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lunes, febrero 21, 2011

NARA MANSUR: ME INTERESA UNA POESÍA QUE REFLEXIONA Y OPINA

Por Martha Isabel Andrés Román (Cubaliteraria)

La lírica cubana ha sido bendecida con la presencia de grandes voces femeninas que la han dotado de autenticidad. Una de las mujeres que destaca dentro del universo poético del país es Nara Mansur, recientemente distinguida con el premio Nicolás Guillén de poesía.

Manualidades, el poemario laureado, constituye un texto donde predominan “la coherencia estilística y el dinámico equilibrio entre el sustrato ideológico y la realidad circundante”, según resaltó el jurado del prestigioso galardón.

¿Cómo le gustaría que el público recibiera y percibiera su obra? Cuando escribe, ¿lo hace pensando en el efecto que la obra pueda tener en sus futuros lectores?

-Me gustaría que la gente leyera el libro, que hablara de él, que se lo mandara por email, como promesa y conjuro de cariño, para hablar de las relaciones entre padres e hijos, de lo que les pasa a las “madres recién nacidas”,… ese tipo de cosas que nos alegra la vida, nos esperanza, nos da ganas de opinar. Me gustaría que el público que lee y sabe tanto de poesía y de tantas otras cosas, lo leyera, lo masticara -y si tiene ganas- me hiciera llegar su opinión… para seguir repensándolo siempre…

Creo que hay una mezcla en mí de querer ser Madonna y Kafka, pero por suerte me río inmediatamente de mi ambición desmedida, de mi ingenuidad: sólo intento escribir lo imprescindible, que la escritura dé cuenta de lo inevitable que mi alma y mi conciencia de escritora se animan a contar.

Pienso mucho el poema cuando lo voy escribiendo, cuando lo leo, cuando lo corrijo, cuando lo borro, cuando lo muestro; no hay nada inocente ahí, nada espontáneo. Sobre todo porque me interesa una poesía que reflexiona y opina, que participa de un debate colectivo. Quiero decir, quiero gritar, quiero reflexionar, quiero hacer crítica y autocrítica, quiero reírme, quiero susurrar, quiero volar, quiero que sea mi discurso político, quiero estar enamorada siempre. La belleza y la moral sostienen entonces para mí el acto creativo.

¿Qué lugar ocupa Manualidades dentro del conjunto de su obra? ¿Qué puntos de continuación y de ruptura tiene con el resto de su labor creativa?

-Manualidades es mi primer libro escrito después de ser mamá, después de vivir en Argentina, después de haberme tirado al vacío de alguna manera. El poemario da cuenta del amor en tierra extraña, de experiencias de vida de todo tipo: la maternidad en primer término y también la nueva familia que se forma, la vida social y política de la que se participa con mucha pasión pero también con cierta angustia.

Creo que Manualidades continúa un mismo “sistema” de inquietudes pero es en sí mismo un poemario que se lee como una noveleta, como un libro de cuentos, pues la temática es una, no hay dispersión. Y también está “el tiempo”, que es más cálido al inicio y se va ennegreciendo, haciéndose obviamente político.

La segunda parte del libro la pensé llamar “Los niños muertos”, pues comienzan a morir los niños ahí y las madres con ellos, o a ser reprimidas esas madres en alguna manifestación o a ser despedidas sin ton ni son. Por eso los referentes: Martí, Trotsky, Gramsci, Rodolfo Walsh y la idea (la cita de Noe Jitrik) de que “bien podría ser una riqueza literaria un modelo de una sociedad posible”. Soy una mujer que escribe poesía, que ha pertenecido hasta ahora al mundo del teatro y que se pregunta: ¿cómo vamos a vivir, podremos nosotros tener un empleo en el futuro con el que podamos tener una vida digna?

¿Cuáles son las principales influencias de las que se ha nutrido?

