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jueves, agosto 29, 2013

EUSEBIO LEAL, TODO PUEDE SER RECTIFICADO

Por Arianna Barredo Ramos* (Prensa Latina)

La Habana, (PL) Una ciudad vieja en Cuba que revive poco a poco y sale a la luz un espacio histórico cultural que estuvo escondido en los escombros y en el abandono, ha sido el objetivo durante años del Centro Histórico habanero.

Son diversas las obras, turísticas, sociales, en ejecución o ya restauradas, las que convierten a esta zona habanera en un lugar indispensable para visitar, tanto para los nacionales como extranjeros.

Quizás es el momento en que tenemos más obras y más complejas, afirmó en entrevista exclusiva a Prensa Latina, el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal, director del proyecto de rehabilitación de este territorio declarado por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y La Cultura, Patrimonio de la Humanidad.

En la zona de la Avenida del Puerto, altamente priorizada porque decide en gran medida la suerte de la ciudad vieja, el que la Bahía de La Habana sea de nuevo ecológicamente sana y logremos eliminar toda una serie de instalaciones y de funciones, las cuales en su momento como puerto abierto al mundo tuvo, es el mayor empeño.

Se trata de un proyecto del Estado, el cual guarda mucha relación con la inversión en el puerto de Mariel, por lo tanto, debemos adelantarnos primero en la planificación de todo lo que es el perímetro de la bahía, segundo la compatibilización con los trabajadores, entidades y organismos, involucrados en las labores de esa zona, eso está ya hecho.

Y lo tercero es la obra puntual monumental de la Oficina del Historiador de la Ciudad, que se extiende por el momento en esta orilla que va desde el Castillo de la Punta hasta el Castillo de Atarés.

En toda esta zona hoy tenemos obras como el Cubo de Cristal al ingreso prácticamente de la Plaza de Armas, la Cámara de Rejas del túnel que higieniza la parte vieja de la ciudad, en tanto, otro proyecto de la nación es la introducción de las nuevas redes de las cuales, una de las más importantes, es precisamente la red de agua y de alcantarillas.

Se trabaja además, en la revitalización de los grandes muelles históricos del puerto, San Francisco, Santa Clara, La Machina, en la terminal nueva de Regla, que a finales del próximo año debe ser una realidad, y como consecuencia de eso, la limpieza de toda la zona de la orilla del puerto en el área de la Alameda de Paula.

También, la reparación de los grandes muelles como el del Tabaco y de la Madera, conocido así porque era un centro de exportación de estos productos, que va a ser una gran fábrica de producción de cerveza ya terminada, con una especie de gran salón para comer y un mirador sobre la bahía ubicado en el techo de esa nave.

Ya se hizo el almacén San José, se restauró la Iglesia de Paula que es un centro musical, la escuela deportiva comunitaria Jesús Montané y ahora comenzamos en otros almacenes como el Juan Manuel Márquez.

Los arqueólogos están trabajando en el Castillo de Atarés y se reparan en esas zonas las líneas férreas hasta el Museo Ferroviario en la calle Cristina y casi 40 locomotoras antiguas, que ya van apareciendo colocadas sobre las líneas.

Por otra parte, se restaura el gran Capitolio Nacional, que es una obra de gran envergadura, colosal, dividida en segmentos de artes diversas, los bronces, los yesos, los dorados, las carpinterías y el trabajo de la cúpula.

En segundo término se concluye el Teatro Martí, una obra muy significativa para La Habana y la tradición de la ciudad, se trabaja en la Manzana de Gómez y cooperamos en un proyecto del Ministerio de Cultura en el Gran Teatro.

Asimismo, se restauran otra serie de obras puntuales dentro del Centro Histórico: un nuevo hotel para estudiantes que concluirá a fines de año, un conjunto numeroso de viviendas, grandes monumentos públicos como el de los mayores generales Calixto García y Antonio Maceo, el monumento y los jardines de las víctimas del Maine, y el dedicado al General Henry Reeve.

En la línea del Malecón y dentro del Centro Histórico, se han favorecido en estos años miles de personas si tenemos en cuenta que no solamente ha sido el beneficio individual, sino social.

Las instalaciones al servicio de las personas que se han hecho son infinitas, pero también las escuelas, orfanatos, centros de atención de género, centros de la población en riesgo como pueden ser los ancianos y minusválidos.

Ahora empiezan a construirse dos grandes hoteles en el Malecón, uno es el antiguo Packard, del cual queda solamente una fachada que se respeta y se integra al conjunto.

