Ska Cubano. Una alianza entre Cuba y Jamaica
Por Joaquín Borges-Triana (Juventud Rebelde)
Uno de los trabajos protagonizados por músicos de nuestra tierra que más repercusión ha tenido en numerosos festivales europeos en los últimos tiempos es el que se conoce como Ska Cubano. Es este un proyecto que persigue combinar nuestros ritmos tradicionales con ese género característico de Jamaica.
De ese modo, dos de las islas caribeñas con mayor influencia en las sonoridades de la música contemporánea, se unen para ofrecer al mercado internacional un producto que, si bien entre nosotros no ha tenido apenas difusión, en ciudades británicas, españolas, francesas o japonesas, ha recibido una cálida acogida.
Los vínculos entre las músicas de nuestros dos pueblos no son nuevos, e incluso un par de personajes claves en el devenir del ska, los instrumentistas Roland Alphonse y Laurel Ailken, nacieron en Cuba. De ese modo, el terreno era propicio para que Peter A. Scott, un hombre de negocios y que es el fundador y impulsor de la idea del Ska Cubano, llevase adelante su plan.
Para ello, de entrada se asoció a Natty Bo, destacado artista multidisciplinario del ambiente londinense y quien como cantante gozaba de prestigio por su participación en la afamada banda los Top Cats
En el 2002, ambas figuras llegaron a Santiago de Cuba y allí encontraron a la persona que buscaban para que fuese la figura frontal del proyecto. Beny Billy, de verdadero nombre Juan Manuel Villa Carbonell, conocido entre nosotros por haber prestado su voz para encarnar a la de Benny Moré en la película de Jorge Luis Sánchez, resolvía a la perfección el deseo de integrar como cantante los aires del calipso y el mento con el rhythm and blues y el jazz norteamericano, por una parte; y por otra, las tradiciones de nuestra música.
Además de los dos vocalistas, Natty Bo y Beny Billy, en una primera alineación la banda contó con los servicios de la saxofonista Megumi Mesaka, el bajista matancero Rey Crespo, el tresero Jesús Cutido (oriundo de Las Tunas), el trompetista jamaicano Eddie Tan Tan Thornton (posee créditos junto a músicos de la talla de Bob Marley, los Beatles y los Rolling Stones) y el baterista Dr. Sleepy, procedente de la isla de Montserrat.
El primer fonograma del proyecto pancaribeño fue el titulado Ska Cubano, aparecido en el 2004 bajo el sello Casino Sounds. Puede considerarse que este es un álbum concebido en lo fundamental a partir de versiones de temas previamente conocidos. Son los casos de piezas como Babalú, Yiri Yiri Bon, Con el Chan Chan, Changó, Relax and Mambo y Loca rumba. A dichas revisitaciones se sumaron composiciones de Natty Bo, hasta completar los 16 cortes recogidos en la grabación.
En este material, muy bien acogido tanto por la crítica como por el público en el Reino Unido, sobresale la inclusión de varios instrumentales, en los que siempre el espíritu del ska es la base para recrear otros ritmos. En los temas cantados, en su mayoría a cargo de Beny Billy, su voz nos hace evocar todo el tiempo al gran Benny. En el CD hay una apertura a géneros no solo cubanos y jamaicanos, sino que también nos topamos con algo de cumbia, como sucede en Coqueteando.
Esa intención de abrirse a las disímiles sonoridades que se dan a lo largo y ancho del Caribe se aprecia aún mejor en la segunda producción discográfica de Ska Cubano, el álbum ¡Ay Caramba!, editado por la firma Cumbancha en el 2006, sello fundado por el etnomusicólogo Jacob Edgar. Para el nuevo trabajo, la banda amplía su formación y participan en total 12 músicos. No obstante la multiplicidad de timbres, desde el prisma instrumental prevalecen los saxofones, el piano, la percusión y el tres.
De los cortes del disco, se destacan especialmente Marianao, Tabú y Cachita, viejas piezas que ahora son revestidas en la atmósfera del ska jamaicano. Entre las nuevas composiciones, las palmas se las lleva Oye Compay Juan. Como sucediera con el material anterior, en este sobresale la calidad del folleto acompañante del CD, donde hay abundante información, tan útil para quienes trabajamos en los medios. En fin, esta es una festiva propuesta sonora, que no deberíamos pasar por alto.
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