talentoso realizador y crítico del medio audiovisual, era un caballero. Me lo insinuaron sus ademanes y hablar pausados, lógica herencia de su raíz asiática, y me lo ratificaron subsiguientes intercambios. Como en la ocasión en que con juicio tajante, pero sin herir, me dijo que a mi intento de documental sobre música latina en China había que darle tijera, “porque tienes muchos finales”. Luego coincidimos en varias ocasiones, casi siempre cuando él se enrolaba en sus proyectos de preservación fílmica sobre la memoria china en Cuba, cargando con su habitual modestia y una videocámara Sony de épocas prediluvianas.

Nada le detenía en sus empeños, ni las habituales dificultades materiales ni la desidia de cierta gente. Por aquellos días había sufrido un accidente cerebrovascular que le mantuvo largos días en el hospital Calixto García – aparente preludio del que luego se lo llevó definitivamente. Y me confesaba con amargura que en todo aquel trance nadie de la TV se había acordado de él. Mala consejera que es la memoria ¿no?

La última vez que lo vi, a mediados de 2007, nos sentamos frente a Coppelia a sorber Bucaneros y sueños de hacer algo en conjunto, persiguiendo nuestro interés compartido por China, donde él había filmado “La primavera del Dragón”, y a donde me vine poco después, detrás de un contrato de trabajo. Le perdí la pista.

Acabo de saber que meses después se radicó en Miami y allí abrió una escuela de energía curativa reiki, esa terapia oriental con visos de religión que hoy tiene tantos seguidores.

No sé cuán exitoso haya sido el chino Ma aplicando sus manos para salvar las almas, pero si las utilizó con la misma destreza con que diseñó Prismas, apuesto a que habrá dejado tantos pacientes recuperados como televidentes agradecidos tuvo.

domingo, agosto 01, 2010

ZHENG SHUJIU, EL CHINO QUE NO ENTENDIA A RULFO

Al hispanista chino Zheng Shujiu el año nuevo le ha llegado como retintín de monedas doradas en los bolsillos. Ha iniciado 2010 en calidad de presidente de la Asociación de Estudios sobre Literatura Iberoamericana de China, una de las instituciones más prestigiosas del país asiático en el terreno del intercambio cultural con España, Portugal y América Latina.

Por Isidro Estrada en Beijing (CubAhora)

Al hispanista chino Zheng Shujiu el año nuevo le ha llegado como retintín de monedas doradas en los bolsillos. Ha iniciado 2010 en calidad de presidente de la Asociación de Estudios sobre Literatura Iberoamericana de China, una de las instituciones más prestigiosas del país asiático en el terreno del intercambio cultural con España, Portugal y América Latina. Buen motivo para celebrar.

Su nombramiento supone varios reconocimientos: a sus 20 años como vicepresidente de la asociación, a su condición de doctor en Letras Hispánicas - el segundo de China -, y su dedicación proverbial al estudio del post-boom literario latinoamericano, así como a su especialización en la obra del mexicano Juan Rulfo.

Con el autor de Pedro Páramo, Zheng Shujiu ha mantenido lo que se puede calificar de una vieja y agridulce relación. Si bien hoy es capaz de adentrarse en los vericuetos de la narrativa rulfiana, como podría hacerlo cualquier colega nacido en España o tierras americanas, hubo una época en que a este investigador le costó poco menos que sangre hallar el camino hacia la mítica Comala, que Rulfo llenó en su momento de seres espectrales.

Transcurridas más de tres décadas de sus tiempos de estudiante de postgrado, el profesor Zheng distiende aún más su habitual sonrisa y comienza a desgranar recuerdos de su época juvenil:

“Escogí estudiar a Rulfo por pura coincidencia, cuando buscaba un autor para presentar en examen, con la tarea de desentrañar su escritura. Con ese tema en mano llegué al aula y muy entusiasmado me puse a comentar Pedro Páramo. Pero para mi sorpresa y decepción mi profesor mexicano de literatura me paró en seco y me espetó: ¡“Ud. no ha entendido a Rulfo!”

Zheng ríe de buena gana, recreándose al saber superada con creces aquella etapa de ingenuidades y titubeos. Tras el chasco inicial, dedicó tres años a investigar los textos de Juan Rulfo, experiencia que le permitió llenar las lagunas presentes en su tesis previa, titulada “Pedro Páramo a la vista de un lector chino”, que en la actualidad su autor califica de superficial.

Mucho ha llovido desde entonces y, sobre todo, mucho se ha publicado en China sobre literatura iberoamericana desde 1979, año fundacional de la Asociación de Literatura Iberoamericana, que se supedita desde esa fecha a la Asociación de Literatura Extranjera de China, entidad que actúa como organismo madre.

Es lícito señalar, como bien admite Zheng Shujiu, que la asociación es hija de la política de reforma y apertura. Ambas nacen en el mismo año. Sin la apertura de China al exterior sería impensable la entrada en contacto de los chinos con la literatura universal, por extraño que pueda sonar en el mundo globalizado de hoy.

“Hace 30 años, rememora el estudioso, muy contados chinos tenían alguna noción de qué se escribía en Iberoamérica; en estos 30 años, sin embargo, han podido acceder gradualmente, en versiones al idioma chino, a algunas de las más destacadas obras literarias de España y América Latina.”

Como tiene a bien reconocer otro gran hispanista chino, Zhao Zhenjiang, durante los años de la Gran Revolución Cultural Proletaria, la presencia de la literatura en lengua española fue escasa y se limitó a las obras cuyos autores asumían una actitud crítica hacia la sociedad occidental de la época, situación que sufrió un viraje radical, de saldo básicamente positivo, con al advenimiento de la apertura, aunque benefició más a los autores latinoamericanos, por obra del boom, que a los del lado europeo, señala asimismo este investigador.

Nuestro entrevistado considera que China vive un momento especialmente propicio para la promoción de la literatura luso-hispanoamericana, como parte del notable incremento en los contactos de millones de chinos con el mundo exterior y el mejoramiento de sus capacidades adquisitivas.

