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sábado, mayo 23, 2009

MISTERIOS EN LA FINCA DE LOS MONOS

Por Josefina Ortega (La Jiribilla)

No es de extrañar que en La Habana de las primeras décadas del siglo XX, fueran muchos los comentarios que corrían de boca en boca sobre la llamada finca de los monos, perteneciente a Rosalía Abreu.

Se decía que aquella fabulosa mansión en forma de castillo, situada en el Cerro, guardaba más de un misterio pues los simios que allí habitaban eran tratados casi como personas.

Cierta o no la historia, aquellos animales, a la vez que mascotas, fueron convirtiéndose, en el lapso de tres décadas, y gracias al empeño de la acaudalada señora, en objeto de profundos estudios científicos.

En la finca Las Delicias –así se nombraba, en verdad- se lograron establecer tres generaciones de simios que, por su importancia, fueron visitados por especialistas de Cuba y del extranjero.

En 1924, el doctor Robert Yorkes, de la Universidad de Yale, presidió una comisión de la Carnegie Institution, y para sorpresa de quienes hacían burla de la dama, declaró que este era el experimento antropológico más grande jamás realizado, sólo comparable a las observaciones de Burton acerca del lenguaje de los monos.

Rosalía Abreu adoraba a los animales y mucho le interesaba el estudio de su comportamiento. Afirman que en su vasta propiedad había también colecciones de guacamayos, papagayos, canarios, pavos reales, gallos japoneses, ciervos, osos, conejos, caballos, perros, gatos y un pequeño elefante llamado Yumbito.

Su interés por los monos comenzó a fines del siglo XIX, cuando en un viaje al sur de Francia, adquirió una macaca, la que junto a un orangután, oriundo de Filadelfia, constituyeron los primeros ejemplares de lo que sería su asombrosa colección, que incluyó a más de doscientos monos, gorilas, orangutanes, chimpancés y otras muchas especies, que despertaron entre los cubanos curiosidad, temor, burla, y hasta más de un comentario malicioso.

Se contaba que había monos desde el tamaño de una rana hasta el de un hombre.

Al fallecer doña Rosalía, la colección pasó por su voluntad a la Carnegie Institution.

Lo que más asombra de su famoso experimento, fue la historia de Anumá, chimpancé procreado y dado a luz en cautiverio, suceso que tuvo lugar en la finca de los monos, el 27 de abril de 1915.

Gracias al colega y amigo Rolando Aniceto conocí de este insólito hecho científico, y del que muy poco se ha hablado. Anumá era hijo de Jimmy y Cucusa, dos de los chimpancés predilectos de su ama. Al nacer medía 53 centímetros de talla y 35 de circunferencia craneana, con un perímetro toráxico de 37 centímetros. A los diez años era corpulento, con la estatura aproximadamente de un hombre.

Creció entre ternuras y halagos. Se mostraba gentil y amistoso, aunque algo malcriado por ser uno de los preferidos de la colonia. Acaso este rasgo de su conducta lo perdió.

En una ocasión Anumá extremaba sus majaderías, y fue regañado por un guardián llamado Juan Lezcano, pero el chimpancé hizo caso omiso de sus palabras, y siguió con sus travesuras.

Para amenazarlo el tal Lezcano introdujo su mano izquierda en la jaula, momento que aprovechó Anumá para, de una mordida, arrancarle dos dedos al custodio, quien, aterrado, sacó su arma y le disparó.

La bala, aunque se introdujo en un costado del cuerpo del animal, no interesó órgano vital alguno, pero con el paso del tiempo, fue avanzando hasta situarse próxima al corazón. Dos años después fue intervenido quirúrgicamente, y murió como consecuencia de la anestesia.

Así terminó sus días Anumá, chimpancé procreado y dado a luz en cautiverio, nacido un día de 1915, en la finca de los monos de doña Rosalía Abreu, como parte de un experimento de alto valor científico, y sobre el que , sin embargo, se tejió más de una leyenda.

Incluso hoy se dice que en esa misteriosa edificación con forma de castillo, allá en el Cerro, en las noches de luna llena se pueden percibir las sombras de unos monos bailando un vals en honor a su benefactora.

1 comentarios:

Colo dijo...

Hola, vengo desde el blog de Néstor...

Me pareció muy interesante tu espacio... Seguiré pasando!

Saludos desde Mi pueblo en Argentina