FREDRIKA BREMER: MENSAJES DESDE CUBA
Por
Leonardo Depestre Catony (Cubaliteraria)
La
presencia de una figura importante de las letras escandinavas en Cuba a
mediados del siglo XIX conserva, aún al cabo del tiempo, elementos capaces de
despertar la curiosidad.
Fredrika
Bremer arribó a La Habana el 31 de enero de 1851 y de inmediato redactó la
primera de sus cartas desde el Caribe. Se siente deslumbrada por la naturaleza
insular y bajo ese hechizo escribe:
“Estoy
sentada bajo el claro y cálido cielo y las hermosas palmeras de los trópicos;
¡qué bello y qué extraño...! El aire espléndido y delicioso y las altas
palmeras son indiscutibles bellezas”.
En la
misma carta alude al encuentro inesperado con una compatriota suya de renombre
artístico:
“¡Jenny
Lind aquí, y esa expresión de su rostro resplandeciente, fresco, alegre,
inolvidable para quien lo ha visto una vez! Toda la primavera sueca ha brotado
en él. Quedé encantada”.
“Encantada”
es ciertamente una palabra que se ajusta a cuanto descubre en sus recorridos,
sea por la ciudad o por los campos. Pero entretanto, aprovecha los días que
restan en La Habana a Jenny para pasarlos juntas entre amenas charlas y paseos.
La
correspondencia cubana, Fredrika la dirige a su hermana, y en ella va
recogiendo, a la manera de un diario, las visitas que realiza a las ciudades de
Matanzas, Cárdenas y otros pueblos. Se siente muy a gusto, lo cual se evidencia
en sus comentarios epistolares, que resultan abrumadores por el campo tan vasto
de intereses de la escritora.
Abundan
los apuntes sobre la vegetación, las observaciones acerca de la vida en las
poblaciones cubanas y su arquitectura, y se deleita con la fauna del
archipiélago, que parece tomarle por sorpresa en toda su diversidad. Las danzas
de las etnias africanas (esclavos) son descritas con precisión y constituyen
uno de los aportes de la escritora al conocimiento de esta manifestación entre
los países donde por entonces se conocía su obra.
Mas no
se piense en Fredrika como una mera turista exenta de facultades para el
ejercicio de la crítica. Ella, que por su formación europea es una mujer de
ideas avanzadas, también expresa:
“...La
situación de los esclavos en las plantaciones es aquí, generalmente, peor que
en los Estados Unidos; viven peor, se alimentan peor, trabajan más duramente y
carecen de toda enseñanza religiosa. Se les considera totalmente como ganado, y
el comercio de esclavos con África se practica todavía, aunque en secreto”.
La
última de las cartas escritas por Bremer desde Cuba tiene fecha del 8 de mayo
de 1851:
“He
aspirado una nueva vida en Cuba —confiesa—, pero vivir aquí no podría. ¡Esto
solo podría hacerlo donde exista y crezca la libertad!”.
Al cabo
de una visita a Estados Unidos regresó a Europa, para continuar sus viajes por
ese continente. Escritora traducida a varias lenguas (entre ellas el español) y
dibujante, abogó por la emancipación de la mujer y por el reconocimiento de sus
derechos. Había nacido en 1801 en Finlandia, aunque se le reconoce como una
escritora sueca. Murió cerca de Estocolmo en 1865.
Su
libro Cartas desde Cuba, del cual se han tomado las citas, ha tenido cuando
menos dos ediciones en el país que tanto impresionó la delicada sensibilidad de
una escritora observadora, crítica y esencialmente honesta. Una tarja en la
fachada de la vivienda donde radicó la casa de hospedaje en que se alojó, en la
calle Oficios No. 18, recuerda el paso de Fredrika Bremer por la capital
cubana.
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