Haciéndose eco de esta demanda, la ya veterana Editorial de Literatura del Pueblo, que en los años iniciales de la China Popular tradujo e imprimió textos como El Lazarillo de Tormes, las Novelas Ejemplares de Miguel de Cervantes, las piezas de Lope de Vega y Calderón de la Barca o El sombrero de tres picos, de Pedro Antonio de Alarcón, se lanzó en años recientes a publicar la colección “La mitad del cielo”, con versiones al mandarín de las obras de doce escritoras españolas, entre ellas Belén Gopegui, con El lado frío de la almohada, Paula Izquierdo, con El hueco de tu cuerpo, Carmen Martín Gaite, con Irse de casa, Elvira Lindo, con Una palabra tuya, Marina Mayoral, con Recóndita armonía y Rosa Montero, con El corazón del tártaro e Historia de mujeres. Todas se editaron en 2008.

La misma editorial, además, mantiene un premio anual para los seis mejores títulos foráneos publicados en China en el género de novela. Dicho galardón cuenta con un apartado para textos en español y portugués, en el cual se ha premiado en años recientes a autores como Max Marambio, de Chile y Augusto Cury, de Brasil.

LA HORA DEL RELEVO

El profesor Zheng se congratula por esta avalancha de textos, pero admite que aún quedan espacios importantes que llenar en el área de la investigación literaria. En este punto hace especial énfasis, al declarar que ha llegado al cargo de presidente en una etapa de pleno tránsito, tanto para la asociación como para él mismo. Alega que en la asociación abundan los veteranos, algunos jubilados y otros cercanos a los 80 años de edad. “Yo mismo, confiesa, no espero estar mucho tiempo en la presidencia, pues tengo casi 60 años.”

En consecuencia, admite, es imprescindible contar con un relevo a tiempo, tanto para el área de traducción como para la investigación literaria.

Ese fue precisamente uno de los objetivos principales del Foro con que la Asociación de Estudios sobre Literatura Iberoamericana de China celebró el foro por su 30 aniversario en Pekín, a fines de diciembre pasado, ocasión en que junto a un centenar de veteranos hispanistas chinos se sentaron varias decenas de jóvenes graduados en las lenguas española y portuguesa, interesados todos de algún modo en seguir los pasos de sus aventajados predecesores.

A la par que reconoce que su asociación, de carácter no gubernamental y no lucrativo, depende con frecuencia de apoyos de patrocinadores externos para lograr sus cometidos, Zheng Shujiu sostiene que la misma ha dejado, y continúa dejando, un precioso legado inmaterial a la sociedad contemporánea china.

Para aquilatar en su justa medida el valor de este patrimonio, sentencia Zheng, basta con leer lo escrito por la generación de narradores chinos que se dio a conocer en los años 80, 90, e incluso en tiempos recientes. Muchos de ellos, indica el entrevistado, están marcados profundamente por la influencia del boom literario latinoamericano. En ese sentido, Zheng cita la obra del muy famoso Mo Yan, conocido fuera de China sobre todo por su novela Sorgo rojo, que a finales de los 80 se convirtiera también en éxito cinematográfico internacional de la mano del realizador Zhang Yimou.

Presionado por sus intensas labores docentes, su minuciosa obra investigativa para arrojar más luz sobre el post-boom en América Latina y sus esfuerzos por dar continuidad a la obra del anterior presidente de la asociación, Zheng Shujiu termina la entrevista con su habitual sonrisa, un chiste que sólo entienden los chinos y la convicción de que nunca más perderá el camino a Colmala.

miércoles, noviembre 11, 2009

¿QUE PASARA CON LA "FABRICA DEL MUNDO"?

Por Isidro Estrada (CubAhora)
Fotos cortesía del autor

En tiempos de crisis global, China encara retos gigantescos para avanzar como economía y sociedad. El camino adelante está sembrado de interrogantes, pero no queda otra opción que avanzar por él y hacerlo con zapatos propios

A principios de este año tuve la oportunidad de recorrer varias localidades del sur de China, junto a un grupo de redactores chinos y de varios extranjeros contratados por la Radio Internacional de China. Si bien breve, la estancia en la zona más meridional del gigante asiático nos permitió percatarnos de dos factores básicos: A corto plazo, China atraviesa por momentos críticos para su economía. Por otra parte, y aunque más distantes en el tiempo, se vislumbran conmociones sociales derivadas de las actuales dificultades económicas, de no atajarse a tiempo las consecuencias de la crisis económica mundial. El gobierno está muy consciente de ello y, en consecuencia, se empeña en colocar el parche antes de que brote el consabido sabañón.

La región llamada del Delta del Río de la Perlas, donde hoy se ubica la denominada gran fábrica de China, y por extensión del mundo, atraviesa por una coyuntura singularmente compleja, preñada a partes iguales de grandes desafíos, pero no menos inspiradoras oportunidades. Asimilo este postulado que con frecuencia enarbolan los chinos, considerándolo certeza de que en las malas noticias puede estar contenido el germen de las buenas nuevas.

Lo digo además porque observo en ciertos medios informativos la tendencia a magnificar el lado oscuro de lo que ocurre en China. Se amplifica cierta sensación de caos, y se soslayan con toda intención los avances que se producen en medio de evidentes problemas. China, como casi todo el planeta, sufre las consecuencias adversas de una crisis mundial que ya apenas deja intacto orden alguno de la cotidianidad. Aunque parezca obvio, se me antoja que este debe ser el preámbulo para cualquier análisis del actual desempeño económico chino. Y ahora vamos por partes.

Antes de irme en recorrido de seis días por Dongguan, Humen y otras localidades del sur, estaba al tanto de que en la meridional Guangdong se estaba produciendo el cierre masivo de Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES), como consecuencia directa e inmediata de la debacle financiera, a la par que se producía un incremento en el número de personas que abandonaban Guangzhou, la capital provincial, con respecto al año anterior. Muchas de ellas se marchaban con destino a sus lugares de origen. A partir de octubre salieron de allí unas 60.000 personas diarias, de acuerdo con un reportaje del diario en inglés China Daily, en su edición del 23 de noviembre de 2008.

¿POR QUÉ SE VAN?

