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jueves, agosto 29, 2013

EUSEBIO LEAL, TODO PUEDE SER RECTIFICADO

Por Arianna Barredo Ramos* (Prensa Latina)

La Habana, (PL) Una ciudad vieja en Cuba que revive poco a poco y sale a la luz un espacio histórico cultural que estuvo escondido en los escombros y en el abandono, ha sido el objetivo durante años del Centro Histórico habanero.

Son diversas las obras, turísticas, sociales, en ejecución o ya restauradas, las que convierten a esta zona habanera en un lugar indispensable para visitar, tanto para los nacionales como extranjeros.

Quizás es el momento en que tenemos más obras y más complejas, afirmó en entrevista exclusiva a Prensa Latina, el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal, director del proyecto de rehabilitación de este territorio declarado por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y La Cultura, Patrimonio de la Humanidad.

En la zona de la Avenida del Puerto, altamente priorizada porque decide en gran medida la suerte de la ciudad vieja, el que la Bahía de La Habana sea de nuevo ecológicamente sana y logremos eliminar toda una serie de instalaciones y de funciones, las cuales en su momento como puerto abierto al mundo tuvo, es el mayor empeño.

Se trata de un proyecto del Estado, el cual guarda mucha relación con la inversión en el puerto de Mariel, por lo tanto, debemos adelantarnos primero en la planificación de todo lo que es el perímetro de la bahía, segundo la compatibilización con los trabajadores, entidades y organismos, involucrados en las labores de esa zona, eso está ya hecho.

Y lo tercero es la obra puntual monumental de la Oficina del Historiador de la Ciudad, que se extiende por el momento en esta orilla que va desde el Castillo de la Punta hasta el Castillo de Atarés.

En toda esta zona hoy tenemos obras como el Cubo de Cristal al ingreso prácticamente de la Plaza de Armas, la Cámara de Rejas del túnel que higieniza la parte vieja de la ciudad, en tanto, otro proyecto de la nación es la introducción de las nuevas redes de las cuales, una de las más importantes, es precisamente la red de agua y de alcantarillas.

Se trabaja además, en la revitalización de los grandes muelles históricos del puerto, San Francisco, Santa Clara, La Machina, en la terminal nueva de Regla, que a finales del próximo año debe ser una realidad, y como consecuencia de eso, la limpieza de toda la zona de la orilla del puerto en el área de la Alameda de Paula.

También, la reparación de los grandes muelles como el del Tabaco y de la Madera, conocido así porque era un centro de exportación de estos productos, que va a ser una gran fábrica de producción de cerveza ya terminada, con una especie de gran salón para comer y un mirador sobre la bahía ubicado en el techo de esa nave.

Ya se hizo el almacén San José, se restauró la Iglesia de Paula que es un centro musical, la escuela deportiva comunitaria Jesús Montané y ahora comenzamos en otros almacenes como el Juan Manuel Márquez.

Los arqueólogos están trabajando en el Castillo de Atarés y se reparan en esas zonas las líneas férreas hasta el Museo Ferroviario en la calle Cristina y casi 40 locomotoras antiguas, que ya van apareciendo colocadas sobre las líneas.

Por otra parte, se restaura el gran Capitolio Nacional, que es una obra de gran envergadura, colosal, dividida en segmentos de artes diversas, los bronces, los yesos, los dorados, las carpinterías y el trabajo de la cúpula.

En segundo término se concluye el Teatro Martí, una obra muy significativa para La Habana y la tradición de la ciudad, se trabaja en la Manzana de Gómez y cooperamos en un proyecto del Ministerio de Cultura en el Gran Teatro.

Asimismo, se restauran otra serie de obras puntuales dentro del Centro Histórico: un nuevo hotel para estudiantes que concluirá a fines de año, un conjunto numeroso de viviendas, grandes monumentos públicos como el de los mayores generales Calixto García y Antonio Maceo, el monumento y los jardines de las víctimas del Maine, y el dedicado al General Henry Reeve.

En la línea del Malecón y dentro del Centro Histórico, se han favorecido en estos años miles de personas si tenemos en cuenta que no solamente ha sido el beneficio individual, sino social.

Las instalaciones al servicio de las personas que se han hecho son infinitas, pero también las escuelas, orfanatos, centros de atención de género, centros de la población en riesgo como pueden ser los ancianos y minusválidos.

