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lunes, marzo 19, 2012

JOSÉ ANTONIO APONTE Y ULABARRA, PRECURSOR

Desde entonces, con Aponte, se comenzó a fraguar la emancipación cubana
Nicolás Guillén

Por Silvio Castro Fernández (Granma)


Este año se rememora el bicentenario de la conspiración abolicionista e independentista de Aponte. Durante la colonia, los colonialistas, el autonomista Calcagno y otros se dedicaron a difamar la memoria de Aponte y aún hoy —al igual que el movimiento de los Independientes de Color en 1912— son poco conocidos y casi olvidados.

La historiografía burguesa de Cuba nunca reconoció el movimiento de José Antonio Aponte como un movimiento emancipatorio, lo circunscribió a que era una de las tantas rebeliones de esclavos. movimiento que fue seguido por las conspiraciones de Rayos y soles de Bolívar, el Águila Negra y el movimiento de Agüero y Armenteros.

El profesor Elías Entralgo calificó a Aponte "(...) como una figura histórica semejante a Espartaco (...)".

José Antonio Aponte y Ulabarra, negro libre, es un precursor de nuestras luchas libertarias y al cual aún no se le ha hecho justicia pues no solo luchó para romper las cadenas de la esclavitud, sino también para terminar con el colonialismo en Cuba, al que se oponía la sacarocracia criolla que hacía oídos sordos a las luchas que se desarrollaban en el continente.

Producto de la revolución haitiana, en Cuba reinaba la inquietud y se organizaron una serie de intentos conspirativos para abolir la esclavitud. En 1795, se descubrió en Bayamo la primera conspiración abolicionista encabezada por el liberto Nicolás Morales, quien al ser denunciado huyó y se ocultó en Yareyal, próximo a Holguín.

Aponte era hijo de Mariana Poveda; nació en el barrio de Guadalupe, en La Habana y tuvo cuatro hijos: Benito, Justo, José y Juan de Paula; era autodidacta, carpintero tallador que vivía y trabajaba en la actual calle de Jesús Peregrino, —que debe su nombre a esta imagen tallada en madera colocada en el dintel de la puerta de su casa de tabla y techo de palma— en las cercanías de la calzada de San Luis Gonzaga (actual Salvador Allende). Su abuelo, el capitán Joaquín Aponte, al frente de un batallón de 600 hombres estuvo en Nueva Orleans como parte de las fuerzas del general Alejandro O’Reilly, y su tío Nicolás Aponte también perteneció a los batallones de pardos y morenos donde él mismo había ingresado en 1777; habiendo participado con tropas españolas procedentes de Cuba, en la invasión a la Isla de Providencia, Bahamas, en 1782 y prestado servicios en San Agustín, Florida. Todo lo cual le daba prestigio social general.

Se dice que Aponte, aunque no fue probada su participación por las autoridades coloniales, participó en la conspiración de Román de la Luz, Joaquín Infante y el capitán de milicias Juan Francisco Bassave; este último gozaba de nombre en los barrios populares y entre el batallón de pardos y morenos. Al ser descubierta la conspiración que lideraban estos masones blancos, criollos de familias acomodadas, Bassave y Luz fueron condenados a presidio en el destierro, pero Infante escapó a Venezuela donde en 1811 redactó la primera Constitución para una Cuba independiente. Por tal motivo Aponte, con el pretexto de la edad, fue retirado del batallón de marinos de la milicia de pardos, donde ostentaba el rango de cabo.

Aponte pertenecía a la cofradía de carpinteros de San José, con sede en el convento de San Francisco de Asís, él era también un ogni shangó y dirigía el cabildo Sangó-Teddum, lo cual le hacía tener ascendencia sobre los negros. Las redes de los negros libres también se tejían en los cabildos africanos, sociedades esencialmente urbanas, en las cuales se agrupaban los africanos libres de acuerdo a sus diversas etnias. En estas se producía, de una u otra forma, cierta vinculación con los esclavos, aun cuando ni estos ni los criollos podían integrarse "oficialmente" a esas sociedades. Esto muestra la genialidad de Aponte que desde esta institución logró unir a esclavos y libres, negros y mulatos, y personas de diferentes etnias.