Estas salidas incrementadas responden en buena medida a la situación del cierre de empresas ya mencionadas, cuya fuerza de trabajo suele nutrirse de los millones de emigrantes temporales que llegan cada año desde las vecinas provincias de Sichuán, Hunan y Henan. Pero según avanzaba ese año, parecía revertirse esta tendencia: mucha gente comenzaba a irse de vuelta a su tierra natal. ¿Es que ya no es rentable trabajar en “la fábrica del mundo”? ¿Ha sido tan fatal el impacto de la crisis internacional que el delta se quedará sin mano de obra? ¿O es que, por el contrario, no hay esperanzas para las empresas cerradas por falta de demanda de sus productos en el extranjero y, como consecuencia, se seguirá escurriendo la fuerza laboral redundante?

Varias son las causas de este movimiento migratorio a la inversa. Habría que empezar por tomar nota de los cierres de PYMES en la región, pero es menester admitir que no menos peso ha tenido en ese flujo revertido la decisión del Gobierno chino de ampliar los derechos de transferencia de tierras otorgados a los más de 800 millones de campesinos.

Atraídos por esta medida, muchos labriegos devenidos operarios en zonas urbanas comienzan a liar bártulos y regresar a sus aldeas, conscientes de la oportunidad dorada que se les brinda de subalquilar sus parcelas o transferir sus derechos al uso de la tierra, como forma de emprender negocios de gerencia a escala, entre otros.

Aquí es necesario detenerse un instante y sopesar los factores causa y efecto. La nueva administración china, encabezada por el presidente Hu Jintao, y el primer ministro Wen Jiabao, dio un vuelco extraordinario a la historia y economía del país, cuando a punto de concluir 2006 declaró el fin de los impuestos que habían gravado el trabajo del agricultor por espacio de 2.400 años. Fue un cambio radical que apunta a una verdadera reforma agraria, tan esperada y, dicho sea de paso, necesaria para cambiar el orden de cosas en las zonas rurales chinas. Se trata de, finalmente, dar cauce a lo que en China denominan construcción de un nuevo campo socialista.

Esas decisiones de hace dos años, complementadas con las más recientes ya mencionadas, y las que necesariamente tendrán que llegar en adelante, deberán configurar un panorama más alentador para las zonas rurales, que hasta fecha reciente vieron descender notablemente sus oportunidades de una mejor vida, ante la creciente disparidad de ingresos entre campo y ciudad. De ahí el éxodo emprendido hacia las urbes y zonas más privilegiadas durante casi 30 años por unos 120 millones de agricultores chinos, quienes además de tierras dejaban detrás con frecuencia a sus hijos, solos o acompañados por personas que dudosamente podían cuidar de ellos. En consecuencia, un problema generaba otro.

Ahora que muchos agricultores ven abrirse ante ellos un espacio propicio que los sitúe más cerca de la prosperidad, es lógico que vayan tras la oportunidad, como contrapeso a los despidos masivos en las urbes. Pero hay algunos otros aspectos que deben mencionarse, si se quiere obtener un cuadro más preciso de qué ocurre en el panorama económico de China.

¿EL FIN DE LA MANO DE OBRA BARATA?

¿Qué hay detrás de esta subida en los costos de producción? Esta debiera ser la primera pregunta para iniciar la pesquisa. Entre los varios puntos que se pueden señalar como causantes hay uno que merece especial atención y que se está pasando por alto con frecuencia: la gradual elevación de los salarios de los obreros, quienes además están comenzando a disfrutar de prestaciones, como seguros de salud, con las que antes no contaban. O sea, que la progresiva, aunque aún no pareja ni sistemática, humanización de estas industrias de trabajo intensivo – una asignatura pendiente en China –, necesariamente está conduciendo al aumento de gastos de las empresas y, como consecuencia indirecta, a la reducción en los ingresos por concepto de manufactura en industrias como las de juguetes, zapatos y electrónica, que en años previos hicieron su agosto en virtud de lo barato de su fuerza laboral.

Sobre esto habló en extenso hace poco Luo Bin, subdirector de la Administración de Economía y Comercio de la ciudad de Dongguan, en Guangdong. En conversación con el mensuario China Hoy, el funcionario recalcó que, en la actualidad, dicha urbe produce nada menos que el 80 por ciento de los ratones de computadora del mundo. Por cada uno de esos ratones, dijo, se cobran 24 dólares en Estados Unidos, con lo cual el vendedor puede ganar 10 dólares y el mayorista, ocho. Sin embargo, el fabricante debe conformarse con sólo 30 centavos de dólar de beneficio.

Con ganancias así no hay que ser mago para predecir que muchas de estas empresas caminan sobre el borde de la cuchilla cuando deciden mejorar las condiciones de vida y trabajo de sus obreros, amén de incurrir en otros gastos.

Al abundar en las causas del incremento de los costos, Luo señala el aumento en los precios de materias primas, la reducción de desgravaciones fiscales para algunas industrias de exportación, la aplicación de la ley de Contrato de Trabajo, la reevaluación del yuan y nuevas exigencias para la protección del medio ambiente.

Este último capítulo, el del cuidado del entorno natural, merece comentario aparte. Para nadie es secreto que China ha confrontado problemas de contaminación ambiental por largo tiempo. Como respuesta, el actual gobierno ha colocado entre sus prioridades la superación de rezagos acumulados por años en este frente, tratando de mejorar el ambiente cuanto antes, pero consciente de que lo difícil que resulta conjugar de modo armónico industrialización y protección de la Madre Naturaleza. Este cometido continúa calificando entre los actuales desafíos que encara China. Eso sí, ya hay vigentes directivas que obligan a las empresas a dedicar parte de su presupuesto al cuidado medioambiental – lo cual encarece la producción, ya dije. Añádase que de continuo se suman recursos adicionales recién salidos de las arcas estatales para este fin. En conjunto, ambos factores refrendan la voluntad de las autoridades de entrarle con la manga al codo al problema. Ciego será quien prefiera ignorarlo.

