MATEMATICAS: L. Q. Q. D.
La celebración del Año de la Matemática en Cuba busca que en el país la cultura de esta ciencia revierta la cuenta regresiva y se torne en un crecimiento exponencial
Por TONI PRADAS (Bohemia)
He aquí una pregunta fácil: 2, 10, 12, 16, 17, 18, 19... ¿Cuál es el próximo número en la secuencia anterior?
No hay mes del año en que al menos en una ocasión no juguemos con las matemáticas (cuando menos, con el dominó) y aun con el temor que nos infunden, nadie puede dudar de que resultan divertidas. Quién no recuerda aquellas fórmulas que inventábamos en la escuela que, leídos en voz alta sus componentes, revelaban un significado socarrón, como la falsa trigonometría de 2 sen k i 2.
Según Henri Poincaré (1854-1912), físico francés y uno de los principales matemáticos del siglo XIX, esta sapiencia tiene un fin triple. Primero, proporcionar un instrumento para el estudio de la naturaleza. Pero no es todo. Tiene también un objetivo filosófico y un colofón estético. Los buenos conocedores encuentran en ella placeres comparables a los que proveen la pintura y la música, al admirar la delicada armonía de los números y las formas. Hasta se maravillan cuando un naciente descubrimiento abre una nueva perspectiva.
Sin embargo, muy pocos terminan tan engatusados con la especialidad como para enredarse en sus vericuetos universitarios y lo peor, cada vez son menos los que quieren ser matemáticos.
No hay mes del año en que al menos en una ocasión no juguemos con las matemáticas (cuando menos, con el dominó) y aun con el temor que nos infunden, nadie puede dudar de que resultan divertidas. Quién no recuerda aquellas fórmulas que inventábamos en la escuela que, leídos en voz alta sus componentes, revelaban un significado socarrón, como la falsa trigonometría de 2 sen k i 2.
Según Henri Poincaré (1854-1912), físico francés y uno de los principales matemáticos del siglo XIX, esta sapiencia tiene un fin triple. Primero, proporcionar un instrumento para el estudio de la naturaleza. Pero no es todo. Tiene también un objetivo filosófico y un colofón estético. Los buenos conocedores encuentran en ella placeres comparables a los que proveen la pintura y la música, al admirar la delicada armonía de los números y las formas. Hasta se maravillan cuando un naciente descubrimiento abre una nueva perspectiva.
Sin embargo, muy pocos terminan tan engatusados con la especialidad como para enredarse en sus vericuetos universitarios y lo peor, cada vez son menos los que quieren ser matemáticos.
En la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana hoy cursan el primer año 44 educandos, cuando estaban disponibles 80 plazas. Preocupados, los viejos profesores se quitan los espejuelos y mientras se rascan el cogote con la tiza, comienzan a preguntarse quiénes serán los bizarros que los sustituirán en el futuro.
La crisis comienza a sentirse justo cuando el país más demanda de esa ciencia. Digamos que especialidades como la biotecnología y la informática, e incluso la hasta hace poco futurista nanotecnología, han puesto su velocidad de desarrollo en caja quinta. Pero el motor puede cancanear si no se aceita con matemáticas. Es más, hasta podríamos, en determinado momento, comernos la goma del lápiz intentando encontrar para un examen el teorema correcto.
Algunos argumentan que Cuba tiene poca tradición en estos estudios y hasta se preguntan, buscando espejos donde mirarse, por qué en esta isla no surgen sabios como Pitágoras, Euler o Gauss. ¿Cuánta razón encierra esta afirmación? Otros prefieren cuestionar por qué nuestros cabales matemáticos de talla mundial no llegan a ser tan populares como otros científicos de aquí mismo, productores de vacunas, naturalistas, cirujanos o humanistas.
Hace pocos meses, el joven Mijaíl Borges Quintana, profesor de la Facultad de Matemática y Computación de la santiaguera Universidad de Oriente, recibió el Premio Internacional de la Academia de Ciencias del Mundo en Desarrollo (TWAS) en recompensa a los aportes brindados a dicha cultura, sobre todo en los temas relacionados con el álgebra computacional y, particularmente, las aplicaciones de la Teoría de las Bases de Grobner.
