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lunes, julio 06, 2009

MIGUEL MATAMOROS: UNA HISTORIA MUSICAL

Por Liliana Bonome Hermosilla (La Jiribilla)

Oriundo de Santiago de Cuba, Miguel Matamoros nació el 8 de mayo de 1894 en el popular barrio Los Hoyos, en la calle San Germán # 115 entre Gallo y Matadero. Músico intuitivo, a la par de los múltiples oficios que desempeñó durante su primera juventud como chofer, carpintero, monaguillo de la Iglesia del Cristo, fabricante de losas, alfarero, entre otros, de manera autodidacta se adentró afanoso en el aprendizaje de la guitarra.

A la edad de 15 años, y manteniendo su afición por este instrumento musical empezó a tocar en el tono La Mayor que le enseñó Ramón Navarro, compañero de trabajo en el aserrío. Una vez más, lo que sabía lo aprendió en la calle con los amigos dando serenatas y amenizando fiestas populares en los barrios de su pueblo natal.

No obstante, el primer instrumento musical que lo señaló como intérprete en las actividades en que participaba, así como recaudando la propina para ayudar a su familia, fue la armónica o filarmónica como muchos la conocen y luego la corneta china, esta última tan conocida en los carnavales de Oriente, que tocó a petición de Rita Montaner (cantante) (Guanabacoa, La Habana, 1900 – La Habana, 1958) en una de sus actuaciones años más tarde en el Cabaret Montmatre, cuando estaba dedicado por completo a la vida artística.

En 1910, con 16 años de edad, compuso su primera pieza musical: un bolero que tituló El Consejo. A partir de entonces realizaría muchas otras obras hasta llegar a alrededor de 198 donde se incluirían boleros, sones, pasodobles, habaneras y polkas, entre otros. Se dice que el único género en el que no incursionó fue en la rumba, en su modalidad de guaguancó.

Cantando y rasgando la guitarra se fue adentrando cada vez más en el mundo artístico, penetrando al mundo de la trova. Aprendió de los grandes maestros de la trova tradicional cubana entre ellos José «Pepe» Sánchez (Santiago de Cuba, 1856-1918), Sindo Garay (Santiago de Cuba, 1867 – La Habana, 1968), Alberto Villalón (Santiago de Cuba, 1882 – La Habana, 1955), entre otros.

Su primera presentación pública la hizo en 1912 en el Teatro Heredia de Santiago de Cuba y algunas de sus canciones eran conocidas en la ciudad por las acogidas que tenían en las fiestas populares.

La situación socioeconómica y política que existía en la Cuba del gobierno de Alfredo Zayas, hizo que Miguel Matamoros se trasladara a la capital en 1922, en busca de mejoras económicas. Aquí participó en tertulias, serenatas, presentaciones en teatros, etc. Su paso por La Habana marcó el inicio de su desarrollo artístico. En 1923 se grabó una de sus obras más conocidas: «Mamá son de la loma», son que fuera grabado por tres sellos discográficos en tres tipos de formatos diferentes: «Mamá son de la loma» por el sello Columbia (Co –2041-X) con el Dúo Pablito y Luna, grabado el 9 de Julio de 1923; Al son de la loma por el sello Victor (Vi-73883) con matriz G-2950 con el Cuarteto Cruz, grabado el 3 de Septiembre de 1923; Al son de la loma por el sello Brunswick (40073) con el Trío Villalón, grabado el 26 de Septiembre de 1923.

Hay que aclarar que aunque la obra aparezca con diferentes títulos se trata de la misma pieza musical, solo que antes se le titulaba según el verso de la primera estrofa de la canción o del estribillo de la misma.

El Son en los primeros años de la década del 20 no tenía gran aceptación, era considerado «música de barracón», «marginal», «cosas de negro», no podía ser tocado, ni escuchado en sociedad.

Entre los años 1925-1930, el Son cobró mayor auge, época que muchos consideraron la época dorada del Son Cubano, gracias al desarrollo de la industria discográfica y de la radio, lo que sirvió para difundir universalmente esta música.

Hay que reconocer que el Danzón sirvió para popularizar al Son, con unos de sus iniciadores José Urfé y su danzón «El Bombín de Barreto» se fue generalizando, e incluyendo al final de cada danzón un son, convirtiéndose este en el elemento difusor del mismo. Muchos grupos que grababan como trova, comenzaron a tocar el Son, formándose los Sextetos como sucedió con Bienvenido Julián, Juan de la Cruz y Francisco Villalón.

