JOSE ANGEL BUESA: FECUNDIDAD, POPULARIDAD Y OLVIDO
Por Yudith Madrazo Sosa (5 de Septiembre)
Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.
Pasarás en silencio por mi amor y, al pasar,
fingiré una sonrisa, como un dulce contraste
del dolor de quererte... y jamás lo sabrás.
Tal estrofa, perteneciente al Poema del renunciamiento, se cuenta entre las más conocidas dentro de la prolífica obra de José Ángel Buesa, quien al decir de Max Henríquez Ureña, devino "la figura más popular y conocida del grupo de los neorrománticos que surgieron en la época del postmodernismo".
El crítico señaló, además, que Buesa no era un poeta para minorías. "Su verso, melodioso y atrayente, se pega al oído. Así ha conquistado las preferencias de una gran masa lectora", añadió. Este poeta nació en el poblado de Cruces, entonces perteneciente a la provincia de Las Villas y hoy a Cienfuegos, el 2 de septiembre de 1910.
Afirman los historiadores que su precocidad lo llevó a escribir versos desde los siete años y al trasladarse a la ciudad de Cienfuegos halló un ambiente más propicio para encauzar su instinto poético. Todavía joven se fue a trabajar a La Habana, donde el ocio del oficio le permitió ensanchar sus horizontes al incorporarse a los grupos literarios y publicar su primer libro a los 22 años.
Muchos títulos acumuló en su haber. Tal hecho hizo a los críticos señalar que un poco menos de fecundidad y un tanto más de autoexigencia, le hubieran salvado de los excesos y el facilismo, casi siempre inherentes a quienes escriben o hablan en demasía. La fuga de las horas (1933), Canto final (1938), Muerte diaria, Oasis, Odas por la Victoria (todos de 1943), Canciones de Adán (1947), Alegría de Proteo (1948), Nuevo oasis (1949), Poesía en la arena (1949), Poeta Enamorado (1955), se cuentan entre sus obras.
De acuerdo con los expertos, Buesa, en vida, fue mucho más leído que otros poetas de mayor renombre. Hasta en el presente, personas de las más disímiles profesiones, oficios, y regiones geográficas guardan memoria de él.
Tal fue la acogida de sus textos en cierto tipo de público, que Oasis, por ejemplo, alcanzó más de 20 ediciones y Nuevo Oasis, una cifra similar. Sus poemas se vendían muy bien; eran leídos en la radio, declamados en la televisión. Él mismo traducía y era traducido. También, por esos años, concibió guiones para la radio y otros textos en prosa. Aun sus detractores le reconocían una virtud: redactó con la tenacidad de un obseso.
Buesa no cesó de escribir. Continuó en su afán incluso después de abandonar el país en 1963, para deambular por varias naciones y establecerse en la República Dominicana. Allí ejerció el magisterio universitario y lo encontró la muerte, un 14 de agosto de 1982.
Durante muchos años durmió en el olvido la poesía del bardo crucense, hasta que en 1997 la editorial Letras Cubanas editó su antología Pasarás por mi vida, una ventana abierta a los lectores para valorar por sí mismos al controvertido autor.
Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.
Pasarás en silencio por mi amor y, al pasar,
fingiré una sonrisa, como un dulce contraste
del dolor de quererte... y jamás lo sabrás.
Tal estrofa, perteneciente al Poema del renunciamiento, se cuenta entre las más conocidas dentro de la prolífica obra de José Ángel Buesa, quien al decir de Max Henríquez Ureña, devino "la figura más popular y conocida del grupo de los neorrománticos que surgieron en la época del postmodernismo".
El crítico señaló, además, que Buesa no era un poeta para minorías. "Su verso, melodioso y atrayente, se pega al oído. Así ha conquistado las preferencias de una gran masa lectora", añadió. Este poeta nació en el poblado de Cruces, entonces perteneciente a la provincia de Las Villas y hoy a Cienfuegos, el 2 de septiembre de 1910.
Afirman los historiadores que su precocidad lo llevó a escribir versos desde los siete años y al trasladarse a la ciudad de Cienfuegos halló un ambiente más propicio para encauzar su instinto poético. Todavía joven se fue a trabajar a La Habana, donde el ocio del oficio le permitió ensanchar sus horizontes al incorporarse a los grupos literarios y publicar su primer libro a los 22 años.
Muchos títulos acumuló en su haber. Tal hecho hizo a los críticos señalar que un poco menos de fecundidad y un tanto más de autoexigencia, le hubieran salvado de los excesos y el facilismo, casi siempre inherentes a quienes escriben o hablan en demasía. La fuga de las horas (1933), Canto final (1938), Muerte diaria, Oasis, Odas por la Victoria (todos de 1943), Canciones de Adán (1947), Alegría de Proteo (1948), Nuevo oasis (1949), Poesía en la arena (1949), Poeta Enamorado (1955), se cuentan entre sus obras.
De acuerdo con los expertos, Buesa, en vida, fue mucho más leído que otros poetas de mayor renombre. Hasta en el presente, personas de las más disímiles profesiones, oficios, y regiones geográficas guardan memoria de él.
Tal fue la acogida de sus textos en cierto tipo de público, que Oasis, por ejemplo, alcanzó más de 20 ediciones y Nuevo Oasis, una cifra similar. Sus poemas se vendían muy bien; eran leídos en la radio, declamados en la televisión. Él mismo traducía y era traducido. También, por esos años, concibió guiones para la radio y otros textos en prosa. Aun sus detractores le reconocían una virtud: redactó con la tenacidad de un obseso.
Buesa no cesó de escribir. Continuó en su afán incluso después de abandonar el país en 1963, para deambular por varias naciones y establecerse en la República Dominicana. Allí ejerció el magisterio universitario y lo encontró la muerte, un 14 de agosto de 1982.
Durante muchos años durmió en el olvido la poesía del bardo crucense, hasta que en 1997 la editorial Letras Cubanas editó su antología Pasarás por mi vida, una ventana abierta a los lectores para valorar por sí mismos al controvertido autor.
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