Borges ha elaborado monografías para la docencia y un software encaminado a las asignaturas de optimización en las carreras de Matemáticas y Ciencias de la Computación, el cual registró con el nombre de LEC++. Preocupado por el futuro, también confeccionó un trabajo para buscar el acercamiento de los estudiantes cubanos a esas disciplinas.
Mejor suerte con el público corrió el joven matemático bejucaleño Yusnier Viera, quien en 2006 logró entrar en el Libro de los Récords Guinness, a horcajadas sobre dos marcas mundiales que impuso en la curiosa categoría de cálculo mental.
Entonces con 24 años, Viera, profesor de la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana, acuñó el primer récord al determinar mentalmente, valiéndose de un algoritmo creado por él, los días de la semana de 20 fechas del actual siglo (de 2001 a 2100), en apenas 19,8 segundos, tiempo menor que el del alemán Matthias Kesselschlager (24,94).
La segunda prueba consistió en determinar la mayor cantidad de fechas entre los años 1600 y 2100, en un minuto. Para asombro de todos, el calculador tropical logró identificar 42, contra 33 logradas por el porfiado rival germánico. Poco tiempo después, Kesselschlager elevó este récord a 45, pero pronto el rey tomó desquite y empinó a 56 el techo.
Lo que queda demostrado —o como dicen los catedráticos: l. q. q. d.—, los cubanos también saben sacarles chispas a los guarismos.
Volviendo al acertijo inicial, seguramente Borges y Viera lo hubieran respondido de un tirón, más por lógica que por fórmulas.
¿Cuál es el próximo número en la secuencia 2, 10, 12, 16, 17, 18, 19...? Pues el 200, que es la siguiente cifra —menuda cosa tienen en común todas— que comienza con la letra D.
LA LENGUA DEL UNIVERSO
Lo único que comparten por igual todos los idiomas son los números. Y si un día se encontrara vida extraterrestre, no sería extraño que nos comunicáramos mejor a través de las matemáticas.
Decía el físico y astrónomo italiano Galileo Galilei (1564-1642) que “la filosofía está escrita en ese grandísimo libro abierto ante los ojos; quiero decir, el universo, pero no se puede entender si antes no se aprende su lengua, a conocer los caracteres en los que está escrito. Está escrito en lengua matemática y sus caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin las cuales es imposible entender ni una palabra; sin ellos es como girar vanamente en un oscuro laberinto”.
También los cubanos han aprendido ese lenguaje universal. En 2002, dos meses antes de que la Agencia Espacial Norteamericana (NASA) publicara el hallazgo del diminuto cuerpo celeste Quaoar —situado en pleno Cinturón de Kuiper—, Manuel T. Núñez, profesor de Física y Matemática, registró en el Centro Nacional de Derecho de Autor (Cenda) de Cuba una investigación suya acerca de la posible existencia de un planeta más allá de Plutón, en dicho Cinturón, a una distancia media del Sol cercana a las 45,82 Unidades Astronómicas (UA).
Las mediciones de la NASA con el telescopio Oschin, en Monte Palomar, California, mostraron que la distancia media de Quaoar era de 43,37 UA, cifra que estaba incluida en el rango de posibilidades contemplado en la predicción del profesor Núñez, lo cual es apenas un desvío milimétrico en el holgado espacio sideral.
Para predecir estos astros —tal como se pronostica la trayectoria del un ciclón, según símil usado por el autor—, Núñez, dedicado a la investigación astronómica desde joven, utilizó un método o protocolo que “posibilita vaticinar las probables distancias medias de planetas que orbiten en el Cinturón de Kuiper o, en su defecto, los grandes objetos similares a Quaoar, de más de mil kilómetros de diámetro, y que no lograron formarse como planetas a las distancias pronosticadas”.