Ahora empiezan a construirse dos grandes hoteles en el Malecón, uno es el antiguo Packard, del cual queda solamente una fachada que se respeta y se integra al conjunto.

Y en la otra orilla, en la esquina de la cuchilla que forma el Malecón y San Lázaro, un segundo hotel, van a presidir como las columnas de Hércules el comienzo de un Prado que aceleradamente se restaura:

Capitolio, Teatro Martí, el Gran Teatro, la Manzana de Gómez, Palacio de la Alianza Francesa, Centro del Libro.

Al margen de eso se han restaurado decenas y decenas de viviendas, porque está prohibido terminantemente, al menos por nosotros, realizar ninguna obra de imagen que no comprometa primero el interior.

El beneficio tiene tres dimensiones, el hábitat, la imagen porque también es muy importante para las personas vivir de una forma digna, y la tercera la necesidad de una recomposición de la forma de vida en esa zona.

Por eso es que se han mezclado las viviendas con la función inmobiliaria y cultural, tratando de respetar lo que los cubanos tienen como una especie de sonrisa de La Habana que es el Malecón. 

Las obras se centran fundamentalmente en el centro histórico habanero. ¿A qué se debe esto? 

En lo personal, fue como plantar la semilla, el punto de partida.

Algunas veces, y creo que demasiadas, tomé el ejemplo del sabio griego "dadme una palanca y moveré al mundo", era necesario mostrar primero un ejemplo claro de que era posible y de que era injusto, dañino para la imagen de Cuba y un daño desproporcionado a las generaciones futuras, la pérdida de La Habana. Por eso la obra de la Oficina toma el Centro Histórico, no le dice ni Habana Vieja, ni Casco Viejo, porque ambas formas son como un poco deleznables, pero después me di cuenta de que La Habana tenía muchas centralidades de distintos momentos, y todas debían ser objeto de restauración que formen como eclosiones en las cuales surja la posibilidad.

De ahí que, hemos reparado edificios emblemáticos de la cultura como la Universidad de La Habana -yo le llamo la ciudad de los saberes- donde hemos hecho el rectorado este año, el Aula Magna, la biblioteca, incluyendo el rescate de los murales que una generación no vio de Domingo Ravenet, la facultad de Derecho y ahora estamos en la de Química.

La otra es el gran cementerio que había sufrido mucho del olvido, de la presunción de que este es artístico pero no histórico. Sin lo que está allí no se puede escribir la historia de una nación.

Entonces, trabajamos en restaurar esos valores, buscar lo desaparecido, restituir lo robado -hablemos con franqueza-, y finalmente colocar ahí una legión de jóvenes de la escuela taller que con algunos profesionales se han dedicado a todos los grandes panteones, el arco de ingreso al cementerio y las grandes figuras de la historia. 

¿Qué proyectos futuros tiene la oficina del historiador?

Hay un plan maestro que a mediano y lejano plazo estudia el uso del suelo y el desarrollo. Ahora ocurre algo nuevo, es la emergencia de nuevas acciones, en este caso positivas y en muchos casos dirigidas por nosotros, o por lo menos acompañadas, custodiadas de personas que han adquirido casas, o de quienes han pedido préstamos bancarios, o recibido apoyo familiares y están fundando negocios en el Centro Histórico compatibles con esto.

Se ha comprendido el discurso de que al Centro Histórico se viene a disfrutar de eso y que destruirlo sería una nueva banalidad y un error grave.

En varios lugares, como el tramo de Aguiar que va de la Avenida del Puerto a la calle Cuarteles, se ha producido una transformación con un liderazgo de actores comunitarios y eso es imitable, y se va creando una especie de inclinación positiva a coleccionar, a restituir y va poniéndose punto final a ese período triste y difícil y ya sabemos que inevitable en el cual las cosas se iban, ahora las cosas regresan, o por lo menos se quedan.

Recientemente usted fue nombrado coordinador de una Red de Oficinas del Historiador y el Creador de Cuba. ¿Pudiera hablarnos de esa nueva responsabilidad que se extiende a otras villas del país? Van surgiendo y han surgido movimientos legítimos, algunos con una gran tradición como es el caso de Trinidad, que de tiempos muy antiguos tienen sus historiadores.

