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miércoles, agosto 01, 2007

Jardín Botánico Nacional: paisaje evocador

Por Alina M. Lotti (Trabajadores)

Con una vegetación cuidadosamente expuesta, seleccionada según características y áreas geográficas de procedencia, el Jardín Botánico Nacional (JBN) resulta una maravillosa oportunidad no sólo para estimular los músculos del cuerpo, sino también para extender las alas del corazón.

Seiscientas hectáreas dedicadas a la más disímil flora permiten al visitante un acercamiento particular al mundo de las plantas: paisajes típicos de nuestro país y ejemplares de la flora tropical y subtropical del planeta, así como colecciones ubicadas bajo techo o al aire libre, como la de palmas, con casi 200 especies, o el bosque arcaico, donde se muestran formas vegetales muy primitivas.

Su desarrollo se inició en 1968, y tuvo como antecedente la fructífera amistad entre el joven botánico alemán Dr. Johannes Bisses* y el Presidente cubano Fidel Castro, quien el 6 de enero de ese año anunció la creación del JBN en el acto de inauguración del pueblo de Valle Grande, en el entonces Cordón de La Habana.

La institución —adscripta a la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana— quedó abierta al público en 1984 con el objetivo de mostrar la biodiversidad vegetal tropical y la importancia de su conservación a través de acciones de educación ambiental.

El Jardín tiene un marcado propósito científico, por lo cual cuenta con una biblioteca especializada y un laboratorio de conservación, donde actualmente se cultivan in vitro plantas en peligro de extinción, por ejemplo, algunos cactus.

En el herbario del JBN, considerado el segundo en importancia de Cuba, se atesoran cerca de 200 mil muestras, con más de 100 años de colectadas, las cuales se mantienen con bajos niveles de humedad y libres de insectos y plagas.

Si algo distingue a la institución es el Jardín Japonés denominado Kaiyu-Shiki-teien —literalmente significa Jardín de los Paseos—, un lugar excelente para dar rienda suelta a la imaginación y la meditación.

Inaugurado en octubre de 1989, fue proyectado por un conocido arquitecto paisajista japonés y donado por la Asociación Conmemorativa para la Exposición Mundial del Japón como símbolo de amistad, en ocasión del aniversario 30 de la Revolución cubana.

En el sitio seleccionado para su construcción existía un pequeño embalse, así como un restaurante, ahora integrado al conjunto como mirador y lugar ideal para degustar los más variados platos de la comida vegetariana.

Julio y agosto son meses en los que el JBN refuerza sus actividades, ya que pequeños y adultos incrementan notablemente las visitas.

Payasos, titiriteros, compañías de teatro infantil, concursos de artes plásticas y narrativa, actividades deportivas organizadas por el Instituto Cubano de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) y el tradicional Festival del Bosque, este año con el tema central Los árboles como fuente de energía y vida, así como los ya tradicionales recorridos por las áreas, son de especial agrado para quienes se trasladan varios kilómetros en busca de un disfrute diferente.

*El Dr. Johannes Bisses llegó a nuestro país en 1966 invitado por la Universidad de La Habana, y rápidamente se convirtió en un profundo conocedor de la flora cubana.

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