UNA QUINTA PRODIGIOSA O LA LOZANÍA DE 120 AÑOS
Por Lisandra Fariñas Acosta (Granma)
Don Manuel Valle
Fernández supo desde el primer momento que estaba comprando «la mejor propiedad
de La Habana», y hacerlo además a un precio más que módico era una oportunidad
no despreciable. No pudo palpar en lo que se convertiría aquella finca de nueve
caballerías de tierra (120 hectáreas) en la Calzada del Cerro; y ni siquiera
ver concluida el primer pabellón de lo que sería la Casa de Salud «Covadonga».
Asturiano con visión
propia, tuvo claro que ese era el sitio perfecto para que el Centro Asturiano
de La Habana, del cual era su presidente, tuviese, allí, en esa ciudad
extramuros que crecía y comenzaba a cotizarse por la sociedad de la época, ese
lugar de descanso y curación.
Las pequeñas
clínicas de socios que había en la capital, ante la afluencia de inmigrantes
hacia la segunda mitad del siglo XIX, donde los asturianos figuraban entre la
mayoría, resultaban insuficientes.
Cuentan que Don
Manuel enfermó pronto —se presume que de tuberculosis—, pero antes de partir a
Europa buscando una salvación, dejó 6 000 pesos en oro para la construcción de
un nuevo pabellón, y «es por eso que el primero lleva su nombre», y por su
entrega es que se construye una estatua en su honor y se coloca en el centro
del parque más importante de la quinta.
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La primera piedra de
lo que sería luego uno de los hospitales más completos de toda la América fue
colocada el 19 de abril de 1896. Casi un año después, el 15 de marzo de 1897,
reportan las crónicas de la época que se inauguraba, a pesar de la guerra
persistente que libraba Cuba en esos momentos, aquella Quinta en la resaltaban
entre el verde exuberante de la fronda, tres edificios bautizados con los
nombres de «Manuel Valle» «Rafael García Marques» y «Ramón Argüelles», en
tributo a sus tres benefactores.
Nació esta Casa de
salud concebida solo para hombres y no fue hasta el año 1932 que se dio ingreso
a la mujer como asociada, después de un acuerdo mayoritario de la Junta
Directiva del Centro Asturiano. Sin
embargo, siete años después de tomado, es que sería atendida la segunda mujer,
según consta en los archivos del hospital la tarjeta de inscripción a nombre de
María Covadonga Sierra Suárez.
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El recuento lo hace
el doctor Francisco Rosell, Máster en Longevidad satisfactoria y jefe del
servicio de geriatría, quien, apasionado con el lugar de trabajo de tantos
años, ha hurgado en sus orígenes para que los antecedentes no se pierdan.
«Porque es una historia muy rica, valiosa. Son 120 años».
Entonces habla a
Granma, a ratos de la «Covadonga», a ratos de la «Covadonga Revolucionaria» o
del Hospital Docente Clínico Quirúrgico Salvador Allende.
«Con el triunfo de
la Revolución, esta clínica pasó a llamarse Quinta Covadonga Revolucionaria, y
luego, como el resto de los centros privados que existían en el país, integró
el sistema nacional de salud», explica el doctor Rosell.
Recorre con cuidado
cada hito acontecido en el llamado «sanatorio de América, debido a la
distribución de sus pabellones, mediados por parques y árboles».
El año 1902, dice,
tuvo por ejemplo un significado especial. «Aquí, en uno de los pabellones de
esta institución, se escribió lo que podríamos llamar el último capítulo de la
tragedia de la Fiebre Amarilla para Cuba, pues se diagnosticaron los últimos
casos de esta enfermedad en el país gracias al trabajo perspicaz de sus
médicos», subrayó.
Asimismo, la
historia del centro recoge que fue, en el año 1921, de conjunto con la quinta
de los Dependientes, los dos primeros hospitales que tuvieron
electrocardiógrafo en el país, lo que evidencia que tuvo acceso a las más
modernas técnicas de la época.
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Solo cuatro días
habían pasado del ultraje, cuando el 15 de septiembre de 1973, el doctor
Portilla, entonces Secretario General del Sindicato de este centro de salud,
propone en una asamblea sindical presidida por el compañero Lázaro Peña, que se
cambiara el actual nombre del Hospital, por el de «Doctor Salvador Allende», en
honor al destacado luchador chileno y amigo de Cuba, que había sido asesinado
durante el golpe de Estado fascista perpetrado en esa nación por el dictador
Augusto Pinochet. Y así fue, por decisión unánime de su colectivo, comenta a
nuestro diario la hoy directora de esta institución, doctora Mylene Vázquez
Martínez.
Como constancia allí
está el parque Grandes Alamedas, un Salvador Allende en bronce que saluda, y la
apuesta por construir ese mundo mejor de cada uno de los 1 774 trabajadores que
transitan cada día por los 136 000 metros cuadrados que ocupa la instalación
con sus 40 pabellones. Para la entrevistada, este hospital de subordinación provincial,
que atiende a más de medio millón de ciudadanos en la capital cubana, se
esfuerza porque cada una de sus 30 especialidades brinde un servicio médico de
excelencia.
Con 24 salas
destinadas a la atención de pacientes y 432 camas, este hospital atiende
diariamente en consulta externa unas 254 personas como promedio, y 169 por
cuerpo de guardia. El pasado año sumaron 12 788 los ingresos en la institución,
subrayó Vázquez Martínez.
Cuenta con servicios
de referencia para el cáncer de mama y el cáncer de pulmón, y acoge a los
Institutos de Angiología y Neumología. Por otra parte, mencionó el centro de
referencia de gastroenterología, donde se atiende el sangrado digestivo con
guardia de 24 horas, y se realizan procederes de endoscopía y colonoscopía diagnóstica.
