Las estampas de Guanajay: nacimiento de una tradición única
Por Grisell Chirino* (Radio Artemisa)
Guanajay, La Habana, Cuba.- Las tradiciones se definen como el arte, las costumbres, festividades y otros hechos culturales sociales que son aceptados y asimilados por la comunidad durante un largo período, hasta convertirse en parte integrante de su personalidad histórica. Las Estampas de Guanajay constituyen una tradición arraigada en ese pueblo del oeste de La Habana.
A finales del año 1950, un grupo de intelectuales guanajayenses lidereados por el doctor Luis Manuel Núñez, acostumbraba reunirse en el entonces Centro Progresista – hoy Círculo Social Obrero. Por aquellos días, Núñez comentó que ese año se cumplía el aniversario 300 de la fundación de Guanajay y que eso merecía ser celebrado. Enrique Díaz Ortega propuso la idea de hacer una representación teatral que recogiera estampas de la villa; como una especie de recorrido histórico a través de momentos y sucesos significativos. Él las escribiría.
Todos estuvieron de acuerdo y a partir de ese momento se dieron a la tarea de promover y preparar esta celebración. Fue así como entre el 3 y el 10 de diciembre de 1950, se produjeron los festejos por el tricentenario de la fundación de Guanajay. Las Estampas de Guanajay se presentaron el 4 de diciembre en el Teatro Vicente Mora de la localidad. Su director y autor fue Enrique Díaz Ortega con la colaboración directa de Rafael Loza Díaz; la dirección musical estuvo a cargo de Guillermo Quintero y la escenografía de Avelino Pérez Urriola, Raúl Aguirre y Alberto Rojas.
Las Estampas incluían en lo artístico, música, poesía, danza y textos hilvanados siguiendo el paso de la historia, se extendieron desde la etapa primitiva hasta el momento en que se concibieron. Recorría, por supuesto, la esclavitud; un homenaje a la Condesa de Jibacoa, cuyas mercedes de tierras dieron perfil urbano a Guanajay; el paso del General Narciso López como momento significativo de la guerra de independencia, lo mismo que el trágico suceso de Justiniani.
Otra estampa se dedicaba al río Capellanías y a la Estación de Villanueva y, por último, la estampa final constituía una exaltación de nuestros valores culturales, partiendo de figuras como Vicente Silveira y Joaquín Nicolás Aramburo. En ella se cantó un himno a nuestro pueblo, escrito precisamente con motivo del tricentenario por Américo Navarro, y musicalizado por Guillermo Quintero.
El elenco artístico, a excepción de dos artistas profesionales invitados, estuvo conformado por alrededor de 50 aficionados sin incluir, en esta suma, los miembros de la orquesta que ejecutó en el espectáculo bajo la dirección de Eduardo Goicochea. Después de ese memorable día tuvieron que pasar varios años para que las Estampas de Guanajay volvieran a escena.
Renacimiento.
Más de 20 años transcurrieron y las “Estampas de Guanajay”, como la bella durmiente del bosque, esperaban el “beso” que las regresara a la vida.
No fue hasta 1972 que por iniciativa de Luis Díaz Ortega –hermano del autor-, retornaron al escenario. Este empeño, unido al interés local de rescatar la semana de la fundación, se concretó en una serie de actividades que revivieron aquellas del tricentenario.
Un instructor de teatro que había llegado recientemente la municipio, y ya tenía en su haber la creación del teatro “María Teresa Vera”, fue el encargado de realizar las “Estampas de Guanajay” a partir de las originales escritas por Enrique Díaz Ortega.
Ramón Jiménez Robaina devenido entonces como notable promotor cultural y acucioso investigador de la historia de la localidad, realizó un cuidadoso examen de esta obra que precisó de ciertas transformaciones para su nueva presentación.
Es así como el miércoles 6 de diciembre del año mil 972, durante las fiestas populares de esta villa habanera se volvieron a presentar las “Estampas de Guanajay” en una versión de Ramón Jiménez quien fue, además su director artístico.
En esta puesta, se presentaron sólo seis de las diez estampas que conformaban el espectáculo original. Permanecieron, “Preludio indio”, “Lamento esclavo”, “La Condesa de Jibacoa”, “Romance del Capellanías”, “Estación de Villanueva” y “Exaltación a Guanajay”. Se escribió además una estampa final que representaba la etapa del proceso revolucionario y la victoria de mil 959.
Las “Estampas de Guanajay” de 1972, en las que actuó casi un centenar de artistas aficionados, tuvo sus detractores, pero sólo aquellos que esperaban ver en el escenario, 22 años después, una copia exacta de las escritas en mil 950. La dirección musical estuvo a cargo de José Antonio Rodríguez Caraza, quien dirigió a su vez la orquesta “Atenas de Occidente” conformada por artistas aficionados del propio municipio.
La presentación 1972 fue única. No es hasta el setenta y siete que regresaron las “Estampas de Guanajay” después de cinco años de ausencia. Esta vez para quedarse definitivamente como parte de la identidad cultural de esta villa del oeste habanero.
