Búsqueda Personalizada
Mostrando entradas con la etiqueta música. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta música. Mostrar todas las entradas

viernes, agosto 18, 2017

MUERE LA LUZ

Este 16 de agosto dejó de existir, víctima de una insuficiencia renal, la gran Lourdes Torres

Por José Luis Estrada Betancourt (Juventud Rebelde)

Ya ves, fue así que te olvidé,/ ya nunca más me acordaré de ti/ y yo sé que nada pasará/ pues nada queda ya de ti, de ti/ Si al ponerse el sol muere la luz/ si las olas del mar llegan y se van/ lo mismo pasó con nuestro amor/ vino, se fue, luego murió...

Incluida en el repertorio de más de 60 intérpretes de Cuba, Y fue así que te olvidé hacía que estallaran fuegos artificiales cuando la auténtica Lourdes Torres le sumaba el alma a su prodigiosa voz. Serán esas, las grabaciones que hizo para la televisión y la radio, las que nos la devolverán una y otra vez para recordarnos que esa notable cantante y compositora que este 16 de agosto dejó de existir, víctima de una insuficiencia renal, estará por siempre entre las grandes.

A la vida le cantó con sus más de 200 composiciones con las cuales encantó a un público que la adoraba. Y fue así que te olvidé la estrenó como autora, cuando la separación con el padre de su hija Lourdes Libertad, se hizo inevitable, y ya luego no pudo detener un torrente creativo que trajo títulos tan populares como Tendría que ser contigo más que amante; Señora, usted se conformó a estar con él, Como cualquiera... Canciones inolvidables que la situaron entre las preferidas, porque se entregaba toda, porque sabía emocionar. Canciones que se convirtieron en himnos para el auditorio femenino, porque en él pensaba cuando llegaba la inspiración.

«Todo lo hago para las mujeres, porque hemos aguantado de todo», contestaba cuando intentaban provocarla diciéndole que sus temas eran «agresivos» hacia los hombres. «Las mujeres no somos un brochecito que tú te pones aquí para que se te vea bonito el saco; somos seres humanos con los mismos derechos», afirmaba con fuerza.

Nacida el 29 de abril de 1940, a los siete años su mamá la matriculó en el Conservatorio, hoy Amadeo Roldán, donde recibió clases de solfeo, teoría, piano y baile, porque se la pasaba cantando, en un idioma raro. «¿Sería un muerto extranjero que tenía al lado? A lo mejor, pero desde ahí sabía que era artista y, bueno, en la escuela me cogían para todo. Yo era la niña estrella de la escuela, con cinco años, seis años», contó en una entrevista.

Tenía 15 en el momento en que la llevaron a casa del maestro Ernesto Lecuona. «Estábamos en septiembre y yo sudaba como condenado a muerte. "¿Qué vas a cantar, comino?", me preguntó. Pesaba 80 libras. Estaba fea que partía el alma aquello. Le puse en el piano la canción. Él miraba y tocaba. Y cuando terminé me dijo que me incluiría en el concierto del 9 de octubre. Cuando llegó el día del concierto, si hubiera sido un muelle, no hubiera temblado tanto. Esto fue el 9 de octubre del 55. Esa es una anécdota hermosísima para mí».

También estuvo año y medio en los tiempos de gloria de Tropicana, donde conoció a Nat King Cole, y trabajó con figuras como Paulina Álvarez, la Emperatriz del Danzonete, acompañada por la orquesta dirigida por Armando Romeu.

A Los Modernistas se unió en abril del 61, atraída por el mundo armónico: un cuarteto inscrito ya en la historia de las agrupaciones vocales cubanas. «Le agradezco mucho a Fernando Mulens, a mis compañeros, todo lo que aprendí dentro. Éramos cinco personas con una seriedad tan grande para hacer lo que hacíamos. Aprendí muchísimas cosas, muchísimas cosas aprendí», enfatizaba.

Después vendría su extraordinaria carrera como solista que acabó por consagrarla. Sí, el público cubano la amó y ella vivió orgullosa que fuera justo de ese modo. «Si a alguien le pertenece un pedazo de esta Isla es a mí. Tengo un pueblo atrás: yo voy por la calle y la gente es tan buena, tan divina, tan amorosa, tan cariñosa...». Así siempre fue con Lourdes Torres hasta el final de sus días. Así será por toda la eternidad.

miércoles, marzo 04, 2015

¿PARAR AL TREN DE LA MÚSICA CUBANA? (+ FOTOS)

Por Oscar Figueredo Reinaldo (Cubadebate)

Foto: Iván Soca
Para las miles de personas que asistieron en la noche de este domingo al Salón Rosado de la Tropical, la alegría pareció truncada por una amarga experiencia. Luego de tocar durante dos horas con la cubanía y la energía que los caracteriza y que los ha hecho ser reconocidos por todos los cubanos como el “Tren de la Música Cubana”, un lamentable incidente detuvo, para asombro de todos, el concierto de los Van Van.

En el mismo escenario donde había tocado un día antes la banda de Rock & Roll The Dead Daisies (Las margaritas muertas), comenzaba sobre las 8 de la noche, con pocos minutos de retraso, el más reciente recital de la agrupación.

“El espectáculo transcurrió idéntico a todos los ofrecidos durante la Gira Nacional de 2015 pero con un par de temas del nuevo CD La Fantasía. El Show de ensueños, contó con invitados como Carlitos de “Los cuatro” y el carismático Elito Revé.”  Sin embargo, “al filo de las 10:30 se ha subido un oficial de la Policía al escenario y ha detenido el show más auténtico que vi en 12 años de trabajar con esta Orquesta, la de Juan Formell”, alertó a Cubadebate Iván Soca Pascual, fotógrafo de la agrupación, con un amplio reconocimiento profesional en el gremio.