En Camagüey hay un proyecto interesantísimo, la Oficina del Historiador es la más parecida a la nuestra y ha impulsado un proceso, que como digo yo, es lanzar una piedra sobre un espejo de agua, y desde la Plaza Agramonte, de la Plaza del Carmen va surgiendo un movimiento de restauración importante.

Ahora hace falta que todo el mundo capte esa señal y se dé cuenta que la ciudad es valiosa en tanto y en cuanto conserva sus elementos de identidad, lo cual es válido también para La Habana. Hay dos corrientes, una que restaura a la cual debemos premiar y reconocer inmediatamente, y una que deforma y cambia todo de acuerdo a una especie de moda de nuevo rico, de pronto se llena la fachada de pedazos de azulejos, ojala se pareciera algo a lo que hizo Gaudí, pero es como su caricatura, empiezan a aparecer leones de yeso, gárgolas extrañísimas, botellas que se repiten por todas partes, colores que no se corresponden con La Habana y yo creo que todo eso debe ser encaminado.

De igual forma, hay un movimiento muy interesante nuevo en Sancti Spíritus, otro grande después del ciclón -antes venían haciéndolo, pero con más fuerza ahora- en Santiago de Cuba, un lindo trabajo en Baracoa.

Entonces, organizar las siete ciudades que son patrimonio nacional, intercambiar nuestras experiencias, prestarnos ayuda mutua, crear coloquios para la formación del personal y de la gente capacitada e ilusionar a las nuevas generaciones en este tipo de ciudad peatonal.

Hay una voluntad política por parte de la nación, el país quiere todo, menos que se pierda su patrimonio cultural, pero siempre hay quien sirve de celestina a que se pierda y siempre hay quien sirve de guía para que se salve. 

El presidente Raúl Castro dedicó su intervención en la primera sesión ordinaria de la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional al orden, disciplina y exigencia en la sociedad cubana. "Lo más sensible es el deterioro real y de imagen de la rectitud y los buenos modales del cubano. No puede aceptarse identificar vulgaridad con modernidad ni chabacanería ni desfachatez con progreso; vivir en sociedad conlleva, en primer lugar, asumir normas que preservan el respeto al derecho ajeno y la decencia".

Y precisamente, por esto usted ha trabajado durante años. ¿Cuánto quedaría por hacer? 

Su discurso fue muy valiente y se percata que es deterioro, esa pérdida del concepto de la belleza y de la forma de actuar es incompatible con el espíritu real de una Revolución que si bien lo pone de patas arriba a todo en un determinado momento y remueve los cimientos de la sociedad, y son pocas las revoluciones que lo han hecho en el mundo. Hay un momento en el cual, sin perder los valores por los cuales se ha luchado, es necesario una búsqueda de lo que puede haberse extraviado en medio de la gran conmoción.

Existen ciertas formas de comportamiento que se han legitimado y son inaceptables. Hay una confusión entre la vanguardia y la elite, yo no trabajo para elites pero sí para la vanguardia.

Creo, como decía un gran amigo recientemente desaparecido, Alfredo Guevara, que la belleza es muy importante para el hombre como el pan, la belleza es su relación con el ideal, con lo que él quiere y siente como una aspiración a vivir mejor, en una vida que por su naturaleza es siempre breve.

Entonces, ese desprecio al trabajo social, ese gasto de tiempo y energía en restaurar una escultura y que a la mañana siguiente aparezca un anónimo y escribe una barbaridad, en nombre de su incompatibilidad con lo que sea, que lo haga en su casa, pero no en el bien público.

Para todo hay un momento en la vida, hay momentos para reír, de silencio y los que son para llorar, y eso es legítimo, no puede haber pachanga cuando hay que llorar, no puede haber vulgaridad cuando lo que se requiere es ejemplarizar con las mejores formas de actuar.

Tenemos un idioma rico, hermoso y aunque en momento de desesperación es legítimo y casi un elemento consustancial al idioma y a su historia, a veces usar una palabra fuerte, ni en la televisión debemos aceptar como costumbre establecida que en nombre de hablar como habla "el pueblo" se confunde profundamente.

Hay una masa desclasada que Marx llamó el proletario de trapo, que es lo que quiere decir lumpen, lo que ha perdido la identidad, la esencia, es manipulable, y eso es a veces insalvable.

Lucho porque primero, todo puede ser rectificado, si lo creo en arquitectura, lo creo en el orden humano, creo que hay que educar, hay un camino a la restitución del papel fundador de la escuela, hay un camino -y está en la intervención de Raúl- del valor de la familia como el par adecuado en la escuela.

