ROBERTO CASTRILLO: HISTORICA PRESENCIA EN TRES IMPORTANTES MEDALLEROS
Roberto Castrillo confiesa que haber participado en una final olímpica es algo inolvidable, maravilloso, máxime si se logra subir al podio, objetivo que alcanzó en los XX Juegos celebrados en Moscú'80.
Por José Luis Salmerón (Jit)
El legendario escopetero Roberto Castrillo es fiel a los recuerdos de aquel lejano día de 1980 en que se vio envuelto en la final olímpica del skeet correspondiente a los XX Juegos.
Cuando iniciamos la conversación, en el área de skeet del campo de tiro Enrique Borbonet, sus ojos le brillaban y la voz le descubría la emoción que le apretaba el corazón, 28 años más tarde de haber recibido la medalla de bronce, junto a un bello ramo de flores que dedicó a toda su familia y su natal Guanajay (30/06/41), donde actualmente vive rodeado de hijos, nietos y permanentes amigos.
Extenso es el andar del escopetero mayor cubano; conozcámoslas paso a paso: debutó olímpicamente en Munich'72 y clasificó quinto; después le siguieron Montreal'76 y Moscú'80, tercero. Barcelona le fue esquiva por la edad, aunque en este deporte y en su especialidad esto no es obstáculo.
En Juegos Panamericanos debutó en Winnipeg'67 y se mantuvo en las próximas cuatro versiones: Cali'71, Ciudad de México'75, San Juan'79 y Caracas'83, y en citas Centroamericanas y del Caribe hizo la cruz en Panamá'70, con asistencias posteriores a Santo Domingo'74, Medellín'78 y La Habana'82.
En las lides continentales y regionales aparece entre los medallistas más connotados del deporte revolucionario cubano, con saldos de ocho doradas, tres individuales, y una bronceada, entre los centrocaribeños, un primer lugar, cuatro segundos y dos terceros como miembro de los equipos presentes en la principal lid multideportiva americana, a la que han tenido acceso al podio individual Guillermo Torres (91), Servando Puldón (95) y Juan M. Rodríguez (99), el segundo bronceado de Cuba en citas olímpicas, ubicación lograda en Atenas´00.
¿Sigues vinculado al tiro?
Nunca me separaré; si pudiera hacerse pediría que en mi ataúd me colocaran una escopeta: la que siempre me acompañó. Soy árbitro internacional y participo en las competencias más importantes en el país.
¿Cómo miras hacia el futuro del tiro y en especial el skeet?
Tengo la convicción de que en Guantánamo, Villa Clara y Holguín hay talentosos escopeteros, los que necesitan ser seguidos de cerca, y la atención indispensable. Para llegar a tener tiradores de alto rendimiento es obligatorio disponer de recursos y avanzada técnica en armas y cartuchos. En otros territorios también existen, pero no es como la verdolaga. Hay que buscarlos, atenderlos y enseñarlos. Es necesario renovar las filas nacionales; los veteranos van cediendo al inexorable paso del tiempo.
¿Recuerdas en tus tiempos algunos tiradores que llamaron tu atención?
Siempre tuve el cuidado de observar a mis contrarios y por supuesto aprender de ellos. Admiraba al brasileño Athos Pissoni, muy seguro y estudioso; a la mexicana Nuria Ortiz, que tiraba de tú por tú contra los hombres; y al argentino Firmo Roberti.
No obstante el tiempo transcurrido, Castrillo todavía añora la vieja escopeta Browning, cuyo lenguaje de fuego le deparó rotundos resultados a lo largo de su prestigioso andar, durante más de 18 años rompiendo platos por los más calificados escenarios de Europa y América, como aquellos que lo llevaron a la referida contienda olímpica, donde definitivamente se adueñó del tercer lugar luego de luchar por más de seis horas con rivales duros de “matar”, convirtiéndose en el primer medallista estival de Cuba en el tiro deportivo.