Y en la otra orilla, en la esquina de la cuchilla que forma el Malecón y San Lázaro, un segundo hotel, van a presidir como las columnas de Hércules el comienzo de un Prado que aceleradamente se restaura:

Capitolio, Teatro Martí, el Gran Teatro, la Manzana de Gómez, Palacio de la Alianza Francesa, Centro del Libro.

Al margen de eso se han restaurado decenas y decenas de viviendas, porque está prohibido terminantemente, al menos por nosotros, realizar ninguna obra de imagen que no comprometa primero el interior.

El beneficio tiene tres dimensiones, el hábitat, la imagen porque también es muy importante para las personas vivir de una forma digna, y la tercera la necesidad de una recomposición de la forma de vida en esa zona.

Por eso es que se han mezclado las viviendas con la función inmobiliaria y cultural, tratando de respetar lo que los cubanos tienen como una especie de sonrisa de La Habana que es el Malecón. 

Las obras se centran fundamentalmente en el centro histórico habanero. ¿A qué se debe esto? 

En lo personal, fue como plantar la semilla, el punto de partida.

Algunas veces, y creo que demasiadas, tomé el ejemplo del sabio griego "dadme una palanca y moveré al mundo", era necesario mostrar primero un ejemplo claro de que era posible y de que era injusto, dañino para la imagen de Cuba y un daño desproporcionado a las generaciones futuras, la pérdida de La Habana. Por eso la obra de la Oficina toma el Centro Histórico, no le dice ni Habana Vieja, ni Casco Viejo, porque ambas formas son como un poco deleznables, pero después me di cuenta de que La Habana tenía muchas centralidades de distintos momentos, y todas debían ser objeto de restauración que formen como eclosiones en las cuales surja la posibilidad.

De ahí que, hemos reparado edificios emblemáticos de la cultura como la Universidad de La Habana -yo le llamo la ciudad de los saberes- donde hemos hecho el rectorado este año, el Aula Magna, la biblioteca, incluyendo el rescate de los murales que una generación no vio de Domingo Ravenet, la facultad de Derecho y ahora estamos en la de Química.

La otra es el gran cementerio que había sufrido mucho del olvido, de la presunción de que este es artístico pero no histórico. Sin lo que está allí no se puede escribir la historia de una nación.

Entonces, trabajamos en restaurar esos valores, buscar lo desaparecido, restituir lo robado -hablemos con franqueza-, y finalmente colocar ahí una legión de jóvenes de la escuela taller que con algunos profesionales se han dedicado a todos los grandes panteones, el arco de ingreso al cementerio y las grandes figuras de la historia. 

¿Qué proyectos futuros tiene la oficina del historiador?

Hay un plan maestro que a mediano y lejano plazo estudia el uso del suelo y el desarrollo. Ahora ocurre algo nuevo, es la emergencia de nuevas acciones, en este caso positivas y en muchos casos dirigidas por nosotros, o por lo menos acompañadas, custodiadas de personas que han adquirido casas, o de quienes han pedido préstamos bancarios, o recibido apoyo familiares y están fundando negocios en el Centro Histórico compatibles con esto.

Se ha comprendido el discurso de que al Centro Histórico se viene a disfrutar de eso y que destruirlo sería una nueva banalidad y un error grave.

En varios lugares, como el tramo de Aguiar que va de la Avenida del Puerto a la calle Cuarteles, se ha producido una transformación con un liderazgo de actores comunitarios y eso es imitable, y se va creando una especie de inclinación positiva a coleccionar, a restituir y va poniéndose punto final a ese período triste y difícil y ya sabemos que inevitable en el cual las cosas se iban, ahora las cosas regresan, o por lo menos se quedan.

Recientemente usted fue nombrado coordinador de una Red de Oficinas del Historiador y el Creador de Cuba. ¿Pudiera hablarnos de esa nueva responsabilidad que se extiende a otras villas del país? Van surgiendo y han surgido movimientos legítimos, algunos con una gran tradición como es el caso de Trinidad, que de tiempos muy antiguos tienen sus historiadores.

En Camagüey hay un proyecto interesantísimo, la Oficina del Historiador es la más parecida a la nuestra y ha impulsado un proceso, que como digo yo, es lanzar una piedra sobre un espejo de agua, y desde la Plaza Agramonte, de la Plaza del Carmen va surgiendo un movimiento de restauración importante.

