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lunes, julio 18, 2011

LA MOMIA

Por Hugo García Fernández  (CubAhora)
   
MATANZAS.— En la casa de Ercilio Vento Canosa todavía se siente el lejano y recóndito silencio de Josefa Ponce de León, a pesar de que la mujer nació 196 años atrás. Ella no despertaría ningún interés público de por sí; sin embargo, cuando se menciona la momia de Matanzas...

Sin ser tan famosa ni antigua como las mexicanas, egipcias o los monjes de Palermo, "Josefa" es un caso sui géneris en nuestro país. La mujer nació el 31 de marzo de 1815 y falleció en la primera quincena de ese mismo mes, pero de 1872. Era blanca, de ojos verdes, pelo castaño claro; al morir pesaba cerca de 120 libras, medía un metro y 54 centímetros de estatura y presentaba una postura erecta.

Su cuerpo momificado aún existe gracias a la persistencia y profesionalidad de Ercilio Vento Canosa, Doctor en Medicina, especialista de segundo grado en Medicina Legal, profesor de la Facultad de Ciencias Médicas de Matanzas, presidente de la Sociedad Espeleológica de Cuba, secretario adjunto de la Comisión Internacional de Espeleosocorro y miembro de la Unión Internacional de Espeleología.

Es increíble que la momia haya resistido, sobre todo en las circunstancias en que fue enterrada en el cementerio de San Juan de Dios. Al ser cerrado este fue trasladada al San Carlos de Matanzas, en la década de 1880, a un nicho subterráneo, donde incluso le rompen la caja para que se pudiera descomponer el cadáver.

En 1965 todo el mundo fue al cementerio al conocerse de la aparición de la momia. La administración de la necrópolis opta por tapiar el nicho para detener aquella locura de visitantes, pero no la votó ni la quemó, hasta 1975 en que Ercilio la vuelve a ver para estudiarla. Entonces observó que tenía graves daños mecánicos, porque personas inescrupulosas arrancaron pedazos de piel y su ropa fue ajada.

En 1981 el nicho se deja medio abierto con el propósito de que la gente pudiera verla, sin destruirla. Un día, un enajenado mental penetró en el cementerio, le arrancó la cabeza y se la llevó para su casa. La destruyó mucho, cuando se devuelve al nicho se decide cerrarlo.

"Había que rescatarla. Busqué ayuda y nadie quería. Asumí trabajarla, con el reto que suponía dedicarle muchísimo tiempo. Por eso la trasladé a la casa, que es lo que la gente ve como anormal", explica el especialista.

—¿Cómo se realizó su embalsamamiento?

—La técnica inicial era para conservarla por un espacio de tiempo corto. En 1975 me di cuenta que estaba en presencia de un verdadero proceso de embalsamamiento artificial. Con ella se utilizó un procedimiento adelantado para esa época. El cadáver fue preparado con cloruro de cinc y sulfato de aluminio, sustancias totalmente inertes, ingredientes que se introdujeron a través de la carótida izquierda, pero además se trabajó aorta abdominal y vena cava.

"Además añadieron el bicloruro de mercurio, un producto que en aquella época no se recomendaba, pues estaba prohibido su empleo salvo en condiciones extremas.

"Antonio Caro, catedrático de la Universidad de La Habana, hizo el trabajo. Fue el embalsamador más célebre del siglo XIX. Ese procedimiento era costosísimo.

"La momia es una pieza excepcional, con buena conservación: el cerebro, hígado, pulmones, la sangre. Se aplicaron técnicas de restauración de la sangre, del rostro, para determinar la edad por medios microscópicos, que fue la tesis de mi especialidad".

—¿Por qué tuvo en su casa la momia durante un tiempo?

—En mi casa siempre existió preocupación por su conservación, nunca hubo temor. Mi madre es una persona valiente, inteligente y con capacidad de aceptarlo. Mi hijo creció viéndola. Para él estas cosas son naturales, más ahora que estudia Medicina en quinto año y es alumno ayudante de la asignatura Medicina Legal.

"Estuvo en mi casa bien atendida como pieza museable y decidí ocultarla para protegerla del ambiente. Esto no ha afectado mi vida personal. He desempeñado una vida normal, al igual que todos en la casa cuando realizaba su reconstrucción.

"Ya no se encuentra en mi casa desde hace tiempo, está en un lugar seguro, dentro de un contenedor de madera, herméticamente cerrado, con preservantes, hasta su definitivo traslado a una de las salas permanentes del Museo Provincial Palacio de Junco".

—¿Usted le reconstruyó el rostro?

—La reconstrucción del rostro me pareció un elemento esencial. A 39 años de su hallazgo era necesario identificarla para que la gente viera cómo fue.

"A lo largo de más de veinte años he tenido la ayuda generosa y continua del doctor Douglas Ubelaker, antropólogo estadounidense, miembro de la Smithsonian Institution de Washington.

