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martes, marzo 19, 2013

PALABRAS QUE VAN Y VIENEN

Para leer la poesía
Por Celima Bernal (Juventud Rebelde)

Caricatura: LAZ
Al leer poesía debemos recordar que una oración no termina siempre al final del verso. La entonación debe llegar al final de la frase, no del renglón, para que conserve su sentido. Veamos algunos de los que Martí dedicó a La niña de Guatemala: «...Como de bronce candente al beso de despedida, era su frente». Otra: «¡La frente que más he amado en mi vida!».

La entonación baja en su frente y sube nuevamente en «¡La frente…!». A continuación, en el fragmento «…y las orlas de reseda y de jazmín…», aquí termina, no antes. Nada de: «…y de jazmín la enterramos…». Cada verso comienza con inicial mayúscula porque se usaba así entonces.

El uso de la palabra cómplice es incorrecto en expresiones como esta: «Los patriotas y sus cómplices». Cómplice significa participante o asociado en crimen o culpa imputada a dos o más personas. Complicidad implica culpabilidad. Confabular no debe usarse tampoco en estos casos. La tercera acepción de este verbo dice: «Pronominal (confabularse) ponerse de acuerdo dos o más personas para emprender algún plan, generalmente ilícito». Hay sinónimos menos comprometedores. Por supuesto, es bellísimo su empleo figurado en los versos de Benedetti: «Vos sos mi cómplice y todo…». Ve el amor como una culpa.

No me he explicado nunca por qué cuando alguien se despide de un amigo, dice: «Mándale recuerdos de mi parte a tu esposa». Lo lógico sería: «Dale recuerdos de mi parte a tu esposa». Quien los manda es el que habla, el otro ha de limitarse a darlos. Fíjate con cuánta frecuencia se repite el error. También se escucha: «¿Puede dejarle un recado mío a su jefe?». Lo lógico sería: «¿Puede darle un recado mío a su jefe?». La secretaria no es la encargada de mandarlo, ¿verdad?

Sumiller, plural: sumilleres, procede del francés sommelier; es la persona encargada de los vinos y licores en los restaurantes de lujo. Siempre existió esa voz en nuestra lengua. Así se llamaba quien estaba a cargo de la jefatura del servicio de palacio. No es recomendable usar: «somelier», como se ve escrito por ahí. La RAE aconseja emplear: sumiller, recuérdalo.

Oí: «Se sometió a un plan sin obtener resultados». Si decimos: Se sometió a un plan sin pensarlo dos veces, resulta correcto, porque no lo pensó para someterse. En el caso anterior, ¿no obtuvo resultados y luego se sometió? Debió decirse: Se sometió a un plan, pero no obtuvo resultados.


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