PALABRAS QUE VAN Y VIENEN
Por Celima Bernal (Juventud Rebelde)
La palabra «alzhéimer», ya está castellanizada, por ello, no olvidemos la tilde. Comienza con minúscula si hablamos, por ejemplo, de alguien que padece alzhéimer. Es el nombre de esa dolencia. Lleva mayúscula inicial, y va sin tilde, cuando decimos: mal de Alzheimer o enfermedad de Alzheimer. Se trata en ese caso, del apellido del especialista alemán en Neurología que hizo investigaciones acerca de la tan temida demencia senil progresiva y crónica. En la lengua original se pronuncia —según el Diccionario panhispánico de dudas: alts-háimer. Hace tiempo había preguntado a un germanohablante, y me informó que se pronunciaba: alzaima, porque la er en ese idioma equivalía a nuestra a. En español debemos decir: alzhéimer. Siempre, no se lo digas a nadie, había dicho yo: alzjáimer. Menos mal que no me oíste nunca. Sabía que ei se decía ai en alemán, y como ellos son tan amantes de los sonidos guturales, aspiraba la hache; estaba convencida de que debía ser de ese modo. ¿Te has fijado qué atrevida es la ignorancia? Bueno, dejemos de hablar de estas cosas, ¡me aterran! Toco madera.
Hay expresiones muy comunes entre nosotros. Una de ellas sirve para indicar que alguien no se ha comportado como esperábamos. Dicen, veamos por caso:
«¿Tú me escribiste?, así me escribió mi prima». Nunca la colocaré entre las frases agudas, no sé por qué me parece poco elegante, quizá a causa de ser tan manida.
LA RESPUESTA DE HOY
Me llama desde Nuevitas, Adalberto Companioni, un lector muy amable. Le asombró, y con mucha razón, la edad tan avanzada con la que murió Pedro de Terrail, señor de Bayardo. Publiqué que nació en 1475, y que falleció en 1574. ¡No!, ¡qué pena!, su deceso ocurrió en 1524. Él vivió 49 años; la que está viejísima soy yo, por eso no vi bien lo que leía ni lo que escribía. Creo que debo comprarme, urgentemente, una lupa. Mil gracias.
La palabra «alzhéimer», ya está castellanizada, por ello, no olvidemos la tilde. Comienza con minúscula si hablamos, por ejemplo, de alguien que padece alzhéimer. Es el nombre de esa dolencia. Lleva mayúscula inicial, y va sin tilde, cuando decimos: mal de Alzheimer o enfermedad de Alzheimer. Se trata en ese caso, del apellido del especialista alemán en Neurología que hizo investigaciones acerca de la tan temida demencia senil progresiva y crónica. En la lengua original se pronuncia —según el Diccionario panhispánico de dudas: alts-háimer. Hace tiempo había preguntado a un germanohablante, y me informó que se pronunciaba: alzaima, porque la er en ese idioma equivalía a nuestra a. En español debemos decir: alzhéimer. Siempre, no se lo digas a nadie, había dicho yo: alzjáimer. Menos mal que no me oíste nunca. Sabía que ei se decía ai en alemán, y como ellos son tan amantes de los sonidos guturales, aspiraba la hache; estaba convencida de que debía ser de ese modo. ¿Te has fijado qué atrevida es la ignorancia? Bueno, dejemos de hablar de estas cosas, ¡me aterran! Toco madera.
Hay expresiones muy comunes entre nosotros. Una de ellas sirve para indicar que alguien no se ha comportado como esperábamos. Dicen, veamos por caso:
«¿Tú me escribiste?, así me escribió mi prima». Nunca la colocaré entre las frases agudas, no sé por qué me parece poco elegante, quizá a causa de ser tan manida.
LA RESPUESTA DE HOY
Me llama desde Nuevitas, Adalberto Companioni, un lector muy amable. Le asombró, y con mucha razón, la edad tan avanzada con la que murió Pedro de Terrail, señor de Bayardo. Publiqué que nació en 1475, y que falleció en 1574. ¡No!, ¡qué pena!, su deceso ocurrió en 1524. Él vivió 49 años; la que está viejísima soy yo, por eso no vi bien lo que leía ni lo que escribía. Creo que debo comprarme, urgentemente, una lupa. Mil gracias.
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