En resumen, en medio de la crisis, las recientes conquistas de la clase obrera china actúan como freno, al menos temporal, a una productividad que por largo tiempo se sustentó precisamente en la ausencia de ciertas prerrogativas para los trabajadores. Así de simple.

AJUSTAR EL CINTURÓN Y MIRAR ADELANTE

Los tiempos que se avecinan, para China y el mundo en general, no son precisamente halagüeños. En Occidente, ante una avalancha de dolencias económicas como las que hoy aquejan al planeta, suele decirse que es hora de apretarse el cinturón. China no anda a la zaga en cuanto a tomar precauciones de este tipo. Muestra de ello son las advertencias que hizo el primero de diciembre de 2008, el presidente chino, Hu Jintao, en el sentido de que la actual crisis económica significará un obstáculo mayúsculo para que el país asiático mantenga su hasta ahora acelerado nivel de crecimiento económico, a lo que se suman las ya tradicionales rémoras locales de su descomunal población, su limitación de recursos y los ya mencionados problemas ambientales. Según la misma información del diario China Daily, Hu admitió ante una reunión de Buró Político del Partido Comunista de China que la actual coyuntura obliga a revisar los patrones vigentes de desarrollo y a procurar el desarrollo sostenible, otorgando prioridad, enfatizó el presidente, a resolver los problemas de la población.

Las palabras de Hu son un llamado a ajustarse el cinturón, en momentos en que las exportaciones chinas caen en picada, ante la falta de demanda exterior. Sirva de ejemplo la disminución en el crecimiento de ventas al extranjero, de un 21,5% en septiembre a un 12,2% en octubre de 2008. Pero justo aquí, uno de los puntos que conspiran contra el desarrollo chino – la enorme población del país – puede resultar a más largo plazo una baza a favor de cierta recuperación.

No en balde una buena parte del paquete de estímulo de 586 mil millones de dólares con el cual el Gobierno pretende revitalizar la economía va dirigida a fomentar el consumo interno. China confía en su propia población, y en sus propios recursos y esfuerzos, para sacar el barco a flote.

Este empeño quedó explícito durante nuestra gira cantonesa en las palabras de Ren Hongjie, alcalde de la ciudad de Humen, al decir que “Si bien no negamos un impacto de la crisis financiera sobre nuestro sector de confecciones, hasta ahora lo consideramos mínimo. La razón principal reside en que desde hace tiempo nuestra industria está volcada hacia el consumo interno, y la crisis en realidad ha afectado sobre todo a los pedidos hechos desde el extranjero. El mercado chino mantiene su nivel de consumo hasta ahora.”

En esta dirección trabajan ahora las autoridades chinas, desde el nivel central a las comunidades, prometiendo desde ya un paquete de estímulo adicional en los próximos meses, en coyunda con un recorte a las tasas de interés de 1,08%, el más alto en los pasados 11 años. Si funciona la fórmula, los efectos nocivos de la crisis serían conjurados en buena medida. China se juega en esta ocasión, quizás como nunca antes, la carta del desarrollo, a la par que procura además que cada vez sean más los beneficiados de este proceso. La tarea es cuando menos ciclópea, pero quien pase revista a los logros de los últimos 30 años de reforma y apertura en el país, y lo haga sin ojeriza, concluirá que el resultado no puede ser menos que ir a mejor. Hay 1.300 millones de destinos que no dejan otra opción.

jueves, diciembre 18, 2008

EL CHEF AUDIOVISUAL DE LA SALSA CHINA

Por Harold Santana Gaínza (Bitácora Sino-Cubana)
Fotos: Guo Lingxia y Laoyi

Isidro Estrada, de nombre chino Laoyi, es el realizador del primer documental sobre el fenómeno sociocultural de la música salsa en China. Siempre digo, que en China él es mi padre, y lo afirmo con el consentimiento de mis padres biológicos y mi madre china (adoptiva).

Como casi siempre sucede a toda la gente del “mundo audiovisual”, el cubano Laoyi, es una conjunción de profesiones: traductor (licenciado en Lengua y Literatura Inglesas), camarógrafo; sus labores como periodista comenzaron en la Habana, en la Agencia Latinoamericana Prensa Latina. Posteriormente, trabajó como editor en los servicios de español de la agencia china de noticias Xinhua, en el semanario Beijing Informa, en la revista China Hoy y ahora somos colegas en el Departamento de Español de Radio Internacional de China.

Ocho años de trabajo en China le han aportado disímiles y ricas vivencias, no para contar la historia de la salsa –léase música salsa, no salsa de soya o salsa china– en la nación asiática; sino para describir un fenómeno sociocultural único a través de imágenes, testimonios y música.

“Ha sido impresionante, pintoresco y muy llamativo vivir cómo los chinos asimilaban una forma cultural muy lejana que en poco tiempo ha transformado costumbres y hábitos de vida; pero sobre todo que el baile fuera tan bien ejecutado, incluso mucho mejor que algunos latinoamericanos”.

La definición y orígenes de la salsa son polémicos, al igual que su introducción en el milenario país. Al decir del realizador, no son pocos los que afirman que esta música, “apareció de pronto, en los años 90 del pasado siglo, traída de Estados Unidos”, después de la implementación de la política de Reforma y Apertura del gigante asiático. La tesis que Laoyi demuestra en su documental es totalmente diferente a este planteamiento, asumido por mayorías:

“Si somos rigurosos en el aspecto histórico, tendríamos que buscar el actual gusto de los chinos por la salsa, en su previa aceptación de los llamados aquí Latin Wu, o bailes latinos, que llegaron a la nación asiática allá por los años 20 y 30 del siglo XX, como son los casos del tango y la rumba cubana de salón. Por razones históricas, no fue hasta la década de los 90 -del mismo siglo-, que se produce un reencuentro de cierta masividad con los sonidos latinos, esta vez con la presencia destacada de la salsa en ciudades chinas como Shanghai, Hong Kong, y Pekín".

La tesis de este material audiovisual es sustentada por los testimonios de destacadas personalidades vinculadas a la salsa en China: Jack Mambo Dunn, coreógrafo y bailarín estadounidense, instructor de la compañía de Bailes Fénix, de Pekín; el profesor Chen Ziming, violinista y musicólogo, especializado en música latinoamericana; el colombiano Luis "Lucho" Roa, instructor de bailes latinos, entre otros.

