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lunes, enero 25, 2016

DECLARACIÓN PROTESTA DE LA ASOCIACIÓN CULTURAL YORUBA DE CUBA


Tomado del sitio en Facebook de la Asociacion Yoruba de Cuba

 La Regla OCHA-IFA (Santería) Religión Cubana de Origen Africano es más que eso, es historia, es cultura.

Los Esclavos Africanos, traídos a Cuba a pesar de habérseles impuesto otra Religión, La católica continuaron adorando a sus dioses hasta nuestros días, dando origen a lo que es hoy La Cultura y Religión Yoruba en Cuba. Esos Esclavos, los negros, los criollos, componen hoy la población Cubana, y somos nosotros los yorubas los encargados de divulgar los valores de nuestra religiosidad, de la moral y la integridad de nuestros ancestros. Haciendo saber que, tenemos valores, que nada tienen que envidiar a los eruditos, pues es sabido que toda la civilización descendió de África.

En Cuba los Yorubas, no somos discriminante, nunca hemos tenido guerras étnicas o de género, como se pretende ver en estos días, somos ciudadanos correctos, abuelos, padres, hijos, trabajadores, estudiantes, amas de casa y jubilados, fieles creyentes de una Fe y una Cultura que no podemos desprender de esas costumbres y hábitos por derecho propio.

Existe en Cuba La Institución Religiosa Asociación Cultural Yoruba de Cuba con Objetivos muy definidos a seguir como, ¨Hermanar a los Hombres, Acto Supremo de Cultura¨, Fue aprobada como Asociación por el Ministerio de Justicia en 1991 y agrupa dentro de sus Asociados, más de 27000 Nacionales y más de 7000 Extranjeros, consta además con 1 Filial en cada Provincia Nacional y 107 Filiales en el exterior, en su Sede se desarrollan talleres, conferencias, actividades culturales y se encuentra el único Museo de Los Orichas en el mundo occidental, siendo además reconocida su labor por distintos países y por sus lugares de origen, como El Congo, Benín y Nigeria.

Nuestros Esclavos, Yorubas, derramaron su sangre en estas tierras, fueron alejados de las suyas y de sus familias, llegaron despojados de sus bienes materiales, fueron obligados mediante el látigo al trabajo forzoso, trajeron consigo sus costumbres y sus dioses como esperanza de evadir el destino impuesto por la colonización. Se impusieron al tirano con sabiduría creando un sincretismo con los dioses conquistadores, surgiendo así, la maravillosa idiosincrasia colectiva que hoy enriquece nuestra cultura muy a pesar de todo esfuerzo en su contra, manteniendo viva nuestras raíces religiosas.

La Religión Yoruba o Regla Ocha-Ifa ha sido siempre difamada, atacada, mal tratada, incluso obviada en la historia. Nuestros mares, campos y ciudades son testigos de la confirmación de nuestra legitimidad.

Somos marginados y catalogados como forajidos, nuestra religión estuvo en el código penal como delito común, existieron tabúes como el de no dejar iniciar a niños y que los iniciados no podían formar parte del sistema gubernamental, incluso, algunos fueron expulsados de sus trabajos por sus creencias, con la apertura religiosa se ganó en forma y fuerza y así despertó, la verdadera fuerza de la Religión Yoruba.

Nuestros Dioses y Ancestros, con su fuerza de valores la han hecho llegar a nuestros días y más que Religión, Música y Baile, han formado nuestra propia Cultura y Cubanía.

Desde su Liberación, nuestros Ancestros, hombres y mujeres, se incorporaron al movimiento de libertad en cuba y la gran mayoría participó activamente en las Guerras de Independencia, personalidades como Antonio Maceo, José Maceo, Guillermo Moncada, Quintín Banderas, Felipe Espínola, Aracelio Iglesias, Celia Sánchez, Juan Almeida Bosque, entre otros, se destacaron en las luchas por la Libertad de Cuba. Es con sangre inmensamente Yoruba que se crearon las bases de nuestra independencia y nuestra soberanía, con sangre y sudor Yoruba se defendieron a los estudiantes de medicina fusilados por el ejército español, pero, la sangre yoruba también ha sido derramada en las misiones internacionalistas por la liberación de varios países como Etiopia, Mozambique, Haití, Angola, Congo, Yemen, Nicaragua y Granada, en fin, donde se nos ha llamado, ahí hemos estado.

Los Yoruba de Cuba siempre hemos aceptado a todos como igual y la historia recoge que no hemos agredido ninguna religión, incluso perdonamos a nuestros conquistadores aceptando sus dioses entre los nuestros, llegamos colonizados, tuvimos que adaptarnos a una nueva e impuesta vida y sin labor proselitista nos hemos difundido en el mundo.

Nosotros los practicantes y seguidores de la Religión Yoruba, conocida como Regla de Ocha-Ifa, o conocida Internacionalmente como ¨La Santería Cubana¨, continuadores de los valores inculcados por nuestros ancestros, hacemos esta DECLARACION PROTESTA en contra de la realización de la Serie televisiva ¨Santería¨ dirigida por Alejandro Brugués, la cual pretende mancillar Nuestra Cubanía, Nuestra Cultura, Nuestra Religión Yoruba, Nuestra Religiosidad, La sangre derramada por tantos hermanos yorubas, usando como trama principal, una supuesta guerra secreta en cuba entre sectas de la religión yoruba, las cuales, supuestamente, generan varios asesinatos, mostrándonos al mundo como pandilleros y como delincuentes, lo cual es una agresión a nuestra identidad cultural cubana.

DECLARAMOS además que, No aceptamos estas falacias y felonías en contra de Nuestra Cultura y de Nuestra Religión; Sabemos que somos muchos y que unidos, nuestras voces se escuchan y así lo hemos demostrado en nuestra historia, que juntos, tomados de las manos hemos luchado contra nuestros enemigos.

Exigimos y Alertamos a todos los que tengan la Autoridad o Responsabilidad Cívica a tomar medidas para evitar la realización de esta Serie en nuestro país y Abogamos para que, no se tomen en el futuro decisiones a espaldas de Nuestra Institución que competen solamente a La Institución Religiosa Yoruba de Cuba y sus distintos Consejos de Mayores.

A nuestros seguidores, les pedimos que, alcen sus voces en una sola y se unan a esta declaración.

Firmado en nuestra Sede por:

Junta Directiva de La Institución Religiosa Asociación Cultural Yoruba de Cuba

Consejo de Sacerdotes Mayores de IFA de La República de Cuba

Consejo de Sacerdotes Oriayé Mayores de La República de Cuba

Consejo de Sacerdotisas Iyalochas Mayores de La República de Cuba

Consejo de Sacerdotes Babalochas Mayores de La República de Cuba

Consejo de Sacerdotes Jefes de Cabildos de La República de Cuba

Consejo de Sacerdotes Mayores Arará de La República de Cuba.

Consejo de Sacerdotes Presidentes de Casas de Santo de cada Provincia.


A los 25 días del mes de enero del 2016



miércoles, febrero 04, 2015

ADIÓS A CELINA, LA REINA DEL PUNTO CUBANO

La popular Celina González, una grande de la música campesina, falleció en la mañana de hoy tras una larga enfermedad


Foto: Marianela Dufflar
Celina González, conocida como la reina del punto cubano, falleció hoy miércoles a los 85 años de edad, tras una larga enfermedad, según han informado a Granma fuentes oficiales del Ministerio de Cultura.

La popular cantante y compositora, retirada hace años de los escenarios por su enfermedad, fue ovacionada en los mejores teatros y estadios del mundo. Cantó junto a Benny Moré, Marbarito Diez, Nat King Cole, Pedro Vargas entre otros.

Practicante, desde muy joven, de la religión afrocubana Regla de Osha o Santería, la intérprete popularizó el famoso canto a Santa Bárbara o ¡Que viva Changó!

