Coppelia: La Catedral del Helado
Por Rafael Lam (CubAhora)
Los antecedentes de los terrenos de Coppelia, antes de 1958, se remontan al hospital Reina Mercedes. Se decidió demolerlo para construir otro hospital, pues los terrenos eran muy codiciados por su ubicación.
Después pretendieron edificar un rascacielos de 50 pisos, pero vino el cambio social de 1959 y se detuvieron aquellos planes; entonces la heroína de la Sierra Celia Sánchez tuvo la encomienda de organizar un Pabellón de Turismo, y pidieron prestado el terreno para reproducir las montañas, lagos artificiales, escenario flotante, bar, cafetería y restaurante para 500 usuarios.
El Pabellón se mantuvo por un año y después se aprovecharon algunas de las instalaciones para el centro recreativo llamado Nocturnal.
En 1966 se celebraba en el Hotel Habana Libre un evento internacional y Celia Sánchez decidió convertir la zona recreativa en un espacio más silencioso y familiar, por lo cual se ideó la creación de una gigantesca heladería.
El arquitecto Mario Girona ya había trabajado en el proyecto Guama, de la Ciénaga de Zapata, también bajo la atención de Celia Sánchez: "Celia me llamó -expone Girona- para que me hiciera cargo como arquitecto principal y único. Yo estaba un poco confundido y anonadado, pues no existían referencias de una heladería tan inmensa, eso eran cosas de los nuevos tiempos y había que asumirlas. Concebí el croquis en una semana, posiblemente influido formalmente con mi anterior obra de Guama.
"Para dar cierta intimidad, se diseñaron cinco espacios pequeños, una amplia cancha dividida en tres, y un piso en los altos, también separada por secciones. Tuve la intención de propiciar que el usuario no se sintiera aplastado, y se encontrara con cierta intimidad a escala humana. Se situó un amplio parqueo y una frondosa vegetación natural, que no importunara y se integrara en alguna medida con el exterior.
Existen opiniones divididas: unos arquitectos plantean que Coppelia rompe con un área de rascacielos, otros piensan que es como un oasis de refugio ante el tráfico de personas y vehículos por la zona. La Torre Eiffel también rompe con la armonía de París y finalmente se convirtió en el símbolo de la Ciudad Luz.
"La presión de la edificación fue muy grande - recuerda Girona-, se trabajó durante 24 horas en esos seis meses. Se prepararon por el sistema prefabricado, buscando la repetición de elementos estructurales como vigas y elementos de cubierta. Finalmente se concluyó la ciclópea obra en tiempo. Y por esas cosas de la vida, ni siquiera tuvo ceremonia de inauguración. Un buen día se abrió, justo en junio de 1966, se empezó a vender, la gente curiosa entró y a saborear helados. La concepción tuvo tan buena aceptación que se llenó y nunca más se ha dejado de llenar".
El primer administrador de la heladería fue Jorge Jorge, procedente del Hotel Nacional de Cuba: "El destinado a dirigir Coppelia no era yo -explica Jorge Jorge-, sino Raúl Guzmán, quien administraba el Carmelo de Calzada, pero él enfermó y apurados me llamaron a mí; Celia Sánchez lo supervisaba todo. No se abrieron todas las áreas de pronto, se fueron habilitando espacios, mesas y sillas. Preparamos algunas muchachas, le cortamos el pelo y uniformamos para un turno de 9 AM a 5 PM. Se fue presionando para llevar el turno hasta las 9 de la noche; las muchachas no aguantaban y entonces preparamos dos brigadas. Por cierto que en ese 1966 vino un ciclón y bajo ciclón y todo servimos helados".
Con relación a la cantidad de sabores hay muchos criterios, unos hablan de 51, pero Jorge Jorge asegura que fueron 43. "La historia fue de la siguiente manera: En Estados Unidos existía una firma con 35 sabores, y nosotros contábamos con un especialista que podía subir la parada, pero él quería marchar al extranjero; entonces hizo el compromiso de multiplicar los sabores y después se liberaría. Se echó mano a las frutas cubanas: mamey, anón, mango, coco y muchas variedades con dulces y flanes, suero, serpentinas, y la Copa Lolita, algo fenomenal".
Mario Girona significa que Coppelia se hizo para competir con la famosa heladería estadounidense Howard Johnson, que casualmente se presentaría en la Exposición Mundial de Canadá en 1967. "Nosotros llevamos un diseño de casita de madera de majagua muy bonito todo, con nuestros 43 sabores a todo dar. La Howard Johnson se presentó con una casita de diseño tradicional con techo americano, a cuatro aguas y un helado bien cremoso. Coppelia gustó en la Expo de Canadá y los extranjeros que vienen a Cuba quieren probar nuestro helado, que tiene algo especial".
Los helados en Estados Unidos son poco dulces, y los cubanos empleamos nuestra sabrosa azúcar. Por otra parte, Cuba es muy bondadosa en frutas de exquisito sabor, como son los mangos biscochuelos del Caney, en la región de Santiago de Cuba, por solo mencionar un ejemplo.
En Coppelia se gestó, en cierta medida, la Nueva Trova con la presencia de Silvio Rodríguez y sus amigos poetas. Silvio lo cuenta así: "casi todas las noches nos dábamos cita en la heladería Coppelia un grupo de amigos. La hora del encuentro era aproximadamente la medianoche. Allí en las mesitas al aire libre, las más cercanas a la calle 23, bajo los árboles y las luces ocasionales de los murales lumínicos del Habana Libre, saboreábamos interminables granizados de chocolate bizcochado e intercambiábamos poemas, relatos y canciones… Casi siempre eran las mismas caras; Victoriano de las Casas (Víctor Casaus.), la gacela oriental (Guillermo Rodríguez Rivera), Wichy el Rojo (Luis Rogelio Nogueras), Alí Fuent. (Jorge Fuentes) y yo. No omito a los demás, solo que esta historia concierne directamente a los que nos había picado el bicho de la poesía. Era una época de descubrimiento. El mayor de nosotros no tenía más de 23 años de edad y éramos una suerte de ciclones, descubriendo mediterráneos y echándole el ojo y la garra a cuanto había en el mundo… Un día -realmente no recuerdo quién-, dijo como en broma: Caballeros: el primero de nosotros que vaya a Paris tiene que llegarse a la tumba de Vallejo. De Coppelia yo pasaba al club Cóctel a cantar con Teresita Fernández. Del Cóctel pasaba a La Zorra y el Cuervo a escuchar son con Neneíto. Y cuando estaba bien vestido visitaba el Monseigneur, para ver al Bola de Nieve. Fue una etapa muy bonita, una época de bohemia, de cuando tenía 20 años y muchísimas ganas de cantar. Y Coppelia estaba en la otra esquina. Yo en esa época lo único que bebía era helado y leche fría. Quizás algún día escriba todo esto".
Esta es la historia de Coppelia, de la Gran Manzana de ocho mil metros cuadrados. Ya La Habana no sería la misma sin Coppelia, allí se gestó la trova moderna, algunos espectáculos de los cabaret de hoteles, el ritmo Pa’cá, la película nominada al Oscar Fresa y Chocolate, que le dio a Coppelia el sobrenombre de "La Catedral del Helado". Allí se desarrolló el Boom de la Salsa Cubana, porque Coppelia es -como dicen los salseros- "La especulación de La Habana". O como expresarían los seguidores de la primerísimo bailarina absoluta Alicia Alonso: Coppelia es un clásico del ballet, capaz de hacerle la boca agua a cualquiera…
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