Sus palabras hay que tenerlas muy en cuenta y hay que tener realmente pánico a que se conviertan en consignas. Hay que tratar de que sea lo diario, el decálogo diario del buen vivir de los cubanos.

*Periodista de la Redacción Nacional de Prensa Latina

martes, julio 19, 2011

EL VERDADERO CONSTRUCTOR DE LA TORRE EIFFEL

Por Míriam Zito (Somos Jóvenes)

Reconocida como una maravilla arquitectónica, la Torre Eiffel o La Dame de Fer (La Dama de Hierro) como se le conoce en Francia, es el símbolo de París, su edificio más alto y el monumento que recibe la mayor afluencia de visitantes cada año.

Con una altura de 324 metros, equivalente a un edificio de 81 pisos, desde ella puede vislumbrarse en todo su esplendor la Ciudad Luz.

Edificada para la Feria Mundial de 1889, su creación se acredita al arquitecto Gustave Eiffel, pero la mayor parte de su proyecto constructivo se debe a la labor del cubano Guillermo Pérez Dressler, información que pocos dominan.

Más conocido como Guillaume Dressler, Guillermo Pérez Dressler nació en 1860 en la villa de Guanabacoa. De procedencia española, su padre, Juan Pérez Zúñiga, vio la luz en la isla caribeña, de donde también era su madre, Purificación Dressler de la Portilla, de padre escocés y madre cubana.

El gran talento del joven para el dibujo y la arquitectura, hizo que sus padres se trasladaran a La Habana para que cursara esa carrera universitaria. Poco después de cumplir los 15 años, muere el padre de Guillermo, y la familia queda en ruinas, por lo que el joven abandona sus estudios y empieza a laborar en una farmacia.

Convencido del gran talento del muchacho, un profesor amigo le tramita una beca para estudiar en la Sorbona, a través de una familia burguesa del Vedado. Con 16 años llega a Paris Guillermo Pérez Dressler, quien muy pronto cambiaría su nombre por el de Guillaume Dressler.

Con honores se gradúa a los 21 años de la prestigiosa universidad y obtiene trabajo en la firma Dumouriez, Valmy et Frères, donde se convierte en uno de sus mejores arquitectos, para acometer la reedificación del puente Peronet y la construcción de la autopista Vichy-Nantes, además del diseño del edificio Charpentier y la catedral de Bersy.

A raíz del fallecimiento del rey Ludwig II de Bavaria, en 1886 la familia real lo contrata para levantar la tumba del monarca en Munich, a lo que se suma la construcción del Nomer Platz, y más tarde el hotel Ciboulette du Lac, en Montmartre.

La vida de Dressler cambia un año después cuando su ex-profesor de La Sorbona, el arquitecto Gravier de Vergennes, le presenta a Gustave Eiffel, quien busca un asistente para la edificación de su famosa torre.

Pronto el cubano, ahora ciudadano francés, se convierte en la mano derecha del prestigioso arquitecto, quien lo nombra administrador ejecutivo. Eiffel, quien además de la torre tiene varios proyectos a la vez, le permite a Guillaume diseñar en su totalidad una cuarta parte de la torre, aunque nunca se le acreditó públicamente al cubano.

Al padecer de vértigo, Eiffel solo subió al primer piso de la edificación, por lo que a partir de ese momento Dressler fue el encargado de la obra y supervisó su construcción íntegramente, hasta que se inauguró el 31 de marzo de 1889.

Convocado en julio de ese mismo año a Inglaterra por la reina Victoria, quien lo contrata para edificar The Victoria and Albert Museum and Gardens en las afueras de Londres, Dressler parte el 4 de agosto rumbo a Inglaterra en el HMS Forepina.

