CUBA IMPULSA CONECTIVIDAD DE LAS PERSONAS DISCAPACITADAS
Se dedicará el Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información a los discapacitados. Se celebrará también en Cuba este 17 de mayo
Por Amaury E. del Valle (Juventud Rebelde)
Ernesto Fernández padecía desde pequeño de miopía, la cual se le fue agravando con el tiempo. Así, su campo visual se redujo tanto, que apenas podía continuar con su trabajo como informático en la Empresa de Consultoría y Seguridad Informática (Segurmática).
Después de que conoció a Roberto Pérez Paz y a otros de sus colegas, la situación cambió. Aprendió a trabajar con el Jaws, un programa lector de pantallas de computadoras, y volvió a su puesto como responsable de seguridad informática en las redes de su empresa.
Ilse Bulit era periodista y vio perfectamente hasta los 51 años. En 1992 perdió la vista y apenas podía trabajar con la máquina de escribir. En 1999 pudo acceder a una computadora gracias a la ayuda de la emisora Habana Radio y la Oficina del Historiador de la Ciudad.
Desde entonces volvió a su trabajo como periodista y asesora de programas de radio, y hoy escribe asiduamente para varias publicaciones. Ella, al igual que otras decenas de personas, es un ejemplo de cómo la tecnología puede ayudar a superar las barreras físicas que les impone la vida a muchos seres humanos.
A ellos está dedicado precisamente el Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información, que bajo el lema Conectar a las personas con discapacidad: las oportunidades de las tecnologías de la información y las comunicaciones para todos, se celebrará también en Cuba este 17 de mayo.
LENGUAJES DIFERENTES
Imagínese a dos padres sordos, que no pueden oír cuando su pequeño bebé está llorando; o cuando está sonando el teléfono; o a un discapacitado motor o adulto mayor, a quien una escalera le impide llegar a un laboratorio de computación; o un ciego que por falta de bocinas y el programa adecuado no puede leer un correo electrónico o navegar por Internet, aun teniendo la posibilidad de contar con estos servicios.
Las anteriores son situaciones reales, para las cuales muchas veces las soluciones dependen más de la comprensión de esas necesidades que de cuantiosos recursos materiales, como expusieron varios de los asistentes a una mesa redonda sobre el acceso a las tecnologías de la información y las comunicaciones de las personas discapacitadas.
Al respecto, Ernesto Rodríguez, subdirector nacional de los Joven Club de Computación y Electrónica, que cuentan con más de 600 instalaciones en todo el país, explicó que este proyecto ha graduado en los últimos siete años a más de 39 000 personas con alguna discapacidad, en cursos de Computación.
Instructores formados en el lenguaje de señas, u otros que han aprendido a trabajar con el programa lector de pantallas Jaws dirigido a los ciegos y débiles visuales, así como cursos para limitados físicos y motores, adultos mayores, e incluso niños con Síndrome Down o algún tipo de retraso en el aprendizaje, forman parte del trabajo cotidiano de los Joven Club.
No todo es perfecto. Quedan cuestiones pendientes de solucionar, como las barreras físicas y arquitectónicas en muchas instalaciones, e incluso el diseño de soluciones informáticas «accesibles», algo que a veces escapa a la atención de los creadores.
«Lo más importante, destaca, es que el trabajo con los discapacitados no se ha circunscrito solo a las personas asociadas a las diferentes organizaciones que los agrupan. Nosotros estamos abiertos a todos, y de hecho nos hemos convertido en una fuente importante de empleo para esas personas que se gradúan de nuestros cursos, quienes después se vuelven instructores».
TECNOLOGÍA INACCESIBLE
Quienes han perdido la audición o tienen dificultades con esta, incluso si la recuperan gracias a la ayuda de equipos especializados, muchas veces encuentran resistencia para poder ejercer oficios que aprendieron. Mucho más si se trata de trabajos relacionados con la tecnología.
Hasta el simple hecho de hablar por teléfono para ellos puede ser un grave dilema. Al respecto la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba desarrolló un programa de instalación de teléfonos para personas sordas en diferentes lugares del país. Pero la tecnología se puso obsoleta y estuvieron más de dos años sin recibir un nuevo equipamiento.
