Marta Valdés: Déjame que te cuente, Bola
Por Ramón Fajardo (Cuba Literaria)
Ante todo, Bola era un gran músico, un ser único, uno de esos tesoros musicales que esta Isla ha entregado al mundo. Yo admiro en él esa capacidad de observar en cada obra una arista diferente, como lo hizo cuando, magistralmente, adaptó a su estilo interpretativo “Corazón”, de Eduardo Sánchez de Fuentes -puntualiza Marta Valdés.
Es de admirar también su oficio, su disciplina, su rigor al preparar un programa. Era un artista de la estirpe de Luis Carbonell, que a diario se ejercita en busca de la mejor forma de llegar al auditorio. En ese sentido no olvido que Bola me dijo un día: «Mientras no lloro en mi casa antes de estrenar una canción, no se la presento al público, sólo cuando en medio del ensayo la emoción me interrumpe y tengo que parar, porque se me salen las lágrimas, comprendo que la obra está lista para ser estrenada».
En 1960 me grabó “Tú no sospechas”, y me considero una persona muy afortunada por figurar entre los autores cubanos que llevó al disco. Asimismo me fue posible acercarme bastante a él, le visité en muchas ocasiones y no creo exagerar si digo que pude beber en la fuente de su sabiduría al escucharlo, en deliciosas sesiones junto al piano, expresar sus conceptos acerca del arte de interpretar una canción y el oficio de preparar el orden de un programa y de colocar en su desarrollo la pieza que más nos importa entregarle al público en esa ocasión.
Él había escogido para grabar más adelante otra canción mía que, finalmente, no llevó al disco porque no volvió a grabar. Elena Burke la había cantado en vivo y la dejó grabada en su disco “Juego a olvidarme de ti”, dedicado a mi obra. El título responde a la primera línea de la letra, y él me pidió que lo acortara y la llamara “Jugando a olvidarte”. Yo le dije que no tenía inconveniente…
La última lección que recibí de él, me ayudó mucho a centrarme y a precisar el rumbo que luego tomaría para consolidar el cancionero propio que me empeñara en configurar. Ya había aprendido a escribir mis canciones en el pentagrama sin ayuda de un transcriptor, ya había comenzado a encontrar maneras de abrir caminos a partir de la guitarra, pero no me había dado cuenta de qué era lo que estaba pasando en mi evolución.
Estaba terminando la década de los sesenta y le llevé un grupo de canciones bien diversas entre sí. Las analizó una a una y me dijo: «Has encontrado una forma de componer que está esencialmente ligada a la naturaleza de la guitarra. Conozco otro caso así (me mencionó a alguien cuyo nombre no fijé en la memoria, aunque sí se que era de Suramérica). No te apartes de ese camino». Y por ese camino ya estoy cumpliendo cincuenta años de entrega a la canción. A su vez la cantante y actriz Rosita Fornés evoca asimismo para el mencionado libro a Bola de Nieve:
A Bola de Nieve lo conocí prácticamente desde el inicio de mi carrera artística, en 1938, cuando él paraba poco tiempo en Cuba. Venía en etapas cortas y actuaba. En una de esas permanencias suyas en La Habana, me lo presentaron. Como fui amiga de Rita Montaner, a través de ella sabía un poco sobre los comienzos de Bola en el arte. Cultivaba la dualidad del pianista y el chansonnier y adquirió una maestría tal que creó en Cuba un estilo único e inimitable: el que desee imitarlo está condenado al fracaso; fue algo que nació con él y le permitiría conquistar públicos de distintas partes del mundo.
Bola fue una persona culta y nunca cayó en lo vulgar, lo rechazaba sobremanera. Independientemente de la etapa en que lo conocí, al cabo de los años hicimos una entrañable amistad luego de mudarse en el Nuevo Vedado para el edificio en que yo viví 30 años frente al parque Zoológico. Eso influyó en que me tomara mucho más cariño, me hablara de sus experiencias y lo pudiese tratar bien de cerca. Era un gran amigo y compañero.
Incluso concibió una idea fantástica: como yo obtuve éxito en la opereta, principalmente en “La viuda alegre” y él sabía de la existencia de una filmación de la obra en Estados Unidos protagonizada por Jannette MacDonald, en la cual para el rol del conde Danilo en vez de buscar un barítono recurrieron al famoso chansonnier Maurice Chevalier, Bola, quien también demostrara serlo en grande, me dijo en una oportunidad: «Rosita, uno de mis sueños es que tú y yo nos presentemos en un teatro con “La viuda alegre” de una manera distinta».
Pienso que, de llevarse a cabo el proyecto, triunfaríamos, a pesar de no tratarse de la tradicional puesta en escena en que siempre participé con tenores como Armando Pico; de hacerla a su lado hubiera sido muy original. Pero murió sorpresivamente en un viaje iniciado por él con mucho afán y nuestro proyecto se truncó, sólo quedó en una idea, en un sueño. En mis años de residencia en México, recuerdo la extraordinaria aceptación que recibió. Daba gusto oírle cantar “No puedo ser feliz”, del maestro Adolfo Guzmán, cómo con su voz ronca y pequeña lograba dramatizarlo en un grado tal que provocaba lágrimas en el público. Allá lo admiraron mucho, igual que en España, Estados Unidos, Francia y en toda América Latina lo solicitaban; gustó dondequiera que se presentara, ¡sí, señor!... Bola de Nieve es una de las grandes figuras que ha dado este país y un exponente muy especial de la cultura cubana.
MUSICA DE BOLA DE NIEVE
1.- Saludo
2.- La vie en rose
3.- No puedo ser feliz
4.- Ay amor
5.- La flor de la canela
6.- Si me pudieras querer
7.- Alma mía
8.- Tu no sospechas
9.- Drume negrita
10.- Ay, mama inés
11.- Chivo que rompe tambó
12.- Manisero
13.- Mesié Julián
14.- Despedida
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