CONFESIONES DE CHALA: TODO FUE COMO UN JUEGO EN EL QUE DEBÍA HACER DE NIÑO MALO
Armando Valdés
Freire, Chala en la película Conducta, del director Ernesto Daranas, dialoga
con Granma sobre los retos de su papel así como sus impresiones a una semana
del estreno del filme
Por Amelia Duarte y
Roberto Miguel Torres (Granma)
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Armando Valdés Freire. Foto: Ismael Batista |
Es la estrella
infantil del momento. A sus 12 años Armando Valdés Freire interpretó uno de los
personajes que más impacto ha tenido en la cinematografía contemporánea cubana
hasta la fecha. Ahora que Conducta repleta las taquillas del país y conlleva a
las más disímiles reflexiones, el pequeño —que se ha ganado la empatía de los
espectadores por la espontaneidad y versatilidad de su interpretación— vive
intensos momentos de reconocimiento con el público.
Pero no todo lo que
llega con la "fama" es bueno. Por lo pronto, ya ha perdido el nombre
entre amigos, compañeros de escuela y desconocidos, que en la calle, al igual
que en el cine, solo le reconocen como ¡Chala! Aunque no todo es tan malo,
dice, "ahora hasta algunas de las más bonitas de la secundaria, me esperan
a la salida para saludarme o pedirme un autógrafo".
Al disfrutar de su
actuación para el filme, el crítico de cine Rolando Pérez Betancourt lo
catalogó en este mismo periódico como "el sostén esencial de la película,
por su presencia sencillamente magnetizadora".
Para conocer un poco
más de quien en realidad no tiene nada de Chala, Granma propone esta
entrevista, que se realizó en una de las redacciones de nuestro diario hasta
donde llegó acompañado de su madre, que nada tiene que ver tampoco con la Sonia
de la película (interpretada por la siempre camaleónica Yuliet Cruz).
Armando Valdés
Freire destacó que su actor favorito es Charles Chaplin.
Foto: Ismael Batista
Casi dos almanaques
han pasado del rodaje de la película, por eso, el niño aquel de 12 años dista
un poco de este adolescente de 14. Las facciones no son las mismas, aunque el
rostro en esencia no ha cambiado mucho.
Llegó con las manos
en los bolsillos y una inesperada timidez que no esperábamos de él. A pesar de
ello habló, y lo hizo sin reparos. Confesó que su actor favorito es Charles
Chaplin y que a raíz de este trabajo ya no quiere ser biólogo marino como
antes, pues ahora desea estudiar actuación, algo que nunca antes hizo.
"A la película
llegué por casualidad. No me eligieron en la primera vuelta del casting, donde
estudiantes de la Facultad de Medios Audiovisuales del ISA (FAMCA) examinaron
niños de todas las primarias y secundarias de los municipios Centro Habana,
Cerro y La Habana Vieja.
"Luego a una
segunda vuelta que hicieron, mi mamá me llevó pero allí tampoco aprobé. Mariela
López, directora de casting, me dijo que me fuera, pero cuando ya me iba para
la casa, una de las estudiantes de la FAMCA, me dijo que regresara porque
Daranas —el director— me quería ver de nuevo. Me preguntó si sabía nadar,
porque era uno de los requisitos para el personaje, le dije que sí, aunque en
ese momento no daba ni una brazada".
"De esa manera
entré en Conducta. Luego llegaron los tres meses de intensa preparación, las
clases de natación y boxeo, el entrenamiento con los perros y las palomas, y el
trabajo con los otros actores. Ellos, a veces antes de salir a actuar, buscaban
la manera de enfurecerme, no me gusta que me griten y lo sabían, querían que yo
caminara, hablara, respondiera como Chala y sabían que lo lograrían cuando me
molestaban, aunque en ese momento no lo entendía así".
"A algunos de
los niños los conocía, como a la que hace el papel de Yeni (Amaly Junco), que
estudió conmigo en la misma primaria; a los actores mayores no, pero todos son
muy buenas personas. Fuera de cámara le hacen a uno todo más fácil, de manera
especial Alejandro Pérez, el director de fotografía, con él todo era más
divertido".