A su regreso a Santiago de Cuba, Miguel comenzó a trabajar como chofer de alquiler, alternando está labor con su vida de trovador. Hizo dúo con Miguel Bisbé que hacía de segundo y en ocasiones agregan otra guitarra al grupo con Alfonso del Río.

En un segundo viaje a La Habana, por problemas de trabajo del Río no pudo ir y es cuando se unen en 1924 Miguel Bisbé y Rafael Cueto y Miguel Matamoros, creándose el Trío Oriente (conocido también como Trío Oriental) realizando actuaciones en diferentes lugares, tanto en su pueblo natal como en la capital, en esta última presentándose en los Teatros Albisu y Actualidades.

Un año después, al separarse Bisbé del Trío y en ocasión de la fiesta de cumpleaños de Matamoros, este uniría su voz a la de Siro Rodríguez, junto a la guitarra de Rafael Cueto, surgiendo así un nuevo trío bajo el mismo nombre, que se convertiría en el más popular de toda la zona oriental, y que fuera bautizado como Matamoros por el empresario norteamericano Mr. Terry, director artístico y representante en Cuba de la firma impresora de disco «Victor», en 1928. Otros cuentan que este nombre fue recomendado por el técnico que les hizo la primera grabación para esta firma discográfica, estando en New Jersey, Estados Unidos: Al preguntar a Miguel el nombre que llevaría el Trío y este comentar que se llamaba Trío Oriental, el técnico le respondió que ya existían algunos grupos con ese nombre sugiriéndole a Miguel que le pusieran su apellido; los tres músicos estuvieron de acuerdo en llamarse Trío Matamoros.

Cualquiera que haya sido la manera en que se le denominó, lo cierto es que fue una agrupación inigualable donde Miguel jugó un papel importante en la música cubana con sus acentos fundamentales que no hacen perder la originalidad ni la frescura en sus obras. Poco después de ser escogidos por Mr. Terry y Juan Castro empleado de la Victor y de Humara y Lastra respectivamente el Trío estaba grabando en los estudios de la Victor.

Resulta imposible hablar del Trío sin referirnos a cada uno de sus integrantes, auténticos santiagueros fundidos por su arte en 1925 quienes manteniendo por 35 años la labor de enriquecimiento e inmortalizando la música trovadoresca, se convertirían en representantes del genuino sabor cubano.

SIRO RODRÍGUEZ (SANTIAGO DE CUBA, 1899 – LA HABANA, 1981)

No sería solo intérprete sino también un fecundo creador de obras como «Tu boca», «Fue un solo corazón», «Déjame gozar mulata», «Dudas», «Cuando al fin te vayas», «El puerquito en la yuca», «La China en la rumba» y «Cien veces». Como barítono demostró gran calidad en el canto popular; antes de integrar el Trío entonaba canciones con músicos, entre los que se destaca el guitarrista y compositor José (Pepe) Banderas (Santiago de Cuba, 1891-1967), quien fuera presentado en público por uno de los más destacados trovadores de la época: el maestro compositor, cantante y guitarrista Sindo Garay (Santiago de Cuba, 1867 – La Habana, 1968), y que compartiera dúo con el cantante Alberto Aroche (Santiago de Cuba, fines del S. XIX – La Habana, 1968), en su más temprana juventud.

RAFAEL CUETO (SANTIAGO DE CUBA, 1900 – LA HABANA, 2000)

Guitarrista y cantante, fue el creador de un modelo rítmico (tumbao) agregando la percusión. Con este tumbao y el rayado que hacia Miguel con la guitarra se resaltaba el eminente y sabrosísimo sabor cubano. Cueto al igual que Siro y Miguel, compuso varias obras, entre las que se destacan «Algo me dejaste», «Pico y pala», «Los carnavales de Oriente», «Rosa y estrella». Hay que destacar que Rafael, quien se desempeñaría en oficios como sastre, cargador en la fábrica de ron Bacardí, distribuidor de cerveza Tropical y Secretario de la Jefatura Local de Sanidad, antes de formar parte del Trío nunca se había dedicado a la labor trovadoresca de forma estable, aunque se reunía con músicos y cantantes a los que acompañaba con la guitarra, y ocasionalmente ejecutaba el cornetín.

Matamoros fue uno de los primeros en perfilar la fusión del son y la trova dando origen al bolero son. Un ejemplo lo tenemos con su obra «Lágrimas negras» creada en 1929.