A mediados de los años 40 del siglo pasado conoció al guantanamero Reutilio Domínguez Terrero, un guitarrista espectacular y notable, segunda voz, formando con él en 1947 el famoso dúo de Celina y Reutilio.

En 1964, el dúo se separó y Celina González comenzó su futura carrera como solista. Algunos años después (1981) formó dúo con su hijo Reutilio Domínguez con el objetivo de rescatar parte del repertorio del antiguo dúo con Reutilio su esposo. Con él grabó en 1999 el disco 50 años como una reina, nominado en el 2001 al Grammy Latino

Celina mereció el Premio Nacional de Música en 2002.

Más adelante, Granma ampliará detalles sobre sus honras fúnebres.


ARTÍCULO RELACIONADO

Celina, la reina de los campos de Cuba
Por Amelia Duarte de la Rosa (Granma)

sábado, enero 03, 2015

NINÓN SEVILLA, APORTE CUBANO A LA EDAD DE ORO DEL CINE MEXICANO


Ninón también participó en el boom de las telenovelas mexicanas, pero su gran pasión fue indudablemente el cine

Por Pedro de la Hoz (Granma)

 
Cuando nació en La Habana el 10 de noviembre de 1929 se llamó Emelia Pérez Castellanos. Al partir el último miércoles en Ciudad de México a los 85 años, víctima de un ataque cardiaco, el mundo la despidió con el nombre con que iluminó la marquesina de los teatros, encandiló la vista de los asistentes a las proyecciones fílmicas que protagonizó e hizo época con su estampa: Ninón Sevilla.

Ninón fue una de las estrellas más rutilantes de la edad dorada de la pantalla mexicana hacia la medianía del siglo pasado, particularmente en el llamado cine de rumberas.

Aunque bailó y cantó en teatros y centros nocturnos habaneros, su fama comenzó a cimentarse al viajar a México, integrar el espectáculo de la argentina Libertad Lamarque y debutar en la película Carita de cielo (1946), de José Díaz Morales, donde desempeñó un papel secundario.

Este mismo director la situó nuevamente en el elenco de Pecadora (1947) y Señora Tentación (1948), y en ese propio año com­parte faenas con Agustín Lara en Revancha, de Alberto Gout, y Coqueta, de Fernando Rivera.

Pero la consagración vino en 1950 al protagonizar Aventurera, de Gout. El papel de Elena, una joven vedette que se debate entre una trama prostibularia, los deseos de venganza y el amor, la convirtió en un ícono del cine mexicano.

Filmó 22 películas, y entre ellas, además de las mencionadas, guardaba en su memoria un lugar especial para Mulata (1954), de Gilberto Martínez Solares, rodada en La Habana y en la que alternó con Pedro Armendáriz; y Yambaó (1956), de Alfredo B. Crevenna, rodada también en Cuba, donde  asume el papel de una trágica santera y canta y baila temas musicales compuestos para ella por el maestro Obdulio Morales.

Ninón también participó en el boom de las telenovelas mexicanas, pero su gran pasión fue indudablemente el cine. Tanto que cuando fue llamada en 1981 por Mario Hernández para sumarse al reparto de Noche de carnaval, le puso el extra necesario para adjudicarse el Premio Ariel de actuación, máxima recompensa anual de la cinematografía mexicana.

Su país de adopción le dio, entre otras satisfacciones, el premio Diosas de Plata Dolores del Río en reconocimiento a su trayectoria cinematográfica en el 2009. El año pasado fue objeto de un homenaje de parte de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas y la Cineteca Nacional.

Miguel Barnet, al conocer el deceso de la actriz y bailarina la evocó como “una mujer intensamente cubana y de muy vivo ingenio, símbolo máximo, junto a Amalia Aguilar y María Antonieta Pons, de una estirpe que llevó la rumba por los caminos del cine”.

El Estado cubano le confirió en 1995 la Distinción por la Cultura Nacional y en el 2009 la Unión de Escritores y Artistas de Cuba la honró con el Premio Internacional Raquel Revuelta.


lunes, mayo 26, 2014

¿CONOCIÓ USTED A LUIS CARBONELL?

Por Reynaldo González (Cubadebate)

Maniática recurrencia generacional el “borrón y cuenta nueva”, más si en la vida ocurren hechos tan definitivos como un revolcón de las costumbres y del régimen social. La Revolución nos dio ese removión de padre y muy señor mío. Replanteamos todo —y cuando escribo “todo” pienso todo—, incluidas viejas eficacias en el enfoque, disfrute y análisis del entretenimiento, ese inefable “matar el tiempo” (¿alguien se preguntó por qué?) traducido en una acción-inacción-sublimación consumística, en bien y en mal, que embelesa y distrae pero no siempre deja huellas. Cuando accediendo a ciertos reclamos pensamos en ese acom­pañante involuntario pero persistente que es el entretenimiento —cuántos crímenes en tu nombre—, desarrollamos la manía de negarle todo aporte, ignorando cuanto de él va con nosotros. Nos dejamos arrastrar por sus artilugios ilusionistas. Formamos filas entre los apocalípticos y los integrados, analizados bien y a tiempo.

El mundo del espectáculo, donde “tener o no tener pista” es la cuestión, de la pequeña a la gran pantalla, con sus inmensos ecos en la conciencia colectiva, cuanto puede resultar insípido o suculento, según los ingredientes, es algo que casi no atendemos porque fluye con mecánica propia. Creemos conducirlo pero nos conduce, seleccionarlo pero nos selecciona. Es de lo que no escapamos y le hacemos mil inadvertidas concesiones, hasta que termina conformando criterios, roles y, sobre todo, el gusto. En fin, esa pesadilla gentil que ya acumula frondosos estantes de literatura semicientífica, semidocta, proverbialmente desatendida por quienes merecerían asomarse a sus laberintos, esos “realizadores” que insisten en las fórmulas fatigadas y sus vicios inherentes, consumidores habituados (¿adictos?) a sus estridencias, la tan promocionada idiosincrasia que dicen representar y en nombre de la cual cometen innúmeros delitos.

Pero cuando abordamos el arte de alguien que surgió en ese medio, debemos verlo en él y desde él, y en su individualidad, casi a contracorriente. Es lo indicado al observar a Luis Mariano Carbonell. Él se debió a esos sospechosos vehículos, en ellos ocurrió su “lanzamiento” (palabra que evoca el cosmos ancho y ajeno). A ellos agradece el arraigo que hoy tiene en el público de nuestro hemisferio. Fue designado “acuarelista de la poesía antillana” con similar alevosía que esplendidos locutores debieron arrastrar títulos como “la voz de oro”, “la voz de plata”, “la voz de cristal”, incluso una nadería, “voz de voces”, ya agotados los yacimientos metalúrgicos, la fauna y la flora, terrestres y marinas. Era una de las recetas publicitarias de la época, el momento en que los medios de difusión comercial alcanzaban su mayor auge en Cuba y desde ella, la prodigiosa década de los cincuenta. Avalado por un augural triunfo newyorkino, aterrizaba en su Isla —nadie es profeta desde su Isla— ese mulato santiaguero dispuesto a conquistar un público que por lógica le pertenecía.

