CUBA: EL "ENREDADO" Y COSTOSO SALDO DE LA ILEGALIDAD
Por Sheyla
Delgado Guerra (Granma)
Foto: Ricardo López Hevia |
En
septiembre de este año se inició la investigación penal de dos casos delictivos
contra nuestro sistema de telecomunicaciones, tras ser detectados por los
órganos de control del Ministerio de la Informática y las Comunicaciones (MIC),
de acuerdo con información ofrecida por la Fiscalía General de la República.
Se
trata de la operación en Cuba de redes clandestinas, que trabajaban para dos
entidades pertenecientes a ciudadanos cubanos residentes en el exterior,
utilizando ilícitamente los canales de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba
S.A. (ETECSA), tanto en la telefonía móvil como la fija. Los fines, en ambos
casos, eran netamente lucrativos.
El
primero de estos expedientes está relacionado con una empresa de
telecomunicaciones, propiedad de un cubano residente en Canadá, y cuya base de
datos radica en Estados Unidos.
Los
servicios fundamentales que oferta esa entidad son: llamadas a la mayor de las
Antillas —con una tarifa de 50 centavos de dólar por minuto— o al resto del
mundo; envío de mensajería corta (SMS) a nuestro país por cinco centavos de
dólar, o a cualquier otro destino; y recarga de celulares y envío de remesas,
estos dos últimos servicios eran exclusivamente con destino a la nación cubana.
Su
propietario había establecido contacto con un amigo de la adolescencia,
residente en Cuba, para crear la referida red clandestina que facilitara los
servicios de su empresa.
Las
funciones de ese contacto principal en nuestro país consistían en la compra de
tarjetas (líneas) de teléfonos celulares, echar a andar el sistema, asegurar
que no existieran interrupciones en las comunicaciones, así como hacer
programas de servicio rápido. Para ello, dicho "facilitador" recibió
una laptop y diez módems, además de una buena suma mensual en dólares.
Otro
ciudadano —cibernético de profesión— se involucró en la red ilegal, con la
"misión" de garantizar la calidad de los programas. Mientras un
tercero se encargaba de reparar los módems y darles mantenimiento. Y completaba
la "plantilla", el responsable de repartir el "salario" que
cada miembro debía percibir mensualmente por realizar la actividad ilícita.
¿Cómo
operaba la red? Con las tarjetas celulares que adquirían en el territorio
nacional, registradas lógicamente a nombre de ciudadanos cubanos, utilizaba un
programa para que los mensajes enviados desde el exterior hacia Cuba fueran
cobrados a otra tarifa, empleando indebidamente el canal de ETECSA.
En este
primer proceso hay cuatro acusados, dos de ellos están en prisión provisional.
El
segundo caso utilizaba prácticamente el mismo modus operandi, pero funcionaba a
través de la telefonía fija. Los fondos aquí llegaban desde otra empresa en el
exterior, cuyo dueño también es un cubano que reside en España.
Esta
comercializaba llamadas originadas desde otros países hacia nuestra nación, por
el sistema de telefonía fija de ETECSA, de modo que "aparecieran"
como llamadas nacionales.
Los
contactos en Cuba del propietario de esa entidad alquilaban a este sus
teléfonos fijos y, al hacerlo, no podían usarlos. Por "arrendarlos"
obtenían cada mes 200 CUC.
Esos
teléfonos se conectaban a una antena satelital, la cual había facilitado
también la empresa en cuestión. Pero la "telaraña" no terminaba ahí.
Según se ha detectado en la investigación penal, los arrendadores del servicio
telefónico buscaron a otros vecinos para que hicieran lo mismo.
Así, se
estaba cometiendo una violación, pues tal y como aparece explícitamente en el
contrato de dicho servicio con ETECSA, las personas a quienes se les instalan
teléfonos en sus viviendas no son propietarios de estos, sino titulares. Por
ende, el teléfono no resulta un bien comercializable.
Hasta
el momento, son nueve los acusados en este proceso judicial, y de ellos, cuatro
guardan prisión provisional.