Regreso al escenario
“La cultura es la huella del hombre sobre la tierra” y las Estampas de Guanajay son el reflejo de cuanto han hecho los hijos de esta pare de La Habana. La aceptación popular de las Estampas era enorme. Ante su puesta en escena el público excedía el número de lunetas del teatro María Teresa Vera. Por ese motivo, porque el vestuario, de costoso alquiler, y la escenografía lo merecerían, las autoridades locales de Guanajay decidieron extender la puesta en escena a tres días consecutivos, viernes, sábado y domingo, siempre dentro de la semana en que se festejaba el aniversario de la villa.
Tantos eran los seguidores de este espectáculo; tan identificados estaban los guanajayenses con esta expresión de su cultura popular, que los tres días que cada año, a partir de 1977, se presentaron las estampas, fue a teatro lleno. Así hasta el 1985 con un elenco y un colectivo de trabajo bastante estable, y la presencia de artistas invitados de la talla de Lucy Provedo y el maestro Juanito Espinosa. Dirigidos todos por Ramón Jiménez.
En el ochenta y seis pasa a dirigir este espectáculo Mirtha Mondéjar, que, en aquel entonces, era la productora del teatro María Teresa Vera. Al retomar las “Estampas...”, no lo hace a partir de las que venía presentando Ramón Jiménez, sino regresa nuevamente a las originales para crear su propia adaptación. Es así que aparecen nuevas estampas y se eliminan otras quedando las siguientes: “Preludio indio”, “El sueño del esclavo”, “La casa de la Condesa”, “Justiniani”, “Romance del Capellanías”, “Estación de Villanueva” y “Siempre es 26”.
Las “Estampas...” de 1986, además de constituir una versión renovada en su totalidad permitieron que su puesta en escena incorporara el último pasaje de la etapa actual a partir de la estampa “Siempre es 26” como momento definitorio de nuestra historia.
En esta ocasión, la dirección musical estuvo a cargo de Andrés Cruz; el asistente de dirección fue José Carlos Bermúdez; y el productor, Roberto Vega. La escenografía fue resultado de Orlando Montero, instructor de Artes Plásticas. La cifra de aficionados se mantuvo elevada, rebasando el centenar. Actuó el coro municipal y la banda de música. Estuvieron nuevamente como invitados la soprano Lucy Provedo y el pianista Juan Espinosa.
Hasta 1989 el pueblo de Guanajay llenó el teatro local para disfrutar de sus Estampas. Al llegar el período especial, sus dificultades económicas se reflejaron en la cultura. Nuevamente las Estampas de Guanajay dejaron de presentarse.
Nuevo y añorado rescate
La cultura aborda todo lo concerniente a las manifestaciones artísticas pero también incorpora las costumbres y tradiciones de cada pueblo. Las Estampas de Guanajay cumplieron 55 años. En el año 1993 se valoró nuevamente la posibilidad de ofrecer al pueblo el espectáculo que durante todo este tiempo, no había cesado de reclamar.
La dirección municipal de cultura hizo responsable a la Casa de la Cultura de la realización de las “Estampas de Guanajay...” Es ante esta disyuntiva que Olga Lidia Fernández, directora de la institución, asume la dirección artística. Olga Lidia, tomó las “Estampas...” originales para realizar su propia adaptación, que ese año sería aún más severa por las carencias materiales.
Los nuevos textos fueron escritos por la propia Olga Lidia y Grisel Chirino, periodista de la localidad. Para la escenografía se utilizaron los mismos elementos y telones que se habían empleado en las “Estampas...” anteriores, con una disposición en el escenario acorde con el nivel de complejidad de cada una de las escenas. El vestuario, por otro lado, se conformó a partir de recursos nuestros y propios de los participantes. La dirección musical de las “Estampas...” en ese año estuvo a cargo de Luis González, quien trabajó con su grupo el Ciclón Habanero y otros músicos del municipio.
Pese a la sencillez de la puesta, el resultado fue satisfactorio y el pueblo lo agradeció con sus prolongados aplausos. Todo el colectivo de promotores, técnicos, colaboradores y artistas, fueron felicitados esa noche por el presidente del Poder Popular Héctor Martínez. Y quedó, por supuesto, un compromiso establecido: el de reunirse nuevamente, con el mismo fin, el próximo año.
En 1994, el mismo equipo de trabajo dirigido nuevamente por Olga Lidia Fernández, pero esta vez con más recursos volvió a llevar a las tablas del María Teresa Vera unas “Estampas...” superiores. Un año después y hasta el 2003 Josefa Fernández, instructora de teatro de Guanajay asumió la dirección de Las estampas. A partir de ese momento fueron más ambiciosas en su concepción artística y movilizaron un mayor número de aficionados que se vieron comprometidos con los esfuerzos desplegados en función de devolverle a la población el disfrute de las Estampas guanajayenses.
En el 2004 y el pasado año los guanajyenses no pudieron disfrutar de sus Estampas porque el teatro María Teresa Vera está inhabilitado desde el punto de vista de constructivo. Ese es el único obstáculo que atenta ahora contra las Estampas. Lo mismo que se dice, Bienal del humor, y se piensa en San Antonio de los Baños; que se dice Charangas, y se piensa en Bejucal; también decir “Estampas”, es decir Guanajay.
* La autora es periodista de Radio Cadena Habana.
1 comentarios:
Encontré una foto del Maestro Guillermo Quintero, sentado al órgano en la parroquia de San Hilarión Abad. Tuvo la gentileza de tocar el órgano, en honor de mi primera visita a Cuba en muchos años:
http://www.flickr.com/photos/guanajay/2228916568/
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