«Ahora se realizará una nueva inversión para rehabilitar este servicio, que consta tanto de teléfonos con un display en el cual se puede leer lo que se teclee, para utilizarse entre sordos, como con el servicio de una operadora llamando al número 140, para que un sordo pueda “hablar” por esta vía con un oyente, y viceversa», explica Gladis Vázquez, especialista de la Unidad de Negocios Datos de ETECSA.
A su vez, otros planes que se ejecutan son la instalación en todo el país de 154 cabinas telefónicas «bajas» con el fin de facilitar su uso a los limitados físico-motores; así como la aplicación de una bonificación telefónica especial para personas discapacitadas, y programas perspectivos para facilitarles el uso del correo electrónico y la navegación por Internet.
En ese sentido, por ejemplo, Roberto Pérez Paz, el único cubano ciego graduado de ingeniería informática, quien está al frente del departamento de Informática de la Asociación Nacional de Ciegos y Débiles Visuales, aseguró a JR que ya se han creado varias aulas para la enseñanza de la computación a los asociados a esta organización.
Mientras ETECSA colaborará con la conectividad necesaria, incluso para poner en marcha un programa de educación a distancia con la colaboración de la Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE), la ANCI prepara a los primeros 16 instructores ciegos que darán clases a otros invidentes.
Ellos estarán a cargo de estas aulas «tiflotécnicas», o sea, preparadas especialmente para personas con discapacidades visuales, quienes, además del reto de aprender computación, pondrán a la sociedad en su conjunto en el desafío de que este aprendizaje no caiga en saco roto, y personas como Roberto Pérez o Ariel Rodríguez, ambos ciegos, uno ingeniero y otro Máster en Computación, no sean apenas una rara excepción.
MIRAR LAS CAPACIDADES
De que el acceso a la computación y las nuevas tecnologías es necesario, pero a veces se «traba» por la falta de una baranda o de una rampa, habló también Jorge Álvarez Tamayo, rehabilitador municipal, en Plaza de la Revolución, de la Asociación Nacional de Ciegos (ANCI).
A personas como él les toca lograr que quienes han perdido la visión aprendan a utilizar un bastón, vuelvan a caminar por las calles, y poco a poco se inserten nuevamente en la vida social a pesar de su condición.
«Es verdad que a veces ponen el teléfono bajo, pero entonces falta en la acera la rampa para que pueda subir el sillón de ruedas, o la puerta de entrada al local de computación es muy estrecha o hay escaleras muy empinadas para las personas mayores.
«Incluso ahora, que se ha ganado un poco más de conciencia en este tema, muchas veces se aprecia que se están ejecutando inversiones millonarias para pavimentar las calles y arreglar las aceras, pero no se tiene en cuenta eliminar las barreras arquitectónicas, o lo que es peor, donde se habían quitado, las vuelven a poner».
También Rafael Martín, vicepresidente de la Asociación Nacional de Sordos de Cuba, reconoció que hay pasos de avance, pero a su vez no se explotan adecuadamente posibilidades como el close caption en los programas de televisión, el acceso a la telefonía, incluso la celular, que a través de los mensajes solucionaría muchos problemas, o las facilidades que brinda el correo electrónico.
En ese sentido, Armando García, especialista de la Oficina Nacional de Informatización, quien durante varios años ha asistido a las reuniones de la Comisión Gubernamental para la Atención a Personas con Discapacidades, reconoció la importancia de que las diferentes asociaciones introduzcan estos temas en sus debates.
«No es solo analizar los problemas de seguridad social, la necesidad de prótesis o dispositivos, el acceso a los puestos de trabajo; también tiene que discutirse el acceso a los medios tecnológicos, que tanto pueden ayudar a facilitar y mejorar la calidad de vida de los discapacitados».
En sentido general, se trata, ante todo, de que más allá de introducir a los discapacitados y a los adultos mayores en la tecnología, y aprovechar mejor las posibilidades que estas brindan, lo que se debe cambiar es la visión acerca de este fenómeno.
«A veces las personas se asombran de que un ciego, un sordo, alguien con alguna limitación física e incluso con retraso en el aprendizaje, pueda desarrollar alguna de estas actividades», refiere Roberto Pérez.
«Y es que aprecian en ellas su discapacidad, no las otras muchas “capacidades” que tienen y que los hacen personas útiles para la sociedad».
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