Búsqueda Personalizada

viernes, julio 21, 2006

Soy como cualquier ingeniero

Por Amaury E. del Valle (Juventud Rebelde)

La computadora le habla. Hasta altas horas de la noche puede oírse su voz electrónica, en una interminable letanía, que para un oído poco entrenado es a veces difícil de entender. Su pasión es diseñar páginas web. Y aunque por esas cosas de la vida no pueda verlas, sin embargo sí puede oírlas.

Roberto Pérez de Paz, el primer ciego cubano que se gradúa de ingeniero informático, no ha querido hacerlo con una tesis cualquiera. Sensibilizado como nadie con la situación de los invidentes, aboga, en un profundo estudio, porque quienes diseñen páginas web en Cuba piensen en hacerlas más accesibles para los que, como él, necesitan que las computadoras hablen para poder navegar en el ciberespacio.

«La razón es muy simple: los ciegos, como no podemos ver, utilizamos programas lectores de pantalla, que nos van diciendo lo que aparece en esta al desplazarnos por ella. Esos lectores no acceden directamente a lo que está en pantalla, sino a una versión audible de esta que crea el navegador. Mientras más complicada sea una página web y aparezcan marcos inútiles, imágenes sin textos detrás, textos ininteligibles, excesivos enlaces, para nosotros es más difícil llegar al verdadero y útil contenido».

Su estudio de los sitios web cubanos arrojó que la mayoría de ellos, incluso los de periódicos on-line y otros informativos, no cumplen con los estándares de accesibilidad necesarios para que sean «audibles» por los discapacitados visuales. De hecho, paradojas de la vida, ni siquiera el propio sitio de la Asociación Nacional de Ciegos (ANCI) cumplía con ellos.

Sin embargo, Roberto no ha querido quedarse solo en la crítica, y ha empezado por casa. Su nuevo diseño del sitio web de la ANCI está ya a prueba, y ha obtenido criterios favorables de expertos en accesibilidad, y también al someterse al examen de las herramientas informáticas que la miden.

«Que las páginas web cubanas no sean accesibles limita la capacidad de acceder a información actualizada no solo para nosotros los ciegos cubanos, sino también a millones de todo el mundo, que entonces no siempre adquieren la información de la Isla más veraz, pues van a buscarla a otros sitios que no son los nacionales.

«Además, es un error creer que la accesibilidad es solo cuestión de los ciegos. Es imprescindible para cualquier diseñador web cumplir ciertas pautas, no solo porque cualquiera en determinado momento puede tener una dificultad en la vista y por ende necesidad de algo tan sencillo, por ejemplo, como encontrar en una web la posibilidad de aumentar el tamaño de la página.

«Y por si fuera poco, ayuda también a tener una página digital más atractiva, funcional, e incluso mejor ubicada en los buscadores de Internet, lo cual redundaría en un mejor posicionamiento del sitio a nivel internacional».

EJEMPLO DE VOLUNTAD

Alguien me dijo hace poco que la historia de Roberto está todavía por contar, y no solo creo que tiene la razón, sino que quizá pocos imaginen cuánto le ha costado graduarse, y ni siquiera él mismo tenga plena conciencia del ejemplo que ha dado con su actuación.

«Su interés por la computación empezó desde muy chiquito. Me hacía leerle los libros sobre el tema. Y cuando logramos comprarle con mucho esfuerzo la primera máquina, muchas veces me decía qué tenía que hacer, cuál tecla tocar, porque yo no sabía mucho de eso», recuerda Maritza, su mamá.

Roberto aprendió computación de forma casi autodidacta, y poco a poco, gracias a que esta asignatura se imparte también en el sistema educativo al cual estuvo siempre vinculado, fue desarrollando su interés y conocimientos sobre el tema.

—Interesarse, estudiar, aprender, eso es algo lógico, pero de ahí a estudiar la carrera de Ingeniería informática va un buen trecho...

—Fue una decisión personal bien pensada, porque sabía que si empezaba era para terminarla como fuera. Al principio, si bien es verdad que hubo muchos profesores del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría (CUJAE) que me apoyaron, tengo que confesar que también había muchos escépticos.

«Me hicieron incluso la propuesta de hacer un programa especial de estudio, con clases aparte, en más años, pero yo quería ser como un estudiante más, y en todo momento traté de serlo».

Maritza, su madre, confiesa que no fueron pocas las veces en que ella misma, a pesar de conocer la voluntad de Roberto, dudó que pudiera terminar la carrera. «A veces yo misma, al verlo estudiar y estudiar y estudiar tanto, le llegué a pedir llorando que estudiara otra cosa, pero siempre me respondió que nunca se iba a perdonar la cobardía de ser el primer ciego en intentarlo y no haber terminado».

Y Roberto lo logró. Hoy es, además, el primer universitario de su familia.

—Pero un ingeniero informático no solo tiene que saber programar, sino armar y desarmar una computadora, montar una red y muchísimas cosas más. ¿Tú puedes hacerlo? ¿No le tienes miedo a la corriente?

—Claro que puedo armar y desarmar una computadora como cualquier otro, y además le he perdido respeto a la corriente. Me ha costado trabajo aprender, mucha paciencia, repetir las cosas una y otra vez, diez, 20 veces.

«Yo no creo que me diferencie mucho de cualquier otro ingeniero informático, ni tampoco me gustaría que me vieran como alguien diferente. Lo que yo hice lo puede hacer también cualquier otro ciego, y de hecho ya hoy hay un compañero mío, también ciego, que está en tercer año de ingeniería informática.

«Además, está el caso de Ariel Rodríguez, quien además de ser ciego y un gran amigo, ha hecho una labor muy importante como instructor de los Joven Club en el Palacio Central de Computación, preparando a decenas de invidentes para el dominio de las nuevas tecnologías.

«Para cualquier persona saber computación hoy en día es imprescindible, pero para los ciegos se vuelve una necesidad impostergable en aras de ampliar los horizontes culturales, incluso para poder acceder a mejores ofertas de trabajo, para el desarrollo como persona».

Actualmente en Cuba, la ANCI ha tratado de impulsar proyectos de formación a través de los Joven Club para sus más de 25 000 afiliados. Sin embargo, todavía es necesaria no solo una mayor divulgación y promoción de estos proyectos, sino también mayor acceso de los ciegos a la informática en general, incluyendo Internet.

«Por eso la tesis de Roberto abre una nueva dimensión sobre el tema de la accesibilidad de los ciegos a Internet. Para nosotros este trabajo ha sido significativo, en primer lugar porque explica lo importante que es para un invidente poder consultar el enorme caudal de informaciones y conocimientos que hay en la red de redes, pero también porque reflexiona en que no es solo sentarse delante de una computadora y navegar, sino hacer pensar a quienes están sumergidos en este mundo, que deben diseñar también pensando en quienes no vemos», afirma Amado González, presidente de la ANCI.

Por lo pronto, el esfuerzo de Roberto ha comenzado ya a dar frutos, no solo porque se trata del primer ciego cubano ingeniero informático, o por su labor en la página web de la ANCI, sino porque las conclusiones de sus análisis han hecho ver la necesidad de incluir el estudio de las normas de diseño integral como parte de la formación de los nuevos ingenieros informáticos, y en especial, porque con su ejemplo ha demostrado que no hay discapacidad que pueda limitar la voluntad y la sed de nuevos conocimientos.

0 comentarios: