PUENTES DE GUANAJAY
Por Lídice Valenzuela (CMBF)
Foto: Radio Artemisa
Guanajay es una pequeña y simpática localidad de la occidental provincia de La Habana que gana notoriedad por sus 26 puentes construidos, un hecho que bien pudiera hacerle compartir con Matanzas su epíteto de Ciudad de los Puentes.
En las tierras habaneras vivieron en la época precolombina comunidades indígenas, pertenecientes al Cacicazgo de Marién.
La llegada de los colonizadores españoles trajo consigo el aniquilamiento de los aborígenes cubanos, y la fundación del llamado Corral Guanajay en 1623. El centro de ese Corral coincide con el de la actual localidad, que creció a ambos lados del río Capellanías y el arroyo Jíbaro.
Tal característica fluvial y la creación del Camino Real a Vuelta Abajo animaron el crecimiento poblacional y la fundación oficial de Guanajay en la primera quincena de diciembre de 1650.
La arquitectura de la villa es muy singular. Sus viviendas poseían amplios portales de uso particular y además, de circulación pública, lo que permitía animadas veladas entre los pobladores.
El aumento demográfico y la necesidad de la comunicación entre ambas orillas del Capellanías hizo que comenzaran a construirse los puentes.
Cada una de estas pasarelas aéreas tiene su historia. Seis se erigieron durante la colonia, 18 en la seudorrepública y dos a partir de 1959, cuando triunfó la Revolución. Son diferentes entre sí, y su diseño arquitectónico se corresponde con la época en que surgieron.
El primero de los puentes, levantado en 1842, fue bautizado como La Reunión, pues Guanajay fue sede de uno de los tres cuarteles de aclimatación de las tropas españolas existentes en la Isla antillana, el de San Carlos. Los soldados debían cruzar el Capellanías en su camino hacia la sede militar, tras pasar muy próximos a la casa de la Condesa de Jibacoa.
Por su belleza arquitectónica y su valor histórico, el puente de La Reunión es símbolo cultural de la villa.
El segundo se edificó en 1863, en la calle Herrera, para usarlo como intermediario entre el río y el transporte de mercancías con destino a Artemisa y zonas de Vuelta Abajo.
Otros puentes célebres en Guanajay son el de 1905, erigido sobre el arroyo Jíbaro, por donde pasaba el ferrocarril Habana Central con sus cargas de caña cultivadas en ese territorio habanero.
Popular es el llamado de Las Cuatro Velas, de 1920, pues está situado junto al Pocito de Brito, una de las principales fuentes de agua potable a la población que se reunía para, asimismo, hacer tertulias en aquellos años.
La construcción de la Carretera Central en 1929 brinda un nuevo auge a la región y por ese motivo aparecen tres nuevos puentes; luego, cuando se canalizó el río, se alzaron seis más.
Guanajay alcanzó un magnifico desarrollo económico en los años de la Colonia, basado en los trece centrales azucareros que poblaron su territorio, la siembra de cultivos menores, la introducción del café y el auge de la ganadería.
El célebre novelista Cirilo Villaverde, autor de Cecilia Valdés, escribió en su Excursión a Vuelta Abajo, de 1838, su grata impresión por el auge de la comarca, su bonanza económica y la construcción de elegantes casas pertenecientes a la poderosa oligarquía colonial.
En el espacio se asentaron los Condes de Jibacoa, que recibieron en 1798 al Duque de Orleáns, quien después reinaría en Francia como Luis Felipe I, y también a sus hermanos el Duque de Montpensier y el Conde de Beaujolais. Aquellas visitas daban lugar a fastuosas fiestas que hacían trasladarse a Guanajay a adineradas familias asentadas en La Habana.
En el siglo XIX hay igualmente, una importante evolución en la vida cultural de la localidad, que compitiendo con Matanzas, le brindará el sobrenombre de Atenas de Occidente. A la provincia matancera se la conoce como La Atenas de Cuba.
Prestigiosos educadores surgen en Guanajay, reconocidos por la Orden de Isabel la Católica en 1883, personalidades literarias, como el escritor costumbrista José Victoriano Betancourt, el primero en su tierra en obtener el título de Licenciado en Leyes; el poeta Vicente Silveira Arjona, elogiado en la crítica de José Martí.