"Cuando diseñé la cara, ya antes había estado ensayando todas las variantes, hice tres intentos. Tenía que reproducir una persona de 56 años. No se trataba de un dibujo o reconstrucción que fuera absolutamente antropológica, sino que había que darle un pequeño toque artístico.

"La reconstrucción dio mucho trabajo. Nadie se imagina lo que es recibir un cuerpo momificado decapitado, con el rostro martillado (cara ósea reducida a fragmentos), empatar y armar todas esas fracciones y hacerle el rostro, pero estoy satisfecho. Hacerlo precisó de muchos cálculos matemáticos. Hubo que trabajar muchísimo, incluso ver a uno de sus familiares, cuyos rasgos se utilizaron en esta reconstrucción".

—¿Qué tiempo le llevó el trabajo del rostro?

—Estuve casi un mes ensayando, pues sobre el rostro de Josefa no podía realizar ninguna transformación física, plástica; todo tenía que llevarse a cabo sobre la base de cálculos y en un papel.

"Al principio hice cálculos punto por punto, luego digitalmente. El ensayo previo se extendió seis meses, la modelación un mes y la extrapolación de los datos a ella alrededor de quince días. Quise dar en la reconstrucción del rostro un poco de distanciamiento, de privacidad, sus ojos no miran al visitante, miran al pasado, no miran hacia nadie...".

HECHO INÉDITO EN CUBA

Según el doctor Ercilio, lo más importante de su trabajo fue aprender cómo "restaurar un cuerpo momificado, algo que en Cuba nunca se había hecho.

"Si algún mérito tengo en esto —dice— es el rescate para el patrimonio nacional de una pieza de un valor irrepetible. Rescaté quién era, su familia, nombre, edad, su matrimonio, todo... Ella nació en Guanabacoa, pero amó a Matanzas, vivió y se casó en ella.

"Esta señora murió en La Habana. Devolver el cadáver a Matanzas era el compromiso de su familia. Que no se pierda es el compromiso de los matanceros para con esa persona que hubiera sido un ser anónimo.

"Hay mucha gente que me ayudó en las investigaciones, como las que prepararon la cabellera de Josefa, que le había sido arrancada, los técnicos de radiología, de anatomía patológica; los compañeros de la Policía Nacional Revolucionaria, que posibilitaron el traslado de Josefa hacia el hospital para las radiografías, de madrugada para evitar aglomeración de curiosos; las FAR, que confeccionó la funda que se usó para protegerla".

—¿Cuál fue la causa de la muerte de Josefa?

—Una bronconeumonía, infección respiratoria que en aquel momento era mortal.

—¿Hay otras momias en Cuba?

—Existen otros cuerpos preparados, pero en otras condiciones. Josefa fue acondicionada si tenemos en cuenta que era un viaje corto, de La Habana a Matanzas, por vía marítima.

—¿No teme que ocurra ahora como la primera vez que se expuso?

—Siempre es necesario educación para todas las cosas. Cuando estuvo en el Museo, era interminable la cantidad de personas que acudieron. Pasaron 70 000 personas en un mes, cuando el plan de visitas de esa institución era de 21 000 personas al año. Hoy Matanzas tiene una pieza de valor único. Incluso yo escribí un libro sobre Josefa, titulado Un encuentro en la historia, aún sin publicar.

—¿A quién pertenece legalmente Josefa?

—Tengo una propiedad legal sobre ella. Cuando se extrajo del cementerio, el Ministerio de Salud Pública me la entrega como restos para estudiar. Conservo una propiedad y una tutoría legal de acuerdo con las leyes de patrimonio.

—¿Usted renuncia a ella en estos momentos?

—Bueno..., tengo gran confianza en el museo Palacio del Junco. A ese centro le estoy entregando todo lo que tengo.

—¿Hubo alguien que influyó en esta decisión?

—La dirección del museo fue muy persistente y a la vez educada. Siempre me negaba y estaba decidido a confeccionar una réplica de Josefa. Me di cuenta que realmente su lugar es ese. Ella hubiera querido estar allí.

—¿Qué hará Ercilio si las condiciones fueran desfavorables?

—He acumulado una gran experiencia de restauración. Cuando se restauraron las momias del Museo de El Cairo, Egipto, que se hizo a un costo elevadísimo en París, descubrí con asombro que usaron los mismos materiales que empleé con absoluto desconocimiento en 1981.

"Ahora la momia tiene el reto de soportar la luz, porque siempre ha estado a la sombra. En la sala estará iluminada y se le dará una solemnidad al lugar. ¿Y yo? Siempre estaré al tanto de su conservación".

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Fuente: Juventud Rebelde, 22/03/04

2 comentarios:

Rogelio Córdova dijo...

Impresionante, tengo algunas fotos originales de EFE, cuando la momia estaba encerrada en una urna como de crital o plástico sólido transparente. Para leer más, tienen que hacer clik al titular, que lo enlazará a la página original. Saludos

Juan García Llera dijo...

Gracias por tu comentario y la informacion adicional. saludos Desde Cuba.