-El teatro en primer lugar: la literatura dramática contemporánea y todo lo que es teatro y no se puede escribir, todo eso inasible que existe pero deja un raro testimonio. Y la gente; mi familia principalmente. Una herencia o influencia más bien ética y un sentido de la cultura, no como don ni premio, ni para acumularse ni vanagloriarse; sencillamente participar con alegría y humildad de la vida y entender que cultura es todo y todos nuestros actos pueden ser maravillosamente creativos. Quiero ser en primer lugar una buena persona, conocerme y construirme siempre, como mismo ansío un mundo más libre y justo. Pareciera que en el “mundo de la cultura” no queda bien ser inteligente y bueno, sencillo y lúcido, irónico y popular… es raro. Manualidades se pregunta también por ese mundo de los trabajadores y más específicamente por los trabajadores de la cultura. Creo haber sido eso hasta ahora: una trabajadora de la cultura. Una influencia es siempre un deseo, tiene nostalgia de futuro. “Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud…”

Algunas editoriales suelen plantear que la poesía no vende, ya que no es consumida por un gran número de público. ¿Constituye eso de alguna forma un freno para los escritores que se dedican al género?

-Pareciera que el poeta tiene que vivir de otra cosa, vender otra alma -no la de poeta- para comer. Hay que organizarnos de otra manera, leer poesía en la casa, en las escuelas, en los bares,… la verdad es que me cuesta trabajo pensar que sea más difícil leer un libro de poemas que una novela, pero reconozco que no soy devota de las ficciones ni de la hipnosis del relato, para mí leer es otra cosa. Los poetas tenemos responsabilidad en cómo estamos organizados, preferimos muchas veces estar a solas escribiendo mientras que otros hacen política cultural o “nos organizan”. Depende del poeta: ¿qué quiere el poeta? ¿Tiempo? ¿Poder? ¿Libertad? ¿Otra organización de la cultura? ¿Vender sus libros y vivir de eso solamente? ¿Participar de otras actividades?

Los poetas siguen escribiendo y se siguen editando libros de poesía. Somos muy afortunados todos los que hemos publicado en nuestro país, donde los escritores no tenemos que dar cuenta de si vendemos poco o mucho la tirada.

Descreo de la idea de que los artistas somos seres únicos, exclusivos, como los millonarios, seres elegidos a los que se le debe rendir pleitesía, reverenciarlos. Todos somos artistas, sujetos creativos con responsabilidad en nuestras vidas: en relación a la familia, los compañeros de trabajo, el medio ambiente, la vida política. No estoy encerrada en mi laboratorio, salgo a la calle, me gusta la gente, pongo mucho la oreja siempre... pregunto mucho. Hay que dar, hay que darse más y esperar menos.

¿Cómo influye el premio Guillén en su labor como escritora?

-No sé cómo va a influir, por lo pronto nunca antes de este premio me habían entrevistado (esta es la cuarta entrevista que respondo desde que dieron a conocer el premio, el 24 de diciembre de 2010). Me encanta poder contar un poco qué pienso, cómo soy, que la lectura de los poemas se pueda acompañar de este tipo de comentarios. Estoy feliz, estoy muy feliz. No esperaba el premio, suelo resultar finalista o mención en los concursos. Quiero este libro particularmente. Perdí mi empleo este año, me quedé en casa cuidando a Emilia y a mi suegra que hace más de un año le diagnosticaron cáncer de pulmón. Las he acompañado, las he cuidado, les he gritado, les he pedido perdón, las he culpado, las reivindico siempre: Emilia cada día sabe hacer más cosas y crece y se hace más bella e independiente; Norma Caruso, mi suegra, está despidiéndose de todo esto que llamamos vida, cada día le parece menos y menos interesante e importante; y yo estoy ahí de testigo de excepción.

El libro, la poesía, es siempre para mí terapia, redención, ajuste de cuentas con la arbitrariedad del mundo. Me senté cada siesta de Emilia con mis apuntes y mis ganas de decir: urgencias y postergaciones y armé Manualidades. Esta es una parte de esa historia.


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