Cuba en el Mapa desde el año 1500
Por Yahily Hernández Porto (Juventud Rebelde)
Camagüey.— Tras la publicación del trabajo titulado «Turquino, sin dudas el más alto» (el 14 de enero de 2007, y firmado por esta autora), varios lectores se interesaron acerca de cómo serían los trazos originarios y contornos del primer Mapamundi, confeccionado hace más de cuatro siglos por el español Juan De la Cosa, y si en el grabado de entonces aparecía Cuba con dos picos bien delimitados.
Con la ayuda de algunos lectores que voluntariamente brindaron datos precisos, el deseo por conocer de otros y la investigación característica en estos casos, nuestro diario ofrece una breve reseña de los inicios de la geografía mundial y de cómo era visto nuestro archipiélago desde la llegada de Cristóbal Colón.
¿Un científico en la nave capitana?
La historia del primer Mapamundi comienza justo cuando Cristóbal Colón inicia en 1492 su viaje en busca de nuevas rutas hacia las Indias, y en ese trascendental proyecto decide acompañarlo el navegante Juan De la Cosa, a veces nombrado Juan el Vizcaíno.
El cartógrafo español De la Cosa, conocido más tarde por haber diseñado el primer mapa del mundo que mostraba a la América del siglo XV, vino primero a Cuba como marinero, al frente de una embarcación que era de su propiedad: la carabela Santa María.
Sin embargo, aquel primer esfuerzo por llegar a las nuevas tierras trajo desavenencias entre Colón y el Vizcaíno, pues al hundirse su nao, el 24 de diciembre de aquel mismo año, el Almirante lo acusó de ser responsable de la desgracia.
Afortunadamente «la sangre no llegó al río», y Juan no solo recibió una gran compensación de la reina Isabel, sino que en la segunda expedición de Colón, entre 1493 y 1496, participó como cartógrafo a bordo de la Santa Clara.
Cada viaje que efectuaba, era como una gota de conocimiento almacenado, y así fue conformando lo que años después sería su mayor legado: el primer Mapamundi.
Pero antes tendría que viajar muchísimo. En 1499 organizó su propia empresa hacia América, asociándose al navegante español Alonso de Ojeda y al italiano Américo Vespucio, y como piloto y cartógrafo de su expedición recorrió la costa sudamericana entre el río Esequibo y el Cabo de la Vela.
A pesar de que el viaje no obtuvo grandes ganancias, De la Cosa logró cartografiar la costa de dicha región, lo que le permitió diseñar para los Reyes Católicos su famoso mapa en junio de 1500.
Más que trazos...
El primer Mapamundi está pintado de manera vertical sobre un pergamino, junto con dos pieles unidas en forma de un rectángulo irregular de 96 centímetros de ancho y 183 de largo.
El Occidente corresponde a la parte superior del mapa, el Oriente a la inferior, el Norte se sitúa a la derecha y el Sur a la izquierda; y en la parte superior aparece una efigie de San Cristóbal, aunque muchos afirman que se trata de un retrato de Colón.
Con la ayuda de algunos lectores que voluntariamente brindaron datos precisos, el deseo por conocer de otros y la investigación característica en estos casos, nuestro diario ofrece una breve reseña de los inicios de la geografía mundial y de cómo era visto nuestro archipiélago desde la llegada de Cristóbal Colón.
¿Un científico en la nave capitana?
La historia del primer Mapamundi comienza justo cuando Cristóbal Colón inicia en 1492 su viaje en busca de nuevas rutas hacia las Indias, y en ese trascendental proyecto decide acompañarlo el navegante Juan De la Cosa, a veces nombrado Juan el Vizcaíno.
El cartógrafo español De la Cosa, conocido más tarde por haber diseñado el primer mapa del mundo que mostraba a la América del siglo XV, vino primero a Cuba como marinero, al frente de una embarcación que era de su propiedad: la carabela Santa María.
Sin embargo, aquel primer esfuerzo por llegar a las nuevas tierras trajo desavenencias entre Colón y el Vizcaíno, pues al hundirse su nao, el 24 de diciembre de aquel mismo año, el Almirante lo acusó de ser responsable de la desgracia.
Afortunadamente «la sangre no llegó al río», y Juan no solo recibió una gran compensación de la reina Isabel, sino que en la segunda expedición de Colón, entre 1493 y 1496, participó como cartógrafo a bordo de la Santa Clara.
Cada viaje que efectuaba, era como una gota de conocimiento almacenado, y así fue conformando lo que años después sería su mayor legado: el primer Mapamundi.