Víctima de una tormenta, el barco naufraga y solo cuatro personas sobreviven. Dressler pereció en las aguas del estrecho de Dover, y su cadáver jamás fue hallado. Su nombre fue eclipsado por el tiempo, y hoy solo se reconoce a Gustave Eiffel como único creador y constructor de la torre que lleva su nombre, aun cuando le corresponde gran parte de su gloria a un cubano.

viernes, mayo 13, 2011

GUANAJAY: IGLESIAS, UNA HISTORIA DE HUESOS

Por Javier Montenegro Naranjo (Cubadebate)
 
Miembros del grupo Guamuhaya durante la excavación
Bajo el suelo de las iglesias más antiguas de Cuba existen cementerios donde están enterradas personas de diferentes clases: esclavos, españoles o criollos; aquellos que ostentaban mayores riquezas los sepultaban más cerca del presbiterio, y a los sacerdotes en la cripta, bajo el altar. El hedor era insoportable debido a los cadáveres putrefactos, y en ocasiones solo se podía estar poco tiempo en el interior.

En tiempos de plaga, la situación se volvía insostenible; los lugares de entierros eran reutilizados, sin importar si eras el Marqués de Villalta o el esclavo que le servía; abrían el agujero, sacaban los restos anteriores, a veces aún en descomposición, y volvían a introducirlos sobre el nuevo cadáver, no había problemas mientras se mantuvieran en camposanto.

La situación higiénica era crítica, y en 1804 el Obispo Espada y Landa da inicio a las campañas de prohibición de entierros dentro de las iglesias; se crearon los primeros cementerios del país y no hubo más náuseas durante las misas. Pero los restos más antiguos siguen escuchando cada día los pasos y murmullos de los visitantes, y las palabras de los sacerdotes hacia los feligreses.

Hace meses, las losas de granito que adornan el suelo de la iglesia católica de Guanajay se han levantado en diferentes lugares. Al comenzar las reparaciones aparecieron evidencias arqueológicas del antiguo cementerio por lo que fue necesario el auxilio del historiador Leonardo Camoeira y de los miembros del grupo espeleológico Guamuhaya, la participación del Arqueólogo y Arquitecto Jorge F. Garcell Domínguez, autorizado por la sub comisión de Arqueología de la Comisión Nacional de Monumentos, tras la emergencia de los trabajos a efectuarse en el templo y su experiencia en contextos funerarios, para desentrañar los entresijos guardados por tantos años.

A 15 centímetros de profundidad aparecieron las losas de barro que conformaban el antiguo piso. A partir de ese momento empezaba un trabajo más difícil; en lugar de emplear picos se debían usar herramientas más delicadas para no dañar las piezas y huesos que aparecieran a partir de ese momento. Se encontraron algunos fragmentos de metal totalmente oxidados entre dos capas estratigráficas,  una especie de rejilla aislante colocada al construir el piso actual en el año 1956, y el posible motivo del desnivel del suelo.

Después de retirar las losas comenzó un trabajo arduo, pues debajo de ese suelo debían estar los enterramientos. A medida que excavaban aparecieron algunos fragmentos de cerámica y vidrio, junto a una pieza dentaria de animal, prueba de que se usaba cualquier tipo de relleno para tapar las sepulturas, incluso basura. Los primeros restos humanos estaban dispersos y destruidos, muestra de la reutilización de los espacios de entierros.

Todos los enterramientos encontrados eran secundarios, o sea, no estaban en posición anatómica ya que habían sido removidos, en este caso para sepultar a otras personas. Apenas se encontraron piezas dentales, otro motivo para pensar que no fueron enterrados en ese lugar. Por desgracia, no se extrajeron huesos sin que sufrieran fracturas, debido al mal estado de la osamenta de más de 200 años. La humedad de la tierra guanajayense es muy alta, y provocó un deterioro acelerado en estos, además de que se encontraron varias raíces atravesándolos. Cerca de 16 cráneos fueron encontrados en el lugar de la excavación, de diferentes sexos y edades. Una vez terminados los estudios, los huesos se devolverán al interior del templo, cuando se reparen otras secciones del piso de granito integral del templo.

La intervención arqueológica facilitó un nuevo acercamiento con la historia; se hallaron cuatro niveles de piso, el más antiguo a 1.30 metros de profundidad. También se encontraron dos niveles de relleno donde se localizaron gran cantidad de fragmentos óseos, al estilo de un gran osario. Nobles de la época, criollos o esclavos descansan bajo el andar de los feligreses de Guanajay; quién sabe si alguno de sus descendientes camina hoy sobre sus restos.

