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lunes, diciembre 03, 2007

Polo Montañez vive en su montón de estrellas

Por Jesús Risquet (Jesús on Line)

Un quinquenio atrás al fallecer el cantautor pinareño Polo Montañez, calló una voz y desde entonces su universal guitarra guarda secretos acordes de cubanía en el corazón de la Sierra del Rosario, cuna del bardo, donde retornó el emblemático instrumento para la eternidad.

Guajiro Natural, así se conoce al tercer artista de la nación caribeña en obtener un Disco de Platino, en una carrera profesional rauda y fugaz, que luego de su deceso cantantes, poetas y escritores se empeñan en perpetuar con esfuerzos tan marcados como los surcos de las manos y el rostro de aquel hombre curtido por el trabajo campestre.

Son varios los libros sobre su vida, su casa museo en las montañas de la comunidad Las Terrazas es cita de tantos, en la bóveda no falta una flor y el grupo musical formado por familiares y amigos grabará próximamente el álbum Seguiré mi camino, con muchas de las canciones compuestas por él.

Fernando Borrego Linares se nombraba realmente el ícono de multitudes en toda Cuba, tierras de Europa, Asia y en Colombia, país del cual fue hijo ilustre, cuando el accidente de tránsito ocurrido el 20 de noviembre de 2002 puso a un pueblo en vigilia, hasta el deceso el día 26.

Nacido en una familia de carboneros, entre 12 hermanos, antes fue cortador de caña, ordeñador de vacas, tractorista, pero en las noches el guateque o fiesta campesina bajo las estrellas de la nocturnidad cubana lo reclamaban, y mientras actuaba en el hotel La Moka, de corte naturalista, un representante de la disquera francesa Lusáfrica lo lanzó al mundo artístico.

Escasa su vida en la fama, apenas de los 45 a los 47 años, con sólo dos discos Guajiro Natural y Guitarra Mía, sin embargo Cuba aún lo llora "porque aquí se premia, sostiene su última compañera Addys García, la entrega de cualquier ser humano sin necesidad de ser ídolo, máxime cuando Polo tuvo el poder de casi ignorar su condición y vivir como uno más".

Quizás una de sus canciones antológicas Un montón de estrellas hable por él, que deseó regalar a un gran amor los cuerpos celestes al abrigo hoy de su recuerdo como antes lo acompañaban en las noches de regreso al bohío guitarra al hombro.

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