Pero antes tendría que viajar muchísimo. En 1499 organizó su propia empresa hacia América, asociándose al navegante español Alonso de Ojeda y al italiano Américo Vespucio, y como piloto y cartógrafo de su expedición recorrió la costa sudamericana entre el río Esequibo y el Cabo de la Vela.
A pesar de que el viaje no obtuvo grandes ganancias, De la Cosa logró cartografiar la costa de dicha región, lo que le permitió diseñar para los Reyes Católicos su famoso mapa en junio de 1500.
Más que trazos...
El primer Mapamundi está pintado de manera vertical sobre un pergamino, junto con dos pieles unidas en forma de un rectángulo irregular de 96 centímetros de ancho y 183 de largo.
El Occidente corresponde a la parte superior del mapa, el Oriente a la inferior, el Norte se sitúa a la derecha y el Sur a la izquierda; y en la parte superior aparece una efigie de San Cristóbal, aunque muchos afirman que se trata de un retrato de Colón.
Posee una decoración única: se observan rosas náuticas y de los vientos, banderas, naves (naos en español antiguo), carabelas, ciudades, reyes africanos, personajes de la Biblia, figuras mitológicas, cursos de agua y puertos con nombres en español antiguo.
También se reflejan los resultados de los descubrimientos realizados en América durante el siglo XV; con detalles obtenidos de los viajes realizados por Colón (1492, 1493 y 1498), Alonso de Ojeda, Vicente Yáñez Pinzón, Juan y Sebastián Caboto (navegantes venecianos descubridores de Canadá), y diversos exploradores portugueses que recorrieron África, como Bartolomeu Días y Vasco da Gama.
Refleja además su sello distintivo al leerse la siguiente inscripción: «Juan de la Cosa la fizo en el Puerto de S. Mª. en año de 1500».
Engañoso pero certero
Aunque mostró que las tierras descubiertas en el norte y sur de América podían estar unidas en un solo continente, hizo un truco perfecto para aparentar que eran dos tierras separadas, hecho que Colón creía, y que Juan logró mediante la ubicación de la efigie en la unión de ambos territorios.
En América del Norte no se muestran ni las penínsulas de Florida y Yucatán, ni el golfo de México; América Central aparece tapada por la imagen, las Antillas están trazadas de manera completa y en América del Sur se observa desde el Cabo de la Vela hasta el de San Agustín, incluyendo una parte del norte de Brasil.
Cuba aparece ya identificada como una isla, contrario a la opinión de Colón, y en esta hay dos picos bien delimitados uno al lado del otro en la región oriental.
Los contornos de las costas de África están dibujados por vez primera de manera correcta. Sin embargo amplias zonas de Asia son imprecisas, en contraposición a Europa y el Mediterráneo, que están bien detalladas.
Después de tres siglos
Aunque el Mapamundi fue una de las obras más importantes de la cartografía a finales del siglo XV, sufrió pillerías desde aquel lejano período, y de las malas, pues a inicios del XVI desapareció en circunstancias desconocidas, a pesar de estar archivado por la Casa de Contratación.
Quiso la historia caprichosa que la obra del segundo descubridor de las Américas, Alejandro de Humboldt, quien también se destacó en la ardua tarea de cartógrafo, se vinculara con la de De la Cosa, tres centurias después de la pérdida.
A las manos de Humboldt llegó esta gran obra en calidad de préstamo por su propietario, el barón Walcknaer, ministro plenipotenciario de Holanda en París, quien la compró a precio ínfimo en 1832, año en el que fue redescubierto, aún no se sabe cómo.
A la muerte de Walcknaer, en 1853, el mapa es subastado y el gobierno español, gracias a Ramón de la Sagra, lo adquirió por 4 321 francos. Y desde el 14 de septiembre de ese año es expuesto, hasta hoy, en el Museo Naval de Madrid, por Real Orden.
Comienzo y final del navegante
Irónica vida la del navegante Juan De la Cosa, pues a pesar de haber pasado a la posteridad, solo se conoce de su niñez y adolescencia que nació en Cantabria y que de joven pudo haber estado en las navegaciones de exploración de los cántabros.
De la Cosa, resuelto a no dejar escapar las oportunidades, logró su primer viaje como Capitán General y piloto gracias a una capitulación de la Corona Española, para descubrir y vigilar las costas de Tierra Firme, entre la isla Margarita y el Golfo de Urabá en 1504.
Cuatro años después, la reina Juana I de Castilla lo confirmó en el cargo de Alguacil Mayor de Urabá, y también en 1509, cuando fue nombrado Teniente Gobernador, Juan asumió la difícil tarea de acabar con una disputa entre Alonso de Ojeda y Diego de Nicuesa sobre qué lugar exacto del Golfo de Urabá limitaba Veragua de Nueva Andalucía, y señaló el río Atrato como el límite exacto entre ambas gobernaciones.
