Nelson Rodríguez: Titón fue mi gran maestro (1)
Por Pedro Gutiérrez (La Jiribilla)
Comencé a trabajar con Titón en Memorias del subdesarrollo. Él editó sus películas anteriores con mi maestro Mario González, un gran editor, muy famoso en el cine mexicano, en su época de oro, incluso tenía un premio Ariel. Él regresó a Cuba cuando triunfó la Revolución Cubana y se incorporó al ICAIC.
Mario era el editor de Titón, pero Memorias… exigía, por su complejidad, otro tipo de edición. Es una película armada a partir de materiales de ficción con puesta en escena diseñada para ella, de materiales de archivo, materiales realizados con cámara escondida en las calles, además de multiplicidad de historias. Entonces él quería una mirada diferente. Mario era ya una persona mayor, muy académico. Titón me dijo: “Mario va a querer hacer las cosas de una manera convencional y yo quiero una cosa más fresca, más suelta”.
Yo había editado muchos documentales y ya me conocían, era joven y la gente de menos edad tiende a ser más ágil, más sutil con un tipo de trabajo, como el que requería esa película, quizá decidió trabajar conmigo por eso.
Titón fue para mí un gran maestro, una persona con mucho rigor en la puesta en escena. Era un hombre muy seguro, muy claro de lo que quería hacer.
Él me daba la concepción de lo que quería decir en una determinada secuencia, yo tomaba todo el material y trabajaba a partir de sus ideas. Buscaba una forma de estructurar aquello. Al otro día, él venía a verlo y me preguntaba: “por qué pusiste ese plano detrás de este... por qué quitaste aquel...” Era una persona que, en lugar de cuestionar, indagaba. Te obligaba a analizar lo que hacías en un montaje y el porqué lo habías hecho. Era una forma impresionante de aprender, porque tenía que buscar una justificación para cada decisión que tomaba.
Pienso que su cine no puede clasificarse como cine de autor, como pudiera serlo el de Humberto Solás. En Titón hay mucha variedad, aunque siempre siguiendo una intención muy precisa. Edité cuatro películas junto a él y son totalmente diferentes entre sí.
Memorias del subdesarrollo, Una pelea cubana contra los demonios, La última cena y Los sobrevivientes son películas con estilos y objetivos estéticos diferentes. Van desde la comedia de humor negro, hasta el drama histórico y desde una búsqueda formal hasta un tratamiento más clásico.
Era un hombre muy riguroso; él sabía exactamente lo que quería en cada momento. Por ejemplo, no le gustaba que los actores cambiaran los textos porque ya desde el guión, en los diálogos, estaba implícita la idea. Por eso tal vez ensayaba mucho.
Estaba muy vinculado al fotógrafo, sobre todo, a Mario García Joya. Tenían una relación muy cerrada. Titón le sugería a Mayito lo que quería y este sabía exactamente lo que tenía que hacer.
Cuando tenía dudas con algún momento de la puesta en escena, siempre se protegía buscando otro ángulo, otro punto de vista. Eso lo hizo en Memorias... en varias secuencias, se filmó mucho para luego seleccionar cuál funcionaba mejor.
Memorias… tenía un guión de esos que se llaman de hierro. Todo el mundo dijo que estaba perfecto, que no faltaba nada. Sin embargo, ocurrió una cosa interesante con esa película. Cuando ya estaba terminada de editar, incluso con la banda sonora hecha, se estaba haciendo la mezcla sonora final, la vimos por primera vez completa y Titón detectó un problema en la estructura.
Era una película concebida por segmentos, como si fueran capítulos, unidos por un personaje que se va definiendo y que va siendo matizado por otros que van apareciendo coyunturalmente. Había un personaje, el que interpreta Eslinda Núñez, que aparecía fragmentado a lo largo de toda la película. Cuando la vimos esa primera vez, nos dimos cuenta de que eso no funcionaba porque no tenía nada que ver con el resto, y todos coincidimos con que era preciso una reestructuración y agrupar a ese personaje en un mismo bloque para que la película tuviera un balance exacto.
Creo que en el cine de ficción es el punto clave, el punto más alto de nuestra cinematografía. Creo que es el cineasta más importante que hemos tenido. Fue un cineasta que abordó las grandes temáticas vinculadas a la Revolución, cada una en su momento preciso.
Memorias… y La muerte de un burócrata, realizadas en los años 60 fueron dos películas esenciales, como también lo fue, ya al final de su vida, Fresa y chocolate, muy vinculada a la Cuba de los años 90. Pero esa misma importancia, la tiene para el cine cubano de los 70, La última cena, no obstante ser una película histórica. Es una película extraordinaria, no solo por su forma, que es magnífica, sino por todo lo que está planteando.
Creo que fue con la persona que más aprendí, para mí fue un gran maestro. Siempre mantuvimos una buena relación, no tuvimos ningún problema, pero no enganchamos, creo que era un problema de personalidades. Pero lo admiré siempre. No fuimos grandes amigos pero nos respetamos.
Me hubiera gustado trabajar en sus dos últimas películas pero no estaba en el ICAIC.
Nelson Rodríguez: Editor de Memorias del subdesarrollo, Una pelea cubana contra los demonios, La última cena y Los sobrevivientes.
(1) Transcripción de las entrevistas incluidas en el capítulo correspondiente a Titón en la serie documental Disparos al sol (Cinematografía Educativa, 1999), dirigida por Pedro Gutiérrez Torres.
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