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domingo, febrero 18, 2007

El gran campeón

Por Víctor Joaquín Ortega (CubAhora)

Los dos días sin probar bocado, lo dañan. Y está aquí, en la meta de arrancada de los III Juegos Olímpicos, nada menos que en la prueba de maratón. Milagro, locura, ¿qué sé yo? Pero está listo a partir a pesar de cierto mareo por la debilidad que le golpea desde el estómago vacío.

Es Félix Carvajal de Soto. El pueblo le agregó el Andarín. Corre, corre, corre… Habanero nacido al lado del mar, en Águila y San Lázaro, el 18 de marzo de 1875, y crecido en San Antonio de los Baños cuando la familia intenta mejorar la situación allá. En la región ariguanabense, las primeras zancadas victoriosas: convertidas las lides en sueños que se deslizan por carreteras y estadios, medallas y trofeos. No tiembla ante ningún contrario, y los prefiere famosos, aureolados. Cuando los deja atrás, goza entero y la sonrisa aparece, jamás las carcajadas.

Se busca a sí mismo en cada competencia y se alegra si la brisa le acaricia al desplazarse: así jamás ha sido homenajeado por las manos del amor. Un vaso de agua a Changó y otro a Don Bosco, y el panecillo colgado detrás de la puerta. Ah, San José de Calazán…

Reta al afamado fondista español Mariano Bielza. Prueba de resistencia alrededor del parque principal ariguanabense. El hispano se rinde a las 10 horas. El triunfador logra dos horas más. Como barajas tumbadas por el viento caen otros oponentes en próximas contiendas.

Prefiere batallas mucho más importantes. ¡Mambí! Expedicionario, correo, combatiente. Sinfonía necesaria a tiros y machetazos. Alimentado en la manigua redentora con boniato, harina, miel y aguardiente, y aún más por la muerte, las penurias, el horror. Lo continuarán lacerando en la república escamoteada. Le soslayan la brega y lo envían lejos de la gloria como a la inmensa mayoría de los integrantes del Ejército Libertador.

Ni hablar de empleo fijo siquiera. Sin oportunidad para las aulas. Hombre emparedado, lo alquilan, cartel al frente y en la espalda, para anunciar farmacias, bodegas, tiendas, restaurantes, espectáculos…, acompañados de gritos y silbatazos: mercancía publicitaria de mercancías.

También, cartero de épocas especiales: fin de año, Día de las Madres, de los Enamorados…, o abre sumiso las puertas del Hotel Inglaterra.

Logra sacar más - y es bastante poco - de la pequeña huerta que crea cerca de su casucha en el barrio marginal ubicado debajo del puente de La Lisa: Llega y pon. El llegó, puso, combinó cartones, papel, piedras, pedazos de latón, todo como pudo para tener donde guarecerse.

Volvamos a los III Juegos Olímpicos: San Luis, Estados Unidos, 1904. Llegó por cuestación popular: correr toda La Habana, con carteles por delante y por detrás que pedían: Coopere con un deportista cubano que quiere ir a la Olimpiada. Lo recaudado apenas alcanzó para el pasaje.

En la línea de arrancada del agotador maratón, manos sensibilizadas convierten, con las tijeras, el viejo pantalón en short. Nadie lo salva de los zapatones gastados, de las medias zurcidas, ni de los dos días sin probar bocado que le queman tanto ahora del estómago a la garganta. ¡El disparo! ¡Arrancan! Solo se baten 27 de los 38 inscriptos. Es para coger miedo. Recorrido complejo, difícil y abusivo, que incluye siete elevaciones, extensos tramos sin pavimentación y otros cubiertos con piedras molidas. 32 grados Celsio de temperatura. Carencia de agua. El polvo molestando desde el inicio, con gran impulso a dicho inconveniente por la caravana de autos que conduce a jueces, periodistas y acompañantes.

El Andarín sigue siendo el clásico eléctrico. Kilómetros 10, 15, 25… Encabeza la lucha. En el 30, continúa al frente y se le ve fresco. El hambre lo atrapa. Árbol. Manzanas. Verdes. No importa. A apagar el incendio que le daña desde la barriga. Toma una, dos frutas. Las engulle sin dejar de correr, correr, correr…

Kilómetro 35. Colitis a la ofensiva. El estómago, caldera, fuego, infierno. Tiene que salir una, dos, tres veces de la carretera. Entre las yerbas olfatea su desgracia. Retorna, sin embargo, a la pelea. Pierde ritmo. Lo pasan cinco opositores. En verdad, ocupa el cuarto puesto de aquel maratón. El norteamericano Fred Lordz, quien llegó primero, es descalificado: recorrió parte de la distancia en el automóvil de un amigo. Luego de la premiación y los agasajos, el público por poco lo acaba a pedradas al ser despojado del cetro por los jueces. Eso sí: nadie le pude arrebatar el título del primer gran tramposo del magno certamen. Separado de por vida de los torneos, será perdonado algunos años más tarde y hasta alcanzará varios triunfos en justas de su país.

