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sábado, enero 29, 2011

NARA MANSUR: CONVERTIR LA QUEJA EN UN ABRACADABRA

Por Leyla Leyva (Granma)
Foto: Abel Carmenate

Los últimos tres años en la vida de Nara Mansur (La Habana, 1969) han transcurrido entre La Habana y Buenos Aires. En el 2008 nació en el país sudamericano su hija Emilia, eje motivador de Manualidades, el libro que alcanzara el Premio Nicolás Guillén de poesía en su más reciente edición.

Crítica y dramaturga de profesión, autora de una singular obra teatral en la que destaca Desdramatizándome. Cuatro poemas para el teatro (Ediciones Alarcos, 2009), Nara tiene editados por Letras Cubanas los poemarios Mañana es cuando estoy despierta (2000) y Un ejercicio al aire libre (2004).

Su primer cuaderno lo armó en 1993, pero pasaron siete años hasta que publicara un libro. Se graduó de Teatrología y trabajó casi 14 años en Casa de las Américas de promotora cultural y editora de la revista Conjunto, y en el ISA como profesora de dramaturgia.

En Argentina ha colaborado en el Estudio Teatral El Cuervo, que dirige Pompeyo Audivert. Recientemente se han escenificado en Cuba dos de sus textos teatrales: Ignacio & María, por Teatro D’Dos, y La Guerrilla del Golem; y Charlotte Corday. Poema dramático, también por este último.

"Siempre he formado parte del gremio teatral, ahí se encuentran mis interlocutores, mi entrenamiento más visible", explica Nara cuando le refiero que para algunos su nombre no ha estado muy a la mano en los espacios literarios, sobre todo debido a su escaso sentido de lo grupal.

"Pero la poesía es mi terapia y mi lectura preferida", deja claro la dramaturga y poeta.

En tu obra el ámbito de lo femenino resulta una constante. ¿Es Manualidades una consciente posición de género ante la poesía?

"Sí, es muy consciente la escritura aquí: están la madre y la hija en el mundo de las palabras, sin palabras, con las palabras de los otros. También creo que está la mujer-animal político construyéndolo todo. El libro propone una idea de verosimilitud, de diálogo con el mundo: como si la hija preguntara con las ideas de la madre."

¿Entonces puede hablarse de un cuaderno de poesía cuya estructura responde a una dramaturgia?

"Pienso que sí, por la idea de que los poemas pertenecen a un sistema en el que se desplazan (trabajan) como acciones dramáticas, con intensidad, sentido, ritmo. La poesía nos permite convertir nuestra queja en conjuro, en abracadabra. Este año estuve junto a mi hija todo el tiempo, casi sin salir de la casa, y también junto a mi suegra que enfermó de cáncer. Todo el tiempo me pregunté: ¿quién soy en realidad?, ¿qué puedo hacer?, ¿soy una trabajadora manual o intelectual? Así, mientras mi hija dormía la siesta yo me senté a escribir este libro."

¿No crees un enorme reto el mantener a raya las contaminaciones a la hora de perfilar cada género?

"¿Y si no quisiera mantener a raya estas contaminaciones? Creo que el ‘problema’ es más de circuitos: por dónde circulan los textos y cómo los ubica la crítica, qué preguntas les hace. A mí me encanta el ensayo que fabula, la filosofía devenida de la práctica artística. Creo en una idea más general de textualidad como tejido o trama y en la de un lector/espectador que construye con lucidez y coherencia su propia obra."

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