Con la furia de un cimarrón
Por Ada Oramas (Tribuna de La Habana)
Comprometido hasta las honduras más profundas de su pensamiento y sentir, el destacado intelectual Miguel Barnet es “un orfebre de las letras”, como le calificara Carilda Oliver Labra. Otorgó un cauce renovador a la novela testimonio con Biografía de un cimarrón, que cuenta con más de 70 ediciones en numerosos idiomas y su poesía ha sido traducida a 12 lenguas.
Presidente de la Fundación Fernando Ortiz y Premio Nacional de Literatura 1994, ha obtenido innumerables lauros de enorme repercusión internacional, dos de los cuales obtuvo en Italia este año: el de la ciudad de Trieste, por su poemario Fuego común y el premio Camaiore, de Viareggio, por la antología El poeta en su isla.
Al cabo de 40 años de su publicación, ¿qué valor confieres a Biografía de un cimarrón en tu creación literaria?
–Me ha acompañado siempre y es como mi gran caballo de batalla. Puedo escribir muchos otros libros, pero aquel será siempre una especie de sello identificativo y me honro en reconocerlo. Lo escribí con mucha pasión, realicé una investigación muy acuciosa previamente, sobre el siglo XIX y la esclavitud, y profundicé en aspectos poco conocidos, como la vida íntima de los esclavos.
“No solo tuve en cuenta lo relativo a sus comidas y sus ritos, sino la manera en que interactuaban dentro del barracón, durante las jornadas agotadoras de su labor, casi como bestias de tiro; cómo muchos de ellos, convertidos en cimarrones, se incorporaron a las guerras de independencia (este es el caso de Esteban Montejo) y luego se integraron, a una sociedad con otros sistemas de comunicación, más civil.
“Por todo esto lo considero un libro emblemático. Cada día cuenta con más ediciones, porque es la historia de un rebelde, de un solitario, quien lucha contra los molinos de viento. En este caso, el protagonista de mi novela es la versión cubana de un Quijote. Debió luchar de veras, no contra una fantasía, como el personaje cervantino, pues debió enfrentar obstáculos reales: el oprobio, el látigo, la humillación, por ser esclavo y negro.
“La dignidad y la ética, reflejadas en ese libro, tienen mucho que ver con los procesos históricos nuestros, la idiosincrasia del cubano, pues somos herederos de esa tradición de lucha, realmente épica. Por eso podría definirla como un rescate de la historia de las llamadas gentes sin historia. La bibliografía acerca de Cimarrón es muy amplia y abarca su repercusión en Cuba y el mundo.
Este libro posee connotación de símbolo, pues subvierte el significado del vocablo cimarrón, de fugitivo a rebelde...
–Lo de fugitivo se aplicó a los animales que huían y luego se amplió su significado a los seres humanos. Primero a los aborígenes y luego a los esclavos africanos. Evidentemente, el concepto se ha enriquecido por la propia Historia de Cuba, pues los cimarrones han dejado un terreno allanado para los futuros revolucionarios.
“Las primeras sublevaciones de esclavos en Cuba, las cuales datan de mediados del siglo XVIII, recogidas por los historiadores, fueron brechas que se abrieron para dar paso a los Padres de la Patria y liberar al país del yugo colonial.
“Pero si fueron ellos Carlos Manuel de Céspedes, Francisco Vicente Aguilera, en las primeras guerras de liberación, y en la de independencia, José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez, los abuelos de la Patria son los cimarrones, pues abrieron el camino para las luchas subsiguientes.
“Nosotros hemos vivido montados encima de un caballo con un machete en la mano, luchando primero para fundar la Patria, frente al yugo del colonialismo despótico de España; después contra las intervenciones norteamericanas y sus dogales oprobiosos como la Enmienda Platt, y ahora contra todos estos planes destinados a oprimir al país y propiciar de que Cuba se entregue a Washington.
