Museos cubanos: Guardianes del Patrimonio
El patrimonio histórico de La mayor de Las Antillas, acumulado durante siglos, encuentra refugio seguro en una amplia red de museos que se extiende por todo el país para preservar el legado de épocas pasadas.
El mencionado esquema incluye cerca de 290 instalaciones de los más variados diseños y contenido, de las cuales 14 clasifican como museos de arte, siete de ciencias y tecnología, cinco de etnografía y antropología y 68 de historia.
Otros nueve se consideran especializados, 164 generales y cuatro de arqueología, todos ellos con un objetivo común: trasladar las enseñanzas de antaño a la nueva realidad de la isla.
La principal plaza de la isla en esa actividad es, sin dudas, la capital, con una amplia gama de instalaciones para los gustos más diversos, muchas de ellas únicas en el país.
De particular interes resultan las tradiciones y evoluciones de las monedas en el archipiélago, contadas a través de las más de 100 mil piezas que figuran en la actualidad entre las colecciones del Museo Numismático de La Habana.
Medallas, condecoraciones varias, papel moneda, bonos, billetes de lotería, documentos numismáticos e incluso falsificaciones detectadas en el país figuran en el patrimonio del centro, agrupadas por las diversas etapas que comprenden la historia cubana: Colonia, República en Armas, seudorrepública y posterior a 1959.
Asimismo, en un inmueble edificado en 1791 y conocido como el Palacio de los Capitanes Generales -sede de la administración colonial española durante más de 100 años- se localiza el llamado Museo de la Ciudad.
La residencia de estilo barroco contiene exponentes que reflejan una vista panorámica de la ciudad, desde su fundación bajo el nombre de San Cristóbal de La Habana hasta el presente, así como varias salas dedicadas a las guerras cubanas por la independencia nacional.
Los recuerdos también tienen su espacio en el Museo de Arte Colonial, ubicado en la Plaza de Catedral -una de las mejor conservadas en el centro histórico de La Habana- y construido hacia 1720 con el estilo señorial del siglo XVIII.
En los amplios salones del centro se exhibe una colección representativa de la decoración y muebles de las grandes mansiones coloniales habaneras de la época, todo ello adornado con el impresionante arte de los vitrales.
Para los visitantes de países con predominio de la población musulmana la ciudad reserva los atractivos de la llamada Casa de los Arabes, donde los creyentes disponen incluso de una sala para las plegarias.
Asimismo, se localiza una excelente muestra de las armas de los siglos XVIII y XIX, enchapadas en oro y plata y con un detallado trabajo de ornamentación, todo ello desplegado en un inmueble que refleja la influencia árabe en la arquitectura cubana, llegada de manos de los maestros españoles.
La oferta museable de la capital cubana incluye asimismo exponentes precisos del estilo constructivo barroco en la isla, una muestra de la cual lo constituyen las edificaciones del convento e iglesia de San Francisco de Asís.
Autos antiguos, mudos testigos de siglos ya pasados, se suman a recorridos por la historia de productos tradicionales de la isla, el ron y el tabaco entre ellos, todo mezclado en una combinación para dar respuesta a la curiosidad de los turistas.
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