Ante lo insólito del hecho, el cierto revuelo que había causado en las redes sociales y tratándose de  la más importante y prestigiosa orquesta cubana de música popular, salimos a buscar detalles y explicaciones de lo ocurrido.

El insólito acto ocurrió, para asombro de todos -  según nos relata el representante de prensa de la agrupación, César Castellanos-, luego de que se le notificase al grupo, con diez minutos de antelación, que solo podían tocar hasta las 10:00 pm.

“Nosotros tenemos aquí los domingos previsto un horario de 4:00 pm a 10:00 pm de la noche. A las diez y cinco de la noche los compañeros del orden interior que trabajan en el centro notificaron la preocupación que tenían ya que no se había acabado el concierto. Y nosotros se lo hicimos saber al representante de los Van Van y le explicamos que la policía estaba reclamando que estaban pasados en el horario” nos dijo por su parte, Rodolfo García, Director del Centro Cultural Salón Rosado de la Tropical, Benny Moré.

La fiesta de pueblo continuó hasta las 10:30 pm, nuevo horario pactado entre el representante de la agrupación de música popular y los directivos de la institución; sin embargo, nuevamente la policía, pasados unos minutos de la hora acordada, reclamó sobre la extensión del concierto.

“Yo pensé que era parte del espectáculo el que subiera un oficial de la policía y se integrara a una fiesta que iba de maravillas, pero no fue así. Roberton, que interpretaba Somos diferentes, un tema para los cubanos, lleno de elementos de patria y auténtica cultura, le pasó la palabra al público y este al unísono empezó a gritarle al policía “iNo sirvió, no sirvió!” No obstante a ello, se suspendió el concierto.”

Fueron los agentes del orden y no la dirección de la institución quien tomó la decisión.“La policía decide parar la actividad. No hubo suspensión, hay un horario establecido, que es lo que se coordina en las reuniones de programación en las reuniones de la Tribuna Antiimperialista. Siempre el horario ha sido el mismo y para extender este tiempo se nos tiene que notificar en la reunión de programación y este no fue el caso”, recalcó Rodolfo García, Director del Centro Cultural Salón Rosado de la Tropical.

Como nos describen sus protagonistas, el incidente además de haber sido “muy desagradable para todos los presentes”, constituye una falta de ética y de respeto al público  pues además de la mala coordinación evidenciada, se violó toda forma de educación.

“Hace mas de 10 años que vengo haciendo la historia en fotos de esa orquesta y te puedo asegurar que son una joya. No beben cuando trabajan, son educados, oportunos en sus actos y tranquilos. Realmente la manera en que se trató a la agrupación fue más allá de toda conducta ética”.

Al respecto el director de “La Tropical” acotó que  él no podía describir el actuar de la policía, ya que él no se encontraba en la tarima. “Yo les estaba dando una explicación a los jefes que estaban fuera del establecimiento, realmente no vi directamente la acción de la policía. Aunque reconozco que un policía no debe subir al escenario aunque se pasen del tiempo.”

Al respecto, contactamos con el Instituto Cubano de la Música y el Ministerio de Cultura  pero no obtuvimos reacciones pues en el momento del contacto telefónico ignoraban el hecho.

Tras los acontecimientos ocurridos el fin de semana, cabe preguntarse ¿de quién es la responsabilidad de coordinar los horarios de las instalaciones culturales como estas: es de los agentes del orden o de la dirección provincial de cultura? ¿Qué papel juega entonces la dirección de una institución en la gestión de su funcionamiento? Si la única justificación real fue la extensión del horario, ¿por qué algunos conciertos pueden acabar a las doce de la noche?¿Cómo se coordinan las actuaciones de una orquesta de renombre como Los Van Van? ¿Es atinado parar abruptamente un concierto de este tipo en sus finales?

Lo que debió ser, y fue hasta ese momento,  un espectáculo para el disfrute de la población y por el cierre de la Gira de Aniversario de los Van Van acabó siendo, cuando menos, un insólito y desagradable incidente. Debe prevalecer el orden y la disciplina; pero también son necesarios el buen tino y la imprescindible coordinación entre todos los que organizan espectáculos masivos como estos.

miércoles, febrero 04, 2015

ADIÓS A CELINA, LA REINA DEL PUNTO CUBANO

La popular Celina González, una grande de la música campesina, falleció en la mañana de hoy tras una larga enfermedad


Foto: Marianela Dufflar
Celina González, conocida como la reina del punto cubano, falleció hoy miércoles a los 85 años de edad, tras una larga enfermedad, según han informado a Granma fuentes oficiales del Ministerio de Cultura.

La popular cantante y compositora, retirada hace años de los escenarios por su enfermedad, fue ovacionada en los mejores teatros y estadios del mundo. Cantó junto a Benny Moré, Marbarito Diez, Nat King Cole, Pedro Vargas entre otros.

Practicante, desde muy joven, de la religión afrocubana Regla de Osha o Santería, la intérprete popularizó el famoso canto a Santa Bárbara o ¡Que viva Changó!

A mediados de los años 40 del siglo pasado conoció al guantanamero Reutilio Domínguez Terrero, un guitarrista espectacular y notable, segunda voz, formando con él en 1947 el famoso dúo de Celina y Reutilio.

En 1964, el dúo se separó y Celina González comenzó su futura carrera como solista. Algunos años después (1981) formó dúo con su hijo Reutilio Domínguez con el objetivo de rescatar parte del repertorio del antiguo dúo con Reutilio su esposo. Con él grabó en 1999 el disco 50 años como una reina, nominado en el 2001 al Grammy Latino

Celina mereció el Premio Nacional de Música en 2002.

Más adelante, Granma ampliará detalles sobre sus honras fúnebres.


