Reto de industria turística cubana
Por Ariel Terrero (Bohemia)
Aunque un tanto ambiguo como expediente de marketing, suena bien, muy bien, el lema central de la campaña promocional lanzada este año por la industria turística: Viva Cuba. Además de las resonancias mambisas, rebeldes, que desliza preferentemente a oídos enterados, inyecta vigor a una imagen que, por suerte, trasciende la clásica postal de una hembra de piel dorada retozando, corta en paños, entre cocoteros.
El eco político de la frase, aparentemente contradictorio en un escenario comercial, calza de perillas a un país cuya historia reciente atrae tanto o más que Varadero. Por más paradisíacas que sean nuestras playas, pululan también en el resto del Caribe y en algunas otras regiones.
Revoluciones, en cambio, no abundan –lamentablemente, digo- y menos con el currículum de resistencia de la cubana. Lo saben los expositores de unos 60 países, que se internaron por estos días entre los muros del complejo Morro Cabaña, en La Habana, para participar en la XXVII Feria Internacional de Turismo de Cuba.
Para mi gusto, sin embargo, el lema Viva Cuba, por demasiado escueto, deja en terreno oscuro la intención de la oferta. Aún así, envía un mensaje de vitalidad al mundo que resulta muy oportuno, sobre todo si la industria del turismo lo bebe también como un desafío puertas adentro…
El año pasado, la afluencia de visitantes a esta Isla disminuyó en un 3,6 por ciento, dejando en un palmo de narices los planes de crecer en casi un 8 por ciento y llegar a 2,5 millones de extranjeros turisteando en nuestras calles y costas; solo desembarcaron o aterrizaron aquí dos millones 235 mil.
El Ministerio de Turismo (MINTUR) ha sido tan lacónico como el lema de la campaña, para explicar las causas. Tampoco ha sido muy pródigo en ofrecer estadísticas, pero algunas señales indican que en 2007 está pasando trabajo para atraer aire –o turistas- a sus velas. El arribo de europeos disminuyó en meses de la llamada temporada alta, la de mayor afluencia de visitantes, de acuerdo con reportes parciales del sector. Entre los demás principales mercados emisores, Canadá creció en el primer trimestre, pero apenas un magro 1,6 por ciento -según Cubatravel.cu, sitio web oficial del MINTUR- y la comparación es contra los tres primeros meses de 2006, una etapa en que el arribo de canadienses sufrió una contracción.
¿Qué está pasando?
Factores diversos han lacerado el desempeño de un sector que ha servido de locomotora a la economía en el período especial. Unos externos, otros internos, amenazan con sacar hoy a la industria del ocio del primer lugar de los ingresos en divisas; una temporada de precios excepcionales empuja al níquel al trono.
El bloqueo económico norteamericano ha hecho de nuevo de las suyas. Las restricciones de viajes de estadounidenses a Cuba han desangrado el flujo de visitantes en varias decenas de miles. Eso, sumado al pobre desempeño de Canadá, hizo de Norteamérica, la región emisora con mayor caída el año pasado (bajó 7,5 por ciento). Para colmo, firmas de capital estadounidense compraron el año pasado una línea de cruceros y un turoperador españoles, Pullmantur Cruises e Iberojet, y automáticamente dejaron de viajar a la Isla.
Otros enredos externos -altos precios del petróleo y preferencia de los europeos por viajes cortos- han recortado la afluencia de visitantes, pero esta caída contrasta con el crecimiento –aunque débil- del resto del Caribe. ¿Entonces? Puertas adentro, algo resta competitividad regional a la industria del ocio cubana.
La apreciación de la moneda nacional en 2004 encareció automáticamente el producto turístico cubano, remiso a estrategias de recortes de precios como el resto del Caribe. Este factor se agrava porque, como observan turoperadores extranjeros y hoteleros cubanos, hay una pérdida de calidad de los servicios en ese sector. En los últimos años, el país ha segregado las inversiones en mantenimiento de la planta hotelera, una jugada que puede cobrar intereses caros con el paso del tiempo. Tal deterioro parece derretir el entusiasmo de los trabajadores del sector y lastrar su eficiencia.
Ocurre, además, en momentos en que la competencia del Caribe se afila los dientes para atraer turistas europeos y cubrir las pérdidas provocadas por la introducción del pasaporte en EE.UU. como obligación de sus propios ciudadanos para viajar.
Soñar con coyunturas externas favorables no es la mejor alternativa. Las claves del triunfo se deciden al final por la capacidad para prever, esquivar barreras, buscar soluciones y, sobre todo, aprovechar a favor lo que otros pueden ver como obstáculo.
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