NINÓN SEVILLA, APORTE CUBANO A LA EDAD DE ORO DEL CINE MEXICANO
Ninón también
participó en el boom de las telenovelas mexicanas, pero su gran pasión fue
indudablemente el cine
Por Pedro de la Hoz (Granma)
Cuando nació en La
Habana el 10 de noviembre de 1929 se llamó Emelia Pérez Castellanos. Al partir
el último miércoles en Ciudad de México a los 85 años, víctima de un ataque
cardiaco, el mundo la despidió con el nombre con que iluminó la marquesina de
los teatros, encandiló la vista de los asistentes a las proyecciones fílmicas
que protagonizó e hizo época con su estampa: Ninón Sevilla.
Ninón fue una de las
estrellas más rutilantes de la edad dorada de la pantalla mexicana hacia la
medianía del siglo pasado, particularmente en el llamado cine de rumberas.
Aunque bailó y cantó
en teatros y centros nocturnos habaneros, su fama comenzó a cimentarse al
viajar a México, integrar el espectáculo de la argentina Libertad Lamarque y
debutar en la película Carita de cielo (1946), de José Díaz Morales, donde
desempeñó un papel secundario.
Este mismo director
la situó nuevamente en el elenco de Pecadora (1947) y Señora Tentación (1948),
y en ese propio año comparte faenas con Agustín Lara en Revancha, de Alberto
Gout, y Coqueta, de Fernando Rivera.
Pero la consagración
vino en 1950 al protagonizar Aventurera, de Gout. El papel de Elena, una joven
vedette que se debate entre una trama prostibularia, los deseos de venganza y
el amor, la convirtió en un ícono del cine mexicano.
Filmó 22 películas,
y entre ellas, además de las mencionadas, guardaba en su memoria un lugar
especial para Mulata (1954), de Gilberto Martínez Solares, rodada en La Habana
y en la que alternó con Pedro Armendáriz; y Yambaó (1956), de Alfredo B.
Crevenna, rodada también en Cuba, donde
asume el papel de una trágica santera y canta y baila temas musicales
compuestos para ella por el maestro Obdulio Morales.
Ninón también
participó en el boom de las telenovelas mexicanas, pero su gran pasión fue
indudablemente el cine. Tanto que cuando fue llamada en 1981 por Mario
Hernández para sumarse al reparto de Noche de carnaval, le puso el extra
necesario para adjudicarse el Premio Ariel de actuación, máxima recompensa
anual de la cinematografía mexicana.
Su país de adopción
le dio, entre otras satisfacciones, el premio Diosas de Plata Dolores del Río
en reconocimiento a su trayectoria cinematográfica en el 2009. El año pasado
fue objeto de un homenaje de parte de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias
Cinematográficas y la Cineteca Nacional.
Miguel Barnet, al
conocer el deceso de la actriz y bailarina la evocó como “una mujer
intensamente cubana y de muy vivo ingenio, símbolo máximo, junto a Amalia
Aguilar y María Antonieta Pons, de una estirpe que llevó la rumba por los
caminos del cine”.
El Estado cubano le
confirió en 1995 la Distinción por la Cultura Nacional y en el 2009 la Unión de
Escritores y Artistas de Cuba la honró con el Premio Internacional Raquel
Revuelta.
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