Un poeta nombrado Rafael García Bárcena
Por Leonardo Depestre Catony (Cuba Literaria)
1927 es un año significativo en la vida y obra del poeta Rafael García Bárcena: en esa fecha se edita su cuaderno Proa, con prólogo de Agustín Acosta, y su composición “Rapsodia patria” gana el premio de los Juegos Florales Nacionales. Luego vendrían otros poemarios, como Sed (1929), que le mereció el Premio Nacional de Poesía, y Responso heroico (1943), y varios libros sobre temas de filosofía en los que se revela el pensador y el maestro: Individualización de la Ética (1938), el prólogo a Aforismos de Luz y Caballero (1945), Coyuntura histórica para una filosofía latinoamericana (1946)…
El crítico Max Henríquez Ureña no titubeó en situarlo entre las voces jóvenes sobresalientes de la lírica cubana en la década del 30. Pero son también singulares su personalidad y su vida. Veamos.
De su nacimiento en Güines, el 7 de junio de 1907, se cumplen ahora 99 años. Se graduó como Doctor en Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana y fue, a la vez, miembro del Directorio Estudiantil Universitario. Lo caracterizaron su muy activa oposición a la dictadura de Gerardo Machado a inicios de los años 30 y su abierto rechazo a la posición injerencista del embajador norteamericano Sumner Welles en los asuntos internos cubanos. Fue, por entonces, miembro de la organización Izquierda Revolucionaria y, más adelante, figuró entre los fundadores del Partido Ortodoxo liderado por Eduardo Chibás.
De sus intereses intelectuales y su talento dio muestras sobradas: además de los premios literarios citados al inicio, en 1930 ganó el Premio Nacional de Filosofía con su trabajo La estructura del mundo biofísico. Se le cuenta entre los fundadores de la Sociedad Cubana de Filosofía y dirigió la revista de esta institución entre 1946 y 1952.
La literatura y la filosofía las llevó a la par con su carrera como profesor en los niveles de segunda enseñanza y universitario, así como su condición de conferencista y de contertulio del café La Victoria, en El Vedado, junto a otros asiduos entre los que estaban el juez y escritor Waldo Medina y el poeta Regino Pedroso.
Cuando se produjo el golpe de estado de Fulgencio Batista en 1952, renunció a su cargo como profesor de la Escuela Superior de Guerra del Ejército. Como expresión de su repudio al cuartelazo, llegó a organizar y dirigir el intento de ocupación de la fortaleza militar de Columbia (entonces la mayor del país) el 5 de abril de 1953, por lo que sufrió prisión en Isla de Pinos.
Al triunfo de la Revolución, el Dr. García Bárcena se desempeñó como embajador en Brasil, cargo que ocupaba cuando murió a los 54 años, en La Habana, el 13 de julio de 1961.
Profundo martiano y hombre íntegro, de múltiples lecturas, lamentablemente no desarrolló con mayor ahínco su quehacer poético, compartido con la enseñanza y la filosofía, y el compromiso ciudadano. Su ejemplo es un acicate para acercarnos a su obra y, en lo posible, redescubrir al escritor y al cubano de mérito que fue.
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