A Carbonell lo “lanzaba” la empresa que resultó hegemónica luego de una enconada polémica que incluyó robo de cerebros, ruina empresarial, un suicidio y la omnipresente injerencia extranjera, con su modus operandi disfrazado de modernidad, de sociedad anónima. Al frente, un cubano como fachada, Goar Mestre, llamado a ser el zar de la radiotelevisión latinoamericana. Era el gran momento del Circuito CMQ, la Radio City habanera, cuerpo y presencia en el majestuoso cine Wagner, emporio de hormigón armado, Xanadú de la radiomanía tropical: Radiocentro. El edificio semejaba la ballena blanca, su dentadura voraz asomada a la calle L del Vedado, con sus tragaderas retadoras, y el cuerpo constituido de oficinas, estudios y una ambición monopólica. Desde esa torre refrigerada Goar Mestre vio pasar el cadáver de su adversario, Amado Trinidad Velasco, empresario arruinado de la rival RHC-Cadena Azul. Le obsequió un sonoro minuto de silencio mirando el reloj con ansiedad calculadora, y movió los hilos de su flamante negocio.

En el staff quedaba incluido un declamador estrella, que ya lo era en verdad, Luis Carbonell. En tan arremolinada circunstancia debutaba con una expresión artística ya depurada, paradoja que sólo explican su enorme talento y su autoexigencia. Tenía por delante un camino colmado de obstáculos. Por La Habana y por otras capitales latinoamericanas habían pasado Berta Singerman y su ejército de imitadores. De la recitación hicieron algo electrificado, tremante —un mal de Parkinson de la voz—, con ínfulas de tragedia griega, tiaras, cortinas movidas por vientos de tormenta en foro romano. Todo aquello aplicado como prótesis escénica a textos criollos y españoles, cargados de ritmo, retruécanos y grandilocuencias. El verso, el pobre verso quedaba en puro efectismo. Si alguien escuchaba el anuncio del “declamador”, se erizaba de pies a ca­beza, pues en aluvión le caerían “La marcha triunfal”, “El duelo”, “La lágrima infinita”, los más apasionados ripios, o buena poesía reducida a sonoridad de ultratumba y gestos marmóreos. En la programación rutinaria dominaban los sollozos y desgarramientos de la siempre borrascosa pareja sentimental, las radionovelas. Las ondas hertzianas estaban dominadas por los arquetipos machomacho y hembrahembra, con violines y atabales frenéticos para los momentos clímax, que eran todos.

En esos predios entraba Luis Carbonell, con gracia no de dios sino de persona, no de augur sino de mulato de la calle, cargado de picardías espontáneas. Tenían buen decir, extraordinaria dicción y una rigurosa disfrute di selección de textos que representaban lo contrario del repertorio a que estaba acostumbrado el respetable. Iba de rompeolas, de equilibrista sin malla protectora. Varios elementos lo diferenciaban al recién llegado. El primero: un sentido del ritmo, totalmente nuestro, caribeño y antillano, contagioso para multitudes del patio y seductor para quienes asimilaban las noches cubanas como aventuras de las sensaciones De ahí su “colorismo”. Pero entre la sonora fauna radiotelevisiva integrada por incontables “novias de América”, damitas y galanes —con un inexplicado “el galán de los galanes”—, Carbonell estaba destinado a sobresalir porque lo suyo era auténtico, tan popular como riguroso. Representaba una cultura real, palpitante, no el manierismo de sus tópicos. Sin quedarse en el pintoresquismo facilista, su arte también constituía un filón exportable. Era Cultura con mayúscula y Autenticidad ídem.

Crecido en una familia de músicos y recitadores, con un innato sentido de la escena que ampliaba el tesón del estudio, Luis Carbonell podía burlar las zancadillas de un medio viciado en la realización y en la fruición. Sus manos adquirían una novedosa expresividad al recitar, pero también ganaban la resonancia del piano con una ligereza y un oficio insólitos. Su acendrado paladeo de la música ayudaba a sus presentaciones. Traía en la voz algo de bongosero tradicional, decantado por un refinamiento criollo, la flexibilidad de lo vivido y asumido. Sonaba distinto. Era inimitable. Sentaba plaza única, que no alcanzarían sus imitadores, pues al remedarlo sin sus atributos, se imponía un trasunto de vulgaridad inexistente en él.

En algunas presentaciones unió su esfuerzo al de genuinos talentos musicales. Pero no era el guarachero burdo, ni se resignaba al sonsonete “para turistas”. Sabía sacar a todo un brillo peculiar, que le venía de la música misma. Pronto fue conocido como alguien que “sabe de música”. Su nombre se asoció al de cantantes y arreglistas hasta el punto en que más de un movimiento expresivo musical cubano de los últimos cincuenta arios le debe el éxito a su orientación. Daba clases y ayudaba a quienes deseaban adquirir un oficio que resultaba atractivo y eficaz. Conjuntos vocales recurrieron a su experiencia. Devino promotor de discos de novedad innegable, incluso en predios norteamericanos, tenidos como Meca de la discografía, como paso con uno de Esther Borja, donde, además de arreglar y acompañar al piano, logró la multiplicación de la voz por primera vez, recurso ahora muy socorrido. Y continuaba siendo “el acuarelista de la poesía antillana”, lo que ejercía con jubilosa creatividad.

Entre las figuras representativas de un arte autóctono latinoamericano, sin lugar a dudas señorea Luis Carbonell. Sus grabaciones rompen record de venta en las casas especializadas de los barrios “hispanos” de Nueva York, Filadelfia, Chicago o Los Ángeles, sin contar en La Florida , en rediciones piratas que reiteran un período del desarrollo de Carbonell, nunca negado pero si superado por el artista. En Puerto Rico, Colombia, Venezuela, México, Santo Domingo y otros países es un símbolo de la escena caribeña, junto al movimiento de la salsa. Se ha integrado a una cubanidad exportada y explotada con gran éxito comercial. En su Cuba natal ha sido presencia permanente del teatro, la televisión, la radio, el cabaret que vio nacer sus “estampas”. Sus giras desbordaron el ámbito latinoamericano con donaire insólito, en escenarios del mundo impuso sus negros bembones, sus mulatas arribistas o conquistadas por la furia rumbera, sus chéveres del litoral habanero, pero también un signo de distinción que sorprende con arte mayor donde esperaban solo el género popular.

Para cierto público representa la fijeza de una fruición que otros consideran vencida. Los exigentes se sorprenden con la maestría de un arte cada vez más raro. Cuando me pidieron una definición de su presencia escénica, lo califiqué como el primero y el último de una estirpe. Provoca la imitación, pero quien lo imita fracasa. Él soslayó el obstáculo de la grandilocuencia y el engolamiento que lamentablemente tipificaba lo recitativo, quizás un fatum adquirido con la palabra “declamación”. Lo recuerdo deshaciendo prejuicios en la Casa de las Américas, en La Habana, diciendo como nadie cuentos de Armando Leyva, Antón Chejov, Virgilio Pinera; poemas de Mello, Palés Matos, César López, Nazoa, Korsi, Ballagas, Guillen. Un público ansioso pero no tan avisado, se sorprendió con otro Luis Carbonell, alejado del esquema publicitario, sin que por ello desdiga de sus estampas, dichas como nadie.

Los medios masivos no siempre reciben la labor más ambiciosa y seria de este creador y recurren a sus éxitos más viejos. Por eso, aquella noche, junto al gesto preciso, la entonación exacta y una presencia que mantiene su calidad hasta devenir consustancial, Carbonell mostró otros caminos de su quehacer histriónico. Fue del piano al proscenio. Ejecutó obras de castigada autoridad y elevó la voz para recrear piezas que no son oratorias o recitativas. Con idéntico rigor que en sus pasos anteriores, Carbonell ha incluido en su repertorio cuentos dichos como fueron escritos. Soslayan la temática del afrocubanismo, amplían sus posibilidades para llegar a un público más exigente. A ese otro Luis Carbonell me referí antes (Granma, La Habana, 16 de junio de 1984), para advertir a los espectadores sobre un rigor no previsto. Es el que incluye en su repertorio obras de Asimov, Poe, Jodorowsky, Jorge Cardoso, Pita Rodrí­guez, Lydia Cabrera, Pinera. Quien “monta” Decadencia y caída de casi todo el mundo, de Cuppy, los Apócrifos de Karel Capek, con la magia de la voz y el gesto, recursos propios de la escena. En un espectáculo donde se unen la crea­ción artística y un culteranismo de buen gusto, se sienta al piano para que escuchemos la criollísima Danza de los tres golpes y un Preludio de Rachmaninov. O se une a Los Papines, con “Mamita, quiero arrollar”, “La negra Fuló”, “El teléfono”, “Cundió brujería mala” y otros grandes momentos de poesía popular. En todo deja la impronta de un creador inquieto, pero también la huella de una cultura que no es sólo popular o erudita, sino mezclada, sabia en su decantación.

