CONCIENCIA DEL RIESGO ES SEGURIDAD
Alrededor de la
mitad de la población de las Américas están en riesgo de contraer una o más
enfermedades transmitidas por mosquitos, garrapatas, moscas y otros vectores,
alertó la OPS en el marco del Día Mundial de la Salud
Por Lisandra Fariñas Acosta (Granma)
Alrededor de la mitad de la población de las Américas (500 millones de personas) están en riesgo de contraer una o más enfermedades transmitidas por mosquitos, garrapatas, moscas y otros vectores, alertó en el marco del Día Mundial de la Salud, el pasado 7 de abril, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en un llamado de acción a gobiernos, comunidades e individuos a redoblar esfuerzos para controlar la propagación de estas enfermedades.
Los visibles efectos
del cambio climático, la globalización, el aumento de los viajes y el
transporte de mercancías, así como el crecimiento urbano son algunos de los
factores que propician la diseminación de enfermedades como el dengue, la
malaria, el mal de chagas y el virus del chikungunya, entre otras, fuera de las
zonas tradicionales de incidencia.
Sobre esta última,
el Ministerio de Salud Pública de Cuba informaba a la población el pasado
miércoles 18 de junio la detección en nuestro país de seis casos importados de
la enfermedad, y ratificaba la necesidad de intensificar la lucha antivectorial
que desde hace años se realiza en todo el territorio nacional contra el
mosquito Aedes aegypti. Al mismo tiempo, las autoridades sanitarias explicaban
que el personal de salud está debidamente capacitado y se han adoptado las
medidas requeridas para la atención de los casos.
VIRUS DEL
CHIKUNGUNYA: INFORMACIÓN NECESARIA
¿Qué significa
chikungunya? Su nombre es de origen makonde —lengua de Tanzania, territorio
donde fue detectado por primera vez en 1952— y significa enfermedad del hombre
retorcido, porque las personas se encorvan debido al intenso dolor que les
provoca en las articulaciones.
Es endémico del
sudeste asiático, África y Oceanía, pero a América no había llegado hasta
diciembre del 2013. Desde entonces se ha propagado rápidamente por el Caribe.
La OPS emitió desde
finales del pasado año, una alerta epidemiológica ante la detección de los
primeros casos de transmisión autóctona de fiebre por chikungunya en la región.
En el último reporte
emitido por esta organización el 13 de junio, sobre la situación epidemiológica
en las Américas en relación con el virus, estima en 165 mil 990 el número de
casos reportados como sospechosos en países o territorios con transmisión
autóctona de chikungunya. De estos, confirmados hay hasta la fecha unos 4 576,
mientras suman 14 los fallecidos.
Respecto a los casos
importados que se reportan en países o territorios sin transmisión autóctona,
el informe suma hasta la fecha unos 59. De estos, seis corresponden a Cuba,
como dio a conocer la nota informativa del Ministerio de Salud Pública, publicada
en este diario en su edición del pasado miércoles 18 de junio; los cuales
contrajeron la enfermedad en Haití y República Dominicana, donde ya suman miles
los casos sospechosos.
Este virus, para el
cual no hay vacuna ni tratamiento específico, se propaga por la picadura del
mosquito del género Aedes, particularmente el Aedes aegypti y Aedes albopictus.
Los síntomas se
establecen de forma brusca, son similares al dengue y comprenden fiebre alta,
cefalea, mialgia y artralgia (predominantemente en las extremidades y las
grandes articulaciones). También es frecuente la aparición de rash. Las formas
graves de la enfermedad son poco frecuentes, y los síntomas suelen ir
desapareciendo entre los 7 y 10 días, aunque la artralgia y la rigidez
articular pueden persistir de forma intermitente durante varios meses.
En comparación con
el dengue, la infección por chikungunya ocasiona un dolor más intenso y es
localizado en las articulaciones y tendones; el inicio de la fiebre es más
agudo y su duración más corta.
PERCEPCIÓN DE RIESGO
EN CUBA
¿Existe percepción
de riesgo en nuestro país ante las enfermedades transmitidas por vectores? Es
mucho el camino que resta por andar en cuanto a la concientización de los
ciudadanos, y los organismos en su responsabilidad ante las medidas de control
vectorial; en particular contra el mosquito Aedes aegypti.
Sobre cómo Cuba se
prepara para enfrentar la posible transmisión autóctona del virus del
chikungunya, Granma conversó con el doctor Manuel Santín Peña, director
nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública, y la doctora Rosa
María Ávalos, del departamento de Control Sanitario Internacional.
Ambos especialistas
explicaron cómo el país ha reforzado el sistema de vigilancia en fronteras y
las acciones sanitarias, sobre todo en el presente periodo de lluvias, donde se
multiplican los reservorios de agua y por tanto los criaderos.
“Por la
característica de transmisión vectorial que tiene el virus del chikungunya y la
alta susceptibilidad de la población se preveía que se iba a extender en la
región rápidamente, y así fue”, comentó el doctor Santín Peña.
“Cuba cuenta con la
presencia de ambos vectores. En relación al Aedes aegypti, que es un mosquito
de hábitat doméstico, la situación se complejiza, porque aún no hemos podido
eliminarlo. Habría que preguntarse por qué —sin desconocer el salidero en la
calle, la basura y los microvertederos— la inmensa mayoría de los criaderos
siguen estando en los hogares y patios. La respuesta, denota falta de intención
y percepción de riesgo en nuestra población”, explicó.