Actualmente, en Pekín, Shanghai y Hong Kong (las tres plazas más fuertes), el aprendizaje la salsa sigue dos estilos fundamentales: el de Nueva York, del cual es notable exponente el Conjunto de Baile Fénix -de Pekín-, liderado por el coreógrafo Mambo Jack, de Estados Unidos; y la escuela cubana, que tiene a su mejor representante en David Huo, también asentado en la capital china. Asimismo existen seguidores de los estilos de Puerto Rico y Colombia. Todos los ejecutantes salseros de estas tenencias siguen un patrón de apropiación casi mimético de los estilos originales de baile e interpretación. Esta realidad explica por qué no puede hablarse aún de una "Salsa China", sino de una "Salsa en China".

“No hay una salsa cocinada con todos los ingredientes chinos. Hace tres o cuatro años, el grupo Ahí Namá tomaba los patrones establecidos, en los que quizás de forma inconsciente se notaba un ligero 'sabor asiático', por ejemplo un grupo surcoreano de salsa que montó una coreografía del género, pero al estilo de un practicante del Wu Shu.”

Agrupaciones de Cuba (Luna Negra) -en la foto-, Venezuela (Makoré) y Colombia han moldeado las huellas de la salsa en China. Sin embargo, el hecho de que no exista aún un patrón estilístico de salsa china, no demerita los aportes salseros a la cultura nacional de este país, al decir de Laoyi:

“Lo relevante del fenómeno salsa en China es cómo la asimilación de un patrón cultural, de la música y el baile han producido cambios en concepciones, estilos, y modos de vida establecidos, casi por los siglos de los siglos, Amén. No es una realidad mayoritaria, pero demuestra la universalidad de la cultura y es un ejemplo vivo y de la evolución de la transculturación.”
Pero... ¿Cómo se evidencia el cambio? ¡La pregunta del millón: de pesos, de yuanes o de dólares!

“Está muy bien reflejado en el documental. Una de las entrevistadas refiere que quería expresar ´cosas´ y no tenía el modo; y lo encontró, según sus propias palabras, cuando aprendió a bailar, a moverse, a experimentar la calidez de la cultura latinoamericana. Y ella no es la única, otros chinos refieren la misma experiencia, sobre todo cómo la salsa les ha ayudado a ser más extrovertidos, cariñosos, a expresar sus sentimientos y valorar más la proximidad de su compañer@, más allá de intereses sexuales. Estos son cambios relevantes en los pobladores de un país, que por diversas razones (culturales, históricas, políticas) estuvieron 'cerrados' durante mucho tiempo”.

Entre los exponentes de la “Salsa en China” está David (Huo Yaofei), a quien conocí en una actividad cultural en la Embajada de Cuba en China. Desde el 2003 y en repetidas ocasiones, David visitó la mayor de las Antillas donde aprendió los secretos de bailes cubanos como la rumba, el cha-cha-chá, el casino y el danzón. También se presentó en la televisión nacional bailando salsa (o Casino, como preferimos los cubanos), incluso ganó un premio en un festival de danza.

A su regreso a Pekín, junto a dos músicos chinos, graduados como percusionistas en el Instituto Superior de Arte de Cuba, David fundó el grupo musical y danzario Ahí Namá (interjección típica del español hablado por los salseros). Gracias a ellos, al decir de Laoyi, existe un fermento genuinamente chino en la salsa de este país.

David Huo Yaofei tiene su propio centro recreación y academia de baile en la capital China: “La Casa de David”, cuya gestión cultural ha sido avalada por la Embajada Cubana en China. Pero David es más que un showman o instructor de salsa.

“David es un fenómeno en sí mismo”, dice Laoyi y añade: “Lo fundamental en él es su entusiasmo. Tiene la capacidad de desdoblarse como profesor, bailarín, coreógrafo, administrador de negocios. Quizás por sus dotes artísticas y de liderazgo, su grupo lo sigue a todas partes para emprender diversos proyectos, incluso caritativos. Él ha logrado nuclear en torno a la salsa a niños, jóvenes, adultos y ancianos: es otro de sus méritos y un hecho que revela a la salsa como elemento cultural, integrador de generaciones en China. David ha de considerarse al momento de escribir la historia de la salsa aquí”.

“Un Toque de Salsa China” es el nombre del documental realizado por Isidro Estrada (Laoyi) donde se ofrece una aproximación de a la cultura de la salsa en la China de hoy. Durante más de un año este periodista cubano, residente en Pekín, investigó, concertó entrevistas y produjo el material, junto a su colega china Guo Lingxia (Alicia).


Alicia -graduada de idioma español- ha trabajado en Cuba, España y México, por eso la cultura hispanoamericana no le es ajena, quizás por eso es una china diferente. El perfecto uso que hace del español condiciona que a ratos, olvide la nacionalidad de mi interlocutora, quien es traductora (chino-español) y redactora de la revista China Hoy. Guo Lingxia fue la productora, coordinadora, traductora, y fotógrafa durante todo el “cocinaíto” (como dirían los niños cubanos) de esta salsa china.

Un documental implica tiempo, paciencia y profesionalidad, aunque las improvisaciones son bienvenidas en la mesa de edición, después de un guión bien concebido. Siguiendo cantos de sirenas, sin reparar en los escollos, solo con recursos y financiamientos propios, Laoyi y Alicia siguieron la promesa de hacer la diferencia para llegar a su meta.

A finales de la década del 90, se abrió en Pekín el primer club de salsa, llamado “Latinos”, que cerró en 2007 por problemas económicos. Actualmente los clubes “Salsa Caribe” y “La Casa de David” gozan de la preferencia del público chino y extranjero. Pero el futuro de la salsa en China va más allá de la pista de baile, la academia o el negocio.

“Las perspectivas son inimaginables: desde espacios culturales, intercambios con latinos, gente decidida a invertir en el mercado de la salsa en china, no solo como un negocio, que desde su esencia es muy bueno, sino también como un gran espacio de acercamiento, de diálogo entre civilizaciones. Y ojalá, alguien se decida a hacer la primera película de salsa china. Ese sería el 'gran toque'”.