El Andarín Carvajal era el mejor y, y arrastrando los pies arribó a la marca de sentencia, con el estómago hecho pedazos, y los sueños, peor. Los ojos, vidriosos, no más que su alma. Demasiado su dolor olímpico, tan fuerte, yo no sé…, semejante al que vivirán con posterioridad Dorando Petri y Ron Clarke. Con tantos palos que la vida le golpeó… Su propia educadora le quimeró las ansias, le volcó los vasos, le arrebató el pan, la medalla dorada, y lo esperó en Cuba por ser su camarada más fiel. Ay, señora miseria, no lo abrace con tanta pasión.

Continuará corriendo casi hasta el final de sus días, en busca de dinero, de aplausos, de reconocimiento, como propaganda a productos y servicios o para que algunos promotores sacaran ganancias del show y dejaran caer algo en el bolsillo del protagonista: carreras Guane-Santiago de Cuba, casi 1 000 kilómetros; carrera La Habana-Matanzas, más de 100 kilómetros; vueltas alrededor de la Manzana de Gómez, 15 vueltas desde el Parque Maceo a la calle Monte, pasando por Malecón y Prado ligado a los carnavales… Última presentación: a principio de 1949, antes de un juego en el estadio de béisbol del Cerro. Y a la ovación recibida respondió: "Esto es para demostrar que todavía corro".

A las 7 PM del 27 de enero de ese mismo año, fallece víctima de un infarto, en la Casa de Socorro de Marianao. Sus trofeos y preseas, que no eran pocos, desaparecieron de la estación policía de ese territorio habanero; entre ellos la Medalla de Bronce conquistada en el Primer Maratón del Missouri Athletic Club, efectuado en San Luis el 6 de mayo de 1905, y una gran Copa de Plata ganada en una justa española.

Aclaraciones

Águila y San Lázaro son calles del actual municipio capitalino de Centro Habana.San Antonio de los Baños es municipio de la actual provincia de La Habana.

Los biógrafos del Andarín Carvajal, Severo Nieto y Basilio Fuentes, expresan sobre el maratón de los III Juegos Olímpicos: "Esta carrera está considerada como la de mayor devastación del medio ambiente que ha rodeado a maratonistas en el momento de la competencia.

Se afirma, incluso, que ninguna de las carreras que se han efectuado antes y después, se acercan a su brutalidad… Los corredores realizaron la prueba circundados por una caravana de automóviles, integrada por jueces, periodistas y acompañantes, que los envolvió en una nube de polvo la mayor parte del tiempo, al extremo de que en un corredor de California, William García, abandonó la carrera vomitando sangre, pues la ingestión de polvo fue de tal magnitud que le provocó una erosión en la membrana interior del estómago, que le condujo a la muerte.

Petri, maratonista italiano, y Clarke, fondista y semifondista australiano, son símbolos de gran tristeza en los certámenes olímpicos. El segundo, un grande del atletismo de todos los tiempos, aunque poseía varias marcas mundiales y diversos títulos importantes, debido a lesiones - entre ellas las quemaduras al prender el fuego olímpico en Melbourne 1956 - solo pudo obtener una Medalla de Bronce de los Juegos, al entrar tercero en los 10 000 metros de Tokío 1964.

El europeo, cuando parecía el ganador de su especialidad en los IV Juegos, Londres 1908, cayó desfallecido a pocos pasos de la meta. Fue ayudado a pasarla y, claro, resultó descalificado. La Reina le entregó una trofeo especial al final del certamen, y le dijo: "No tengo ni diploma, ni medalla, ni laurel que entregar, señor Dorando, pero he aquí una Copa de Oro para premiar vuestro esfuerzo y espero que no os llevéis solamente malos recuerdos de nuestro país".

Guane es territorio de la provincia de Pinar del Río. Matanzas y Santiago de Cuba son ciudades y provincias. El Parque Antonio Maceo está enclavado en el municipio de Centro Habana. La Manzana de Gómez, el Malecón, el Paseo del Prado y la calle Monte son también afamados sitios capitalinos. El Estadio del Cerro se nombra Estadio Latinoamericano desde 1960 y es considerado como la catedral de la pelota en Cuba. Marianao es un municipio de la Ciudad de La Habana.

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