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jueves, enero 27, 2011

UN EPISODIO APENAS DIVULGADO

Por Luis Úbeda (CubAhora)

La memoria escrita revela que el soberbio Cuerpo de Voluntarios buscaba el más mínimo pretexto aquel mes de noviembre de 1871 para desatar su impotencia ante un hecho por entonces irrefrenable: la primera guerra de independencia. Lo hallaron en la supuesta profanación, en el Cementerio de Espada, de la tumba del periodista español Gonzalo Castañón -ultimado en Cayo Hueso doce meses antes en justo duelo- por parte de varios estudiantes del primer año de Medicina.

Quiñones acota que a las 5 de la tarde del lunes 27 de noviembre de 1871, en medio de una doble fila de soldados de línea, Alonso Álvarez de la Campa, José de Marcos Medina, Carlos Augusto de la Torre, Eladio González, Pascual Rodríguez y Pérez, Anacleto Bermúdez, Ángel Laborde y Carlos Verdugo fueron conducidos al lugar de la ejecución: la explanada de La Punta, frente a los paredones del costado norte del edificio de la cárcel. Los fusilaron de dos en dos, de espaldas y de rodillas. A las cinco y minutos quedó consumado el crimen horrendo, "borrón que no habrá mano hábil que lo haga desaparecer", según el capitán Federico Capdevila, el digno militar español que defendió de oficio a los ocho jóvenes sacrificados.

En 1961, al cumplirse el nonagésimo aniversario de la luctuosa efeméride, el Guerrillero Heroico, Ernesto Che Guevara, revela al resumir el acto: "Y no sólo se cobró en esos días la sangre de los estudiantes fusilados. Como noticia intrascendente, que aún durante nuestros días queda bastante relegada, porque no tenía importancia para nadie, figura en las actas el hallazgo de cinco cadáveres de negros muertos a bayonetazos y tiros. Pero de que había ya fuerza en el pueblo, de que no se podía matar impunemente, dan testimonio el que también hubiera algunos heridos por parte de la canalla española de aquella época…"

ABAKUÁ: HOMBRE Y AMIGO

En sus explicativas notas, Tato Quiñones ilustra: "Ciertamente, no fue el martirio de los estudiantes el único hecho histórico ocurrido el 27 de noviembre de 1871 en la explanada de La Punta.

"El 18 de junio de 1928, en su columna Ideales de una Raza del Diario de la Marina, el periodista Gustavo Urrutia dio a conocer una carta del Dr. Juan Ramón O’Farrill, uno de esos blancos -cito a Urrutia- en quienes me apoyo para decir que en Cuba el blanco no odia al negro, en la que éste le hace saber su intención de recabar fondos entre los estudiantes de medicina para conseguir que junto al templete que perpetúa la memoria de los estudiantes fusilados (...) se coloquen sendas lápidas, una al esclarecido patriota Fermín Valdés Domínguez y la otra a la lealtad del negro Álvarez de la Campa, que en un rapto de desesperación heroica se lanzó puñal en mano contra el piquete, cayendo muerto a bayonetazos al par que los estudiantes entregaban su alma a Dios.

"Sin menoscabar un ápice la noble y justa proposición del Dr. O’Farrill, hay que decir, en honor a la verdad, que incurre en dos inexactitudes en su versión de aquellos hechos: no fue sólo el negro Álvarez de la Campa -según la tradición oral, esclavo del estudiante Alonso de los mismos apellidos- el único hombre de color muerto aquel día en desigual combate contra la milicia española, combate este ocurrido no a las cinco de la tarde que fue, como ya se ha dicho, la hora del fusilamiento..."

En efecto, tres días más tarde el diario La Quincena informa que el incidente se había producido a las 11 de la mañana "... apostados detrás de los fosos que se extienden frente a la plaza de la cárcel, unos negros dispararon sus revolvers (sic) contra los voluntarios, hiriendo a un alférez de artillería; pero perseguidos en el acto fueron muertos al intentar la fuga…"

Por su parte, el capitán de Voluntarios que mandó el piquete ejecutor, Ramón López de Ayala, le escribió a su hermano lo siguiente: "... unos negros dispararon sus armas de fuego contra un grupo de voluntarios de artillería, a cuyo teniente mataron e hirieron a otro individuo. El resto de los que se sintieron atacados por los negros arremetieron inmediatamente contra ellos, y en aquel punto fueron despedazados los cinco que se creyeron autores de la agresión".

Retomando el trabajo de Quiñones, aparece que "de los atacantes, siempre según el parte oficial citado, sólo se sabe que el primero era un moreno como de cuarenta años, muerto en la calle Colón entre Central y Muralla; el segundo otro como de treinta y cinco, caído en Baluarte entre Genios y Cárcel; el tercero otro como de veinticinco, en Consulado esquina a Prado; el cuarto como de veintidós en la Plaza de La Punta y el quinto como de catorce años, en Monserrate entre Cárcel y Genios. Sus partidas de enterramiento se hallan asentadas en la Iglesia de Nuestra Señora de Monserrate, y en las cinco se consigna que fueron enterrados de limosna en el cementerio de San Antonio Chiquito, sin nombres ni generales conocidos…"

Cuentan que el negro Álvarez de la Campa, además de esclavo y hermano de leche de Alonso, era miembro de la potencia abakuá Bacocó Efó e invitó a un grupo de sus ecobios para llevar a cabo la acción armada del 27 de noviembre. Otra versión lo da como miembro de Acanarán Efó Muñón, y por ello Ecobio Mucarará Nancaro, primer juego abakuá integrado por hombres blancos fundado en La Habana en 1863.

Desempolvando archivos, en 1971 el ya fallecido periodista Manuel Cuéllar Vizcaíno publica en La Gaceta de Cuba el artículo "Un movimiento solidario con los ocho estudiantes de medicina", donde aparece lo siguiente:

"El ataque a los voluntarios y soldadesca española, en vista de que se proponían asesinar por fusilamiento a los niños estudiantes patriotas, y todo daba a entender que iban a realizar su crimen, fue tomado un acuerdo por potencias abakuá. Tuvieron su primera reunión en el hospital de San Lázaro y la segunda en la fábrica de tabacos Romeo y Julieta, Antonio Ramos Infante, Iyamba de Ocobio Mucarará; Carlos Valdés, hijo del marqués de Indarte, Isoé de Ocobio Mucarará; Andrés Facundo de los Dolores Petit (Andrés Petit), Isué de Bacocó, José Portuondo, miembro de Ebión Efort y José González Ojitos, patriota blanco del barrio de San Lázaro que siempre andaba con los abakuá.

"Murieron atacando a los voluntarios Adolfo García y Cirilo Mirabal. En distintas partes de La Habana hubo muertos y heridos el día 27 y el anterior. El día 25 Pepe Rusia mató a un Celador en La Chorrera. Los voluntarios mataron a Pepe en la calle Vapor. Pepe Rusia pertenecía a la potencia Eroco Efort. Pero antes del caso del cementerio de Espada, el día 22, Francisco Pedroso (Pancho Engafia) mató a un celador en la calzada de Paula y murió tratando de saltar la muralla de Egido".

Por último, puntualiza Tato Quiñones que "la tradición oral entre los ñáñigos cubanos, bajo cuyo signo perviven informaciones que dan fe de los acontecimientos ocurridos y de los comportamientos pasados de los individuos, ha venido aseverando durante más de un siglo que, efectivamente, al menos dos de aquellos cinco hombres negros caídos ese día eran miembros de la sociedad abakuá".


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