“Quien piense así no nos conoce ni nos valora. Todos los cubanos somos cimarrones y el plan Bush tiene como contrapartida a esos cubanos cimarrones que somos nosotros, decididos a no dejarnos pisotear más por la bota colonial o imperialista.”
Estamos en la antesala del Día de la Cultura Nacional, ¿cuál significado adquiere la celebración de la efemérides este año?
–Siempre posee un significado muy grande, pues si de algo nos podemos enorgullecer los cubanos es de tener una rica cultura, un acervo cultural de un poder extraordinario. Esa es la razón por la cual hemos luchado con argumentos y tenemos esa identidad tan enraizada, mezcla de elementos hispánicos, africanos, asiáticos y de Europa central, en ese ajiaco a que aludió Don Fernando para caracterizarnos en una definición muy concreta: lo cubano.
“No es una abstracción, sino algo que se siente. Es como una esencia que llevamos por el mundo. Por eso, los cubanos que viven fuera de Cuba, reflejan un estado inconsolable, pues tenemos un país con muchas raíces, con mucha cultura, dadas no solo en la danza, la música y la literatura, sino en la manera de actuar.
“La cultura no es un cúmulo de información o de hechos y expresiones culturales y artísticas. Representa un estado del ser. Hay personas portadoras de mucha información, pero no tienen cultura. Este es un país donde el pueblo ha creado ese tesoro extraordinario del cual nos enorgullecemos.
“Por todo esto, el 20 de Octubre, Día de la Cultura Nacional, se hacen más reales y adquieren mayor vigencia y significación las palabras de Fidel en el VI Congreso de la UNEAC, cuando dijo: lo primero que hay que salvar es la cultura. Por eso siempre he dicho que Fidel es el mayor cimarrón.”
Nuestra cultura ha alcanzado un nivel de desarrollo impresionante, pero ¿cómo sería sin bloqueo?
–Sin el bloqueo tendríamos más libros, mayores posibilidades para las representaciones teatrales y difusión de la música.
“El cubano ha demostrado frente a un bloqueo tan criminal como el que hemos sufrido durante más de 45 años, cómo la cultura sigue floreciendo, a pesar de las dificultades técnicas y materiales que son muchas. Pues el daño ocasionado a Cuba es de cientos de millones de dólares y una gran parte de esa cifra está relacionada con la vida cultural de nuestro país.
“Aun así permanecen los teatros abiertos. Algunos no tienen aire acondicionado, ya lo sabemos, pero están abiertos. Existe un movimiento teatral admirable, al igual que el literario, el cual considero muy importante. Poseemos una literatura joven muy rica, saludable, sumamente ingeniosa y crítica, con planteamientos profundos, pero constructivos.
“Nuestro movimiento danzario es realmente extraordinario y, en cuanto al nivel de la plástica, no tiene comparación con ningún otro país de América Latina. Estamos sobreviviendo con dignidad y con frutos, a pesar de ese maldito bloqueo que esperamos desaparezca, porque no tiene ningún sentido ni explicación algo tan criminal, absurdo e inútil.”
¿Cómo asume Miguel Barnet esta realidad que vivimos hoy en Cuba, como ser humano, escritor y revolucionario?
–La persona que soy no se puede separar del escritor ni del revolucionario. No soy un hombre político, pero sí un revolucionario. Siempre fui de izquierda, un rebelde en mi ámbito familiar. Me expresé así y sigo siendo así.
“¿Cómo me expreso y cómo vivo?...
Con todas las contradicciones de un ciudadano común y con el orgullo de pertenecer a una sociedad modelo, que no es perfecta, porque todo es perfectible, pero es un modelo, pues quien ha viajado como yo por los países de América Latina y, sobre todo, de Centroamérica, se da cuenta que un paso atrás, una vuelta atrás, sería nefasto para este país y eso nunca va a ocurrir, porque el cubano no renunciará ni a la Patria ni a su identidad y las defenderá con la furia de un cimarrón en el monte.
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