Luis Carbonell ha sabido burlar el estatismo inherente al “masaje” radiotelevisivo y, también, a quienes quisieran verlo adscrito a la industrialización de la nostalgia, sublimación que promueve la “onda retro” y se recrea en sucesivos revivals de cualquier tiempo pretérito. Los ambiciosos proyectos de Carbonell trascendieron la reiteración autocomplaciente y narcótica de los medios. Se negó a ser solamente símbolo de una sensibilidad superada y de una etapa que la realidad ha dejado atrás con saludable regocijo. No se resignó a ser la desfasada vedette con retoques, entre elogios condescendientes e inevitables bostezos.

Ante la presencia de Luis Carbonell en la escena, el disco, la televisión, Luis Carbonell se rebeló contra la astracanada y la papilla predigerida, de lo sublime a lo ridículo. No acudió a la tendencia casi masoquista de sobrevalorar el pasado, su llegada a la escena siempre ha sido presente. Su autenticidad se ha basado en la inconformidad del verdadero artista. Por eso no pertenece a la nostalgia.


martes, abril 26, 2011

NATALIA BOLÍVAR: “NO LLEVO TANTOS COLLARES POR GUSTO”

Tomado de Cubadebate

Natalia Bolívar en "Con 2 que se quieran", que conduce Amaury Pérez. Foto: Petí
Amaury. Muy buenas noches, estamos en Con 2 que se quieran, ahora aquí, en 5ta Avenida y calle 32, en los maravillosos Estudios Abdala.

Hoy nos acompaña, pasó una cosa curiosa cuando llegó, me confesó mientras la maquillaban, que ella estaba nerviosa con esta entrevista y yo le dije que más nervioso estaba yo. Su presencia es imponente, su belleza también. Es uno de esos seres bondadosos que van en el mundo, que no le han negado nunca una mano a nadie, una ayuda, un consejo y siempre es impresionante tener a personas buenas delante de uno.

Nos acompaña la eminente museógrafa, eminente escritora y etnóloga, Natalia Bolívar. Mi amor.

Natalia. ¿Qué tal, Amaury?

Amaury. Mi vida.

Natalia. ¿Cómo andas?

Amaury. Mi respeto para usted. Y todo mi cariño y gracias, gracias por tener la gentileza de, a la primera llamada por teléfono, decirme que estaba dispuesta a venir a Con 2 que se quieran.Cuba necesita este programa. Yo quería empezar ya con esos puntos curiosos para el televidente.

Natalia. Espérate, Amaury, antes que hagas una pregunta. Yo, sinceramente, y esto lo estoy declarando aquí, y me da mucha pena. Yo le dije a mi hija, oye, me voy a poner unos popis para ir bien vestida, con popis. Y ella: no hagas eso, porque Amaury va y lo interpreta mal.

Amaury. No, no, me hubiera encantado tener un compañero de tenis. Tuve uno ya, Gerardo Alfonso también vino con tenis. Además, los cambié, ahora son…

Natalia….No, ahora estás con unos negros.

Amaury. Porque la gente ha dicho tantas cosas de mis tenis blancos, que dije: déjame ir con unos negros.

Natalia. Yo creo que la mejor manera de andar es en tenis.

Amaury. Es más cómodo para cualquier irregularidad que uno tenga en los pies. Natalia ¿qué cosa es la Letra del Año?

Natalia. Bueno, la Letra del Año,antes de la Revolución, durante los años 30, 40, se sacaba por los grandes babalaos. Había grandes casas de babalaos, sobre todo cinco casas y ellos sacaban la Letra del Año. Ahora, ¿qué es la Letra del Año? Es la predicción, a través de Ifá, que tú sabes que es uno de los sistemas adivinatorios más perfectos que hay, si quieres que te diga que para mí es el más perfecto, porque no se te escapa. Son 16 patas con 256 combinaciones, con cuatro mil y pico, no hay escape posible. Sacaban la Letra del Año para Cuba y para el mundo entero. Esto se suspendió un tiempo y volvió otra vez en los años 90, ochenta y pico o noventa, se volvió a sacar la Letra del Año. La Letra del Año es una predicción, generalmente muy exacta, que se lee a través del Oddun, de la letra que salga, con refranes, los rezos, quiénes gobiernan, qué te va a pasar,qué enfermedades van a ser fuertes en ese año, qué terremotos y problemas terrenales va a haber en el Universo, y te da las recomendaciones,  mas si tú eres religioso, te haces el ebbó del año, el ebbó quiere decir la limpieza del año para que puedas afrontar todo lo que te está diciendo la letra; tanto negativo como positivo de lo que te pueda pasar.

Amaury. ¿Y por qué nunca sale en la Letra del Año opolopo owo?

Natalia. Ah, porque… (risas)

Amaury. ¿Qué cosa quiere decir, a ver?

Natalia. Opolopo owo quiere decir mucho dinero. Opolopo es mucho, owo es dinero. ¿Por qué? Porque antiguamente tú ibas al pie de Ifá o al pie de un santero que tirara el diloggun, o sea, los caracoles, y él, cuando tú le decías ¿qué derecho tengo que pagarle? - porque usted tiene que pagarle derechos, porque la persona que se está consultando, le está soltando todo lo malo que lleva a quien lo consulta, ya bien sea santero, ya bien sea babalao y él necesita ese dinerito para poderse hacer el ebbó correspondiente que puede ir desde un gallo, o cuatro patas, o puede ser nada más que poner unas flores- y entonces, ¿qué quiero decir?, que cuando tú le preguntabas, qué le debo, él te podía decir, opolopo owo, pero opolopo owo quiere decir mucho dinero, pero puede ser muchos quilitos, centavitosy más nada. Tú le das lo que puedes.

Amaury. Ahora tocó el tema de los animales de cuatro patas y me parece interesante también hacer una aclaración.Cuando yo estoy mucho tiempo fuera y trato de explicar un poco el mundo sincrético en Cuba y todo esto, los conservacionistas, las personas que adoran a los animales, me dicen que por qué hay que hacer, en esa religión, sacrificios de animales.

Natalia. ¿Y tú no les has dicho a ellos que cuando ellos van al Wallmart, o a cualquiera de los mercados, se comen el pollo y se comen el carnero y se comen el buey y matan toros? Porque esa es la respuesta.

Tú haces los sacificios dándole la sangre que vivifica los receptáculos. Ahora ¿qué pasa?, que esa sangre se le das a tu santo, a tus orishas, a tus deidades, a tus ngangas, y después ese animal lo confraternizas con todos, comiéndolo como si fuera una comunión, para ponértelo un poco sincrético, como una comunión, ¿no se comen a Cristo en la comunión? Aquí lo que te estás comiendo es el animal que tú sacrificas sin dolor y sin hacerlo sufrir. Esa es la cosa. En vez de irte al supermercado, vas y le das su sangre y después te comes ese animal con todos los hermanos que están contigo.

Amaury. No voy a decir lo que yo respondo, porque quería que usted fuera la que respondiera, que es la que tiene autoridad.

¿Qué pasó con la Letra del año en el año 1957?

