EL PABLO QUE VINO CON LA LLUVIA
Los
añejos adoquines de la Plaza San Juan de Dios abrazaron a cientos de
camagüeyanos, quienes tararearon las antológicas canciones del cantautor cubano
Pablo Milanés salpicados de una refrescante y pertinaz llovizna
Por Yahily Hernández Porto (Juventud
Rebelde)
CAMAGÜEY.—
Todavía se escuchan en esta ciudad los intensos aplausos y coros de un pueblo
que esperó bajo la lluvia al Pablo de tantas Yolandas, para acompañarlo durante
su presentación en esta ciudad.
Los
añejos adoquines de la Plaza San Juan de Dios abrazaron a cientos de
agramontinos, quienes tararearon las antológicas canciones del cantautor cubano
salpicados de una refrescante y pertinaz llovizna, que no cesó mientras duró el
regalo veraniego que fue el concierto de Pablito Milanés.
Mucho
antes de su aparición en el escenario, a las 7 y 30 de la tarde, se conoció su
decisión de que, con agua o sin ella, él cantaría al legendario Camagüey.
No
demoró la sorpresa. Pablito subió a escena desafiando la inclemencia del tiempo
y rechazando cubrirse, ante un clima adverso.
Dicen
sus más fieles seguidores, esos que van tras sus presentaciones «llueve, truene
o relampaguee», que la casualidad con Pablo no tiene límites, pues hace tres
años, en ocasión de una anterior presentación, los chubascos también amenazaron
con privar a la gente del espectáculo. Mas al parecer, ni antes ni ahora la
naturaleza puede burlar a quien seduce de solo escucharlo.
Y las
sombrillas, capas… de las «Yolandas» camagüeyanas y los camagüeyanos se
abrieron a montones, para guarecerse bajo un cielo iluminado tenazmente por
relámpagos y permanecer junto a sus estremecedores temas: Algo más que soñar,
El breve espacio en que no estás, Principio y fin de una verde mañana, Para
vivir, Si ella me faltara alguna vez, Años, El primer amor, la insuperable
Yolanda y aquel que evocó a Nicolás Guillén, De qué callada manera.
En esta
comarca de pastores y sombreros, como la nombró Guillén o como sabiamente el
paisajista Lorenzo Linares reflejó en su cuadro obsequiado al trovador, se
cantó y aplaudió junto al autor al amor de tantos amigos, «porque esta tierra
se lo merecía, por su persistencia, por su belleza y su encanto», dijo
emocionado el poeta.
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