EL REY DE LAS GUAYABERAS CUBANAS
El sastre de origen libanés, Said Selman, hizo 12 innovaciones a la prenda nacida a orillas del río Yayabo, en Sancti Spíritus, y así se hizo famoso en Cuba y en el mundo
Por Luis Hernández Serrano (Juventud Rebelde)
Por Luis Hernández Serrano (Juventud Rebelde)
Foto: Roberto Morejón
«Nadie puede negar que la guayabera es cubana, nacida en las márgenes del río Yayabo, en Sancti Spíritus, a principios del siglo XVIII. El próximo año cumplirá tres centurias como prenda del vestuario de la Mayor de las Antillas. Pero cuando se hable de su historia, no debe olvidarse lo que hizo mi padre por ella».
Esto reflexiona el profesor Ricardo Munir Selman-Housein Abdo, nacido el 9 de junio de 1941 en Cárdenas, Matanzas, de padres árabes: Said y Hind, naturales del Líbano, y que se asentaron en aquella ciudad yumurina en la primera década del siglo XX.
«Mi primera referencia literaria acerca de la guayabera, la tuve al leer el folleto de Pedro Carballo Bernal, de Santa Clara: La Guayabera en Cuba, publicado en 1954, donde alude a que una familia de apellido Valdivia le habló del nacimiento de esa prenda en 1709, en Sancti Spíritus, a orillas del río Yayabo.
«Pero mi padre, Said, fue quien revolucionó la típica prenda cubana, con la creación de novedosos modelos, confeccionados a la medida. Le hizo diferentes innovaciones, muy famosas en Cuba y en el extranjero. Esto tampoco puede ni negarse, ni olvidarse».
Said Selman (Eugenio), nació el 14 de agosto de 1898 —hace 110 años— en la aldea libanesa de Bi-HaBuch. En 1914 llegó a Cuba, procedente de Monte-Líbano, con su cabeza llena de ilusiones y esperanzas. Unos años después, concretamente en 1924, se hizo sastre en la tienda La Salvación Obrera, de la ciudad de Cárdenas.
Evoca el también investigador de temas culturales, que en 1928 su padre se traslada para la ciudad de Santa Clara, donde abre la tienda-sastrería El Líbano.
Cuenta que Said funda por esa época la Sociedad Libanesa de Santa Clara y la colonia de ese país allí lo nombra su presidente. Más tarde, en 1933, sufre un accidente en un ómnibus; salvó la vida, pero le quedó muy afectado el brazo izquierdo.
AL COMPÁS DE LA GUAYABERA
«Por ese motivo mi padre decide trasladarse al poblado Recreo, de Máximo Gómez, en la provincia de Matanzas, y en 1935 ya se encuentra en plena faena en la tienda El Compás, donde inicia realmente los nuevos diseños de guayaberas, con las innovaciones que lo hicieron famoso.
«Es en ese lugar donde empieza a ser más conocido como “el sastre Said Selman”, porque allí crea los tres primeros modelos de guayaberas cubanas con siete nuevos modelos de bolsillos que la revolucionan completamente».
En 1940 decide abrir una sastrería en Cárdenas, ubicada en la calle San Juan de Dios 155 (número antiguo), entre Obispo y Princesa, en el barrio conocido como Fundición.
«Siete años más tarde, en 1947, comienza a confeccionar sus 12 nuevos modelos. Personalidades de toda Cuba y del extranjero visitan frecuentemente la sastrería para que «el moro de Cárdenas» o «el rey de las guayaberas de Cuba» —como indistintamente le dicen—, les confeccione la elegante, cómoda y atractiva prenda.
«No solo sus asiduos clientes lo van a ver en esos años, sino también numerosos turistas extranjeros que recorren la playa de Varadero. Todos adquieren la célebre guayabera de lino, hecha a la medida, con 23 botones de nácar, en colores blanco o crudo que él confecciona con tanta eficacia y destreza».
Las cose su hija Inés, que es en realidad la principal costurera de Said Selman durante toda su vida.
La fama adquirida por el sastre, también llamado simplemente «Eugenio», es tal que a partir de 1950 es contratado por la tienda internacional El Encanto, de la calle Galiano, en La Habana, donde confecciona la criollísima guayabera cubana a diversas figuras y famosos artistas de la radio y la televisión.
