Genialidad y lucidez en Benny Moré
Por Yelanys Hernández Fusté (Juventud Rebelde)
Aquella imagen televisiva del Benny interpretando Te quedarás, es insustituible. Quizá el músico de Santa Isabel de las Lajas lo supo: en su voz la música cubana tomó otra dimensión, y el bolero, son o mambo, resultaron solo los matices e intenciones de su expresividad melódica.
«Benny Moré era la genialidad misma», afirman los que lo conocieron, mas imagino que su secreto más conocido era el de pensar la música desde dentro, sin academia, pero con esa intensidad tan suya para sacarla a flote.
El Bárbaro del ritmo ha sido de esas personas que se resisten al paso del tiempo. Basta una nota de Cómo fue, Bonito y sabroso, o Mi amor fugaz, para que muchos reconozcan al intérprete.
Estas líneas llevan el deseo de coincidencia con una época que no me tocó vivir. Aunque el Benny no sea la voz de mi generación o la referencia de sus textos no implique el nexo con una realidad más dada a la melodía comercial —menos acabada y en ocasiones disminuida en sus letras—, su calibre siempre es lo que más destaca dentro de lo genuinamente nacional.
Jorge Luis Sánchez lo recordaba recientemente con su película. El cineasta dijo en una entrevista publicada en el sitio web de Radio Habana Cuba, que revelando al cantor «mostraba contextos, los expresaba; armando en la conciencia del espectador la complejidad que para mí fue, y es, Benny Moré. Todo esto sin obviedad ni pose intelectual. Debía complejizarlo sin olvidarme de la sencillez, como pienso que fue...».
De ahí que exista una resistencia casi mística, que no permite que sea olvidado. Es otro acto irreverente del señor del bastón y el sombrero, que cantó junto al célebre Conjunto Matamoros, Dámaso Pérez Prado, y luego creó su Jazz Band.
El mismo que supo advertirnos que la música cubana tiene una exclusividad tremenda al utilizar elementos idiosincráticos, que envían al mundo un mensaje sonoro particular que gana adeptos desde el mismo momento en que se hace escuchar.
Un Bárbaro que no solo buscó el ritmo, sino al pueblo en sus textos y sus notas. Un insigne músico que según afirman los estudiosos, dejó constancia de su voz al grabar alrededor de 40 discos desde 1940 hasta 1963 —año en el que murió—, una cifra significativa para la época.
Además, participó en 16 películas, 15 de ellas realizadas en México, y una coproducción entre la nación azteca y Cuba.
Ese virtuoso Bartolomé Maximiliano Moré que —inquieto ante tanta premura por volver letra viva su lucidez—, puede complementar la colección particular de cualquiera, y creo que la incitación tropieza con la levedad con que algunos todavía se niegan a hurgar y ampliar sobre lo nuestro.
Para la lucidez, tanto hoy como ayer, no existe resistencia. Este 24 de agosto suman 88 años del nacimiento del cantante. Desde el 19 de agosto, la Promotora Musical que lleva su nombre, inició una jornada de recordación que incluyó la conferencia Benny Moré que bueno grabó usted, impartida por el investigador José Reyes Fortún, como uno de sus espacios más importantes.
El artista, como expresó Reyes Fortún, ha quedado para siempre en el espectro musical cubano.
«Es para la discografía cubana la frescura de un eterno contemporáneo». Y es realmente cierto, pues aquel intérprete que cantó más boleros que sones, dueño de un estilo único, marca también el ritmo musical de nuestros días.
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