Para aspirar a tan reconfortantes éxitos en el futuro, los sistemas de concursos aplicados en diversos niveles escolares buscan descubrir nuevos talentos y vocaciones, tal como se descubren planetas en las rinconeras del universo. Luego, con una preparación adicional, los jóvenes más prometedores se arrestan en lides internacionales, de las que han regresado con muy buen sabor en la boca.
En septiembre de 2008, por ejemplo, ellos obtuvieron medallas de oro, plata y bronce en la Olimpiada Iberoamericana de Matemática, celebrada en Brasil, así como de oro y plata en la Centroamericana y del Caribe, realizada en Honduras en el mes de junio del mismo año. Un mes después, en la Olimpiada Internacional de esa materia, con sede en España, consiguieron la de plata.
L. q. q. d., el país tiene un intelecto destacado en esta ciencia, potenciado tras la creación de la Licenciatura en Matemática en 1962, a tono con la reforma de la educación superior emprendida por la Revolución. Esta, a su vez, encuentra raíces en el siglo XIX, cuando comenzaron a impartirse asignaturas matemáticas en la Universidad de La Habana.
“Desde hace algunos años se priorizan determinadas líneas que se han entendido fundamentales para el país: la estadística, la optimización matemática, las ecuaciones diferenciales, la teoría de variables de funciones complejas a cargo de un grupo de investigadores del oriente de Cuba. Existe además el grupo de biomatemática, que intenta aplicar problemas matemáticos a problemas de la biología, medicina y modelación de epidemias, en la que se ha logrado cierto desarrollo”, aseveró a la publicación electrónica Cubahora, el doctor en Ciencias Baldomero Valiño Alonso, profesor titular de la Universidad de La Habana y presidente de la Comisión Nacional de la Carrera de Matemática.
E igualmente alertó: “No es posible cubrir todas las ramas de la matemática. Las dificultades de personal son fundamentales, pero tampoco podemos copiar los estilos de desarrollo de las metrópolis científicas. No tenemos potencial para eso”.
UN AÑO DE REFLEXIÓN MATEMÁTICA
¿Sabía usted que el número 199 es primo, o lo que es lo mismo, solo es exactamente divisible por sí mismo y por la unidad? ¿Y que si lo giramos 180 grados obtenemos el 661, que también es primo? Por si fuera poco, si permutamos sus cifras, obtendremos los números 919 y 991, que también resultan ser primos.
Como mismo ocurre en buena porción del orbe, en Cuba se tiene una visión de que la matemática es fatigosa y poco emocionante, cuando no anticuada. Si además se exige en las escuelas aprender de coro para vencer un examen, por supuesto resulta más difícil cuando debería ser, por su gran razonamiento lógico, más fácil que otras asignaturas que dependen más de la memoria.
Según el doctor Luis Ramiro Piñeiro, decano de la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana, muchos jóvenes acceden a sus aulas con una insuficiente formación que obliga a nivelarles académicamente en las primeras semanas.
Otros, incluso muchachos que durante el preuniversitario participan en olimpiadas y concursos de la asignatura, terminan estudiando otras carreras porque se atemorizan con esta, que suponen muy difícil, o creen erróneamente que la única posibilidad de trabajo una vez graduados es la docencia.
Así, con el propósito de elevar la cultura matemática de todo el pueblo, la Sociedad Cubana de Matemática y Computación, durante la conmemoración por su tercer decenio de constituida, convocó la celebración del Año de la Matemática en Cuba, desde el pasado 31 de octubre hasta el próximo 20 de noviembre.
Actividades para la capacitación de profesores, de orientación vocacional y de divulgación a nivel social amplio, son sus principales motivaciones.
Cuentan que cuando el sabio suizo Leonhard Euler —sin duda, uno de los más grandes y prolíficos matemáticos de la historia— murió en San Petersburgo en 1783, su colega y filósofo francés Nicolas de Condorcet escribió un elogio funeral que rezaba: “Dejó de calcular y de vivir”.
La celebración del Año de la Matemática en Cuba busca que el país nunca lleve consigo un epitafio como este.
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