LÁGRIMAS NEGRAS
Bolero son
(Letra según partitura)
Letra y música: Miguel Matamoros.

Aunque tú me has echado al abandono
Aunque tú has muerto todas mis ilusiones
En vez de maldecirte con justo encono
En mis sueños te colmo
En mis sueños te colmo
De bendiciones.
Sufro la inmensa pena de tu estravío [sic]
Y siento el dolor profundo de tu partida
Y lloro sin que sepas que el llanto mío
Tiene lágrimas negras
Tiene lágrimas negras
Como mi vida.
Tú me quieres dejar
Yo no quiero sufrir
Contigo me voy mi santa
Aunque me cueste morir (bis)

En una entrevista que le hiciera Guillermo Villaronda, Matamoros confesaría ser el primero que inició la modalidad de punteo vibrante, es decir, empleando las cuerdas finas en pasacalles o introducciones. Él como inventor en potencia que se autotitulaba, creo su cejilla a la que le adoptó un muelle para que hiciera presión sobre el brazo de la guitarra, y así poder cambiar de tonalidad, sin pérdida de tiempo.

Los Matamoros llevaron la música cubana a muchos países, cultivando grandes éxitos en España, Portugal y países de Centro y Sur América como México, República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela, Brasil, Panamá, Colombia, Perú y Chile, marcando pautas no solo en Cuba sino internacionalmente. Esto lo prueba la acogida que tenían sus grabaciones y las grandes ventas de sus placas, así como las amistades que fueron cultivando en toda su carrera artística por diferentes lugares, perdurando su influencia.

El primer disco que salió al mercado fue el Victor V-81274 que contenía por una cara el bolero Olvido y por la otra el son El que siembra su maíz ambos números de la autoría de Miguel Matamoros.

El primer gran hit discográfico del Trío fue El que siembra su maíz con una venta de 64.000 copias, considerado uno de los grandes éxitos de la discografía cubana. Fue inspirado en un personaje popular santiaguero El Mayor, que vendía pasteles y planchaba camisas.

EL QUE SIEMBRA SU MAÍZ.
Son (Letra según partitura)
Letra y Música: Miguel Matamoros.

Huye, huye…
Donde esta mayor, donde esta
Ya no vende por las calles
Ya no pregona en la esquina
Ya no quiere trabajar.
El que siembra su maíz, que se coma su pinol
El que siembra su maíz, que se coma su pinol (bis).
La mujer en el amor, si señor
Se parece a la gallina, como no (bis)
Que cuando se muere el gallo, si señor
A cualquier pollo se arrima, como no.
El que siembra su maíz, que se coma su pinol
El que siembra su maíz, que se coma su pinol.
Muchacha dice tu abuela, si señor
No te metas en la cocina, como no (bis)
Que el que tiene gasolina, si señor
No ha de jugar con candela, como no.
Ya mi cantar ha gustado, si señor
Aquel que me está escuchando, como no (bis)
Seguro está recordando, si señor
Cosas del tiempo pasado, como no.
No te parece Rufina, si señor
Mirar en el farallón, como no (bis)
Y ver rodar el trombón, si señor
Hasta que se desafine, como no.

Del mismo modo fueron muchos los prototipos populares que formaron parte de los textos de las canciones de este inigualable compositor, sólo comparable con los grandes de la trova tradicional.

Observamos en las letras de sus canciones que hay tres rasgos que lo caracterizan: el sentido del humor criollo, logrando un resultado sorpresivo y humorístico; la narración de hechos cotidianos, que resaltan la idiosincrasia del cubano; y el argot popular de la época colonial; como por ejemplo «El que siembra su maíz» (1928), «Regálame el ticket» (1929), «La Mujer de Antonio» (1929), «El Marido de Pancha», «El Paralítico» (1930), «Habana-Santiago», etc., además de tener textos patrióticos como: «Camarón y Mamoncillo».