Entre los factores que a principios del siglo XIX hicieron aflorar el ansia libertaria tenemos: la Revolución francesa, la Revolución haitiana, en el año 1808 la Invasión Napoleónica a España y la llegada a Cuba de falsas noticias sobre el tema de la esclavitud, la eliminación de la trata, el abolicionismo de los cuáqueros fundamentalmente procedentes de Jamaica, el abolicionismo interesado de Wilberforce, la participación de tropas negras auxiliares al servicio de España —recordemos que Aponte trató de contactar al general negro Narciso—; estos hechos fueron un catalizador en Aponte y otros que motivaron a una resolución cada vez más arriesgada por parte de los criollos blancos, mestizos y negros a favor del abolicionismo y en cierta medida del independentismo.

Desde septiembre de 1811, en Camagüey, y otros lugares, no cesaban las conversaciones de negros y blancos sobre el próximo cese de la esclavitud. Ya desde 1810 o 1811, con el pretexto de reuniones religiosas, comienza a reunirse con: Clemente Chacón, Juan Barbier, Estanislao Pacheco, Sebastián Ternero, capataz del cabildo Mina Guagüi y miembro de un batallón de pardos y morenos, Francisco Javier Pacheco, Juan Bautista Lisundia, Francisco Matiota y otros, para conspirar contra la corona española. En las reuniones también participó un tal Hilario o Miguel Herrera, mulato originario de Santo Domingo que unió la conspiración del occidente con la de la región oriental y que más tarde dirigiría el movimiento en Camagüey.

Entre los objetivos de la conspiración de Aponte estaban: la abolición de la esclavitud, supresión de la trata, derrocamiento del gobierno colonial español y creación de una sociedad igualitaria y no discriminatoria.

Prueba de la capacidad organizativa de Aponte es que la conspiración se extendió por los barrios habaneros de Salud, La Punta, Jesús María y José, por la plaza del Santo Cristo, la alameda de Paula, La Plaza de Armas, Casablanca, Guanabacoa, Bacuranao, Guanabo; alcanzaba Aguacate, Jaruco, Río Blanco del Norte. En fincas del departamento central, en Holguín, Bayamo y Santiago de Cuba también existieron conspiradores.

En La liberación étnica nacional dice el profesor Elías Entralgo "(¼ ) Su movimiento se considera nacional no solo porque logró completarlo a lo largo de toda la isla y alzamiento en varias regiones, sino también porque a él pertenecieron por igual cubanos negros, mestizos y blancos de distintos estamentos sociales, libres y esclavos (...)".

El 29 de enero de 1812 tuvieron lugar las primeras ejecuciones en Camagüey contra la conspiración antiesclavista y separatista de Aponte. La sentencia implicó, entre otros, a Calixto Gutiérrez, Nicolás Montalbán, Fermín Ravelo, José Miguel González y Ramón Recio.

Desde el 4 de marzo, el marqués de Someruelos, capitán general y gobernador, tenía los informes completos de los sucesos en la región oriental, lo que unido a rumores sobre las actividades conspirativas, dio comienzo al cerco en la capital contra Aponte y sus seguidores. El 11 de marzo de 1812, cuando ya había estallado la conspiración en Camagüey, en Bayamo se denunció la existencia de un grupo conspirador en Holguín. Como resultado de la indagatoria se detuvo a más de 50 personas y en el juicio sumario se condenó a la horca a su líder local, el esclavo de origen congo Juan Nepomuceno y a cadena perpetua a sus compañeros Federico, Antonio, Miguel y Manuel.