ARTÍCULO RELACIONADO

Celina, la reina de los campos de Cuba
Por Amelia Duarte de la Rosa (Granma)

sábado, enero 03, 2015

NINÓN SEVILLA, APORTE CUBANO A LA EDAD DE ORO DEL CINE MEXICANO


Ninón también participó en el boom de las telenovelas mexicanas, pero su gran pasión fue indudablemente el cine

Por Pedro de la Hoz (Granma)

 
Cuando nació en La Habana el 10 de noviembre de 1929 se llamó Emelia Pérez Castellanos. Al partir el último miércoles en Ciudad de México a los 85 años, víctima de un ataque cardiaco, el mundo la despidió con el nombre con que iluminó la marquesina de los teatros, encandiló la vista de los asistentes a las proyecciones fílmicas que protagonizó e hizo época con su estampa: Ninón Sevilla.

Ninón fue una de las estrellas más rutilantes de la edad dorada de la pantalla mexicana hacia la medianía del siglo pasado, particularmente en el llamado cine de rumberas.

Aunque bailó y cantó en teatros y centros nocturnos habaneros, su fama comenzó a cimentarse al viajar a México, integrar el espectáculo de la argentina Libertad Lamarque y debutar en la película Carita de cielo (1946), de José Díaz Morales, donde desempeñó un papel secundario.

Este mismo director la situó nuevamente en el elenco de Pecadora (1947) y Señora Tentación (1948), y en ese propio año com­parte faenas con Agustín Lara en Revancha, de Alberto Gout, y Coqueta, de Fernando Rivera.

Pero la consagración vino en 1950 al protagonizar Aventurera, de Gout. El papel de Elena, una joven vedette que se debate entre una trama prostibularia, los deseos de venganza y el amor, la convirtió en un ícono del cine mexicano.

Filmó 22 películas, y entre ellas, además de las mencionadas, guardaba en su memoria un lugar especial para Mulata (1954), de Gilberto Martínez Solares, rodada en La Habana y en la que alternó con Pedro Armendáriz; y Yambaó (1956), de Alfredo B. Crevenna, rodada también en Cuba, donde  asume el papel de una trágica santera y canta y baila temas musicales compuestos para ella por el maestro Obdulio Morales.

Ninón también participó en el boom de las telenovelas mexicanas, pero su gran pasión fue indudablemente el cine. Tanto que cuando fue llamada en 1981 por Mario Hernández para sumarse al reparto de Noche de carnaval, le puso el extra necesario para adjudicarse el Premio Ariel de actuación, máxima recompensa anual de la cinematografía mexicana.

Su país de adopción le dio, entre otras satisfacciones, el premio Diosas de Plata Dolores del Río en reconocimiento a su trayectoria cinematográfica en el 2009. El año pasado fue objeto de un homenaje de parte de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas y la Cineteca Nacional.

Miguel Barnet, al conocer el deceso de la actriz y bailarina la evocó como “una mujer intensamente cubana y de muy vivo ingenio, símbolo máximo, junto a Amalia Aguilar y María Antonieta Pons, de una estirpe que llevó la rumba por los caminos del cine”.

El Estado cubano le confirió en 1995 la Distinción por la Cultura Nacional y en el 2009 la Unión de Escritores y Artistas de Cuba la honró con el Premio Internacional Raquel Revuelta.


lunes, octubre 20, 2014

FALLECIÓ EL DESTACADO PIANISTA JUANITO ESPINOSA

La Habana, 19 oct (AIN) El ministerio de Cultura y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, informaron que este sábado falleció en La Habana el destacado pianista cubano Juanito Espinosa.

La nota subraya la larga trayectoria artística de Espinosa, quien, añade, acompaño a grandes cantantes, y también desarrollo una fructífera carrera como solista y paseó su arte en grandes escenarios dentro y fuera del país.

El sepelio se efectuó este domingo a la 1:05 de la tarde en la necrópolis Cristóbal Colón.


ARTÍCULO RELACIONADO




lunes, mayo 26, 2014

¿CONOCIÓ USTED A LUIS CARBONELL?

Por Reynaldo González (Cubadebate)

Maniática recurrencia generacional el “borrón y cuenta nueva”, más si en la vida ocurren hechos tan definitivos como un revolcón de las costumbres y del régimen social. La Revolución nos dio ese removión de padre y muy señor mío. Replanteamos todo —y cuando escribo “todo” pienso todo—, incluidas viejas eficacias en el enfoque, disfrute y análisis del entretenimiento, ese inefable “matar el tiempo” (¿alguien se preguntó por qué?) traducido en una acción-inacción-sublimación consumística, en bien y en mal, que embelesa y distrae pero no siempre deja huellas. Cuando accediendo a ciertos reclamos pensamos en ese acom­pañante involuntario pero persistente que es el entretenimiento —cuántos crímenes en tu nombre—, desarrollamos la manía de negarle todo aporte, ignorando cuanto de él va con nosotros. Nos dejamos arrastrar por sus artilugios ilusionistas. Formamos filas entre los apocalípticos y los integrados, analizados bien y a tiempo.

El mundo del espectáculo, donde “tener o no tener pista” es la cuestión, de la pequeña a la gran pantalla, con sus inmensos ecos en la conciencia colectiva, cuanto puede resultar insípido o suculento, según los ingredientes, es algo que casi no atendemos porque fluye con mecánica propia. Creemos conducirlo pero nos conduce, seleccionarlo pero nos selecciona. Es de lo que no escapamos y le hacemos mil inadvertidas concesiones, hasta que termina conformando criterios, roles y, sobre todo, el gusto. En fin, esa pesadilla gentil que ya acumula frondosos estantes de literatura semicientífica, semidocta, proverbialmente desatendida por quienes merecerían asomarse a sus laberintos, esos “realizadores” que insisten en las fórmulas fatigadas y sus vicios inherentes, consumidores habituados (¿adictos?) a sus estridencias, la tan promocionada idiosincrasia que dicen representar y en nombre de la cual cometen innúmeros delitos.