Al llegar a Nueva Andalucía en el mes de diciembre, De Ojeda desestimó los consejos de De la Cosa, que recomendó no molestar a los indios de la zona porque estos usaban flechas envenenadas.
En el enfrentamiento en el poblado de Turbaco, murió De la Cosa, junto a la mayoría de sus hombres. Las referencias indican que el navegante sacrificó su vida con tal de que De Ojeda pudiera escapar.
Ante tal situación los dos gobernantes olvidaron sus diferencias y ambos vengaron la muerte de De la Cosa, destruyendo el poblado y asesinando a todos sus habitantes.
La viuda de De La Cosa recibió 45 000 maravedíes y todos los indígenas que tenía en posesión el navegante; se desconoce el destino del hijo, quien debió haber asumido el cargo de Alguacil Mayor de Urabá.
El gran legajo
No imaginó Juan De la Cosa que su mapa sirviera a su amigo, el bachiller Martín Fernández de Enciso, para realizar su obra Suma de geografía, impresa en Sevilla en 1519, que trata acerca de todas las partes y provincias del mundo, en especial de las Indias.
También hubo reproducciones y análisis de diversas zonas del mapa, hechas por varios investigadores como el barón de Humboldt en su Examen crítico de la historia de la geografía del nuevo continente, en 1836; Ramón de la Sagra, en 1837, con la Historia física política y natural de la isla de Cuba, y el vizconde de Santárem, en 1842, con su Atlas de la Edad Media.
Vale señalar que el único que ha copiado este mapa en su misma escala y con sus mismos colores ha sido, según el Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano, M. Jomard, a quien se le debe este servicio solo por el amor a la ciencia. Y si hoy el mapa aparece en soportes electrónicos y en libros en todo el mundo, es gracias también a esta reproducción que ayudó a perpetuar el primer Mapamundi.
Otras referencias indican que Juan había realizado nuevos mapas importantes, incluyendo uno del Mar Cantábrico, pero no se han encontrado.
¿Sabías que...?
No han sido pocos los interesados en cartografiar nuestro planeta; en esta empresa sobresalen Gerardo Kramer (Mercator), fundador de la Geografía Matemática moderna, quien no dudó en señalar con el nombre de «Tarquino» a la mayor de las elevaciones cubanas en su mapa de Cuba, a finales del siglo XVI.
Alejandro de Humboldt, al tener en sus manos el Mapamundi de Juan De la Cosa, escribió para la posteridad las siguientes líneas que realzan y permiten comprender la importancia de este mapa: «Bastaría recordar que es seis años anterior a la muerte de Colón y que los mapas más antiguos de América (no insertos en las ediciones de Tolomeo ni en las Cosmografías del siglo XVI que se han conocido hasta hoy), son de 1527 y 1529, de la biblioteca del gran duque de Sajonia Weimar».
También se reflejan los resultados de los descubrimientos realizados en América durante el siglo XV; con detalles obtenidos de los viajes realizados por Colón (1492, 1493 y 1498), Alonso de Ojeda, Vicente Yáñez Pinzón, Juan y Sebastián Caboto (navegantes venecianos descubridores de Canadá), y diversos exploradores portugueses que recorrieron África, como Bartolomeu Días y Vasco da Gama.
Refleja además su sello distintivo al leerse la siguiente inscripción: «Juan de la Cosa la fizo en el Puerto de S. Mª. en año de 1500».
Engañoso pero certero
Aunque mostró que las tierras descubiertas en el norte y sur de América podían estar unidas en un solo continente, hizo un truco perfecto para aparentar que eran dos tierras separadas, hecho que Colón creía, y que Juan logró mediante la ubicación de la efigie en la unión de ambos territorios.
En América del Norte no se muestran ni las penínsulas de Florida y Yucatán, ni el golfo de México; América Central aparece tapada por la imagen, las Antillas están trazadas de manera completa y en América del Sur se observa desde el Cabo de la Vela hasta el de San Agustín, incluyendo una parte del norte de Brasil.
Cuba aparece ya identificada como una isla, contrario a la opinión de Colón, y en esta hay dos picos bien delimitados uno al lado del otro en la región oriental.
Los contornos de las costas de África están dibujados por vez primera de manera correcta. Sin embargo amplias zonas de Asia son imprecisas, en contraposición a Europa y el Mediterráneo, que están bien detalladas.
Después de tres siglos
Aunque el Mapamundi fue una de las obras más importantes de la cartografía a finales del siglo XV, sufrió pillerías desde aquel lejano período, y de las malas, pues a inicios del XVI desapareció en circunstancias desconocidas, a pesar de estar archivado por la Casa de Contratación.