El 15 de marzo estalla la sublevación en el ingenio Peñas, Altas en Guanabo, liderada por Barbier, Lisundia y Pacheco, pero al intentar extender la sublevación a otras dotaciones cercanas en los ingenios Trinidad, Santa Ana y Rosario, fracasaron. En Camagüey se sublevaron las dotaciones de los ingenios Maragúan, El Jobo, La Candelaria, Magantilla.

El brigadier Martín Ugarte desde Guanabacoa trasladó a La Habana los esclavos capturados pertenecientes a la dotación del ingenio Peñas Altas, los cuales fueron enviados a la prisión donde se hallaba Aponte. También fueron encerrados los esclavos procedentes de Alquízar: Francisco González Galano, Juan Briñas y Desiderio Malagamba, que estaban involucrados en el movimiento liderado por Aponte.

Al ser detenido Aponte, se le encontraron en su casa cuadernos de pinturas con vistas de la ciudad, cuarteles, muelles, castillos, así como pinturas de Louverture, Dessalines, Henry Christophe y George Washington y varios libros, entre ellos: El Quijote, historia de sucesos memorables del mundo, etc., y lecturas sobre vidas de sabios, historias del reino etíope, sobre la leyenda del Preste Juan y un formulario de escribir cartas.

Desde un primer momento el abogado José Antonio Rendón, que dirigió la breve investigación del caso —del 26 al 31 de marzo—, se dirigió a buscar una sanción expedita y ejemplarizante. Rondón determinó que Aponte tenía relaciones con los oficiales negros depositados en Casa Blanca y se personó allí para tomarle declaraciones al brigadier Gil Narciso 1 y a sus oficiales.

Gil Narciso había llegado a La Habana procedente de Centro América, en tránsito para Santo Domingo, anteriormente junto con otros oficiales de las tropas negras había estado en el puerto habanero en 1796. En esta ocasión habían sido enviados a unos barracones en Casa Blanca, temiendo los efectos que esta presencia produjera en los negros cubanos. Según el historiador José Luciano Franco, Aponte, Barbier y Ternero con distintos pretextos visitaron a los oficiales negros con vistas a una sublevación.

El gran temor de los esclavistas debido al peso demográfico de negros y mestizos en su conjunto los llevó a una represión implacable al ser descubierta la conspiración

La orden de ejecución sin fórmula de juicio emanó del capitán general de la Isla, Salvador de Muro y Salazar, marqués de Someruelos, el 7 de abril. Dos días después, el 9 de abril de 1812 era ahorcado y decapitado José Antonio Aponte, junto a ocho de sus compañeros. Ciento cuarenta y seis años después, otro 9 de abril, también caían otros cubanos, pero esta vez luchando por la independencia definitiva en la Habana, Sagua la Grande, Santa Clara y otros puntos de la geografía cubana.

A 200 años del intento independentista de Aponte, debemos profundizar en este hecho para reivindicar, como se ha hecho en Venezuela, con el movimiento precursor de Leonardo Chirino.2

¡Hagamos pues este año!, conocer esa página gloriosa de nuestra historia, divulgando aquellas gestas, que si bien no lograron el triunfo pleno, abrieron el camino hacia nuevos horizontes. No dejemos pasar esta fecha en silencio. No olvidemos que los anexionistas de hoy venden espejitos que deslumbran —a tontos— y hacen ver que la vida con ellos estará plena de esos espejitos y no nos dicen que aquel es el país de Jim Crow, del KKK y de la John Birch Society.

1 Él estuvo mezclado al regresar a Santo Domingo, en los alzamientos de Mendoza y Mojarra donde los esclavos reclamaban la libertad que suponían les habían dado las Cortes de Cádiz.

2 "Chirino, zambo libre fue llevado a Caracas, fue condenado a muerte de horca, se le cortará la cabeza y las manos y se pondrá en jaula de fierro". historia constitucional de Venezuela, Gil Fortoul.

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