Pero cuando abordamos el arte de alguien que surgió en ese medio, debemos verlo en él y desde él, y en su individualidad, casi a contracorriente. Es lo indicado al observar a Luis Mariano Carbonell. Él se debió a esos sospechosos vehículos, en ellos ocurrió su “lanzamiento” (palabra que evoca el cosmos ancho y ajeno). A ellos agradece el arraigo que hoy tiene en el público de nuestro hemisferio. Fue designado “acuarelista de la poesía antillana” con similar alevosía que esplendidos locutores debieron arrastrar títulos como “la voz de oro”, “la voz de plata”, “la voz de cristal”, incluso una nadería, “voz de voces”, ya agotados los yacimientos metalúrgicos, la fauna y la flora, terrestres y marinas. Era una de las recetas publicitarias de la época, el momento en que los medios de difusión comercial alcanzaban su mayor auge en Cuba y desde ella, la prodigiosa década de los cincuenta. Avalado por un augural triunfo newyorkino, aterrizaba en su Isla —nadie es profeta desde su Isla— ese mulato santiaguero dispuesto a conquistar un público que por lógica le pertenecía.

A Carbonell lo “lanzaba” la empresa que resultó hegemónica luego de una enconada polémica que incluyó robo de cerebros, ruina empresarial, un suicidio y la omnipresente injerencia extranjera, con su modus operandi disfrazado de modernidad, de sociedad anónima. Al frente, un cubano como fachada, Goar Mestre, llamado a ser el zar de la radiotelevisión latinoamericana. Era el gran momento del Circuito CMQ, la Radio City habanera, cuerpo y presencia en el majestuoso cine Wagner, emporio de hormigón armado, Xanadú de la radiomanía tropical: Radiocentro. El edificio semejaba la ballena blanca, su dentadura voraz asomada a la calle L del Vedado, con sus tragaderas retadoras, y el cuerpo constituido de oficinas, estudios y una ambición monopólica. Desde esa torre refrigerada Goar Mestre vio pasar el cadáver de su adversario, Amado Trinidad Velasco, empresario arruinado de la rival RHC-Cadena Azul. Le obsequió un sonoro minuto de silencio mirando el reloj con ansiedad calculadora, y movió los hilos de su flamante negocio.

En el staff quedaba incluido un declamador estrella, que ya lo era en verdad, Luis Carbonell. En tan arremolinada circunstancia debutaba con una expresión artística ya depurada, paradoja que sólo explican su enorme talento y su autoexigencia. Tenía por delante un camino colmado de obstáculos. Por La Habana y por otras capitales latinoamericanas habían pasado Berta Singerman y su ejército de imitadores. De la recitación hicieron algo electrificado, tremante —un mal de Parkinson de la voz—, con ínfulas de tragedia griega, tiaras, cortinas movidas por vientos de tormenta en foro romano. Todo aquello aplicado como prótesis escénica a textos criollos y españoles, cargados de ritmo, retruécanos y grandilocuencias. El verso, el pobre verso quedaba en puro efectismo. Si alguien escuchaba el anuncio del “declamador”, se erizaba de pies a ca­beza, pues en aluvión le caerían “La marcha triunfal”, “El duelo”, “La lágrima infinita”, los más apasionados ripios, o buena poesía reducida a sonoridad de ultratumba y gestos marmóreos. En la programación rutinaria dominaban los sollozos y desgarramientos de la siempre borrascosa pareja sentimental, las radionovelas. Las ondas hertzianas estaban dominadas por los arquetipos machomacho y hembrahembra, con violines y atabales frenéticos para los momentos clímax, que eran todos.

En esos predios entraba Luis Carbonell, con gracia no de dios sino de persona, no de augur sino de mulato de la calle, cargado de picardías espontáneas. Tenían buen decir, extraordinaria dicción y una rigurosa disfrute di selección de textos que representaban lo contrario del repertorio a que estaba acostumbrado el respetable. Iba de rompeolas, de equilibrista sin malla protectora. Varios elementos lo diferenciaban al recién llegado. El primero: un sentido del ritmo, totalmente nuestro, caribeño y antillano, contagioso para multitudes del patio y seductor para quienes asimilaban las noches cubanas como aventuras de las sensaciones De ahí su “colorismo”. Pero entre la sonora fauna radiotelevisiva integrada por incontables “novias de América”, damitas y galanes —con un inexplicado “el galán de los galanes”—, Carbonell estaba destinado a sobresalir porque lo suyo era auténtico, tan popular como riguroso. Representaba una cultura real, palpitante, no el manierismo de sus tópicos. Sin quedarse en el pintoresquismo facilista, su arte también constituía un filón exportable. Era Cultura con mayúscula y Autenticidad ídem.

Crecido en una familia de músicos y recitadores, con un innato sentido de la escena que ampliaba el tesón del estudio, Luis Carbonell podía burlar las zancadillas de un medio viciado en la realización y en la fruición. Sus manos adquirían una novedosa expresividad al recitar, pero también ganaban la resonancia del piano con una ligereza y un oficio insólitos. Su acendrado paladeo de la música ayudaba a sus presentaciones. Traía en la voz algo de bongosero tradicional, decantado por un refinamiento criollo, la flexibilidad de lo vivido y asumido. Sonaba distinto. Era inimitable. Sentaba plaza única, que no alcanzarían sus imitadores, pues al remedarlo sin sus atributos, se imponía un trasunto de vulgaridad inexistente en él.

En algunas presentaciones unió su esfuerzo al de genuinos talentos musicales. Pero no era el guarachero burdo, ni se resignaba al sonsonete “para turistas”. Sabía sacar a todo un brillo peculiar, que le venía de la música misma. Pronto fue conocido como alguien que “sabe de música”. Su nombre se asoció al de cantantes y arreglistas hasta el punto en que más de un movimiento expresivo musical cubano de los últimos cincuenta arios le debe el éxito a su orientación. Daba clases y ayudaba a quienes deseaban adquirir un oficio que resultaba atractivo y eficaz. Conjuntos vocales recurrieron a su experiencia. Devino promotor de discos de novedad innegable, incluso en predios norteamericanos, tenidos como Meca de la discografía, como paso con uno de Esther Borja, donde, además de arreglar y acompañar al piano, logró la multiplicación de la voz por primera vez, recurso ahora muy socorrido. Y continuaba siendo “el acuarelista de la poesía antillana”, lo que ejercía con jubilosa creatividad.