Natalia. ¡Ay, chico, eso es muy interesante! Los babalaos  tiraron la Letra del año y Batista tenía hecho santo, además era ngangulero, y tenía de todo.

Amaury. ¿Ah, sí?

Natalia. Sí, sí, de todo. Él era mayombero de Sancti Spíritus y él tenía hecho Santo y tenía su casa de Ifá por la que se regía. Cuando sale el Oddun, la Letra, sale hablando con el presidente, diga presidente, diga rey, el que gobierna el país, por lo tanto, uno de los que sacó la Letra del Año, era padrino de Batista, y la Letra era Obbara Meyi, que quiere decir: el rey tiene que buscar una salida por los lugares donde él está constantemente, que nadie la conozca. Una salida oculta. Y él siguiendo las instrucciones lo llevó a tres lados, a Palacio Presidencial, a Kuquine, que era la finca donde él vivía, y al campamento militar de Columbia.

Amaury. Entonces tenía puertas ocultas en todos los…

Natalia. …En los tres lados. Le dio tiempo desde enero a marzo, a hacer sus tres puertas secretas. La gente del 13 de marzo había estudiado todo el plano del Palacio Presidencial perfectamente bien y no aparecía ninguna salida oculta de su despacho.

Y él, que no era bobo ni perezoso, corrió y se mandó a hacer esa salida oculta en su despacho. Fíjate que Wangüemert, que es uno de los que llega hasta el despacho de él, se encuentra el café echando humo y el tabaco encendido y empiezan a buscar como unos locos y no encuentran la puerta esa, no encuentran nada.

Amaury. ¿Y cuándo se descubrieron esas puertas secretas?

Natalia. Bueno, se descubrieron después cuando se empezó a averiguar, el plano era perfecto, y decían ¿pero cómo se ha ido este hombre? Nadie se lo podía imaginar.

Amaury. ¡Qué cosas! Natalia, cuando uno siente su nombre, Natalia Bolívar, y usted es nacida en el 34, si no me equivoco -no sé si es un secreto-…

Natalia. Qué malo eres, no, no, yo digo mi edad, yo cumplo ahora 77. Yo soy Virgo y soy, en el horóscopo chino, el perro, o sea, la fidelidad absoluta a la amistad.

Amaury. Normalmente aquí las personas dicen su edad, pero yo siempre digo que las mujeres no tienen edad, la edad la cumplen los hombres.

Natalia. No chico, uno tiene edad, porque olvídate, que aunque yo me siento joven…, yo, hay veces, voy a ver a los más jóvenes, yo soy fanática de William Vivanco y una serie de gente, de Kelvis Ochoa, yo los vacilo, me encanta ir a verlos. El problema es que tú no te sientes que tienes la edad que tienes ¿por qué?, porque en mi vida espiritual no tengo esa edad. Pero el problema es que en la material, sí, (risas) y esa sí me golpea.

Amaury. Esa sí va pasando la cuenta. Entonces, vuelvo nuevamente a la pregunta para no irme yo mismo en la fascinación que estoy sintiendo, me voy yendo. Bolívar, ¿descendiente de Bolívar?

Natalia. Sí, directamente ¿tú sabes cuántos Bolívar hay en el apellido de mi padre? Mi padre era Arturo Bolívar y Bolívar Espinache y Bolívar. Tres Bolívar, porque mi padre es descendiente del tío paterno de Simón Bolívar que se estableció en Santiago de Cuba, como antiguamente los venezolanos españoles, iban a Santiago de Cuba buscando mujeres casaderas. Él se casó con otra Bolívar y después se casó con otra prima hermana cuando enviudó. O sea, nosotros llevamos Bolívar por todos lados.

Hay gente que cuando me conocía, de joven, me decían: tú tienes el perfil de Simón Bolívar.

Amaury. ¿Y cómo fue su niñez? ¿Cómo era su entorno familiar? ¿Cómo funcionaba, porque era una familia católica, no?

Natalia. Bueno, nosotros somos todos católicos. A mí me queda, porque yo, cuando empieza a tronar, le tengo pavor a los truenos, y enseguida le digo: Oye, Shangó, aguanta. Pero también le digo: Oye, Santa Bárbara ¿cuál es el problema, cuál es la bolá? Yo todavía no le he dicho que no a la religión católica.

No, el problema es que yo me crié en una familia totalmente católica, apostólica y romana, de todo. Y me crié en una escuela de monjas. Primero en Saint George School, que Zenaidita Romeu también estudió allá. De ahí sé el inglés que sé, se lo debo a los de Saint George. Y de ahí me pasaron al Sagrado Corazón. Decían aquí, compañeras mías de escuela, que el Sagrado Corazón era los Jesuitas de las monjas, cosa que es verdad, eran muy estrictas y quién sabe si la educación que yo recibí, férrea, que ya se me ha ido olvidando al paso del tiempo. Y como bueno…

Amaury. No creo mucho que se le haya olvidado.

Natalia. No es que se me olvide, pero yo soy mucho de hablar en jerga y eso.

Amaury. Está bien.

Natalia. Aquí no, aquí me estoy cuidando.

Amaury. No, pero usted tiene que ser aquí como es en su vida. No, no, aquí se habla como cada cual habla.

Natalia. Bueno, entonces las monjas del Sagrado Corazón, yo me gradué de Bachiller en Ciencias y Letras allí, donde tuve de profesor a Levy Marrero y a todos los grandes profesores maravillosos. Y las monjas querían que yo entrara a monja, ¡imagínate tú! ¿Qué me hubiera perdido yo? Y no, yo decidí que no, que yo no tenía nada que ver con las monjas.

Amaury. ¿Y el entorno cómo era? ¿Quién vivía con usted?

Natalia. Todos vivíamos juntos. Yo soy prima hermana de Rita Longa, vivía al lado de mi casa, de Pedro Álvarez Tabío. Y vivíamos, la familia era muy unida, Amaury, fíjate tú si somos tan unidos, que antes de la Revolución nos reuníamos toda la familia que venía del tronco González de Mendoza, nos reuníamos y éramos 5 mil, 6 mil personas. Y actualmente cada cinco años se reúne toda la familia en Miami. Pero bueno, me queda que la familia fue muy unida, fue una niñez muy bonita.

Yo tuve la suerte de codearme con los grandes pintores cubanos, ser amiga personal de ellos, de algunos, muy personal. Lam fue un gran amigo mío, Wifredo Lam. Mariano (Rodríguez) fue el hombre que más me enseñó a apreciar la pintura. Y a mí me gustaba mucho pintar y di clases en San Alejandro.

Amaury. ¿Cuánto tiempo?

Natalia. No, nada más que pude estar dos años, porque empezaron las revueltas y mi madre me dijo: no, no te puedes meter en eso, porque una vez nos rodearon en la Anexa, la policía, y nos entraron a golpes, y yo llegué sangrando, a mi madre le dio un ataque, y dijo: ni un San Alejandro más.

Amaury. Ahora, una de las cosas que a mí me llama la atención, estudiando sobre todo la vida de Natalia Bolívar, es que detrás de ese haz de luz que la acompaña a usted y de esa bondad de la que yo hablé hace rato, que la comentan las personas que la conocen bien, hay una mujer con un gran coraje ¿A qué edad es que usted se vincula al Directorio Revolucionario y a participar con personalidades queridas y respetadas de Cuba?

Natalia. Bueno, Amaury, yo me vinculo, ¿tú me dices al Directorio o a las armas?

Amaury. A las armas.

