TRINIDAD DE CUBA: CABILDO DE LOS CONGOS REALES
Por Mayra Pardillo Gómez* (Prensa Latina)
Trinidad, Cuba (PL).- El Cabildo de los Congos Reales San Antonio de esta sureña ciudad, enclavada en la central provincia de Sancti Spíritus, muestra el sincretismo entre las culturas española y africana.
San Antonio de Padua, a quien corresponde el 13 de junio en el Calendario Litúrgico Católico, es el santo patrono de la institución, al cual se rinde culto, sincretizado con la deidad yoruba Oggún.
Según Hernán Venegas en Apuntes sobre la decadencia trinitaria en el siglo XIX: “En las primeras décadas del siglo XVIII se alcanzó en la comarca un amplio desarrollo (...) y un aumento del tráfico de esclavos”.
Por su parte José Luciano Franco en Comercio clandestino de esclavos destaca la participación de los negreros criollos y españoles de La Habana y Matanzas (al occidente del país), así como de Santiago de Cuba (al oriente) y Trinidad.
De acuerdo con sus investigaciones, entraron en esta última ciudad nueve barcos con dos mil 310 negros bozales del 5 de enero de 1816 a septiembre de 1817.
Mientras, en Estudio sobre el Cabildo de Congos Reales “San Antonio” de Trinidad (1986, Universidad Central de Las Villas), Leidy Mendoza Lorenzo plantea que varios fueron los grupos africanos asentados en esta localidad.
La investigadora considera que los más sobresalientes de la tercera de las siete villas fundadas por los conquistadores españoles fueron los Yoruba o Lucumí, practicantes de la conocida Regla de Ocha o santería y los congos, de la Regla de Palo.
Tanto los yorubas como los congos se agruparon en las asociaciones denominadas cabildos.
Para Mercedes Lugones, mayordoma y máxima responsable de la instalación, un grupo de congos traídos a Cuba a mediados del siglo XVII compraron la casa y fundaron el cabildo en 1856.
La cofradía trinitaria encontró aquí un lugar para celebrar el novenario de San Antonio cada 13 de junio con fiestas y bailes desde el día anterior hasta el 21 de ese propio mes, asevera Lugones. Antes de rendirle los honores, cada nueve de junio se oficiaba una misa religiosa en memoria de los difuntos.
Con el paso de los años se ha convertido en una importante institución cultural de la villa, fundada en 1514 por el Adelantado Diego Velázquez, a unos 360 kilómetros al este de La Habana.
Trinidad fue declarada en 1988 por la UNESCO, al igual que el Valle de los Ingenios, Patrimonio Cultural de la Humanidad.
En sus orígenes el santuario lo integraban el rey, la reina, el mayordomo y el tesorero, entre otros miembros.
Más adelante los títulos de rey y reina se eliminaron y se optó por el de mayordomo, cargo ocupado llamativamente por mujeres.
Actualmente los descendientes de los entonces directivos del cabildo conservan viva la tradición religiosa e incluso los tambores originales para los toques a San Antonio.
Se trata de una herencia familiar trasladada de una generación a otra. Hoy solo ha disminuido el tiempo del ritual, manteniéndose los días 12, 13 y 21, explica Lugones, un apellido que se reitera en músicos y cantantes de épocas anteriores del cabildo.
Aseguran que muchos son los quienes visitan la sede de la casa para platicar con sus residentes, conocer acerca de su patrón y los toques de tambores.
La Asociación Yoruba de Cuba le otorga la Letra del Año, documento que los rige nacionalmente.
ORÍGENES, FIESTAS Y RITUALES
El cabildo San Antonio tuvo sus orígenes en el siglo XIX, cuando un grupo de congos libres adquirió en 1845 una vivienda con vistas a reunirse para realizar sus actividades, conservar su cultura y ayudar a sus hermanos más necesitados, fundándolo en 1856.
La amplia casa que dio origen al cabildo se ubicó en la calle San Antonio –Isidoro Armenteros, entre Nueva –Independencia– y Callejón del Tamarindo –Pablo Pérez –, con techo de barro en sus inicios y paredes de embarro.
Estaba distribuida en nueve habitaciones, de las cuales seis servían como viviendas familiares de sus miembros y las restantes a las prácticas rituales.
Como todo cabildo de nación, el de los Congos Reales de Trinidad posee una bandera, que al decir de Mendoza Lorenzo es de rayas rojas y amarrillas con el fondo negro, además de la cubana situada en una esquina del altar.
Plantea la investigadora que las leyendas populares definían el lugar donde se encuentra la cueva – en el patio de la vivienda –como morada de una gran culebra alimentada y cuidada por la institución.
Habitualmente el 12 de junio, cerca de las cuatro de la tarde, al santo se le destinaba su comida, la cual consistía en un ajiaco depositado en una jícara, su oté o aguardiente de caña, velas alrededor y cantos.
Ese mismo día los festejos se iniciaban con una procesión en horas de la tarde y se trasladaba hasta la Iglesia de Paula la imagen y su tambor – aunque tenía las mismas características que los del cabildo, jamás se usaba en otras celebraciones.
Al siguiente día, alrededor de las 11 de la noche, se le volvía a servir similar comida y la anterior era llevada al río Táyaba.
Para los estudiosos, la institución se convirtió en un componente significativo en la aparición de expresiones culturales que hoy son consideradas patrimonio tradicional de la localidad.
Oggún, el dios herrero, vino con los negros esclavos y aunque para poder celebrar sus fiestas ellos tuvieron que simular adoración a un santo católico, la tradición cultural ha llegado hasta nuestros días en una mezcla ya por siempre inseparable.
*Corresponsal de Prensa Latina en Sancti Spíritus.
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