Entre las figuras representativas de un arte autóctono latinoamericano, sin lugar a dudas señorea Luis Carbonell. Sus grabaciones rompen record de venta en las casas especializadas de los barrios “hispanos” de Nueva York, Filadelfia, Chicago o Los Ángeles, sin contar en La Florida , en rediciones piratas que reiteran un período del desarrollo de Carbonell, nunca negado pero si superado por el artista. En Puerto Rico, Colombia, Venezuela, México, Santo Domingo y otros países es un símbolo de la escena caribeña, junto al movimiento de la salsa. Se ha integrado a una cubanidad exportada y explotada con gran éxito comercial. En su Cuba natal ha sido presencia permanente del teatro, la televisión, la radio, el cabaret que vio nacer sus “estampas”. Sus giras desbordaron el ámbito latinoamericano con donaire insólito, en escenarios del mundo impuso sus negros bembones, sus mulatas arribistas o conquistadas por la furia rumbera, sus chéveres del litoral habanero, pero también un signo de distinción que sorprende con arte mayor donde esperaban solo el género popular.

Para cierto público representa la fijeza de una fruición que otros consideran vencida. Los exigentes se sorprenden con la maestría de un arte cada vez más raro. Cuando me pidieron una definición de su presencia escénica, lo califiqué como el primero y el último de una estirpe. Provoca la imitación, pero quien lo imita fracasa. Él soslayó el obstáculo de la grandilocuencia y el engolamiento que lamentablemente tipificaba lo recitativo, quizás un fatum adquirido con la palabra “declamación”. Lo recuerdo deshaciendo prejuicios en la Casa de las Américas, en La Habana, diciendo como nadie cuentos de Armando Leyva, Antón Chejov, Virgilio Pinera; poemas de Mello, Palés Matos, César López, Nazoa, Korsi, Ballagas, Guillen. Un público ansioso pero no tan avisado, se sorprendió con otro Luis Carbonell, alejado del esquema publicitario, sin que por ello desdiga de sus estampas, dichas como nadie.

Los medios masivos no siempre reciben la labor más ambiciosa y seria de este creador y recurren a sus éxitos más viejos. Por eso, aquella noche, junto al gesto preciso, la entonación exacta y una presencia que mantiene su calidad hasta devenir consustancial, Carbonell mostró otros caminos de su quehacer histriónico. Fue del piano al proscenio. Ejecutó obras de castigada autoridad y elevó la voz para recrear piezas que no son oratorias o recitativas. Con idéntico rigor que en sus pasos anteriores, Carbonell ha incluido en su repertorio cuentos dichos como fueron escritos. Soslayan la temática del afrocubanismo, amplían sus posibilidades para llegar a un público más exigente. A ese otro Luis Carbonell me referí antes (Granma, La Habana, 16 de junio de 1984), para advertir a los espectadores sobre un rigor no previsto. Es el que incluye en su repertorio obras de Asimov, Poe, Jodorowsky, Jorge Cardoso, Pita Rodrí­guez, Lydia Cabrera, Pinera. Quien “monta” Decadencia y caída de casi todo el mundo, de Cuppy, los Apócrifos de Karel Capek, con la magia de la voz y el gesto, recursos propios de la escena. En un espectáculo donde se unen la crea­ción artística y un culteranismo de buen gusto, se sienta al piano para que escuchemos la criollísima Danza de los tres golpes y un Preludio de Rachmaninov. O se une a Los Papines, con “Mamita, quiero arrollar”, “La negra Fuló”, “El teléfono”, “Cundió brujería mala” y otros grandes momentos de poesía popular. En todo deja la impronta de un creador inquieto, pero también la huella de una cultura que no es sólo popular o erudita, sino mezclada, sabia en su decantación.

Luis Carbonell ha sabido burlar el estatismo inherente al “masaje” radiotelevisivo y, también, a quienes quisieran verlo adscrito a la industrialización de la nostalgia, sublimación que promueve la “onda retro” y se recrea en sucesivos revivals de cualquier tiempo pretérito. Los ambiciosos proyectos de Carbonell trascendieron la reiteración autocomplaciente y narcótica de los medios. Se negó a ser solamente símbolo de una sensibilidad superada y de una etapa que la realidad ha dejado atrás con saludable regocijo. No se resignó a ser la desfasada vedette con retoques, entre elogios condescendientes e inevitables bostezos.

Ante la presencia de Luis Carbonell en la escena, el disco, la televisión, Luis Carbonell se rebeló contra la astracanada y la papilla predigerida, de lo sublime a lo ridículo. No acudió a la tendencia casi masoquista de sobrevalorar el pasado, su llegada a la escena siempre ha sido presente. Su autenticidad se ha basado en la inconformidad del verdadero artista. Por eso no pertenece a la nostalgia.


viernes, mayo 02, 2014

JUAN FORMELL: LA ENTREVISTA QUE NUNCA FUE

Por Ibis Frade Brito (Prensa Latina)

La Habana, 2 may (PL) Juan Formell era un músico mediático, de los que se roban el show inevitablemente y aun sin proponérselo: le bastaban solo un bajo y una orquesta, Los Van Van.

Pero el maquinista de la música cubana dejó su tren y todavía hay quien no lo cree: murió Formell, el novio eterno de Marilú y La Sandunguera, el creador de Los Beatles cubanos.

Clásicas y populares, las canciones de Los Van Van han sido por más de 40 años la banda sonora de muchas películas cotidianas en esta isla y una conexión entre veteranos y noveles bailadores.