Restos sin posicion anatómica
Fragmento óseo con varias fracturas debido a la humedad

Piezas encontradas en diferentes niveles
  
Huesos en la pared de la excavación
Único cráneo encontrado con piezas dentarias

Diferentes niveles estratigráficos
Restos óseos
 
Piso de losas de barro


viernes, diciembre 24, 2010

SUEÑO CON VER LA HABANA RESTAURADA

“No he hecho más que dar continuidad, en nuevas circunstancias, a la voluntad política del Estado cubano de salvarlo todo, faceta siempre presente en la historia de la Revolución”, comentó Eusebio Leal a Granma

Por Raquel Marrero Yanes (Granma)

Dice un viejo proverbio que el rostro es el reflejo del alma, pero hay quienes saben ocultarlo con sagacidad y entrega a nobles causas: hombres de extraordinaria sencillez, profundas raíces de identidad, sentido de pertenencia y amor por Cuba, como Eusebio Leal Spengler.

Atendiendo a sus responsabilidades en la dirección de la Oficina del Historiador, la Restauración y el Patrimonio Cultural, Granma quiso conocer especialmente cuáles son los principales planes de desarrollo para los próximos años.

Con palabras tan "sueltas" como su propio andar por las calles de la ciudad, expresa convencido: "Quisiera detener el tiempo para cumplir el sueño de ver La Habana restaurada. La gran angustia consiste en cuánto queda por hacer, de modo que lo más importante es el accionar cotidiano.

"Cuando se pierde algo lo hemos llorado, pero cuando restauramos hasta el más pequeño objeto, sabemos que es un paso más para lograr nuestro propósito final. Quisiéramos tener más, el país quisiera poder hacer más, pero a veces no es posible".

—¿Cuáles son los principales planes de desarrollo del Centro Histórico para los próximos años?

"El Plan Maestro para el desarrollo integral del Centro Histórico tiene una concepción muy clara. Estamos estableciendo algunos polos de desarrollo dentro del Centro Histórico que, momentáneamente, quedarán aislados, pero luego irradiarán hasta salir al encuentro de otros puntos de la Ciudad en los que se labora.

"Estamos acometiendo muchas obras en el centro histórico de Guanabacoa; la Casa de las Tejas Verdes situada en Quinta Avenida; la restauración del Alma Máter de la Universidad de La Habana; el monumento de José Martí en la Plaza de la Revolución; la Quinta de los Molinos... Además, en febrero comenzamos restauraciones en el Capitolio. Ya está deshabitado y estamos planeando las operaciones a ejecutar, las cuales entrañan un alto nivel simbólico por ser esta obra monumento nacional y escenario de grandes acontecimientos.

—¿Qué participación tiene la comunidad en estos proyectos, y cómo actúa?

"Hay lugares donde ha prendido la idea como una labor comunitaria, y la gente participa porque es la regeneración de su propio hábitat, su entorno, su casa.

"Teníamos que optar por solucionar infinitos problemas individuales —casas con peligro de derrumbe— o abordar las deficiencias comunitarias, como crear un hogar materno infantil, un centro para niños discapacitados, otro para las emergencias, en Belén, un centro de salud mental y las escuelas taller. Todo eso supone la iluminación pública, que contribuye a la seguridad de la ciudadanía. Ha sido un poderoso aporte comunitario.

—¿Qué hacer para que los habitantes de esta ciudad y de otras se comprometan con su entorno?

"El país ha comenzado a moverse, lo importante es que cada cual asuma su responsabilidad ante el cambio, ante la trasformación, sin abandonar el honroso concepto de que somos una nación unida. Necesitamos el consenso de todas las fuerzas posibles para llevar adelante la magna tarea de restaurar y cuidar.

—¿Cómo llega el programa de restauración a otros sitios de indudable valor para devolverles su antiguo esplendor?

"Ya llegó a Baracoa, a Puerto Príncipe (hoy Camagüey) y me siento honrado de ponderar el trabajo en Cienfuegos, logrado por la unidad, con un sentido pragmático, la utilización escrupulosa de los recursos y la participación comunitaria.

"Empezamos con una pala y un pico, pero hoy somos algo más: un movimiento fuerte. Hay un Historiador de la ciudad en cada pueblo, con los cuales mantengo comunicación. La Oficina presta asistencia, tanto moral, y a veces material, en la formación y preparación de especialistas en todo el país.

"Valga ahora el empeño y voluntad para salir adelante, no malgastar, tener capacidad de persuasión hacia las autoridades, hacia el pueblo, para lograr ese prestigio que nos hace ser hombres de bien con acogida social e impacto en la comunidad".