Natalia. A las armas yo me vinculo desde los 10 ó 12 años. Yo tenía un primo que, según la historia que nos narran ahora, era un ganster, para mí era mi hermano, era mucho mayor que yo, ¿no?, pero él fue quien me enseñó a disparar 45, Thompson, M-1, M-3 y a quitar las espoletas de las granadas metiéndoles el dedo. Que mi madre cuando se enteró, no quería que yo saliera con mi primo, que vivía en mi casa. Él era hijo de mi tía Natalia, pero era un personaje, un personaje que según cuenta la leyenda, porque yo sí no lo voy a aseverar, se robó el famoso brillante del Capitolio porque él estuvo casado con Tata Grau, la sobrina de Grau. Yo era una niña, pero bueno, yo gocé mucho con él. (risas)

Amaury. Una perla el muchacho, una perla que se robó un brillante.

Natalia. Pero te voy a decir que es una persona que yo llevo tan adentro, tan, tan adentro y él me enseñó de todo. Entonces yo disparaba como si fuera un juguete. Y cuando yo me empato con Wangüemert, con José Luis Gómez Wangüemert en el Palacio de Bellas Artes, acuérdate, bueno, acuérdate no, tú no te tienes que acordar, yo fui antes que empezara Bellas Artes, yo empecé allí a ir…

Amaury. Usted fue la primera directora después de la Revolución ¿no?

Natalia. Yo fui la directora, lo tomé en las armas después de la Revolución, pero antes yo fui guía de turismo allí con Lidia Cabrera, que tenía las Salas de Etnología, que estaba haciendo con Odilio Urfé y el niño Santos Ramírez, de la comparsa del Alacrán, me empato con ella, porque ella era muy amiga de mi familia, Raymundo Cabrera, era íntimo de mi abuelo y todo, y me empato con ella y le pido que me deje empezar a investigar, con ella, por supuesto, de guía, sobre la sala, para yo poder ser la conferencista de esa sala. Porque uno tenía que hacer una vez al mes una conferencia de la sala que escogiera. Y yo escogí la de Etnología.

Amaury. ¿Pero ahí es donde surge su interés entonces por la Religión Afrocubana?

Natalia. No, surge con mi nana negra.

Amaury. Ah…

Natalia. Isabel Cantero, que maferefun ella.

Amaury. ¿Pero ella le hablaba de religión también?

Natalia. ¡Hombre!

Amaury. ¿Y no había una contradicción interna, quiero decir, entre esa niña del Sagrado Corazón de Jesús, del Saint George, con lo que la Tata le enseñaba?

Natalia. Pero, Amaury, si te hago una confesión que siempre son públicas, porque esto va para…

Amaury. …Esto se ve, esto se ve, y se ve en el mundo entero, además.

Natalia. No, yo lo sé. Yo te voy a decir, yo he tenido muchas contradicciones con los principios de la Iglesia Católica, muchas, de niña y todo, pero era una obligación ser católica. Ahora, no sé si tú sabrás, me imagino que sí, que yo soy muy amiga de determinados curas, ¿eh?

Amaury. También sé que de determinados.

Natalia. De determinados curas, pero muy amiga y los quiero con el alma, pero yo siempre tuve mis contradicciones. Contradicciones, por ejemplo, muy sencillas: ¿Por qué me tienen que obligar a ir a misa todos los días? ¿Por qué si dejo de comulgar dos días, llaman a mis padres a decirle que no estoy comulgando y que no me confieso? No me da la gana de confesarme ¿por qué tengo que confesarme? Vaya, eso pensaba yo con 12 años, 13 años, no me da la gana.

Por eso a mí me gusta mucho la religiosidad popular, yo quiero decirte que yo he vivido con los indios americanos, con los indios de Canadá. Ahora estuve en África, en Camerún, buscando las sociedades secretas.

Amaury. La otra vez que la estuve buscando para el programa, estaba en Camerún.

Natalia. Estaba en Camerún. Estuvimos con las sociedades secretas. Gracias a una fundación española y gracias a los socios, ¿sabes? Porque pude ir a África por primera vez. Yo estudio África y nunca había ido.

Amaury. ¿Nunca había estado en África?

Natalia. Estuve en Haití también.

Amaury. El otro día me reía, porque a un amigo mío, cura le digo: voy a entrevistar a Natalia Bolívar y él me dice: ella fue novia de Carlos Manuel de Céspedes.

Natalia. Bueno, yo siempre digo que él es mi marido espiritual y lo digo en todos lados. Y él dice: Natalia, un día se lo van a creer. A mí que me importa que se lo crean. Él es, él ha sido como, ¿tú te acuerdas del bálsamo, ese bálsamo que se ponía?

Amaury. ¿Cuál, el ruso?

Natalia. No. (risas)

Amaury. Ah, no, porque había uno que se llamaba bálsamo de Shostakosky o algo así.

Natalia. No, eso…, para tú calmarte.

Amaury. Ah, ya,

Natalia. Él es el que me escucha todas las descargas, él es mi gran amigo. Para yo decirte amigo, es muy especial, porque para mí el amigo, lo escojo yo. Yo te digo primos, hermanos, esos me tocaron por la libreta. Pero cuando yo te digo amigo, es el que yo escogí como amigo y Carlos Manuel y yo nos entendemos muy bien y nos comprendemos. Él me comprende a mí muy bien. Quién sabe si yo a él no, pero él a mí sí.

Amaury. No, no, además, él va a estar invitado en el programa y haré la pregunta a la inversa, para el otro lado. Ahora, voy a volver, porque no se pueden quedar las cosas colgando y a mí, a veces, me voy fascinando y se me quedan las cosas colgando.

Primero hablamos de cuándo conoció las armas. Pero usted tuvo una labor importante, con compañeros importantes y queridos de la Patria, con Héroes de la Patria en la clandestinidad. Y quiero hablar de eso hasta donde usted quiera llegar.

Natalia. Bueno, yo soy la presa número 24 837, para el que juegue la bolita, ya sabe cómo.

Amaury. (risas) Ay, Natalia.

Natalia. Este, yo estuve… Yo me siento muy orgullosa de ser del Directorio Revolucionario. Yo no te digo fui, ni te hablo en pasado.

Amaury. No, soy.

Natalia. ¡Yo soy del Directorio Revolucionario!, para que sepas y me siento muy orgullosa. Y me siento muy orgullosa de mis compañeros. Y no orgullosa por lo que hicieron, sino por la unidad que teníamos durante el clandestinaje. Yo fui presa, fui torturada y, por supuesto, me botaron del Museo ipso facto y me tuve que ir al clandestinaje, estuve asilada en la embajada de Brasil, compañera de Raúl Díaz Argüelles, a quien mataron en Angola.

Amaury. Ahí iba yo.

Natalia. El Tavo Machín, el Alejandro de la Guerrilla de Bolivia, estuvo en el clandestinaje conmigo. Hicimos el atentado a la 15 Estación de Policía. Y siempre estuve con ellos. Los llevé a la Sierra, porque yo me quedé con una casa llena de armas, ya clandestina, en el reparto Orfila, donde sucedieron los hechos de Orfila.

Íbamos a hacerle un atentado a Batista, y ya estaba planificado y lo que fueron es a la Sierra a comunicarle a Faure (Chomón) y a la dirigencia que estaba en la Sierra que nosotros íbamos a hacer el atentado. Ya lo teníamos todo, bazooka y todo, pero vino la ofensiva y la toma de Santa Clara y se acabó el atentado que le íbamos a hacer.

Entonces también estuve con Alberto Mora, el hijo de Menelao Mora, Julio García Olivera, Jimenito. Pero el hombre que varió mi vida completa, se llamó José Luis Gómez Wangüemert. Yo puedo decir que mi vida es antes de José Luis y después de José Luis, que le llamaban Peligro.Así que te puedes imaginar.

Amaury. Varias veces ha usado la palabra amigo; amigos, varias veces la ha usado, y cuando nos hemos visto, yo veo que esos amigos suyos le rinden pleitesía, la homenajean constantemente. ¿Uno siempre se merece los amigos que tiene, los amigos que escoge?