Baile y aprenda salsa en China
La Casa de David
Club Salsa Caribe
Otros lugares

Salsa en la web: artículos

Salsa, el origen del término
¿Qué es la salsa?

Salsa in Cuba. ¿Qué es la salsa?




sábado, septiembre 29, 2007

Consejo Nacional de Casas de Cultura: al rescate de lo espiritual en Cuba y más allá

Por Isidro Estrada (Cubarte)

A las actuales oficinas del Consejo Nacional de Casas de Cultura de Cuba (CNCC) en La Habana se llega salvando una empinada red de escaleras, capaces de dejar sin resuello al más entrenado. Como recompensa, una vez arriba, es posible conjurar el sudor y la fatiga del recorrido contemplando las inconmensurables y relajantes aguas del Estrecho de la Florida, o Golfo de México, u Océano Atlántico. En fin - como dijera el poeta -, el mar. Este detalle podría ser la mejor metáfora para describir el recorrido de la cultura comunitaria en Cuba en los pasados 15 años: tras remontar el escabroso promontorio en que se constituyó el tramo más duro del denominado Período Especial, cuando todo faltaba, la labor cultural de base está ascendiendo a promisorias alturas, tanto a escala nacional como fuera de la isla. En sentido recto y figurado, el aliento dejado en el camino se está recuperando con creces.

Abocada de manera definitiva a esta recuperación, Cuba ha comenzado a dejar atrás los años de crisis, adentrándose incluso en proyectos de colaboración en el marco de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), siendo Venezuela la primera y mayor beneficiaria en el exterior, según declara a Cubarte Guillermo Artiles, el flamante Presidente del CNCC. A Artiles ha correspondido llevar a cabo lo que una vez fueron acuerdos de la Comisión Mixta Cuba-Venezuela en el terreno de la cultura comunitaria y trasladarlos, al fin, del papel a la realidad.

Por su parte, Carmen Eguiluz, directora del área de Comunicaciones del Departamento de Relaciones Internacionales del CNCC, califica de “intenso” el intercambio con la república bolivariana y refiere que allá laboran en estos momentos dos funcionarios del Consejo. A seguido detalla que en breve saldrá hacia ese destino un contingente de especialistas para impartir talleres relacionados, entre otros temas, con la recuperación de la cultura comunitaria, a la vez que se crean condiciones de este lado para recibir agrupaciones culturales venezolanas. Se trata, acota Eguiluz, de difundir la experiencia cubana en Venezuela, que recibirá asimismo a nueve grupos artísticos procedentes de la mayor de las Antillas.

En ese sentido cita los casos de agrupaciones defensoras del patrimonio cultural en la isla como el Grupo Pozas de Cultura Isleña, Obakosó, de Cienfuegos y Oggundara, de Matanzas, de origen africanos estos dos últimos.

“Y lo más importante, destaca Artiles, es que todos los recursos financieros que entran al país como resultado de esta colaboración, se redistribuyen en proyectos sociales.”

Al constatar el salto cualitativo que implica salirse del marco geográfico local, resulta obligado un repaso de la situación del pasado inmediato, con vistas a aquilatar en su justa medida el progreso alcanzado. Una década atrás, como bien apuntan Artiles y Eguiluz, el movimiento comunitario, entiéndase en específico la labor con artistas aficionados, se deprimió en gran medida, como casi todos los órdenes de la vida nacional. La década de los 90 fue una etapa difícil, en la que el estancamiento parecía a punto de devorar todos los logros articulados desde 1959. “Como contrapartida, revela Artiles, hoy contamos con 500.000 aficionados en todo el país.”

Abundando en más cifras, añade que de las 327 casas de cultura diseminadas por todo el país, hay 314 en pleno funcionamiento. “A diferencia de La Habana, donde suelen residir los grandes artistas del país, las casas de cultura en provincias son la base de la programación cultural local. De ahí que seamos en especial rigurosos con la formación de aficionados en esos lugares,” explica el presidente del CNCC.

Destaca por otra parte que las diferencias previas existentes entre las funciones de casas comunales y municipales han desaparecido ahora, al convertirse todos esos establecimientos en casas de cultura vinculadas a las entidades municipales.

Dentro de esta cadena el eslabón principal son las casas provinciales, de las cuales hay 15 en toda Cuba.

En referencia a la labor esencial de las casas de cultura, Artiles puntualiza que si bien las mismas contribuyen a desarrollar talentos que luego pueden engrosar las filas de alumnos del sistema nacional de enseñanza artística, dichas instituciones tienen como principal cometido el mejoramiento integral del ser humano y la calidad de vida de cada comunidad.

A la par de las manifestaciones artísticas tradicionales (música, teatro, danza, artes plásticas,) las casas atienden talleres literarios, el mantenimiento de las tradiciones culturales locales y el programa audiovisual, que incluye apreciación cinematográfica. Las mismas se encargan también de brindar apoyo a los grupos portadores de cultura popular tradicional, de los cuales ya se cuentan 27 en todo el territorio nacional.

“En cuanto a actividades culturales a nivel de nación, acota Artiles, cerramos el año 2006 con 987.105 celebradas, las cuales corrieron a cargo de las mencionadas casas y los consejos populares.”

Para sustentar el referido nivel de calidad, al decir de Carmen Eguiluz, el CNCC coloca el énfasis de su quehacer en fomentar los talleres de apreciación y creación, siempre tomando en cuenta las preferencias regionales, que son tan variadas como gustos tiene la población cubana. Con el fin de encauzar esta labor, dice, existen centros provinciales y territoriales que disponen de mecanismos homologados con el CNCC.

Otro apoyo decisivo en este sentido es el de los instructores de arte, grupo que protagoniza un franco proceso de recuperación tras el período crítico de los 90, cuando cerró sus puertas la escuela encargada de formarlos. Dichos instructores se dividen en dos especialidades, a saber, los que radican a tiempo completo en las casas de cultura y aquellos que sirven de apoyo a la Brigada José Martí, vinculada esta última a las escuelas del sistema nacional de enseñanza. La mencionada brigada mantiene un horario curricular y extiende su labor por igual a la comunidad.