Para Eusebio Leal este esfuerzo por rescatar nuestro patrimonio histórico nace de una multitud que trabaja en el anonimato, también merecedora de salir a la luz.

lunes, octubre 04, 2010

RENACER DE LA CASA DE LAS TEJAS VERDES

Por Eusebio Leal Spengler
Tomado del sitio web de la Oficina del Historiador de la Ciudad de la Habana

«Hemos terminado, para felicidad de todos, la casa de la tejas verdes de la Quinta Avenida. Confieso que dilaté la visita a la casa; para mí fue más importante luchar por ella que la labor que se ha hecho luego, a esa estoy acostumbrado, por eso esperé, y cuando llegué, pude observar una de las cosas más maravillosas que he visto. Es ir desde el futuro hasta el pasado, es una conjugación diferente a lo habitual, muchas veces decimos no se puede ir al futuro, sino desde el pasado, hoy decimos vamos a ver el pasado desde el futuro».

AMAR LA CIUDAD: LA VERDADERA RAZÓN DE UN HOMENAJE

A la entrada de la Quinta Avenida en el barrio de Miramar se encuentra una de las casas de la ciudad que siempre ha llamado la atención por su singular fisonomía, ejemplo de la arquitectura doméstica tipo chalet de principios del siglo xx, con gran influencia de los cottages norteamericanos. Con mucho pesar vivimos la imagen de su creciente deterioro y recientemente la hemos visto renacer, gracias a los beneficios de la restauración arquitectónica. Varios fueron los propietarios del inmueble que construido en el año 1926, sufrió a lo largo del tiempo cambios en su interior, en cuanto a distribución y uso de los espacios.

La llamada Casa de las Tejas Verdes sorprende por su volumen y las formas geométricas que se entrelazan en su fachada, coronada por una cubierta inclinada con ventanas abuhardilladas y torrecilla en forma de cono que le concede gran belleza a este lugar. Precisamente sus techos de exagerada pendiente y recubiertos por tejas de color verde son sus atributos más destacados, que la distingue en un entorno caracterizado por grandes mansiones. Un amplio portal bordea el frente y laterales, y un jardín sirve de antesala a esta vivienda que cuenta con cuatro niveles relacionados entre sí por la escalera de servicio y otra de forma helicoidal chapada con piezas de mármol de Carrara y baranda de hierro con pasamanos de madera.

Al igual que otras mansiones de la avenida habanera, esta responde a la descripción que varios autores han recogido en sus investigaciones. Juan de las Cuevas Toraya en su libro 500 años de construcciones en Cuba hace referencia a elementos comunes como las escalinatas de mármoles italianos, el vitral al fondo de la escalera, la gran sala, la biblioteca, el comedor rectangular con dimensiones apropiadas para 12 o 24 comensales, la salita de estar de la segunda planta que da acceso a las habitaciones.

Tales residencias surgen entre los años 1917 y 1919 cuando el barrio de Miramar alcanza gran desarrollo. Así lo expresa Emma Álvarez Tabío en su libro Vida, mansión y muerte de la burguesía cubana: «La actitud de vivir con mayor intensidad la apariencia que la realidad, provoca que los comportamientos sociales asuman un carácter decididamente teatral, lo cual requiere a su vez de escenografías apropiadas que sirvan de marco a las puestas en escena…. cada familia pretendía representar… la sólida posición económica, la importancia de su ubicación en la sociedad, la del alcance político y la del nivel cultural adquirido… también como miembro de una familia se imponía la interpretación de diferentes papeles, que podían ser el de pródigo anfitrión, el de hombre de mundo, el de respetable cabeza de familia o el de sólido hombre de negocios».

LA RESTAURACIÓN

Luego de muchos años de deterioro, la Casa de las Tejas Verdes fue sometida a un proceso de restauración arquitectónica, a cargo de un equipo de profesionales de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. El deplorable estado en que se encontraba el lugar a consecuencia de la falta de mantenimiento, obligó a una reparación capital con vista a su total recuperación.