Para entender la timba cubana, hay que bailar con Formell, tratar de seguir sus "tumbaos" acelerados y sus canciones interminables que sofocan a las parejas, pero las dejan felices hasta el cansancio.

"Mi vida ha estado enteramente consagrada a la música y solo cobra sentido cuando la gente la hace suya y la disfruta", dijo el compositor al recibir en noviembre de 2013 el Premio Especial a la Excelencia Musical de los Grammy Latino.

Con 27 años, lo apostó todo a su orquesta y se propuso revolucionar el escenario bailable del país con un nuevo proyecto que mezclaba ritmos tradicionales cubanos con sonoridades del pop, el beat, el rithym and blues y hasta un poco de rock.

De su dueto con José Luis Quintana (Changuito) nació el songo, ritmo fiel a los recursos expresivos del son, y luego junto a César "Puppy" Pedroso, publicó piezas icónicas de su orquesta como Seis semanas.

Al igual que otros grandes de la música cubana, Puppy lo venera como un maestro, de hecho, confesó a Prensa Latina que una de las decisiones más difíciles de su vida fue decirle a Formell: "no voy a seguir en el grupo".

Los Van Van son una escuela y una familia para mí, "con mi amigo Juan aprendí muchísimo, fue mi guía musical, incluso me transmitió un poco de su paciencia y su sentido del compañerismo".

Aquí queda Samuel, "el hijo de él", dispuesto a continuar lo que empezó su padre cuando a finales de 1969 formó Los Van Van.

Habanero hasta la médula, Juan Formell nació un 2 de agosto de 1942 en su ciudad querida y también murió en ella a los 71 años, con una veintena de discos propios, merecedor del Premio Nacional de Música 2003, dos Grammy y varios Cubadiscos.

Se fue la víspera y nunca dejó claro en ninguna entrevista ¿Qué es lo que tiene Van Van que sigue ahí? como reza una de sus letras. Por supuesto, a la crítica especializada le hubiese encantado saberlo y obtener una explicación pormenorizada, con teorizaciones incluidas.

Pero los vanvaneros de todo el mundo lo saben y lloran: dicen los más consagrados que Los Van Van se disfrutan con todas las de la ley cuando tocan en vivo, con Formell al bajo y el ritmo a sus pies.


jueves, mayo 01, 2014

3 PREGUNTAS A SILVIO RODRÍGUEZ

Por Harold Cárdenas Lema (La Joven Cuba)

1. ¿Qué opinión le merece el episodio ocurrido recientemente con Roberto Carcassés? ¿Qué lo motivó a invitarlo a tocar con usted?

Lo primero es recordar que mi último disco, “Segunda Cita”, lo hice con Roberto. Esta fue una colaboración que empezamos a hablar 20 años atrás, cuando él estuvo en Ojalá grabando con Santiago Feliú. También soy viejo amigo de su padre, Bobby Carcassés, o sea que conozco a la persona y al músico desde hace mucho.

Como cualquiera que esté al tanto de lo que él hace, yo sabía que en sus presentaciones él suele soltarse, así que no me sorprendieron sus improvisaciones. Recordemos que el acto tuvo una participación amplísima, como espectro cultural, y ya se sabe que cada artista (como cada persona) “es un mundo”.

Es significativo que entre el público presente no hubo alguna reacción especial y que la noche continuó fluyendo con toda normalidad. Fue en el exterior de Cuba donde se dijo que Robertico se había manifestado contra el gobierno. Después, un funcionario –que al parecer desconocía la forma de improvisar de Roberto– pretendió responder a la prensa foránea suspendiendo indefinidamente al músico.

Fue como si allá hubieran apretado un botón que activaba una medida aquí. Guerra fría en 4D y sonido surround. Me pareció injusto que por un mecanismo político vicioso, que debiera haberse superado, tuviera que pagar un gran talento. Y actué en consecuencia.

2. El llamado Quinquenio Gris todavía resulta un episodio doloroso en la cultura cubana, mucho se ha hablado del mismo por parte de la intelectualidad sin embargo destaca la ausencia de la opinión de los decisores culturales en la época. Un capítulo que quizás no esté completo o falte por escribir. ¿Qué opinión le merece Luis Pavón a Silvio Rodríguez?

Cierto que faltan las opiniones de los funcionarios cuestionados, y es una pena, porque pareciera que no tienen derecho a expresarse. Sin embargo, ahora recuerdo que al menos uno de los cuestionados sí dio opiniones. Me refiero a la entrevista “Los Beatles nunca estuvieron prohibidos en Cuba”, que Ernesto Juan Castellanos le hizo a Jorge Serguera.

Precisamente otra entrevista a Serguera –en este caso televisiva–, hecha por el cantante Alfredo Rodríguez, fue uno de los detonantes de aquel episodio virtual conocido como “la guerrita de los emails”. Yo estaba viendo la entrevista y, al revés de otras interpretaciones, me pareció positiva aquella comparecencia en la que el otrora director del ICR decía campechanamente que prefería el caviar al boniato. Recuerdo que al final miré a mi esposa y le dije: “Estamos creciendo”.

Después leí que en otro canal, por aquellos mismos días, habían entrevistado a Pavón. Algunos vieron en aquellas dos apariciones signos que, francamente, yo no vi.

Respecto a Serguera, creo que sufrió más que yo mi temprana suspensión del organismo que él dirigía. Como toda historia pública en la que suele haber “buenos y malos”, a mi aquello me convirtió casi en héroe, mientras que a él le tocó el rol de villano. Y creo, muy sinceramente, que en ambos supuestos papeles hay exageraciones.

A lo largo de su vida, Serguera tuvo que soportar quién sabe cuántos recordatorios de que se había equivocado conmigo. Por mi parte jamás alimenté la mitología. Y cuando en mi presencia se mencionaban aquellas circunstancias, si abría la boca era para expresar respeto por el hombre que defendió a Frank País cuando Santiago de Cuba era un hervidero de torturadores y asesinos. Lo saben mi familia y mis verdaderos amigos.