¿Qué puede decir de esa emocionante jornada?
Algo que no olvido jamás. Pudo resultar mejor; las emociones que experimenté siempre las tengo presentes; aquellos minutos de tensión, esperando para tirar aquel feo y frío día en el campo moscovita, enfrascado en una final olímpica del skeet, fueron una prueba para mi temperamento y mis nervios. Pienso que eso les ocurre a todos los atletas cuando llega el minuto cumbre para alcanzar el objetivo que se trazaron. Terminé agotado y con los nervios por el suelo, fue mucha la tensión.
Era la víspera del 26 de julio y todos ardíamos en deseos de dar un buen golpe para dedicárselo a Fidel: ¡lo logré!, único ese día, pero en la siguiente fecha el vallista Alejandro Casañas alcanzó plata y el equipo de voleibol femenino oro, tras disponer de Brasil.
¿Qué pudo afectarte en esos duros momentos?
Todavía me revuelve el estómago el fallo técnico en la ubicación 4 baja, cuando no pude romper el plato. De haberlo logrado, otro gallo cantaría, pues en lugar de bronce podía haber conseguido el oro. Ese errado disparo provocó un empate a 196 puntos entre cinco tiradores; en esa misma ronda. Alfredo Torres concluyó sexto con 195. En la de desempate, el danés Rasmussen, uno de los grandes del momento, rompió 25 y ganó. El segundo lugar lo ocupó el sueco Carlsson. Estuvimos tirando desde las dos de la tarde hasta pasadas las ocho de la noche.
¿Otros momentos que ocupan tus pensamientos?
El tiro es un deporte de nervios, no hay una competencia que no te depare una contingencia. En la víspera de empuñar el arma, si aspiras a una buena calificación estás obligado a descansar, leer y distraerte sosegadamente, evitar todo aquello que te pueda alterar, porque eso afectará la puntería, máxime en el skeet que exige ecuanimidad, reflejos y mucha serenidad. Momentos dignos de mencionar los tengo en panamericanos, centroamericanos y mundiales; las peleas contra los estadounidenses por ganar una medalla de oro individual panamericana no tienen parangón; en mis tiempos solo les hicimos daño por equipo, en México'75, acompañado de Servilio Torres, Ignacio Huget y Rubén Vega; eso dolió y todavía duele. Tenían más recursos técnicos, en armas y calidad en los cartuchos: al fin, en 1991 Guillermo Torres pudo, aquí en el Borbonet, alcanzar ese anhelo con 224+19, superando al estadounidense Dean Clark (224+18). En este nivel de competencias concluíamos agotados y sedientos. ¡Pero daba gusto sentir estas emociones, superadas con creces por las victorias!
¿Por qué el tiro deportivo?
Visitaba asiduamente el campo de tiro de Boyeros Jorge Agostine, y en l966, previo a los IV Juegos Panamericanos de Winnipeg'67, me decidí a tomar una escopeta y practicar el skeet porque la instalación estaba dedicada a esta especialidad; era la mejor del país, ahora está lastimosa, como consecuencia de la poca atención que se le ha brindado.
Para concluir, señalemos que este ducho tirador llegó a romper 200 platos de 200 posibles en una confrontación en Ciudad de México, sin homologar como marca mundial, además de conseguir 199 y 198 en el campo del Fuerte Tiuna, en Caracas.
Siente orgullo por sus hijos y nietos, a uno de ellos, Jordano Amador (de nueve años), fruto de su vástago mayor Roberto, le gusta cazar, hobby de su padre, convertido en un escopetero de puntería.
Se le reconoce como el primer medallista olímpico de Cuba en el tiro deportivo (bronce), asimismo, en las lides continentales y regionales aparece entre los medallistas más connotados del deporte revolucionario cubano, con saldos de ocho doradas, tres individuales, y una bronceada.
EN LA ACTUALIDAD...
Árbitro internacional de skeet y participa en las competencias más importantes en el país.
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