"¿Las escenas
más fuertes? Con Yuliet Cruz en la azotea, esa fue bastante difícil, también la
de la boya, y la del tren. Nunca pensé tirarme del muro del malecón, ni verme
atravesando la bahía solo, porque la gente de rescate y salvamento estaba
cerca, pero no tanto.
"Tampoco me
imaginé estar en una pelea de perros, me encariñé con ellos, de manera especial
con el que aparentemente muere en la es-cena de la pelea final, a ese todavía
lo voy a ver a la casa donde lo cuidan".
"Una de las
cosas que más me gustó de trabajar en esta película fue la oportunidad que nos
ofreció Daranas, para crear y ponerles de nosotros mismos a nuestros
personajes. Él siempre nos decía que el guion estaba abierto a nuestra
improvisación, siempre y cuando se correspondiera con la línea de la película.
"Una de las
escenas que improvisé fue cuando a mi llegada a la Escuela de Conducta uno de
los niños que estaba allí me recibió con un ¡qué bolá! y yo le respondí con una
frase bastante obscena que no estaba en el guion, pero al director le gustó y
se quedó así.
"Fueron muchas
las escenas que improvisamos sobre todo con Yoan Angarica, Richard Andrade y
Cristian Guerra, los niños que andaban conmigo en la película. Nos sabíamos el
guion pero también le poníamos de nuestra parte.
"El día que
grabamos en la bahía, Richard (el niño con que me fajo) y yo nos subimos a la
boya y no bajamos hasta que pasó una mancha de peces que nos asustó, no nos dio
miedo, pero pensamos que era otra cosa".
"La actuación
motiva a hacer cosas que nunca has pensado, como el trabajo en equipo, eso me
ha gustado mucho. Quisiera seguir en este mundo y pienso hacer las pruebas para
entrar a la Escuela Nacional de Arte en esa especialidad, después del noveno
grado. También me gustaría hacer otras cosas para el cine y la
televisión".
Sobre la
presentación de la película por estos días, confiesa que el fin de semana
pasado fue en varias ocasiones al cine porque le encanta sentir la reacción del
público, incluso alguna gente me reconoce, "pero a veces me da pena y digo
que no soy yo".
"Siempre el
aplauso es electrizante, el día de la premiere, en el Chaplin, presentaron a
todos los artistas y a mí me dejaron para el final. Cuando me llamaron al
escenario la gente empezó a aplaudir muy fuerte y me entró una cosquilla en los
pies tan extraña, que no sabía cómo pararme".
"En la vida
real Armandito y Chala somos muy diferentes. A diferencia suya yo tengo una
familia que me cuida, no trabajo, ni ando en la calle sobreviviendo, pero
muchas cosas nos unen. Tanto a él como a mí nos caracteriza nuestra fuerza
interna, como decía Daranas.
"También
nuestros sentimientos y los valores que en mi caso me inculcaron mis padres y
en el de Chala, no se sabe quién. Este personaje también me dejó el amor por
las palomas, luego de la película ya tengo las mías en la azotea de mi casa en
el Cerro".
"Cuando veo la
película no me reconozco en ella, es que me resulta muy difícil hacerlo, ni
siquiera mis padres lo hacen, re-cuerdo como en la propia premiere mi mamá
estaba sentada al lado de mi padre, y le preguntaba ¿ese es nuestro
hijo?".
Mariela Freire, su
madre, explica que el niño se vistió de Chala en la vida real y eso también
influyó en su comportamiento.
"Él siempre fue
un niño noble, bastante tímido", pero cuando ya terminaba el rodaje, la
llamaron de la escuela porque su hijo estaba "un poquito regado".
"Entonces
—cuenta— llamé a Mariela, la directora de actores, y le dije: Yo te di a
Armandito y tú me devolviste a Chala, ahora yo te doy a Chala para que tú me
regreses a Armandito. Pero eso fue solo un periodo de desintoxicación del
personaje, que según me dijeron era normal, luego todo siguió su curso y él
volvió rápidamente a ser el que era antes".
Armandito, o
sencillamente Chala, confesó al término de la entrevista que la película le
dejó muchos mensajes, pero uno en especial: Carmela (personaje de Alina
Rodríguez) es la maestra que todos los niños queremos tener.
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