Una de las personas que menos de acuerdo estuvo con mis avatares en el ICR fue Luis Pavón Tamayo, a quien conocí porque pasé el último año de mi servicio militar en la revista Verde Olivo, que él dirigía. Por entonces el ejército era muy severo con quienes lo integraban obligados por ley. O sea, que pude estar en Verde Olivo, que quedaba en la Plaza de la Revolución, después de haber pasado más de dos años en unidades de combate. Pavón se dio inmediata cuenta de que me gustaban el arte, la poesía, la lectura, y de que no era homosexual, como sospechaban algunos. Yo además era espiritista, aunque tampoco se alteró por eso. Me quitó el pase sólo una vez, cuando decretaron alerta de combate y llegué unas horas tarde, entretenido oyendo música en la Biblioteca Nacional.

Cuando me enteré de que Pavón era poeta, le pasé unas cuartillas escritas a máquina. El me insistió en que armara un cuaderno y lo mandara al concurso literario de las FAR, por lo que obtuve una primera mención. Mientras estuve en Verde Olivo, me prestó “La semilla estéril”, de José Zacarías Tallet, “El oscuro esplendor”, de Eliseo Diego (que acababa de salir), y una preciosa edición bilingüe de los sonetos de Shakespeare, que le devolví 20 años después muy bien encuadernada.

Me he preguntado ¿por qué Pavón admiraba tanto a Eliseo y, a la vez, recelaba de Cintio y de Fina? No creo que haya sido por preferencias poéticas. Posiblemente fue por el trabajo ensayístico de ellos, aunque esto es sólo una suposición.

Me gustaría conocer los argumentos de los dirigentes que llevaron a cabo las llamadas “parametraciones”, que no fueron más que segregaciones en el mundo teatral cubano. Mientras estos criterios no afloren seremos huérfanos de una parte de la historia, aún cuando no la compartamos.

3. ¿Qué representa para usted su blog Segunda Cita? ¿Qué opinión tiene sobre el fenómeno de la blogosfera?

A mis 67 años, con una actividad profesional menos intensa, sobre todo si se la compara con lo que fue, el blog me permite explorar en zonas de mi vocación como comunicador. O sea, Segunda Cita me permite comunicarme y, además, servir para que otros se comuniquen. Yo trabajé en la prensa plana durante mi adolescencia, como dibujante, como redactor y como fotógrafo.

Segunda Cita me ha permitido regresar a aquello, esta vez con el extra del oficio de editor. La blogósfera es un puente de contacto de nuestras almas, con los atributos de las mismas; quién sabe si es el anticipo de un puente más completo por el que –algún día– entren en contacto también nuestros cuerpos.


viernes, abril 11, 2014

CHOQUE DE TITANES

Por Harold Cárdenas Lema (La Joven Cuba)

Buena Fe es mi grupo musical favorito desde que tengo memoria, Cubasí es uno de los portales web que más resultados tiene en mostrar lo que acontece en la isla y recientemente ambos se liaron en una fuerte polémica. Cuando los titanes tienen contienda, son los olímpicos quienes aprovechan para robarse el Olimpo, una lección más que mitológica.

Hace varias semanas una periodista le hizo una entrevista a Israel Rojas Fiel, cantante y director de Buena Fe. El texto tenía como título “Buena Fe: En Cuba internet puede ser un Caballo de Troya” y se difundió como pólvora por la red bajo el sambenito de que Israel despotricaba contra la web. Irónicamente, la agrupación musical que él dirige daba en esos días 3 conciertos en el mayor teatro del país dedicados a Internet y la apertura de su nueva página web. Irónicamente, días después se develó el escándalo Zunzuneo y las redes mostraban ser precisamente un campo de batalla real, con Caballo de Troya incluido.

Varias semanas más tarde se publican simultáneamente en el nuevo sitio web de Buena Fe y el blog La Joven Cuba, una nota de Israel reclamando el título utilizado así como la selección que se hizo de sus palabras en la entrevista. En cuestión de horas arde Troya, partidarios a favor y en contra de la postura del músico comentan en blogs y redes sociales sobre el tema. Los cuestionamientos van desde la calidad del periodismo hasta opiniones encontradas sobre Buena Fe.

Algunos cuestionaron el derecho a publicar la polémica en La Joven Cuba, crítica que podría hacerse extensiva a otros blogs como la Chiringa de Cuba y el medio digital Soy Cuba, los cuales reprodujeron también el texto de Israel Rojas. Si un debate así surge públicamente, ¿resulta lícito silenciarlo o mirar al otro lado?

Todo parece indicar que en algún momento del camino los cubanos perdimos la cultura del debate que tuvimos antaño, aquella época lejana en que Carlos Rafael Rodríguez y Ernesto Che Guevara podían discrepar públicamente en nuestros medios masivos sin que el debate se convirtiera en conflicto, sin que nadie se cuestionara la polémica, sin arriesgar el Olimpo sino buscando fortalecerlo.

Este reciente choque de titanes no tuvo eco alguno en ningún medio masivo, algo perfectamente comprensible porque el tema podía ser propenso a pecar de sensacionalismo si se sobredimensionaba demasiado. Pero: ¿existen condiciones para reflejar otras polémicas de alto vuelo en los grandes medios nacionales?

Todavía está reciente en nuestra memoria el silencio televisivo y de la prensa escrita nacional cuando la intelectualidad cubana vivió un proceso de debate y reflexión posterior a la Guerra de los Correos en el 2007. Quizás solo medios revolucionarios como los blogs y algunos portales digitales pueden darse el lujo de reproducir contenidos polémicos, quizás debiéramos cambiar esto urgentemente junto al dogma que sostiene esta mentalidad.

