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martes, junio 20, 2006

Primer ingeniero informático ciego

Por María Elena Pacheco (Tribuna de La Habana)

Cuando la Profesora de álgebra Mayra Durán, hoy decana de una Facultad de la UCI, lo vio el primer día de clases, sentado en la primera fila de su aula, ciego y frente a una pizarra atiborrada de cifras, no pudo más que preguntarse: "¿cómo vamos a enseñarlo? La limitación no era la suya, sino de un claustro de pedagogos incapacitado para afrontar su instrucción. Comenzó entonces el camino de las transformaciones y de aprender juntos él y nosotros".

A las importantes glorias de la Educación cubana se sumó este jueves, una evidencia más de sus extraordinarias virtudes. Destronando todos los esquemas, el joven ciego Roberto Pérez de Paz, defendió el título de Ingeniero en Informática, convirtiéndose desde entonces, en el primer graduado invidente en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría (CUJAE), y en Cuba.

El diplomante consiguió convertir una restricción aparente en coyuntura especial para llevar la luz de las nuevas tecnologías al mundo de las personas privadas del sentido de la vista. Su trabajo: Una web accesible: necesidad de los discapacitados, abre otra dimensión en el análisis del acceso a los sitios web, mediante un enfoque de diseño universal.

En la realización de su tesis de grado, el estudiante se valió de sofware para el uso de personas con limitaciones físicas como el lector de pantalla (apoyado en el sonido) y el amplificador de pantalla (aumento del tamaño de la imagen.)

El también miembro de la Asociación Nacional del Ciego, realizó una evaluación exhaustiva análisis evaluativo de la página de la mencionada institución y propuso una estrategia de cambios que la convierte en obligada referencia nacional de accesibilidad.

Los tutores manifestaron que el hecho revolucionador, no hubiese sido posible sin la dedicación, constancia y esfuerzo del diplomante en los cinco años de la carrera, durante los cuales mostró sorprendente concentración, capacidad de análisis e independencia.

A la voluntad de derrumbar las barreras arquitectónicas se sumó desde ahora, la de que los discapacitados crucen las murallas del ciberespacio. Roberto es un ingeniero informático con la capacidad real para entender la trascendencia del desafío.

Su graduación exitosa confirma que la discapacidad no excluye las posibilidades del individuo y añade otra lección ineludible de empeño y altruismo, al quehacer de los educadores cubanos.

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