En la actualidad, al calor de la incorporación masiva de jóvenes a los nuevos centros docentes para instructores de arte en cada territorio, sus graduados reciben nuevas misiones, cada vez más complejas. “Hoy un instructor puede ocupar asumir tareas que quedan pendientes cuando una casa de cultura comunitaria queda cerrada por problemas materiales,” explica Artiles.

Pequeño recuento de un Consejo:

El CNCC tiene sus raíces en el Movimiento Nacional de Aficionados, que devino realidad incontestable e inmediata tras el triunfo revolucionario de 1959, cuando quedaron establecidos los Festivales de Aficionados, a los que podían acceder todos los ciudadanos con aptitudes para ello. En un principio se encargó de dicha tarea la Dirección Nacional de Aficionados y Casas de Cultura. Con el tiempo fue tomando cuerpo la idea de contar con personas dedicadas por completo a la enseñanza y promoción de diversas manifestaciones artísticas entre la población general. Nacían los instructores de arte. Después de 1976, según avanzaba el proceso de institucionalización en todo el país, se afianzó el desempeño de lo que se denominó más tarde Centro Nacional de Cultura Comunitaria. Hoy sus funciones las asume el Consejo Nacional de Casas de Cultura, que tiene como objetivo primordial velar por la correcta aplicación de las indicaciones metodológicas vigentes para el trabajo cultural y por el bienestar espiritual de cada comunidad.

jueves, septiembre 20, 2007

Porto sin mea culpa

Por Isidro Estrada (Cubarte)

Por espacio de 15 años, el popular actor cubano Manuel Porto ha dirigido con vocación de sacerdote uno de los proyectos culturales más ambiciosos y menos ortodoxos del país. Hoy, en medio de festejos por sus tres lustros de vida y resistencia, se habla de Korimakao con una mezcla de admiración y fe en las potencialidades del arte comunitario.

“No siento una gota de arrepentimiento,” afirma Manuel Porto con la mirada fija, como queriendo calzar lo dicho con el mismo aplomo y sentimiento con que ha encarnado a tantos inolvidables personajes en las tablas y pantallas cubanas. Frente a mí tengo a uno de los actores de la isla que más ha calado en el corazón de sus compatriotas en los últimos tiempos. Hace algunos años calificaba incluso entre los más cotizados de su gremio. Hoy mismo podría estar cómodamente sentado en una sala de La Habana, bebiendo buen ron y rechazando o aceptando guiones, llenándose los bolsillos a fuerza de protagonizar telenovelas, filmes y otras preciosidades de los medios masivos. Y, sin embargo, confiesa no tener mal de conciencia alguno por haberse ubicado a 180 kilómetros de una vida muelle, de las recompensas de la fama.

Contento se le ve sudar en el momento de la entrevista – y antes y después - , con el calor y la humedad intensos del poblado de Pálpite, en la Ciénaga de Zapata, de la vecina provincia de Matanzas. Unos minutos antes ha exhortado a sus compañeros de labor a no olvidar nunca la razón de ser del proyecto cultural comunitario que juntos han sustentado por más de 15 años: “ir siempre primero a donde están los más humildes, los que reciben menos, y hacerlo a cambio de nada, o mejor, a cambio de la sonrisa de un niño, de la expresión agradecida de un obrero o de un campesino.” Esa es la filosofía del Conjunto Artístico Comunitario Korimacao: servir de forja a mejores seres humanos decididos a ayudar con su arte a que otros seres humanos. No importa donde estén.

Esa misma fue la bandera que Manuel Porto enarboló allá por 1989, cuando Korimacao (en la lengua indígena vernácula kori significa hombre; macao es el molusco que lleva la casa a cuestas) era apenas una propuesta de promoción cultural, con el nombre de Proyecto Artístico Experimental Ciénaga de Zapata, según la concepción del fallecido Comandante Faustino Pérez. En la actualidad, cuando este hervidero de creatividad es sitio de peregrinaje obligado para decenas de artistas, funcionarios y periodistas, entre otros, la misma enseña sigue ondeando en las manos del hombre que, por otra parte, admite sin entrar en conflictos del alma que “no hay noche en que me acueste sin antes pensar en los estudios de TV, las cámaras, mi gente de allá, mis hermanos actores, los directores, a quienes extraño extraordinariamente.”

“Haré una película en octubre,” anuncia, para agregar que “después posiblemente haga un serial para la TV, en Santiago de Cuba, sobre la vida de Frank País, todo dentro de las posibilidades que me deja la institución, pues hay que terminar sus construcciones y otras cosas, para que alcance el nivel de realización artística al que aspiramos. Esto es además un llamado a la vanguardia artística. Tú mismo habrás reparado en que hubo problemas con el sonido. Es que hace falta capacitar a nuestros técnicos y se requiere que venga gente de alto nivel para enseñar a esos jóvenes. Nos pasan esas cosas. Pero es que cuando uno se enamora de un sueño lo pone en función de muchísimas cosas.”

Como para dejar bien en claro sus viejas lealtades, Porto reitera: “No me he ido de la TV, del cine, de la radio. No puedo vivir sin eso. Me he alejado en distancia de esos medios porque creo que estoy realizando una labor importante para mi país. Hacía falta que alguien la acometiera y yo di el paso al frente.”

“No es menos cierto -sostiene- que desde el punto de vista actoral quizás yo haya dejado de hacer muchas cosas en TV, pero he hecho otras que me compensan, como saber que hemos formado jóvenes, no solamente en el arte, sino en su conducta. Muchachas a las que quizás salvamos de la prostitución, o a jóvenes de delinquir. Eso compensa haber dejado de hacer una aventura, o una novela, o una película.”

Todo camino comienza por un paso

Tres lustros atrás, con su solitario paso al frente, para citar el viejo proverbio chino, Porto comenzó una prolongada andadura. Un sendero que si bien se vislumbraba promisorio desde su misma concepción, ha estado por igual preñado de dificultades, desencuentros y escollos. Baste decir a modo de ejemplo que de los 70 fundadores, sólo tres se mantienen aún en la nómina activa del conjunto. Pero incluso para los que por diversas razones fueron quedando en el camino, Porto tiene palabras de reconocimiento cuando dice: “los que no creyeron fueron los que más fuerza nos dieron para demostrar que sí se podía hacer. Lo mismo que aquellos que nos abandonaron en algún momento.”

Al evocar los tiempos iniciales recuerda que “la dirección de Cultura provincial todavía no nos digería muy bien, pero eso fue cambiando.” De cara a los que él denomina como adversarios de sueños, pero no enemigos, sino “compañeros tan revolucionarios como nosotros,” se fue imponiendo una etapa de convencimiento y reafirmación. Corrían los muy complejos tiempos de inicios del Período Especial – cuando todo escaseaba y el porvenir se presentaba ataviado con inciertas prendas. Entonces, agrega, “había distintos pensamientos sobre hacia dónde había que dirigirlo todo.”

“En el Período Especial cabía pensar que hubiera compañeros que se opusieran a la locura, a la quimera de crear una institución artística en el territorio que antes de la Revolución había sido el más atrasado de Cuba, ante la situación que vivía el país, que imponía cosechar mucha vianda para que la gente resolviera. Era un poco una quimera, pero nosotros defendíamos que era el momento de sembrar en la mente y el sentimiento de los seres humanos a través del arte para poder producir más.”

En sus palabras, “esta historia podemos separarla quizás en tres o cuatro etapas muy importantes de la institución. Los años de su fundación alrededor de la figura de Faustino (Pérez), autor intelectual y promotor mayor de esto que hoy estamos conmemorando aquí. La etapa que viene después de la muerte de Faustino, hasta los años 2000, y la etapa después del 2001, tras la visita del Comandante Fidel Castro a esta institución. En estas etapas no existía nada de lo que hoy tenemos. En la primera lo que había era un campamento de pioneros y dormíamos en las carreteras, aunque ya apoyados por Faustino y los compañeros de Cultura Provincial, los compañeros del Gobierno Provincial, como Granda, el compañero Armando Hart como Ministro de Cultura.”

“Quizás muchos no se den cuenta de la grandeza que tiene que en este pedacito de tierra la Revolución haya creado, y esté creando, una institución como ésta. Quizás algunos no tengan la visión del Comandante cuando nos dijo: ‘Esto no es sólo importante para la Ciénaga; es importante para Cuba.”

“Creo que el mundo está muy tenso, muy escabroso. Están ocurriendo cosas terribles en el mundo y este pedacito de tierra y este país están en la Tierra, no en otro planeta. Y hay que definirse, como artista y como ser social, como creador y como ente político, y saber qué es lo que uno defiende con su instrumento de trabajo, que en nuestro caso son la creación y el arte. Se trata de llevar a los seres humanos, a través de ese arte, la expresión lo más acabada posible de los logros de nuestra sociedad. Y para eso se necesitan buenos seres humanos, gente cargada de amor, de desprendimiento, para hacer un arte como el que hacemos aquí, sin consumo, sin mercancía, con otras raíces – sin criticar aquél-, pero éste lleva más renuncia, esfuerzos y sacrificios .”

Porto se mueve incansable. Con el mismo talante que atiende a los funcionarios visitantes, vela por sus compañeros de proyecto o pone oído a la prensa. Arenga, exige, ríe, maldice cuando algo sale al revés o demora, y al caer el sol termina cortando una gigantesca tarta que rememora los 15 años más exaltados de su existencia. “¿Cómo ves esto, periodista?” interroga ahora, apoderándose por un momento de la función de su interlocutor. Todavía sobrecogido para bien por lo que me rodea, temo errar en mi valoración y concluyo hablándole de otro territorio visitado, donde me consta que alguien como él haría maravillas en el tema de la cultura comunitaria: La Caridad de Los Indios, en el municipio Manuel Tames, provincia de Guantánamo. Autoridades y pobladores de esa zona oriental me confiaron en algún momento su preocupación por cierto estancamiento en su Casa de Cultura. “A ver si la prensa nos tira un cabo,” solicitaron. Le reconstruyo la “película Guantanamera” a Porto y de inmediato su mirada vuelve a quedar fija en algún punto, calibrando quizás un nuevo sueño, sin importar su ubicación geográfica. Quién sabe cuántas telenovelas seguirán esperando por él.

Recuadro

Cronología mínima del Conjunto Artístico Comunitario Korimacao

7 de diciembre de 1989 - Manuel Porto llega a la Ciénaga de Zapata para filmar la serie de televisión Cuando el agua regresa a la tierra. Poco después nace la idea del proyecto Korimacao, tras su entrevista con el Comandante Faustino Pérez, principal promotor del proyecto.

12 de marzo de 1992 - El Ministerio de Cultura aprueba el proyecto.

13 de agosto de 1992 - Se inaugura el proyecto.

2 de diciembre de 1992 – Korimacao se estrena con la obra teatral La Hoguera, con motivo del aniversario 36 del desembarco del yate Granma.

24 de diciembre de 1992 – Muere Faustino Pérez.

13 de marzo de 1993 – La denominada Tormenta del Siglo causa graves daños a la economía nacional, lo que incide en una amenaza de paralización para el Proyecto Korimacao.

24 de mayo de 1994 - Tras la época incierta que sigue al fallecimiento de Faustino Pérez y los estragos de la Tormenta del Siglo, renace el proyecto.

19 de abril de 2001- El Presidente Fidel Castro visita la sede del proyecto y ofrece ayuda.

2003 – Se aprueba primer presupuesto para renovación de proyecto.

Febrero de 2004 - Comienzan las obras de ampliación de las instalaciones culturales y de vida del proyecto en el batey de Pálpite.

13 de agosto de 2007 – Korimacao festeja su decimoquinto aniversario, con importantes obras arquitectónicas a punto de conclusión. Su ampliación deberá ser antesala para el funcionamiento de un Centro Internacional de Arte Comunitario, viejo sueño de su fundador, Manuel Porto.