Volviendo a este choque en concreto, el procedimiento estándar cuando un medio publica algo sobre lo que no se está satisfecho, es ponerse inmediatamente en contacto con ellos y expresar la insatisfacción. Todo parece indicar que Israel Rojas le pidió a una institución que viera el asunto pero estos hicieron caso omiso, Cubasí nunca supo del músico y este supuso que ellos con su silencio lo ignoraban. Al pasar varias semanas escribió su insatisfacción.

Cubasí fue sorprendida por el escrito, en cuestión de horas publicaron fragmentos de la entrevista original que casualmente estaba grabada en video. Ocurrió entonces algo curioso, en los propios comentarios del portal Israel sostuvo una conversación pública con la dirección del medio, en la que encontraron puntos comunes y dieron el asunto por zanjado.

Varias lecciones salen a la luz con este asunto, lo primero podría ser la pobre cultura del debate que tenemos en nuestro país, la avidez de información existente y cómo algunas se pueden desvirtuar en las redes. Quizás lo más evidente sea el contexto tan agresivo que es la Internet, específicamente en Cuba, donde cualquier asunto toma proporciones impensadas o caminos imprevistos.

En la mitología griega los titanes, luego de desgastarse peleando entre sí, terminan perdiendo el Olimpo ante los olímpicos. Quizás si las diferencias internas no hubieran sido tan grandes hubieran podido defenderlo más hábilmente, hubieran podido pelear codo a codo contra aquellos otros que son el verdadero enemigo. Afortunadamente en esta ocasión, los protagonistas pudieron finalmente ponerse de acuerdo y seguir caminando juntos.

Hagamos lo posible para que en el futuro nuestras discrepancias se ventilen en un ambiente lo más cordial y sano posible, que exista un entendimiento como en esta ocasión. No vaya a ser que nos pase como a los titanes, y aquellos que buscan destruirnos, nos condenen al Tártaro por toda la eternidad.


jueves, abril 03, 2014

EN VIDEO: DECLARACIONES DE ISRAEL ROJAS SOBRE LA INTERNET EN CUBA

Tomado de Cubasi

Cubasi publica el fragmento en video de la entrevista que realizara una de nuestras periodistas a Israel Rojas, sobre el lanzamiento del  sitio web de Buena Fe con dominio punto cu y el concierto de promoción en el Karl Marx.

En dicha entrevista Israel Rojas hizo declaraciones sobre la libertad de internet en Cuba y la  preservación de nuestra soberanía, en la que advirtió  que “en una sociedad como la nuestra  asediada y bloqueada por enemigos muy poderosos INTERNET,  lamentablemente,  podría convertirse en un Caballo de Troya”.

Espere más adelante la “rectificación” que Israel Rojas le pidió a Cubasí en el blog La Joven Cuba, así como la entrevista íntegra de 12 minutos de duración en VIDEO.


miércoles, abril 02, 2014

ISRAEL ROJAS: "SOY REVOLUCIONARIO, NO UN OFICIALISTA RETRÓGRADO"

Por Israel Rojas Fiel
Tomado de La Joven Cuba

El director del grupo Buena Fe le hizo llegar en la tarde de ayer este escrito a La Joven Cuba.

Al sitio digital Cuba Sí de Israel Rojas Fiel, director de Buena Fe.

Quisiera que atendieran a esta petición pública que les formulo. El día 4 de marzo de 2014 y a raíz del lanzamiento de nuestra página Web: http://www.buenafe.cu, el sitio Cuba Sí publicó un artículo firmado por la periodista Elizabeth López Corzo con título parcial e incompleto: "Buena Fe: En Cuba internet puede ser un Caballo de Troya".

No calculan el daño que nos han hecho. En primer lugar porque no somos enemigos de Internet. ¿Cómo serlo y realizar tres conciertos de lanzamiento de nuestra página Web en el Karl Marx? ¿Cómo serlo y atender a miles de seguidores a través de Facebook y Twitter?

Varias fueron las informaciones de peso que di en esa entrevista. ¿Por qué escogieron ese título que sirvió en bandeja de oro la idea de una agrupación enemiga del progreso para nuestro pueblo.

Pongo un ejemplo: imagine que me hubieran pedido opinión sobre la alimentación y yo expresara: "es imprescindible para vivir, puede llegar a ser un placer, y es además un elemento de identidad cultural; pero debemos tener cuidado porque un consumo inadecuado puede ser perjudicial para la salud". Luego, el título de tal entrevista fuera: "Buena Fe: la alimentación puede ser perjudicial para la salud".

Para empezar, no fue Buena Fe quien lo dijo; fue Israel Rojas, a quien además le escondieron otras ideas. ¿Por qué hicieron eso? Soy revolucionario, no un oficialista retrógrado. No tengo dudas del asedio al que está sometida Cuba, ni tengo dudas de la necesidad de preservar nuestra soberanía nacional, sagrada por la sangre que ha costado defenderla.

Conozco los retos que entrañan las nuevas tecnologías, porque lo sufrimos en carne propia con páginas Web anteriores. Tampoco me interesa quedar bien con los tribunos enemigos de la revolución que reprodujeron el artículo con saña y felicidad, y que jamás dirán nada de algo útil que hagamos para Cuba.

Pero me lastima profundamente que esto haya sucedido con periodistas a los que considero compañeros, y que viendo que nos causaba daño, siendo conscientes que no era esa la idea central de lo expresado, no se tomaron la molestia de rectificarlo ni un mes después de publicado. ¿Es este el periodismo que merecemos? Queremos una Cuba totalmente informatizada. Un país en progreso. Una nación en la que las nuevas tecnologías no solo encuentren espacio sino que se conviertan en herramientas para el desarrollo, con todos y para el bien de todos. Saludos,

Israel Rojas Fiel

¡VIVA EL 1RO DE MAYO!
Unidos por un socialismo próspero y sustentable