CAMARÓN Y MAMONCILLO
Guaracha
(Letra según partitura)
Letra y música: Miguel Matamoros

Pararán, pararán, pararán…
Allá por el año tres… (se repite para final)
(Fue en el año 1895, pero Matamoros lo llamo así)
Se bailó mejor el son
Era corto y a la vez
Más caliente y sabrosón
Óyelo, báilalo, gózalo
Allá va, lo veras… (Fin)
Camarones, donde están los mamoncillos?
Mamoncillos, donde están los camarones? Pararán...
Este son tan sabrosón
Es el son tradicional que nació en el corazón
De la región oriental
Óyelo, báilalo gózalo
Allá va, lo verás.
Camarones, donde están los mamoncillos...(bis)
Y cantamos a la vez
En el coro de mi son
Al derecho y al revés
Mamoncillo y camarón
Óyelo, báilalo, gózalo
Allá va, lo verás
Camarones, donde están... (vuelve arriba)

Esta guaracha fue dedicada a los participantes en la guarra de 1895, que peleaban en la Loma del Gato. A los voluntarios españoles que vestían de rojo lo llamaban «camarones» y los mambises eran los «mamoncillos», era la clave que usaban para identificar a cada bando. Otros ejemplos con textos patrióticos los encontramos en «Bomba lacrimosa» (1928), «¿Quién tiró la bomba?» (1935); y otros de corte romántico y sentimental, «Dulce embeleso», «Lo que es amar», «La única boca», «Reclamo místico», «Luz que no alumbra», «Juramento».

JURAMENTO
Bolero
(Letra según partitura)
Letra y Música: Miguel Matamoros.

Si el amor hace sentir hondos dolores
Y condenan a vivir entre miserias
Yo te diera mi bien por tus amores
Hasta la sangre que hierve en mis arterias
Hasta la sangre que hierve en mis arterias.
(Se repite 1er párrafo)
Si un rigor de místicos pesares
Y hace al hombre arrastrar largas cadenas
Yo te juro arrastrarlas por los mares
Infinitos y negros de mis penas
Infinitos y negros de mis penas.

En 1930 en su segundo viaje a Nueva York el Trío Matamoros participó en la película «Mosaicos Internacionales», producida por Paramount Film, donde interpretaron: «Promesa», «Olvido» (dedicada a su novia Mercedes, mas tarde su esposa) y «Mamá son de la loma». Cuentan que el título de esta última obra fue tomado de un hecho que ocurrió un día de 1922.

En una entrevista que se le realizará años más tarde a Matamoros narró: ...Yo fui a dar una serenata en Trocha y San Pedro frente al sanatorio La Colonia Española. Conmigo estaba tocando y cantando Alfonso del Río; entramos a la casa, afinamos la guitarra y nos pusimos a cantar, una señora entró a la casa y nos dijo:

«(...) Yo he entrado aquí porque mi hija se ha vuelto loca con las canciones de ustedes (...) Y preguntó – yo quiero saber de donde son los cantantes – y solamente la niña al decir de donde son los cantantes, yo le dije son de la loma y la chiquita dijo – mamá son de la loma, – de ahí fue que yo cogí el título Mamá son de la loma, eso quiere decir que somos de Santiago de Cuba y al referirnos que cantan en el llano es que cantan en La Habana...»[1].

Otros dicen que fue después de dar una serenata y no tener respuesta alguna, ya cuando se iban de retirada, seguros y muy angustiado de saber que la serenata había sido un fracaso, del interior de uno de los edificios contiguos la voz de una niña pregunto (...) – mamá ¿esos cantantes son de La Habana? A lo que la aludida dio respuesta – «No, hijita son de aquí, de Santiago, de la loma...» Después de separarse Alfonso del Río terminada la serenata dice Miguel – compuse lo que el pueblo llama «El son de la loma» (en realidad se titula «Mamá son de la loma»)[2].

En su libro «80 años del Son y Soneros en el Caribe», Jesús Blanco, nos refiere que esta obra fue inscrita como «Mamá» con el No. 16 de la Secretaría de Agricultura, Comercio y Trabajo; aunque nunca fue grabada con este nombre, se conoció mundialmente como «Son de la loma» o «Mamá, son de la loma». En 1922 fue editada por primera vez en la calle Villegas No. 18 en La Habana por Pastor R. Lahera.

MAMÁ, SON DE LA LOMA
Son
(Letra según partitura)
Letra y Música: Miguel Matamoros.

Mamá yo quiero saber
De donde son los cantantes
Que los encuentro muy galantes
Y los quiero conocer
Con su trova fascinante
Que me la quiero aprender.
¿De dónde serán? Ay, mamá
¿Serán de La Habana?
¿Serán de Santiago,
Tierra soberana?
Son de la loma, y cantan en llano…
Tu vera, tu vera
Mamá ello son de la loma
Mamá ello cantan en llano
Mamá son de la loma…
Mira mamá ello cantan en llano
Mamá ello son de la loma…

En un Concurso de Bandas, celebrado en La Habana en 1929, el Trío colaboró con la Banda Municipal de Santiago donde interpretó la parte vocal de la obra de carácter popular escogida, «El Cocoyé», alcanzando el primer premio, y cantando en la misma actividad «El que siembra su maíz», obra que disfrutaba de gran popularidad.

