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sábado, agosto 18, 2007

La noche en que Max Roach pudo conquistar La Habana

Por Pedro de la Hoz (Granma)

Cuando Max Roach vino al festival internacional Jazz Plaza en 1989, Leonardo Acosta le arrancó una confesión. No era la primera vez que el célebre baterista norteamericano estaba en Cuba.

Dijo haber venido a mediados de los años cincuenta y quiso entonces acceder a Tropicana, intrigado por lo que había oído hablar de sus espectáculos y, sobre todo, de los músicos cubanos que allí hacían suyas las sonoridades del jazz. Pero le negaron la entrada por negro.

Otra resultó la acogida en Jazz Plaza. Roach conquistó definitivamente a La Habana, sobre todo cuando se integró a la línea de percusión de Irakere y demostró con creces su amplísimo espectro rítmico. Al término de aquella memorable sesión prodigó elogios a los bateristas Enrique Pla y Oscarito Valdés, al tumbador Miguel Angá y al veterano Oscar Valdés, quien ofició en el chequeré y los tambores batá. Bajo la presidencia de Chucho Valdés, Jazz Plaza le dedicó nueve años después la decimoctava edición del festival.

Roach murió el último jueves a los 83 años de edad en Nueva York. Con su adiós quedó una época atrás, la de los grandes nombres del bebop, los extraclase que modificaron la corriente jazzística principal en los años cuarenta. No por gusto Charlie Parker, Coleman Hawkins, Duke Ellington, Thelonius Monk y Miles Davis contaron con él. Y como para nunca olvidar su quinteto de hardbop coliderado por Clifford Brown.

La crítica consagró a Roach por sus improvisaciones e innovaciones rítmicas, y una actitud heterodoxa en la que sobrepasó las fronteras del jazz al colaborar con coros de gospel, grupos de hip-hop, artistas visuales y todo tipo de iniciativas musicales.

"Cualquiera puede adquirir la técnica, pero el verdadero reto es traer a este mundo un signo de individualidad y de identificación", dijo en una ocasión seguramente pensando en su larga dedicación a la ejecución jazzística.

Roach no vivió aislado en su música. En varias ocasiones manifestó su adhesión a la lucha por los derechos civiles de la comunidad negra en su país. Y en 1985 estuvo entre los principales protagonistas del concierto internacional por la libertad de Nelson Mandela.

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