Se fundan periódicos. El ferrocarril llega en 1849, el telégrafo en 1872 y el teléfono en 1888, símbolos de la prosperidad de la villa.
En el siglo XX continúa el crecimiento urbano. Los barrios se moverán y se crean fábricas y talleres de producción de cigarros, calzado y soga.
Nuevas figuras del arte emanan. Es la patria chica de la trovadora María Teresa Vera, nace la soprano Paula Manuel Regal y el pintor Avelino Pérez escoge a Guanajay como residencia y quehacer artístico.
Pero en esta historia siempre el lugar especial lo tienen los puentes. Esos que llegan hasta nuestros días y perdurarán para siempre, pues en esta pequeña Venecia cubana forman parte fundamental de la cultura local.
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Por Yanelys Hernández (Radio Artemisa)
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La llegada de los colonizadores españoles trajo consigo el aniquilamiento de los aborígenes cubanos, y la fundación del llamado Corral Guanajay en 1623. El centro de ese Corral coincide con el de la actual localidad, que creció a ambos lados del río Capellanías y el arroyo Jíbaro.
Tal característica fluvial y la creación del Camino Real a Vuelta Abajo animaron el crecimiento poblacional y la fundación oficial de Guanajay en la primera quincena de diciembre de 1650.
La arquitectura de la villa es muy singular. Sus viviendas poseían amplios portales de uso particular y además, de circulación pública, lo que permitía animadas veladas entre los pobladores.
El aumento demográfico y la necesidad de la comunicación entre ambas orillas del Capellanías hizo que comenzaran a construirse los puentes.
Cada una de estas pasarelas aéreas tiene su historia. Seis se erigieron durante la colonia, 18 en la seudorrepública y dos a partir de 1959, cuando triunfó la Revolución. Son diferentes entre sí, y su diseño arquitectónico se corresponde con la época en que surgieron.
El primero de los puentes, levantado en 1842, fue bautizado como La Reunión, pues Guanajay fue sede de uno de los tres cuarteles de aclimatación de las tropas españolas existentes en la Isla antillana, el de San Carlos. Los soldados debían cruzar el Capellanías en su camino hacia la sede militar, tras pasar muy próximos a la casa de la Condesa de Jibacoa.
Por su belleza arquitectónica y su valor histórico, el puente de La Reunión es símbolo cultural de la villa.
El segundo se edificó en 1863, en la calle Herrera, para usarlo como intermediario entre el río y el transporte de mercancías con destino a Artemisa y zonas de Vuelta Abajo.
Otros puentes célebres en Guanajay son el de 1905, erigido sobre el arroyo Jíbaro, por donde pasaba el ferrocarril Habana Central con sus cargas de caña cultivadas en ese territorio habanero.
Popular es el llamado de Las Cuatro Velas, de 1920, pues está situado junto al Pocito de Brito, una de las principales fuentes de agua potable a la población que se reunía para, asimismo, hacer tertulias en aquellos años.
La construcción de la Carretera Central en 1929 brinda un nuevo auge a la región y por ese motivo aparecen tres nuevos puentes; luego, cuando se canalizó el río, se alzaron seis más.
Guanajay alcanzó un magnifico desarrollo económico en los años de la Colonia, basado en los trece centrales azucareros que poblaron su territorio, la siembra de cultivos menores, la introducción del café y el auge de la ganadería.
El célebre novelista Cirilo Villaverde, autor de Cecilia Valdés, escribió en su Excursión a Vuelta Abajo, de 1838, su grata impresión por el auge de la comarca, su bonanza económica y la construcción de elegantes casas pertenecientes a la poderosa oligarquía colonial.
En el espacio se asentaron los Condes de Jibacoa, que recibieron en 1798 al Duque de Orleáns, quien después reinaría en Francia como Luis Felipe I, y también a sus hermanos el Duque de Montpensier y el Conde de Beaujolais. Aquellas visitas daban lugar a fastuosas fiestas que hacían trasladarse a Guanajay a adineradas familias asentadas en La Habana.
En el siglo XIX hay igualmente, una importante evolución en la vida cultural de la localidad, que compitiendo con Matanzas, le brindará el sobrenombre de Atenas de Occidente. A la provincia matancera se la conoce como La Atenas de Cuba.
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