Natalia. No, yo no creo que me merezco los amigos que tengo. Pero en realidad, mira Amaury, yo le abro las puertas a todo el mundo. Se pueden quedar amigos o se pueden quedar enemigos. Y en realidad tengo poderosos enemigos.

Amaury. Reconoce que tiene enemigos poderosos.

Natalia. Poderosos, porque, bueno, vamos a ver. Déjame pensar para no caer en una…

Amaury. Es que nadie ha hablado en este programa de sus enemigos y todo el mundo tiene.

Natalia. No, ¡muchacho! yo tengo poderosos enemigos. Yo creo que es que nosotros somos envidiosos. A algunos los respeto, a otros no los respeto. Pero yo también tengo algo que, como tú ves, esto no lo llevo por gusto (se refiere a los collares que lleva puestos), nada de lo que hay aquí está por gusto, nada, nada de lo que tú ves, está por gusto.

Amaury. Sí, no son adornos, está claro.

Natalia. No, no, ninguno es adorno. Los adornos están guardados en la casa porque no los uso. Porque me pesarían mucho y tendría que usar, como me dijo un amigo mío: Oye, ahorita te vas a tener que poner una minerva. Digo, bueno, pero no pienso por ahora, todavía aguanto.

Yo te voy a decir una cosa, si tengo poderosos enemigos, tengo poderosas protecciones. Hay cosas que yo ni me atrevo a hablarlas delante de algo que me rodea. Porque sé que no dura una semana. Entonces no me atrevo a hablar.

Pero eso de los enemigos, quién sabe sea por un problema de envidia, quien sabe sea por un problema de hacerle daño a uno, porque yo he sido muy trabajadora toda la vida. Creo que soy buena madre, me parece, por ahí anda una de mis hijas.

Amaury. Claro, vino con usted, claro.

Natalia. Yo creo que he sido…

Amaury. ¿Y que trabaja también con usted, no?

Natalia. Ella trabaja conmigo. No, ella es la heredera de todo el archivo mío que es muy grande y de todos los libros y de todo. Y en realidad, ella a veces hace más trabajos que yo, y yo le digo, ponle esto y esto y ya. Y dice: ¡pero mami, ya tú no quieres ni escribir! Y le digo, yo, la verdad que no, porque como estoy pintando. Volví a retomar después de 50 años la pintura. Para mí es mi… yo descompresiono, yo me voy del mundo pintando.

Amaury. Ahora, hablando de obra y de legado. ¿Usted cree que nosotros en Cuba le hemos hecho la suficiente justicia a la figura de Lidia Cabrera?

Natalia. No, hijo, ninguna, ninguna.

Amaury. ¿Por qué cree?

Natalia. Porque Lidia Cabrera es la tradición oral. Hay dos sistemas de investigación: el científico de Don Fernando Ortiz, indiscutiblemente, y la tradición oral de Lidia Cabrera. Y ¡por favor!, tú no puedes escribir de religión, ni hacer conclusiones de religión, si tú no te estudias a esos dos personajes y si tú no estudias los libros que tienen ellos hechos. Y uno entiende qué ha pasado en el siglo XIX y principios del siglo XX, porque es la tradición oral.

Amaury. Pero usted tiene un libro donde la homenajea…

Natalia. Yo sí, Tributo, con mi hija Natacha:Tributo, Lidia Cabrera en su Laguna Sagrada. Que nosotros fuimos con Lázaro Ross, lo presentamos, y está dedicado, el libro, a Pedro Betancourt. Y tuve la suerte que los de la Televisión Española, que son muy amigos míos, fueran con su equipo y filmaran todo lo que hicimos allí, que fue el Canto en la Laguna Sagrada, que hay un ojo de agua que lo han tapado, se hizo el canto a San Lázaro, que es fabuloso, fabuloso, el San Lázaro que llora sangre. Fuimos al cementerio. Lázaro cantó en todos lados, Arará, Ayesá, Ganga, Yoruba. Fue precioso, nos pasamos todo el día en eso.

Amaury. Bueno, yo voy a hacer un cambio drástico.

Natalia. Cambia radical, si quieres.

Amaury. Ahora, cualquiera que está mirando se da cuenta que usted es una mujer muy bonita y normalmente la belleza va apareada de muchas relaciones amorosas. Hábleme un poco de sus amores.

Natalia. Bueno, son muchos.

Amaury. Bueno, hábleme de los que pueda, o por lo menos de los más importantes. ¿Usted ha sido una mujer muy enamorada?

Natalia. Sí. A mí un amor nunca me ha durado más de tres años.

Amaury. ¿Pero qué pasa que después del deslumbramiento inicial empieza como un descender?

Natalia. No, es que yo soy celosa, Amaury, muy celosa. Yo soy celosa hasta de las amistades, muy celosa.

Amaury. ¿Ah, sí?

Natalia. Eso te lo estoy confesando, eso nadie lo piensa de mí, pero yo soy muy celosa. Entonces, no sé, las relaciones se volvían un poco complejas y creo que tres años es bastante. Pero te voy a decir, que cada hombre que he tenido, fíjate que yo estoy haciendo mis memorias, no voy a decir que las estoy haciendo, las quiero hacer, y los capítulos van a estar interrumpidos por los hombres que han marcado mi vida. (risas)

Amaury. ¡Que interesante! (risas)¡me va a encantar leer esas memorias!

Natalia. Bueno, vuelvo, quieres que te diga cuáles han marcado mi vida.

Amaury. Sí, sí, quiero que me diga.

Natalia. Bueno, Wangüemert fue un antes y después de Wangüemert.

Amaury. El de siempre.

Natalia. Después de Wangüemert no ha crecido la hierba (risas).  Sí, es verdad, después de Wangüemert, la yerba creció pero se quedó ahí. No llegó a ser…,¿cómo se llama la yerba mala esa?

Amaury. El marabú.

Natalia. Bueno, mira, Mariano fue un hombre que me marcó mucho, pero me marcó intelectualmente, me ayudó mucho a comprender la pintura en toda su magnitud. En la época del 57, yo pintaba los rasgos, le pintaba a él el lienzo, con trazos y él venía detrás.

Amaury. Además, Mariano era un hombre que sabía de todo, era un hombre de mucha cultura.

Natalia. De una cultura tremenda, y sabía de música.

Amaury. Lo conocí bien, gracias a Dios.

Natalia. Y bueno, a mí me fue muy fuerte, porque una de las cosas que más a mí me impresionó de Mariano, fue el explicarme con lujo de detalles, Las Meninas, de Velázquez.

La primera vez que viajé a España, fui directo, solté maletas para irme a ver Las Meninas, de Velázquez. Sentarme delante y apreciar todo lo que me había enseñado Mariano de Las Meninas.

Amaury.¿Por qué no tiene correo electrónico con la oportunidad de poderlo tener? me dijo el otro día: No me vayas a escribir por correo electrónico, porque no tengo.

Natalia. Amaury, no uso nada de eso, siempre he escrito a mano o en máquina de escribir y yo tengo mi máquina de escribir. La casa está rodeada de máquinas viejas, desde la Underwood en la que escribí Los Orishas en Cuba, hasta, bueno, todo en máquinas viejas.

Amaury. Ese es un libro capital dentro de la literatura religiosa cubana, Los Orishas en Cuba.

Natalia. Sí, es el que me vuelve a poner en la palestra pública. Bueno, es un libro que yo quise mucho, pero se lo debo y lo voy a decir, porque es que él no me hace ningún caso, a Armando Suárez del Villar y a Reynaldo González.

Amaury. ¿Ah, sí?

Natalia. Armando Suárez del Villar, porque en ese tiempo tuve varios trabajos. Tú sabes que yo limpié tumbas del cementerio, etc., etc. Como no me lo has preguntado, no te lo voy a decir, no te voy a decir más nada.