Un exhaustivo dictamen arrojó la pérdida de la cubierta lo que permitió la entrada del agua de lluvia que provocó el daño de la madera en la techumbre, conformada en una parte por losas de hormigón armado y en otra con sistema de vigueta y bovedilla, de los entrepisos y de toda la estructura de la casa. Fue esta una de las principales causas del deterioro del inmueble que, a consecuencia de las filtraciones, perdió molduras, florones y otros elementos de yeso que adornaban techos y paredes. Los muros de ladrillo también perdieron su revestimiento y se cubrieron de grietas; y apareció la huella del óxido en otras partes de la vivienda que mostraba también abandono en sus jardines y en la carpintería.

Ante esta situación y el alto valor simbólico del inmueble, los especialistas determinaron realizar una intervención sumamente cuidadosa que lo devolviera a su estado original, por lo que fueron rescatados los elementos que se encontraban aún en la obra, protegidos pisos y marcos sin desmontar. Asimismo se involucraron en una búsqueda de documentos y fotografías que sirvieran de referencia para la restauración.

LA CASA HOY

La Casa de las Tejas Verdes cuenta con la obra de muchos artistas contemporáneos que otorgan mayor valor y belleza al inmueble, preparado para que se pueda vivir en él y que sirva para explicar la arquitectura moderna y contemporánea de la ciudad, la de El Vedado y la de Miramar. Distintas manifestaciones como la pintura, la fotografía, la escultura, la cerámica, convergen en este sitio que exhibe las dos últimas piezas realizadas por el maestro Pepe Rafart; así como las creaciones de Vicente Rodríguez Bonachea, Ever Fonseca, Ángel Ramírez, José Omar Torres, Carlos Guzmán, Eduardo Abela, Jorge Pérez Duporté, Agustín Bejarano, Luis Alberto Rodríguez, Lourdes Gómez, Manuel Cruz Igarza, Agustín Drake, Yoryana Hernández, Rita Mirabal, José Raúl Colomé, Carlos y Karen Marcoleta, Miguel Osorio, Leticia Abad, Julia González y Juan Quintanilla.

La Casa de las Tejas Verdes abre sus puertas como centro promotor de la arquitectura moderna y contemporánea, el urbanismo y el diseño interior. Su sala de conferencias, ubicada en el ático, acogerá disertaciones de diversas temáticas a cargo de arquitectos, ingenieros, diseñadores y otros profesionales.

A partir de este mes la Casa de las Tejas Verdes ofrecerá el servicio de visitas dirigidas que podrán ser reservadas por teléfono, correo electrónico o personalmente, de lunes a viernes de 10:00 a.m. a 12:00 m y de 2:00 p.m. a 4:00 p.m., y los sábados de 10:00 a.m. a 12:00 m .Los miércoles estarán dedicados al programa de conferencias.

Dirección postal: Calle 2 núm. 308, entre 3ra. y 5ta., Miramar, teléfono: 212 5282, e-mail: tejasverdes@gc.patrimonio.ohc.cu

Proyecto: Dirección de Proyectos de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana

Directora: Arq. Tatiana Fernández de los Santos/Proyectista General: Arq. Lina Alba/Arquitectura: Arq. Ernesto Pérez/Estructura: Ing. Roberto Paredes e Ing. Marlys Molina/ Electricidad: Ing. Roberto Alfonso/Mecánica: Ing. Alexander Vega/Hidrosanitaria: Ing. Lariza Menne/Presupuesto: Ing. Gonzalo González



Diseño de interiores

Arq. Lourdes Gómez, Arq. Marisol Fernández y Arq. Rita Mirabal

Inversionista: Unidad Inversionista Prado. UPI

Directora: Arq. Perla Rosales/ Jefe de Grupo: Arq. Kenia Díaz Santos/Inversionista residente: Ing. Mariela Mulet/Arquitectura: Arq. Abiel San Miguel y Arq. Lázaro López/ Electricidad: Ing. Jorge Alonso/Mecánica: Ing. Roxana Bellón/Hidrosanitaria: Ing. Mariela Mulet/ Inversionista: Ing. Roberto Arrufat

Constructor: Empresa Constructora Puerto Carena

Director: Ing. Rogelio Milián Laria/Representante: Ing. María Lucrecia Pino/Técnica: Ing. Miriam Alonso/Jefe de obra: Avelino Reyes Figueredo/Ejecutor: Luis Mena/Vicedirector técnico: Julio Cesar Gálvez/Aseguramiento:Carlos Vilches/ Jefe de brigada: Ing. Rolando Galloso

Agradecemos la colaboración del arquitecto Abiel San Miguel para la elaboración de este texto.


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