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miércoles, mayo 06, 2009

ENRIQUE DIAZ QUESADA: ENTRE EL ENSUEÑO Y EL CINE CUBANO

Por Jennys Laura (Somos Jóvenes)

Desde aquella primera demostración pública del cinematógrafo en Cuba el 24 de enero de 1897, el cine ha devenido en una de nuestras más arraigadas pasiones. Para develar su historia inicial es necesario acudir a un hombre, un parque y una constante.

Era el 25 de marzo de 1906 cuando un temerario operador fue capaz de atrapar en apenas siete planos el ambiente festivo del habanero Parque de Palatino. La prensa de su época lo catalogó como “Padre de la Cinematografía Cubana”. Su nombre era Enrique Díaz Quesada. Lo cierto es que su primer filme “El Parque de Palatino”, revela una increíble intuición cinematográfica.

Este pionero del cine nació en La Habana de 1883. Con 15 años conoció a José García, un publicista que desde finales del siglo XIX ya fabricaba los primeros anuncios lumínicos en Cuba e incursionó en cristales y películas, llegando a experimentar incluso con anuncios animados. Díaz Quesada se asoció con este hombre sin saber que iba acercándose a su verdadera vocación.

Hay un proverbio chino que reza que la más larga caminata comienza con un paso. Sin dudas, para el Padre de la Cinematografía Cubana ese primer paso fue la filmación de su cortometraje documental “El Parque de Palatino”, que patrocinó la empresa cervecera propietaria de ese centro de atracciones. Meses después ya se proyectaban las imágenes de su documental “La Habana en 1906”. Al año siguiente propone el cortometraje “Un duelo a orillas del Almendares”, y tres días después exhibe el corto “Un turista en La Habana”. Enrique continuaba produciendo películas que, aunque de corta duración, indicaban su constante de vida: hacer cine.

Los títulos iban en aumento cuando lleva a cabo otra hazaña. Instala el primer estudio cinematográfico del país. Narran que utilizaba telas para tamizar la luz solar y que en los bajos de aquella azotea de la calzada de Jesús del Monte se ubicaban el laboratorio y otras instalaciones.

Díaz Quesada fue también un cronista de su época. A él se debe el más lejano antecedente de los noticiarios en la Isla. Bajo el título de “Cuba al día” comenzó a presentar noticias de sabor local. Entre los sucesos registrados por su cámara se encuentran las sesiones de la Asamblea Constituyente de 1901, la partida de Charles Magoon de La Habana y la salida de tropas hacia Santiago de Cuba durante la sublevación de los Independientes de Color. Este reportaje se conoce con el título “La Campaña”, en el cual, según testimonios de espectadores, logró escenas impresionantes.

Su próximo nacimiento fílmico resultó ser el primer largometraje de ficción del cine silente nacional. Este basaba su argumento en un libro de Federico Villoch. En él daba vida a un afamado bandido. Su título era “Manuel García” o “El rey de los campos de Cuba”. El rodaje se realizó durante seis meses y fue compensado con la aceptación del público y la crítica. Entre sus cuadros culminantes se encontraban el despeñamiento de una locomotora desde lo alto de un terraplén, el asalto de un tren en marcha… escenas que cautivaron a aquel público de 1913.

Sin embargo, para este habanero la osadía no solo sería causa y precursora de su éxito, sino que también le traería algunos contratiempos…Cuentan que Enrique se dispuso a filmar la competencia por el Campeonato Mundial de Boxeo en 1915, que se celebraría en el Hipódromo de Marianao entre el campeón Johnson y Jess Willard, aspirante al título; pero el primero se negó a validar el contrato. Con su afán de siempre, el cineasta decidió introducir en secreto una cámara y logró filmar los hechos climáticos de los 26 rounds, al final de los cuales Johnson perdería el título.

Por supuesto que las imágenes fueron exhibidas y nada menos que en un cine al aire libre que se encontraba frente al actual cine Payret. Johnson se disgustó muchísimo, a tal punto que inició una querella judicial. El juez encargado del asunto resolvió que no había delito alguno, ya que no se especificaba ninguna prohibición en cuanto a tomar fotografías o filmar películas. Exonerado de culpabilidad, aquello no fue más que una de las tantas manzanas de la discordia que el viento se ha llevado.

Díaz Quesada también fue el realizador de la que se consideró la película más taquillera del cine silente cubano. Era este un filme de ficción para el cual se escogió un argumento que mostraba el hecho ocurrido en 1902 cuando fue arriada la bandera española en el Morro y se izó la enseña nacional cubana.

“El rescate del brigadier Sanguily”, otro de sus filmes, causó gran impacto en el público de la época. Narran que incluso suscitó una riña inmensa el día de su estreno. Los contendientes eran cubanos y españoles que acudieron a ver el filme; el escenario del duelo resultó ser el teatro París.

La reacción local ante aquella cinta que reflejaba la heroica hazaña de una tropa cubana contra las fuerzas españolas no se hizo esperar. Un cronista relata que “enardecidos los ánimos al poco rato aquello no era un teatro, se tornó una babel ensordecedora; los cubanos la emprendieron a piñazos limpio con los españoles al extremo de que hubo que encender las luces del teatro y desalojar el salón”. Sin dudas, aquel filme había hecho vibrar la fibra más intensa del sentir nacional.

Conminado por sus ansias de hacer Díaz Quesada realiza otro filme que puede conceptuarse como el primer intento de acercamiento del cine nacional al folklore afrocubano. Su título era “El poder de los ñáñigos”. Posteriormente continúa con su prolífera producción.

Cuando tenía casi listo el guión de lo que hubiera sido la película cumbre de su carrera, “El Titán de Bronce”, muere víctima de una neumonía provocada por una fuerte gripe contraída como secuela de un torrencial aguacero durante una grabación que decidió no interrumpir. Tenía entonces 40 años este iniciador al cual se debían 17 de los 40 títulos de ficción rodados en el período de 1907 a 1922.

Poco tiempo después un incendio destruyó los negativos originales de toda su obra, mas “El Parque de Palatino” sobrevivió milagrosamente a la voracidad de las llamas. Con ella perdura la obra de un innovador por excelencia que hizo del cine su constante de vida.

1 comentarios:

nestor dijo...

Amigo Juan...
vengo a acusar recibo de tu visita y decirte que entraré a las direcciones que me dejaste y dejaré comentarios.

Vi por television (por Cuba visión, internacional) el desfile del 1º de mayo, realmente emocionante, son ustedes los únicos en esta bendita latinoamerica que pueden hacer algo así. Que lejos estamos de eso nosotros en Argentina. Si hasta el partido comunista nuestro (Argentino) que milité hasta hace una década está tan burocratizado que no sabe donde está parado.

pero bueno....la lucha sigue por otros lados pero siempre firme en la convicciones y principios.

Espero seguir comunicado mas seguido-
un abrazo