Ahora hace falta que todo el mundo capte esa señal y se dé cuenta que la ciudad es valiosa en tanto y en cuanto conserva sus elementos de identidad, lo cual es válido también para La Habana. Hay dos corrientes, una que restaura a la cual debemos premiar y reconocer inmediatamente, y una que deforma y cambia todo de acuerdo a una especie de moda de nuevo rico, de pronto se llena la fachada de pedazos de azulejos, ojala se pareciera algo a lo que hizo Gaudí, pero es como su caricatura, empiezan a aparecer leones de yeso, gárgolas extrañísimas, botellas que se repiten por todas partes, colores que no se corresponden con La Habana y yo creo que todo eso debe ser encaminado.

De igual forma, hay un movimiento muy interesante nuevo en Sancti Spíritus, otro grande después del ciclón -antes venían haciéndolo, pero con más fuerza ahora- en Santiago de Cuba, un lindo trabajo en Baracoa.

Entonces, organizar las siete ciudades que son patrimonio nacional, intercambiar nuestras experiencias, prestarnos ayuda mutua, crear coloquios para la formación del personal y de la gente capacitada e ilusionar a las nuevas generaciones en este tipo de ciudad peatonal.

Hay una voluntad política por parte de la nación, el país quiere todo, menos que se pierda su patrimonio cultural, pero siempre hay quien sirve de celestina a que se pierda y siempre hay quien sirve de guía para que se salve. 

El presidente Raúl Castro dedicó su intervención en la primera sesión ordinaria de la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional al orden, disciplina y exigencia en la sociedad cubana. "Lo más sensible es el deterioro real y de imagen de la rectitud y los buenos modales del cubano. No puede aceptarse identificar vulgaridad con modernidad ni chabacanería ni desfachatez con progreso; vivir en sociedad conlleva, en primer lugar, asumir normas que preservan el respeto al derecho ajeno y la decencia".

Y precisamente, por esto usted ha trabajado durante años. ¿Cuánto quedaría por hacer? 

Su discurso fue muy valiente y se percata que es deterioro, esa pérdida del concepto de la belleza y de la forma de actuar es incompatible con el espíritu real de una Revolución que si bien lo pone de patas arriba a todo en un determinado momento y remueve los cimientos de la sociedad, y son pocas las revoluciones que lo han hecho en el mundo. Hay un momento en el cual, sin perder los valores por los cuales se ha luchado, es necesario una búsqueda de lo que puede haberse extraviado en medio de la gran conmoción.

Existen ciertas formas de comportamiento que se han legitimado y son inaceptables. Hay una confusión entre la vanguardia y la elite, yo no trabajo para elites pero sí para la vanguardia.

Creo, como decía un gran amigo recientemente desaparecido, Alfredo Guevara, que la belleza es muy importante para el hombre como el pan, la belleza es su relación con el ideal, con lo que él quiere y siente como una aspiración a vivir mejor, en una vida que por su naturaleza es siempre breve.

Entonces, ese desprecio al trabajo social, ese gasto de tiempo y energía en restaurar una escultura y que a la mañana siguiente aparezca un anónimo y escribe una barbaridad, en nombre de su incompatibilidad con lo que sea, que lo haga en su casa, pero no en el bien público.

Para todo hay un momento en la vida, hay momentos para reír, de silencio y los que son para llorar, y eso es legítimo, no puede haber pachanga cuando hay que llorar, no puede haber vulgaridad cuando lo que se requiere es ejemplarizar con las mejores formas de actuar.

Tenemos un idioma rico, hermoso y aunque en momento de desesperación es legítimo y casi un elemento consustancial al idioma y a su historia, a veces usar una palabra fuerte, ni en la televisión debemos aceptar como costumbre establecida que en nombre de hablar como habla "el pueblo" se confunde profundamente.

Hay una masa desclasada que Marx llamó el proletario de trapo, que es lo que quiere decir lumpen, lo que ha perdido la identidad, la esencia, es manipulable, y eso es a veces insalvable.

Lucho porque primero, todo puede ser rectificado, si lo creo en arquitectura, lo creo en el orden humano, creo que hay que educar, hay un camino a la restitución del papel fundador de la escuela, hay un camino -y está en la intervención de Raúl- del valor de la familia como el par adecuado en la escuela.

Sus palabras hay que tenerlas muy en cuenta y hay que tener realmente pánico a que se conviertan en consignas. Hay que tratar de que sea lo diario, el decálogo diario del buen vivir de los cubanos.

*Periodista de la Redacción Nacional de Prensa Latina

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