FERNANDO ORTIZ TRAJO A CUBA A GRANDES MEDICOS ESPAÑOLES
El doctor Enrique Beldarraín Chaple, quien, entre otros importantes temas, estudia las epidemias que han azotado a Cuba en toda su historia, ofrece detalles de cómo el antropólogo Fernando Ortiz contribuyó al avance de la ciencia y la cultura
Por Luis Hernández Serrano (Juventud Rebelde)
Nuestro sabio Fernando Ortiz —investigador social y antropólogo extraordinario— contribuyó también al avance de la cultura y la ciencia en nuestra patria.
Lo evoca el doctor Enrique Beldarraín Chaple, doctor en Medicina, especialista de primer y segundo grados en Epidemiología, e integrante del Departamento de Investigaciones del Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas.
«Fernando Ortiz, desde la Institución Hispano Cubana de Cultura, trajo a nuestro país a grandes médicos españoles para que impartieran conferencias sobre Medicina».
Entre ellos estuvieron el eminente clínico, endocrinólogo, historiador de la Medicina y filósofo Gregorio Marañón, y los famosos tisiólogos (especialistas en pulmones) Luis Sayé, Novoa Santos, Rita Shelton, Hortensia Lamar y el ítalo-español Pitaluga, gran especialista en Hematología.
«Todas esas prominentes personalidades impartieron conferencias al público habanero en general, con una extraordinaria repercusión en la prensa de la época».
De esos célebres médicos, dos —Sayé y Lamar— se dedicaron a la tuberculosis pediátrica, muy frecuente en aquellos años.
La Institución Hispano Cubana de Cultura fue escenario de debates científicos sobre temas muy amplios, pero dejó de funcionar en la década de los 40.
Beldarraín Chaple es, ante todo, un investigador de la Historia de la Medicina y ese es el grueso de su trabajo actual.
Lleva a cabo, simultáneamente, tres investigaciones: la historia de todas las epidemias cubanas desde que están documentadas; los médicos y su vinculación con la Institución Hispano Cubana de Cultura, y la medicina popular en Cuba.
En la primera trabaja desde 2000; la segunda la inició en enero de este año 2009, y la tercera la acomete desde 2007.
«El estudio de todas las epidemias que han azotado a Cuba nunca se ha hecho, y hay algunas que están hoy de vuelta en nuestra región latinoamericana, como la fiebre amarilla, el dengue y la tuberculosis.
«Analizo qué ocurrió en el pasado con ellas, los aciertos y desaciertos y cómo podemos ayudar con esta investigación a tomar hoy las medidas más correctas», aseguró.
«En cuanto a la Medicina popular —específicamente el tema de las religiones— he comprobado que en el espiritismo, por ejemplo, la mayoría de sus adeptos buscan la sanación de sus enfermedades, más que otra cosa», reflexionó.
Ha escrito cuatro libros e incluido artículos suyos en otros tres elaborados por un colectivo de autores. Recibió en 2007 el Premio Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba por su libro Los médicos y los inicios de la antropología en Cuba.
En este habla sobre las prácticas médicas de nuestros primeros pobladores, la fundación de la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba, la enseñanza de tal disciplina en la Universidad de La Habana y las doctrinas médicas neofascistas de la eugenesia, la homicultura y su práctica por algunos galenos cubanos en los inicios del siglo XX.
Por Luis Hernández Serrano (Juventud Rebelde)
Nuestro sabio Fernando Ortiz —investigador social y antropólogo extraordinario— contribuyó también al avance de la cultura y la ciencia en nuestra patria.
Lo evoca el doctor Enrique Beldarraín Chaple, doctor en Medicina, especialista de primer y segundo grados en Epidemiología, e integrante del Departamento de Investigaciones del Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas.
«Fernando Ortiz, desde la Institución Hispano Cubana de Cultura, trajo a nuestro país a grandes médicos españoles para que impartieran conferencias sobre Medicina».
Entre ellos estuvieron el eminente clínico, endocrinólogo, historiador de la Medicina y filósofo Gregorio Marañón, y los famosos tisiólogos (especialistas en pulmones) Luis Sayé, Novoa Santos, Rita Shelton, Hortensia Lamar y el ítalo-español Pitaluga, gran especialista en Hematología.
«Todas esas prominentes personalidades impartieron conferencias al público habanero en general, con una extraordinaria repercusión en la prensa de la época».
De esos célebres médicos, dos —Sayé y Lamar— se dedicaron a la tuberculosis pediátrica, muy frecuente en aquellos años.
La Institución Hispano Cubana de Cultura fue escenario de debates científicos sobre temas muy amplios, pero dejó de funcionar en la década de los 40.
Beldarraín Chaple es, ante todo, un investigador de la Historia de la Medicina y ese es el grueso de su trabajo actual.
Lleva a cabo, simultáneamente, tres investigaciones: la historia de todas las epidemias cubanas desde que están documentadas; los médicos y su vinculación con la Institución Hispano Cubana de Cultura, y la medicina popular en Cuba.
En la primera trabaja desde 2000; la segunda la inició en enero de este año 2009, y la tercera la acomete desde 2007.
«El estudio de todas las epidemias que han azotado a Cuba nunca se ha hecho, y hay algunas que están hoy de vuelta en nuestra región latinoamericana, como la fiebre amarilla, el dengue y la tuberculosis.
«Analizo qué ocurrió en el pasado con ellas, los aciertos y desaciertos y cómo podemos ayudar con esta investigación a tomar hoy las medidas más correctas», aseguró.
«En cuanto a la Medicina popular —específicamente el tema de las religiones— he comprobado que en el espiritismo, por ejemplo, la mayoría de sus adeptos buscan la sanación de sus enfermedades, más que otra cosa», reflexionó.
Ha escrito cuatro libros e incluido artículos suyos en otros tres elaborados por un colectivo de autores. Recibió en 2007 el Premio Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba por su libro Los médicos y los inicios de la antropología en Cuba.
En este habla sobre las prácticas médicas de nuestros primeros pobladores, la fundación de la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba, la enseñanza de tal disciplina en la Universidad de La Habana y las doctrinas médicas neofascistas de la eugenesia, la homicultura y su práctica por algunos galenos cubanos en los inicios del siglo XX.
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