Datos
suministrados por la Fiscalía revelan la participación en los hechos de un
integrante de la División Habana, de ETECSA, quien suministraba información
para la ilícita actividad.
Otro de
los implicados trabajaba en la Dirección Informática de una institución
nacional y, de manera irresponsable e ilegal, utilizaba cinco líneas de su
centro laboral para tales operaciones con la empresa radicada en España, además
de la cuenta en Internet que le asignó su entidad. Por la antena satelital le
pagaban 500 CUC, y se le comprobaron —en total— unas 13 líneas telefónicas en función
de las comunicaciones ilegales.
Entre
los acusados, se encuentra —también— un trabajador informático de otra entidad
laboral, quien empleaba en los negocios ilegales una cuenta de Internet de
dicho centro.
REDES
CON "ENREDOS"... QUE CUESTAN MILLONES
Hasta
el cierre de este material, se conocía que ambas redes operaban en Cuba desde
el año 2009. Cálculos estimados apuntan que, durante aproximadamente esos tres
años, los perjuicios ocasionados a ETECSA —por concepto de ingresos dejados de
percibir— ascienden a nada menos que ¡tres millones de dólares!
Si a
esa millonaria cifra se le añaden los montos que nuestro diario ha publicado,
por ilegalidades de la más diversa índole contra las telecomunicaciones en los
últimos cinco años, entonces quedaría más que claro cuánto hubiera podido
avanzar esta entidad en su proyección de modernizar e incrementar el patrimonio
de que dispone y, sobre todo, mejorar la calidad en la prestación de servicios
a la población.
Según
informó la Fiscalía, los expedientes referidos estaban radicados por dos
delitos: el de Actividades Eco-nómicas Ilícitas, atendiendo a que en nuestro
país no se conceden licencias para tales fines. En ese caso, el Código Penal
establece hasta tres años de privación de libertad para los que delinquen, o
multa de hasta mil cuotas, o ambas.
Pero,
al transgredir lo legislado en materia de canales de telecomunicaciones y
existir una afectación económica tan elevada, se comete además, el delito de
Estafa. Al respecto, el Código Penal prevé para los comisores lo siguiente:
"Si por el delito el culpable obtiene un beneficio de considerable valor,
o si la víctima sufre un grave perjuicio en sus bienes, o el hecho se realiza
por uno o más individuos actuando como miembros de un grupo organizado, la
sanción es de privación de libertad de cuatro a diez años".
Cuando
aún no ha concluido la investigación penal que realizan la Fiscalía General de
la República, y los ministerios del Interior y de la Informática y las
Comunicaciones, por la complejidad tecnológica y operacional que requiere el
peritaje policial, las propias pruebas dan su "testimonio".
En
primer lugar, existen a todas luces transgresiones en materia jurídica
(actividades ilegales con la utilización indebida de canales
telecomunicacionales, uso de materiales de origen ilícito, compra de tarjetas
celulares a través de terceros, arrendamiento de bienes que no son
comercializables, empleo con fines de lucro de recursos estatales, entre otras)
y hay, además, defraudación económica a una empresa cubana por aproximadamente
tres millones de dólares.
Si bien
los autores principales de los delitos son cubanos residentes en el exterior,
está claro que sin la participación y apoyo, desde Cuba, de los implicados no
hubiera sido posible que esos negocios sucios subsistieran.
Resulta
válido traer a colación el criterio de uno de los ciudadanos acusados, que
alquilaba su teléfono, cuando en una de sus declaraciones expresó que arrendaba
ese bien, mientras no fuera para hacer contrarrevolución.
Sería
demasiado ingenuo arrendar un servicio que está registrado a su nombre,
pensando que solamente podrá ser para "buenos fines". Hasta ahora, se
supone que la oferta de esas llamadas era mayormente para establecer
comunicación con familiares; sin embargo, tampoco pueden ignorarse los
múltiples hechos que se han orquestado desde el extranjero para
"alimentar", en el interior del país, toda una campaña ideológica de
subversión contra la Revolución.
Las
pruebas dicen por las claras que no puede "albergarse" tanta
ingenuidad.
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