Quiso la historia caprichosa que la obra del segundo descubridor de las Américas, Alejandro de Humboldt, quien también se destacó en la ardua tarea de cartógrafo, se vinculara con la de De la Cosa, tres centurias después de la pérdida.
A las manos de Humboldt llegó esta gran obra en calidad de préstamo por su propietario, el barón Walcknaer, ministro plenipotenciario de Holanda en París, quien la compró a precio ínfimo en 1832, año en el que fue redescubierto, aún no se sabe cómo.
A la muerte de Walcknaer, en 1853, el mapa es subastado y el gobierno español, gracias a Ramón de la Sagra, lo adquirió por 4 321 francos. Y desde el 14 de septiembre de ese año es expuesto, hasta hoy, en el Museo Naval de Madrid, por Real Orden.
Comienzo y final del navegante
Irónica vida la del navegante Juan De la Cosa, pues a pesar de haber pasado a la posteridad, solo se conoce de su niñez y adolescencia que nació en Cantabria y que de joven pudo haber estado en las navegaciones de exploración de los cántabros.
De la Cosa, resuelto a no dejar escapar las oportunidades, logró su primer viaje como Capitán General y piloto gracias a una capitulación de la Corona Española, para descubrir y vigilar las costas de Tierra Firme, entre la isla Margarita y el Golfo de Urabá en 1504.
Cuatro años después, la reina Juana I de Castilla lo confirmó en el cargo de Alguacil Mayor de Urabá, y también en 1509, cuando fue nombrado Teniente Gobernador, Juan asumió la difícil tarea de acabar con una disputa entre Alonso de Ojeda y Diego de Nicuesa sobre qué lugar exacto del Golfo de Urabá limitaba Veragua de Nueva Andalucía, y señaló el río Atrato como el límite exacto entre ambas gobernaciones.
Al llegar a Nueva Andalucía en el mes de diciembre, De Ojeda desestimó los consejos de De la Cosa, que recomendó no molestar a los indios de la zona porque estos usaban flechas envenenadas.
En el enfrentamiento en el poblado de Turbaco, murió De la Cosa, junto a la mayoría de sus hombres. Las referencias indican que el navegante sacrificó su vida con tal de que De Ojeda pudiera escapar.
Ante tal situación los dos gobernantes olvidaron sus diferencias y ambos vengaron la muerte de De la Cosa, destruyendo el poblado y asesinando a todos sus habitantes.
La viuda de De La Cosa recibió 45 000 maravedíes y todos los indígenas que tenía en posesión el navegante; se desconoce el destino del hijo, quien debió haber asumido el cargo de Alguacil Mayor de Urabá.
El gran legajo
No imaginó Juan De la Cosa que su mapa sirviera a su amigo, el bachiller Martín Fernández de Enciso, para realizar su obra Suma de geografía, impresa en Sevilla en 1519, que trata acerca de todas las partes y provincias del mundo, en especial de las Indias.
También hubo reproducciones y análisis de diversas zonas del mapa, hechas por varios investigadores como el barón de Humboldt en su Examen crítico de la historia de la geografía del nuevo continente, en 1836; Ramón de la Sagra, en 1837, con la Historia física política y natural de la isla de Cuba, y el vizconde de Santárem, en 1842, con su Atlas de la Edad Media.
Vale señalar que el único que ha copiado este mapa en su misma escala y con sus mismos colores ha sido, según el Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano, M. Jomard, a quien se le debe este servicio solo por el amor a la ciencia. Y si hoy el mapa aparece en soportes electrónicos y en libros en todo el mundo, es gracias también a esta reproducción que ayudó a perpetuar el primer Mapamundi.
Otras referencias indican que Juan había realizado nuevos mapas importantes, incluyendo uno del Mar Cantábrico, pero no se han encontrado.
¿Sabías que...?
No han sido pocos los interesados en cartografiar nuestro planeta; en esta empresa sobresalen Gerardo Kramer (Mercator), fundador de la Geografía Matemática moderna, quien no dudó en señalar con el nombre de «Tarquino» a la mayor de las elevaciones cubanas en su mapa de Cuba, a finales del siglo XVI.
Alejandro de Humboldt, al tener en sus manos el Mapamundi de Juan De la Cosa, escribió para la posteridad las siguientes líneas que realzan y permiten comprender la importancia de este mapa: «Bastaría recordar que es seis años anterior a la muerte de Colón y que los mapas más antiguos de América (no insertos en las ediciones de Tolomeo ni en las Cosmografías del siglo XVI que se han conocido hasta hoy), son de 1527 y 1529, de la biblioteca del gran duque de Sajonia Weimar».
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