Muchas más y de diversa connotación serían sus gustadas actuaciones. En ese sentido, una peculiar sería su interpretación del Himno Nacional acompañado por la Banda de Santiago de Cuba, en la inauguración del Capitolio de La Habana.

En 1931, ya instalado en La Habana y dedicado totalmente a la vida artística el Trío Matamoros, había cobrado tanta popularidad que llegó a tener actuaciones en cinco Teatros diariamente.

Todo el repertorio del Trío entre 1928 y 1939 fue impreso en discos ortofónicos del sello Victor.

Aunque su mayor esplendor y popularidad la obtuvieron con el Trío, Miguel dirigió otros grupos musicales. Esto ocurrió gracias al considerable aumento de las actividades artísticas, grabaciones de discos, así como contratos en cines, teatros, bailables y fiestas. Por todo esto, el Trío necesitaba sonoridad para cumplir con los compromisos que tenían, creando así el Cuarteto Matamoros al que se le adicionó una trompeta. El trío devino más de una vez en septeto, sexteto, u otro formato como cuarteto o conjunto, en dependencia de los intereses de la casa discográfica Victor de la que eran artistas exclusivos, y la cantidad de músicos que solicitaban para los diversos proyectos; le habían propuesto que organizaran un grupo de ese tipo, surgiendo así el Septeto Matamoros. Luego se crearía el Cuarteto Baconao, y, por último, el Conjunto Matamoros.

En cada uno de estos grupos estarían presentes Siro Rodríguez, Rafael Cueto y Miguel Matamoros, este último grabó un LP para el sello Panart con el Cuarteto Maisí con guitarra, piano, tumbadora y trompeta y la cantante Juana María Casas, siendo, en todos los casos, el director.

Con esta cantante estuvo unido en el arte y en el amor, de esta unión nació su hija Seve Matamoros la que ha seguido sus pasos en el arte musical.

Integraron el Septeto Manuel Borgellá en el tres, Américo Santiago en el clarinete y la corneta china, Francisco «Paquito» Portela en el contrabajo (Santiago de Cuba, 1889-1975) y Manuel Gervasio Poveda Palays (Santiago de Cuba, 1902-?) en las pailas y los tres integrantes del Trío.

Asimismo es de destacar que el cantante y compositor cubano Benny Moré, comenzó a cantar con el Sexteto Matamoros teniendo varias actuaciones en México donde cosechó muchos éxitos. Este Sexteto fue conocido también como Conjunto Baconao.

De este modo el Sexteto Matamoros estaría integrado por: Bartolomé Moré más conocido por Benny Moré (Santa Isabel de las Lajas, 1919– La Habana, 1963) tercera voz, Agustín Gutiérrez (La Habana 1900-?) bongoes; Francisco Repilado (Compay Segundo) (Santiago de Cuba, 1907 – La Habana, 2003) tres; Siro Rodríguez (Santiago de Cuba, 1899 – La Habana, 1981) voz segunda; Rafael Cueto (Santiago de Cuba, 1900 – La Habana, 2000) guitarra acompañante; y Miguel Matamoros (Santiago de Cuba, 1894 – Santiago de Cuba, 1971), director y guitarra.

Benny Moré también formó parte del Conjunto Matamoros, con quien hizo varias grabaciones en La Habana en los años 1944-1945 con la casa disquera RCA-Victor de la que siguieron siendo artistas exclusivos.

Integraron el Conjunto en diferentes etapas: Compay Segundo, tocando clarinete; y Carlos Embale (La Habana, 1923 – La habana, 1998), cantante de son y guaguancó.

En la década de los 50, el Trío Matamoros grabó con el sello Kubaney varias canciones, tocando la guitarra Ramón (Mongo) Huerta, que en aquellos momentos formaba parte del Dúo Espirituano con Evelio Rodríguez, autor e intérprete de música guajira (Sancti Spíritus, 1921); ya que Miguel había padecido una hemiplejia que le dificultaba tocar con el Trío.