Como otros servicios
de impacto, la doctora citó el de enfermedad cerebrovascular, «pues tenemos una
sala de ictus donde ingresan todos los pacientes con hemorragia e isquemia, y
se atienden en las primera horas del evento para disminuir la mortalidad».
Asimismo, dijo que
la institución tiene un programa de integración en el cual alrededor de 20
especialidades diferentes se trasladan a los cuatro policlínicos del área, para
brindar consulta sin que estos pacientes tengan que movilizarse al hospital, en
especialidades tan importantes como ortopedia, neurología, urología y
geriatría.
Respecto a esta
última, destacó que el hospital dispone de 40 camas para la atención de los más
adultos y tiene el privilegio de contar, gracias a la impronta de la doctora
Mayra Rosa Carrasco García, el Primer Hospital de Día de Geriatría del país,
cuyo reconocimiento nacional e internacional y sus méritos lo han hecho
acreedor de ser centro de referencia docente de la capital. «Aquí ingresan los
adultos mayores de riesgo del Cerro, y se les proporciona una consulta integral
de geriatría, psicogeriatría, entre otras; y cuando terminan regresan a la
comunidad con mayor salud».
***
«Sabemos que este
siempre fue un sitio admirado por disímiles visitantes: marqueses, cardenales,
artistas, princesas… Cuanto vapor salía de Europa, era casi obligado visitar la
quinta una vez llegara a Cuba. Llamaba mucho la atención la arquitectura, los
jardines, la flora… », dice el doctor Francisco Rosell. «Pero hoy, la reliquia
de los trabajadores de este hospital es la presencia de Fidel», afirmó. Aún se
conserva la frase que de puño y letra dejara en el libro de visitas un 11 de
febrerode 1986: «Para el Salvador Allende, hospital modelo y modelo de hospital
en desarrollo, que será émulo del Hermanos Ameijeiras. Sus médicos, técnicos,
enfermeras y demás trabajadores están demostrando que en un hospital como en
todo, lo esencial es el hombre… o la mujer».
Se calcula, comentó,
que entre 17 y 22 ocasiones llegó el líder de la Revolución a este centro. «El
Comandante vio al Salvador Allende como el laboratorio de una serie de ideas
que él tenía, y más que eso, el sentido de pertenencia… constatar las obras que
se hicieron gracias al trabajo voluntario», rememora el doctor Rosell.
Y menciona entonces
entre los tantos momentos el apoyo incondicional, el seguimiento casi diario al
proyecto de retinosis pigmentaria y al profesor Orfilio Peláez, hasta ver nacer
el primer servicio y el Centro de Referencia Nacional de Retinosis Pigmentaria;
o cuando presidió, con motivo de los 100 años del centro, el acto de
aniversario, y fue colocada en su presencia, en las inmediaciones del pabellón
Pepito Tey, una tarja conmemorativa en una de las paredes del edificio, a la
sombra de dos ceibas centenarias, que aún permanecen y que simbolizan el lugar
donde se puso la primera piedra por los
asturianos, cuando se iba a iniciar la construcción del sanatorio.
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Muchos resultados avalan la trayectoria de un centro
al que necesariamente hay que acudir también en la historia de la salud pública
revolucionaria. «La primera sala de terapia intensiva de la capital se
construyó aquí; y la más grande, con 66 camas. El hospital ha mantenido una
labor docente investigativa ininterrumpida desde los años 70, y en sus salas se
han llevado a cabo estudios como el ensayo clínico sobre el uso del Trofìn
(reconstituyente y antianémico específico por déficit de Hierro) en los seres
humanos, que permitía una nueva terapéutica no invasiva, y con buenas
expectativas farmacológicas. La primera universidad de adultos mayores en Cuba
se gestó aquí en el año 1994», afirmó el doctor Francisco Rosell.
En estos días,
celebrando los 120 años de fundado, esta institución centenaria se regocija.
Prepara una jornada de celebración donde se presenten libros, se impartan
conferencias magistrales de sus más prestigiosos profesores. Alista los premios
anuales Salvador Allende a los trabajadores destacados, los premios por la obra
de toda la vida, al mejor cuadro del centro y a los mejores profesores docentes
e investigadores.
Pero sobre todo, se
mira a sí mismo, se esfuerza el colectivo «por llevar adelante ese programa de
sostenibilidad, que comienza por lograr la concientización de pacientes,
acompañantes y trabajadores del lugar, para que no se deteriore lo que ya se
arregló. Se trata de fomentar el sentido de pertenencia de todos, que se quiera
cuidar; porque el propósito es la satisfacción y atención de los pacientes»,
insistió la directora de la institución.
Desde que comenzara
en el 2003 el programa de inversiones, y se complementara con el de reparación
y mantenimiento, otra cara muestran servicios como el de anatomía patológica,
que culminó su revitalización en el 2016, y es uno de los de «mayor impacto, en
tanto en el mismo se realizan los diagnósticos de citología y biopsia de todas
las patologías que así lo requieran, y brinda asistencia a los institutos de
Angiología y Neumología, así como a toda el área de salud».
Asimismo, fueron
renovados los servicios de gastroenterología y la unidad de ictus y la sala de
enfermedades cerebrovasculares. Para el 2017, precisó Vázquez Martínez, la
inversión abarcará el área del laboratorio clínico y microbiología, y recibirán
reparación dos salas de ortopedia, dos de cirugía, la sala de terapia intermedia
y los salones de operaciones. «Se culminaría así la revitalización del bloque
crítico (donde se atiende a los pacientes más graves)».
Un buen motivo para
celebrar estos 120 años, y más aún, para esmerarse en que se cumplan con mayor
salud para el pueblo cubano.
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