Amaury. No, no, no se lo pregunté porque pensé que lo iba a decir usted. Pero bueno, ya lo dijo.

Natalia. Es que la vida es muy larga.

Amaury. Ya lo dijo, ya lo dijo.

Natalia. Entonces, con Armando, yo caigo en el Teatro Nacional. Ya antes yo había ayudado a Titón en La Última cena, cuando estaba en el (museo) Numismático, que le di todas las monedas que tuve que ir con ellos y que Titón me pidió una serie de asesoría que yo en realidad, no me interesaba que me pusiera en los créditos, ni nada -él me decía: Te voy a poner en  los créditos. Le digo: no- hasta el último de Fresa y Chocolate, que me dijo: oye, te voy a poner en el crédito, y lo le dije: está bien, ponme el crédito, más nada. Pero a Armando Suárez del Villar, a él yo lo ayudé mucho en Santa Camila. Yo hice las tres Camilas; con Verónica Lynn, con Adria Santana, y con Isabel Moreno. Las tres Camilas. Por amor al arte todo. Y estuve, sí, por amor al arte en Réquiem por Yarini, bueno, yo asesoré a Manuel Octavio Gómez, vaya, no sé, he asesorado a mucha gente de teatro y de cine. Y ellos mismos, y sobre todo Armando Suárez del Villar, que es un yiyiyí, me dijo: ¿Por qué tú no haces un libro y así no te molestamos más? Y nos dices cómo camina Yemayá y cómo se viste.

Amaury. Claro, ahí está el referente para todo.

Natalia. Porque el problema es que ellos me enseñaron, y yo lo tengo que decir, porque con Armando Suárez del Villar, yo aprendí a hacer mis conferencias. ¿En qué sentido?, ahora cualquiera las hace, pero cuando yo las hacía, no. De músicos, yo tuve hasta mis grupos musicales y trabajaba con Lázaro Ros. Música y actuación corporal. Y hacía toda la cosa científica, pero hacía también los patakines, los cuentos y todo.

Amaury. Los cuentos, los patakines.

Natalia. Actuados, cantados, o sea, a las conferencias se iba y tú no sabías que estabas viendo una conferencia. Eso lo aprendí, sobre todo, con Armando Suárez del Villar. Porque con Armando tuve que trabajar muy duro.

Amaury. El sentido teatral de todo eso.

Natalia. Y hago como una cosa de teatro. Ahora uso el photoshop, que Natacha hace unos photoshops espectaculares, y además interviene. Pero cuando tengo músicos integro a los músicos. Y cuando tenemos a Coralia (Veloz) aquí, integro a Coralia, de actriz. O sea, yo aprendí mucho con el teatro y con el cine, mucho, mucho, mucho.

Amaury. A ver, voy acercándome a la curva final del programa, porque estos programas desgraciadamente tienen un final.

Natalia. Creo que te hemos llevado demasiado tiempo.

Amaury. No, qué va, para nada, para nada, estoy encantado, estoy fascinado. Ahora son preguntas puntuales. ¿Cuándo la religión afrocubana se convierte en negocio?

Natalia. Oye, qué complejo tú eres, viejo. Bueno, yo no puedo decir cuando se convierte en negocio, porque yo siempre veo la religión de origen afrocubano con la belleza que tiene de ser ecológica, ¿entiendes?, que te enseña a querer todo lo que hay en la naturaleza. O sea, nosotros somos ecológicos. Y en realidad, yo creo, pudiéramos decir que el problema es económico, Amaury, sí, no le pongas más, la situación, tú conoces porque tú vives aquí, no vives en China, ni en París, ni en nada de eso. Si vivieras allá, cuidado.

Amaury. No, vivo aquí y viviré.

Natalia. Pero en realidad la situación económica es dura y hay veces la gente no tiene conciencia de que cuando tú vas a ayudar a una persona tienes que ayudar de okán, o sea, de corazón.

Amaury. De corazón.

Natalia. Si no estás perdido. Entonces llegan a cobrar más, en exceso, y a vivir de esto, que no debe ser. Porque de verdad estas religiones son de mucho amor, de mucho amor. Los viejos vivían muy pobres, todo lo hacían. Si tienes dinero me das un peso, mi’jita y si no, no me das nada. Entonces yo creo que hay un momento muy difícil mundialmente, no es de Cuba solo, mundialmente, entonces se nos va de la mano.

Amaury. Sí, últimamente, yo tengo amigos que profesan y cultivan y son devotos de la religión afrocubana -a cada ratico vienen a casa- Oye, ¿te has visto, te has consultado? les pregunto, ¿no? Y me dicen: sí, me mandan paraldos constantemente uno y otro y cuatro pollos y no sé qué, un chivo y entonces, bueno, yo digo: ¿pero constantemente tienes que hacerte eso?

Natalia. No, no, es que se ha perdido un poco la ética, los principios de esta religión que son unos principios tan bellos, porque es ayudar al prójimo.Y yo creo que tú te haces mejor en la vida, y a ti mismo, ayudando al prójimo. Porque dejas parte de tu vida en lo que tú has podido tener de sabiduría, en el trayecto de tus tantos años vividos.

Amaury. Yo creo que una autoridad como usted diciendo eso en televisión, igual llama a las buenas conciencias a que retomen el camino de la ética.

Natalia. Yo no pienso solo que la religión ha perdido la ética, se ha perdido mucho la familia, se ha perdido el amor al prójimo. O sea, la cosa de que me queda un buchito de sal, y me vienen a pedir sal y digo no, no, oye, si le doy un poquito de esta sal a dónde voy a parar yo. No, se ha perdido mucho eso. Pero yo creo que es porque nos hemos volcado mucho en el amor a la Patria. Yo creo que el amor a Cuba es algo que nos toca mucho. Y se ha perdido el amor a la familia. Y la familia es muy importante, Amaury, es muy importante, porque es la que tienes al lado, es la que te conoce a la perfección y es la que vive contigo. Y es la que no te va a tirar cuando seas viejo para la calle ¿me entiendes?

Yo creo que la familia es fundamental. Bueno, es el eje de toda sociedad. Y yo creo que la gente tiene que reflexionar mucho y tenemos que aprender mucho, tenemos que aprender todavía mucho. Yo con mi edad quiero seguir aprendiendo.

Amaury. Bueno, yo estoy ya en el final de la entrevista. Y lamento no tener más tiempo para hablar en extensus, como se dice en latín, sobre algunos temas.

Pero hay una novela, por cierto, preciosa, la de Quintín Banderas, la novela de Quintín Banderas.

Natalia. Ay, sí.

Amaury. Y ahí en Quintín Banderas, supuestamente, supuestamente no, ocurrió en la novela, bajaron un muerto. No le voy a preguntar, porque no voy a convertir esto en una consulta espiritual.

No le voy a preguntar cómo es que se baja un muerto, ni qué significa bajar un muerto. Cualquier persona que está viendo el programa sabe lo que es: convocar el espíritu de una persona fallecida y que “aparezca”.

Si usted tuviera la oportunidad -y sería mi última pregunta- de “bajar” hoy a un muerto ¿a quién bajaría?

Natalia. Si yo tuviera la oportunidad, yo bajaría a Wangüemert, si yo tuviera esa oportunidad. Porque la tuve con Quintín Banderas, para que veas, pero yo bajaría a Wangüemert, para poder llorar en sus hombros.

Amaury. Bueno, muchas gracias, Natalia, por haber venido y por habernos dado un poquito de su magisterio y por haber visto en sus ojos el destello de lo profundo, nadar en aguas profundas. Hoy pude nadar en aguar profundas. Muchas gracias.

Natalia. No, gracias a ti.

Amaury. Muchas gracias.