No por toda la fama que tuvieran estos tres inseparables santiagueros le harían olvidar sus raíces; cada vez que regresaban de algún contrato de trabajo en el exterior o de culminar otros en la capital, llegaban a su ciudad natal para compartir con sus amigos de siempre que les hacían perder la noción del tiempo y se deleitaban con sus cantos en las gratas noches de serenatas hasta el amanecer.

Su música fue divulgada en el programa «La Casa de las medias» de la emisora radial CMQ, (después del 1959 Radio Liberación, en la actualidad Radio Rebelde), también en programas de televisión.

Tenían impreso más de 200 discos y la mayoría de las piezas grabadas eran de la autoría de Miguel Matamoros; «... el primer danzonete que fue impreso en disco, fue ejecutado por el Trío Matamoros, la primera conga impresa en disco fue la mía Demostración, fue ejecutada por el Trío»[3].

Cuando cansado de tanto trabajo y viajes, Miguel Matamoros decide retirarse en 1960, el Trío se disolvió volviendo a cantar juntos sólo ocasionalmente, cuando Miguel viajaba a La Habana o Siro y Cueto lo visitaban en Santiago de Cuba.

El 10 de mayo de 1960, se produjo el retiro artístico del Trío. El anuncio se hizo en el programa televisivo «Jueves de Partagás» en el canal 6 de la Televisión Nacional.

Ya retirado, en 1962, Miguel compuso su última creación musical, la canción «Triste, muy triste», que entregó a Pedro Vargas para que la incluyera en un nuevo disco.

TRISTE MUY TRISTE
Bolero
(Letra según partitura)
Letra y Música: Miguel Matamoros.

Triste están las estrellas
Triste la luna
Triste por que muy triste me ven llorar
En esta noche, noche tan triste como ninguna
Como ninguna de las mil noches de mi penar.
Hace mucho tiempo que no me besas
Quiero sentir su beso ardiente
Para quemarme con su calor
Calor de beso que me confunde hasta morir
Entre tus brazos llenos de dicha
Llenos de amor.
Triste están las estrellas
Triste la luna
Triste por que muy triste me ven llorar
En esta noche, noche tan triste como ninguna
Como ninguna de las mil noches de mi penar.
Penando estoy me ven llorar
Muriendo voy por amar (bis)

Durante 35 años de actuaciones y trabajo creador, el Trío Matamoros mantuvo su estilo musical con la misma frescura y alegría del primer día, así como su vigor interpretativo con el toque de cubanía que llegaba de manera sensible a todas las esferas de la sociedad.

Su melodía conmovió al pueblo sencillo del cual salieron estos tres trovadores, logrando el reconocimiento, el respeto y la admiración que universalmente se ganaron.

No sólo interpretaron sus obras; también incluyeron en su repertorio las de otros compositores y que fueron éxitos como El desastre del morro Castle de Leopoldo González, «Frutas del Caney» del compositor Félix Benjamín Caignet «Salomón» (San Luis, 1892 – La Habana, 1976), «Oriente, cuna florida» de Emiliano Brizuela Ponciano, «Cuidadito, Compay Gallo» del compositor, cantador y guitarrista Benito Antonio Fernández Ortiz, más conocido por Ñico Saquito (Santiago de Cuba, 1902 – La Habana, 1982), entre otros.

Igualmente, poco no son los intérpretes que acogieron la obra de Miguel Matamoros en el ámbito internacional: José Feliciano, Pedro Vargas, Sarita Montiel, grabaron algunas de sus canciones logrando grandes éxitos internacionales.

En Cuba, todo el pueblo reconoce su obra, la invocan para amenizar tertulias o fiestas populares, o simplemente para recordar al Trío Matamoros.

Miguel Matamoros murió en su ciudad natal en el Hospital Militar, el 15 de abril de 1971. Su sepelio constituyó una gran manifestación popular que acompañó hasta el cementerio de Santa Ifigenia los restos de este inolvidable trovador santiaguero que nos dejó su obra como herencia de tradiciones.

NOTAS

[1] Investigación sobre Obras y Autores, realizada el 22 de noviembre de 1979. Expediente de Miguel Matamoros. Registro de información, Museo Nacional de la Música.

[2] Villaronda, Guillermo. – ¿De donde son los cantantes? ¡Mamá son de la loma!...—“Bohemia”: (La Habana) junio 8, 1958.

[3]Ramírez, Arturo.--Entrevista a Miguel Matamoros.—Revista Carteles. Expediente Miguel Matamoros, Registro Información Museo Nacional de la Música.

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