Narrar, según Hugo Luis Sánchez
Por Marylin Bobes (Granma)
Creo —y él mismo lo ha dicho en alguna ocasión— que tengo el privilegio de haber sido la "descubridora" oficial del escritor Hugo Luis Sánchez, un autor que, recién ahora, con su reciente Premio de Minicuentos El Dinosaurio 2007 y una mención en el Concurso Hispanoamericano de Cuentos Julio Cortázar, comienza a hacerse visible en el panorama de la narrativa cubana.
Trabajábamos juntos como periodistas en la Redacción Central de la Agencia de Noticias Prensa Latina y me pareció percibir en sus despachos y artículos un "algo" que revelaba al literato más allá de las técnicas convencionales de nuestra profesión.
Le pregunté si escribía, entonces me confesó que sí, asombrado de que yo lo hubiera adivinado, y me dio a leer un puñado de narraciones que después —un después que se demoraría más de diez años-—integraron su primer libro titulado El valle de los archipiélagos y que fuera publicado por Letras Cubanas en 1993.
Si ese libro hubiera salido a las librerías en el año en que fue escrito (finales de los años 70) quizás no hubiera sido comprendido ni aceptado. Era demasiado personal, sus te-mas más universales que cubanos. La imaginación tenía en ellos el papel protagónico que los cánones de entonces descalificaban.
Pero seguramente hubiera dado a su autor el mérito histórico de inaugurar una nueva manera de narrar muy alejada de la llamada "literatura de la violencia" y también de la calificada como fantástica. El caso es que cuando El valle de los archipiélagos apareció, la diversidad de la cuentística cubana ya no lo hacía tan extemporáneo dentro del contexto de la más reciente producción.
Más adelante, en el 2005, me tocó ser la presentadora de la primera novela de Hugo Luis: Doble jueves (Ediciones Unión) cuya génesis se encuentra en un relato homónimo de su libro inaugural. En aquel momento, destaqué la singularidad de una escritura que ahora vuelve a deslumbrarnos en otra colección de relatos: Según la noche (Letras Cubanas, 2006) y que aporta una perspectiva, también fuera de todos los cánones vigentes hoy en Cuba dentro del género.
Integrado por siete cuentos que tienen en común el afán de encontrar la poesía de la realidad (y no de hacerla con, valga el paréntesis), Según la noche explora los estados interiores de los personajes con una profundidad que asombra y maravilla.
El autor vuelve a incluir en este volumen "La utopía de Nils Holgersson" que ya aparecía en El valle..., quizás porque ese cuento funciona como una metáfora de lo que constituye un leit motiv del autor: la fidelidad a los sueños y a las aspiraciones como motor impulsor de la existencia.
Sin embargo, en mi opinión, el relato mejor logrado de Según la noche es "Leyenda final": una poética e impecable historia de la mitología medieval que denota rigor, oficio y arte mayor en sus dimensiones artísticas.
Otro cuento que merece la pena destacar es "Dulce hogar", texto desgarrado y desgarrador, nada complaciente con sus circunstancias y en el que sobresale ese mundo interior de un personaje que no tiene parecido con ninguno de los que integran la rica gama de la narrativa actual de la Isla.
Quizás, habría que señalar a Según la noche algunas imprecisiones estilísticas con los tiempos verbales que dañan un poco la singular escritura de este autor. Pero, no solucionados en la edición, quedan como pequeños lunares en un libro en el que abundan valores y cualidades sobresalientes que lo vuelven muy digno de nuestra atención.
Hugo Luis Sánchez se está convirtiendo, o se ha convertido ya, en un nombre a tener en cuenta cuando de buenos escritores cubanos se hable. Al menos, eso pienso yo.
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