Datos ofrecidos a
este diario recientemente por Ileana Morales, jefa del Departamento Nacional de
Control del Aedes aegypti sobre la situación actual de este vector en Cuba,
señalaban que el 32 % de los municipios del país están considerados como alto
riesgo por su nivel de infestación.
Más del 85 % de los
focos —informó— se detectaron en las viviendas y los centros de trabajo, la
mayoría en depósitos factibles de prever o controlar con las acciones del
autofocal, como los tanques de agua.
Al respecto, el
director nacional de Epidemiología explicó que “si bien es cierto que quedan
deficiencias técnicas por mejorar en el trabajo de la campaña antivectorial,
también son muchas las personas que no perciben aún el riesgo de estas
enfermedades, y no toman medidas ni favorecen y exigen la inspección de las
viviendas. No podemos desconocer que Cuba está expuesta a riesgos
permanentemente si no se eliminan los criaderos de Aedes aegypti”.
El Aedes albopictus,
dijo, está presente en todas las provincias del país y tiene hábitos tanto
rurales como urbanos, lo cual complejiza su erradicación; en tanto las medidas
de control para este vector son las mismas que para el Aedes aegypti, a las que
se suman otras como el tratamiento de zanjas y cañadas, oquedades de los
árboles, limpieza de solares yermos, microvertederos y otras medidas de
saneamiento.
Entre las causas que
conspiran contra la lucha antivectorial, el doctor Santín Peña mencionó las
viviendas cerradas constantemente, la negativa de los moradores para la
inspección y tratamiento de las mismas; sobre todo cuando se trata de acceder a
la fumigación, así como la no realización del examen autofocal. Por otra parte,
dijo, no debe permitirse que se reporten los vistos sin que el operario
inspeccione las casas, y recoja informaciones erróneas.
Sobre las medidas
adoptadas ante el reporte de casos por virus del chikungunya en la región, el
especialista indicó que se han realizado en todas las provincias y municipios
capacitaciones al personal de salud, sobre la enfermedad y sus medidas de
control. Están creadas las capacidades para garantizar la atención médica de
los casos.
La doctora Rosa
Ávalos recalcó la importancia del mayor riesgo que corren los viajeros,
principalmente al área del Caribe, porque son los que mayores probabilidades
tienen de contraer la enfermedad.
Al respecto, ambos
entrevistados ratificaron la recomendación a estas personas, de adoptar medidas
para su protección durante la estancia en estos territorios con los medios
disponibles a fin de evitar que se infesten. “Se sugiere el uso de ropa que
evite dejar expuesta la superficie de la piel, la aplicación de repelentes,
permanecer en la medida de lo posible en lugares protegidos con mallas
metálicas y estar informados de la situación epidemiológica del país al que
viaje”.
Igualmente, señaló,
acudir en las primeras 72 horas de su regreso al consultorio del Médico de la
Familia para el control sanitario y de presentar algún síntoma de los
referidos, personarse de inmediato a los servicios de salud más cercanos. “Debe
pensarse en la posibilidad de haberse contagiado y con ello se pone en riesgo
tanto su salud como la de su familia y la comunidad”.
En todos los casos
el diagnóstico es confirmado en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí.
Se realizan las
acciones de control vectorial, buscando la presencia de ambos mosquitos, y las
medidas epidemiológicas, indagando dónde pudo haber ocurrido la transmisión y
detectando otros posibles casos. Ello incluye, la destrucción de criaderos si
se encuentran, higienización de la zona, acciones de vigilancia, y tratamiento
adulticida (fumigación), como acciones de contención para evitar la
diseminación del virus.
Además, el paciente
sospechoso se ingresa en el hospital para garantizar un aislamiento efectivo y
prevenir las complicaciones de la enfermedad.
Se han reforzado las
medidas de control en fronteras en puertos y aeropuertos con todos los viajeros
procedentes de áreas de riesgo, para su seguimiento en el país.
Respecto a los
colaboradores cubanos presentes en estos países del área, los especialistas
señalaron que se han adoptado estrictas medidas de cuarentena, ya que muchos
permanecen en comunidades infestadas.
“Desarrollamos con
ellos el control en la fuente, y antes de viajar son sometidos a vigilancia por
14 días para asegurar al máximo posible que no son portadores de la enfermedad.
Ciertamente tenemos colaboradores que han enfermado en países como Haití, con
sospecha del virus por la sintomatología compatible, los cuales fueron tratados
y su evolución fue favorable”.
Los pronósticos de
desarrollar transmisión autóctona del virus del chikungunya en el país, de
acuerdo con los entrevistados, dependerán en gran medida de lo que hagan la
población y los organismos, pues está demostrado que las acciones sanitarias no
están en capacidad de eliminar el vector por sí mismas, pues necesitan de la
participación sistemática de los ciudadanos en las comunidades y centros
laborales.
El índice del Aedes
por encima de 0,05 por cada 100 viviendas, incrementa la probabilidad de
transmitir enfermedades por este vector. Aumentar la educación
higiénico-sanitaria de la comunidad en aras de ganar en percepción de riesgo es
entonces vital.
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