María de los Ángeles, porque eres de todos, te admiramos
Por Antonieta César (Trabajadores)
Los Ángeles de María están atentos a que la Santana transite por la vida con un suave aleteo, a que al paso de sus 93 años de edad se murmuren versos gentiles y a que su mirada entre tierna y pícara responda, vivaz y estimulante, por todo eso que sabemos abundante en ella.
María de los Ángeles Santana y Soravilla, segundo apellido de origen vasco, nació en La Habana, el 2 de agosto de 1914, y está incluida entre las más notables intérpretes de la escena cubana de todos los tiempos.
La mañana del homenaje se reunieron amigos y colegas en un sitio que ya se va haciendo habitual para celebraciones como la organizada esta vez: la Casona de Línea, ubicada en la arteria capitalina de ese nombre, lugar y espacio para las actividades de otra grande, de las tablas, la inolvidable Raquel Revuelta.
Abundaron en las pequeñas tertulias de las mesas bajo los árboles del patio solariego, palabras y recuerdos. Quizás hasta muchos pensaron en la carrera de la homenajeada iniciada en 1933, como actriz en el cine; comentaron la continuación feliz en la radio entre 1939 y 1942, sin abandonar sus compromisos cinematográficos, ni dejar de asumir otros nuevos con el teatro que siempre sería un escenario de grandes triunfos.
Se recordaba en las charlas que de 1943 a 1944 desarrolló una exitosa gira por México donde se destacó en el cine, el teatro y el cabaret, a la vez que incursionaba en géneros como la opereta, la zarzuela y las comedias musicales, compartiendo éxitos con figuras como Pedro Infante, Jorge Negrete y Cantinflas, entre otros.
En 1951, consagrada como vedette internacional, es contratada para actuar en España en el protagónico del espectáculo Tentación que se mantuvo durante cuatro años en la cartelera madrileña, y concedió a María de los Ángeles notoria fama y popularidad en ese país.
De regreso a la patria, a mediados de los cincuenta, integra la Compañía de Ernesto Lecuona con la que hace gala de sus cualidades vocales e interpreta con notable acierto versiones clásicas de canciones con la firma del gran compositor cubano.
En enero de 1959 la encontramos en la Sala Teatro Hubert de Blanck. Trabajaba en Mujeres obra estrenada semanas antes y muy aplaudida durante más de trescientas representaciones.
A lo largo de la década del 60 continúa en el teatro y se destacan sus participaciones en la Sala Arlequín, bajo la dirección artística de Rubén Vigón; entre ellas Un sorbo de miel y Algo no dicho.
En una temporada con el Lírico hace La Tabernera de La verbena de La Paloma, con puesta en escena de Miguel de Grandy y en esa misma época a La isla de las cotorras en el Teatro Auditorium.
En 1970 Nelson Dorr, con adaptación suya y de Abelardo Estorino, la dirige en el protagónico de su puesta sobre la divertida Tía Meim, de Patrick Dennis, que con sobresaliente aceptación presentó el Teatro Mella.
Pero la protagonista de Una casa colonial con dirección de Nelson, sobre un texto de su hermano Nicolás, en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional y poco después en el Mella aparece entre las actuaciones más recordadas y confirmó algo ya sabido, que María de los Ángeles seguía siendo una de nuestras actrices con mayor carisma, más populares, y de más completo desenvolvimiento escénico.
De esta vinculación con ambos hermanos, y del cariño de los dos por ella, dicen su presencia en la fiesta cumpleañera donde tanto afecto se prodigó. Allí leyó Nelson los versos escritos para la ocasión en los cuales dice: ”Debo ser más sencillo porque ella es proverbial en su sencillez/ en la sencillez de su inmenso talento/ y me repito en las palabras porque no puedo evitarlo/ porque te admiro incalculable mujer”.
Fundadora de la televisión cubana, su participación semanal en la Remigia de San Nicolás del Peladero, la serie humorística de Carbalido Rey, es uno de los más logrados y recordados personajes en toda la historia de hacer reír con que cuenta la pequeña pantalla.
Algunos de sus compañeros de aquellos días ya no están entre nosotros, pero sí la acompañaban Frank Almeida, (Agamenón el mayordomo) Mariana Ramírez Corría quien entonces hacía el papel de la joven hija de Remigía y la pareja formada por Aurora Basnuevo y Mario Limonta el Sargento Arencibia y su mujer.
En 2001 el Ministerio de Cultura cubano le concedió el Premio Nacional de Teatro, compartido con otra figura de su relieve: Rosita Fornés. quien también se encontraba entre los invitados al ágape, junto a Renecito de la Cruz y Héctor Quintero quienes pronunciaron emocionadas palabras de congratulación.
No resulta fácil conocer en una vida tan larga y tan rica el total de galardones, premios y reconocimientos oficiales recibidos de numerosas instituciones culturales. Ahí juega la intensidad del despliegue y lo meritorio de la carrera.
María todavía accede a cortas apariciones en algunos proyectos artísticos, gracias a su indiscutible talento y a su buena salud. Su noble y hermosa sonrisa aún puede ser un regalo inesperado, cuando con cierta frecuencia es posible encontrarla en funciones teatrales o en conciertos.
La cálida demostración de afecto de esta mañana rivalizaba con las altas temperaturas de la estación veraniega; y acentuó la convicción, para sus compatriotas es un alegre acontecimiento poder recibir otro 2 de agosto con María de los Ángeles entre nosotros. Buen motivo para que cercano el fin de fiesta, cariño y admiración, propiciaran un coro improvisado que llenó el mediodía con la bella página de Rafael Gómez (Teofilito) “Pensamiento dile a Fragancia que yo la quiero...”, como dulce esperanza de que lleguen los cien.
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