«La aceptación de esos exquisitos modelos es tan grande que surge en esa época la llamada campaña “Al Capitolio y a Palacio en guayabera”. La renovada moda ocupa un lugar cimero en el vestuario de profesionales, intelectuales, empresarios, funcionarios estatales y políticos del país que en realidad sustituye la vestimenta del caluroso traje y el chaleco, en una isla de eterno verano».
Ya en 1952 Said decide no renovar el contrato con la renombrada tienda El Encanto y regresa a su antigua y modesta sastrería cardenense, donde en menos de un año recupera toda su tradicional clientela.
El 24 de noviembre de 1959 falleció en la Clínica Modelo del Cotorro, en La Habana, pero fue sepultado en Cárdenas, como era su voluntad, en medio de una impresionante demostración de duelo popular.
EL INNOVADOR MAYOR
Eusebio Leal, historiador de la Ciudad de La Habana, llamó a Said «el innovador mayor de la guayabera en Cuba». Lo hizo el 14 de agosto de 1998, en la exposición por el centenario del natalicio del sastre.
«Tiene razón el Historiador de la Ciudad de La Habana, pues mi padre creó y combinó en las guayaberas siete formas o variantes de bolsillos, las hizo con cuellos de sport y de vestir, de mangas largas y cortas y, sobre todo, eliminando las tiras y tachones de tela cosidos sobre la pieza, porque lo hace directamente de la propia tela, en total 12 innovaciones a la prenda nacida en el Yayabo espirituano.
«Hace bolsillos rectos y curvos, los combina. Crea el modelo Estorino, con bolsillos en forma de bolsa, alforzas a la espalda, pestañas o vistas; el modelo Victoria, con la “V” invertida.
«Mi padre es en la historia un maestro de la guayabera, un diseñador y un as de la sastrería. Luchó mucho por enaltecer y modernizar la tradicional prenda. Un día me dijo: “Ves esa bandera cubana, la guayabera también lo es. La usaron el Generalísimo Máximo Gómez, el Mayor General Calixto García Íñiguez y el General Enrique Loynaz del Castillo. Defiéndela siempre, porque eso también es patriotismo”.
«Yo tengo —apunta Ricardo— tres guayaberas originales, confeccionadas por mi hermana Inés a partir de modelos de mi padre. Y para cumplir con su exhortación, las cuido y las defiendo cuando investigo y cuento esta historia. ¿No lo creen ustedes?».
HISTORIA FAMILIAR
«Éramos ocho hermanos, tres hembras y cinco varones. Viven hoy cuatro, todos hombres: Epifanio, doctor en Ciencias Farmacéuticas, uno de los asesores del Instituto Finlay; Orestes, arquitecto, que reside hace más de medio siglo en Honduras; Eugenio, el conocido cirujano general que preside el Club de los 120 años, y yo, pedagogo jubilado.
«Primero vinieron a Cuba dos hermanas de mi padre, con sus esposos, Asma y Salima, que aquí adquieren los nombres de Emma y Cecilia, respectivamente. A los cinco años, con el Líbano en guerra, mi abuelo paterno autoriza a mi padre, de 16 años y a su hermano Wadih (Miguel), de 13 años, a que vengan a Cuba y se instalen en Cárdenas.
«Es en 1939 que mi hermana Inés, de 13 años, aprende corte y costura con su prima Dulce y la suegra de mi tío Miguel, y un día cosiendo una blusa de “avispero”, mi padre concibe la idea de transformar así la guayabera antigua. Viendo el “avispero” comienza a hacer las alforzas finitas en forma directa en la propia tela y elimina las tiras sobrepuestas, su más notable modificación.
Nuestro estrevistado estuvo más de 30 años como profesor en diferentes niveles de Filosofía e Historia de las Escuelas del Partido, de las que fue fundador. Laboró, por ejemplo, en la Escuela Provincial del Partido Olo Pantoja y en la Carlos “Chiqui” Hernández, en el municipio de Plaza. Se jubiló en el Departamento de Capacitación del ICRT.
«Pero no estoy inactivo, afirma, investigo sobre 12 temas culturales, entre ellos la Campaña de Alfabetización en Cuba, en 1961; la vida y obra de Ernest Hemingway; la migración árabe hacia Cuba y este asunto que me toca tan de cerca de la guayabera cubana».
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